ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 26
Su padre había regresado con malas noticias, ¿entregar a Michonne? Ni hablar. No la conocía lo suficiente, pero le debía mucho. Por ella Glenn y sus amigas estaban de vuelta. Ella merecía más que ser un estúpido intercambio.
Pelearían hasta el final, juntos, como la familia que eran.
La brisa fresca la recibió en cuanto salió de uno de los pabellones para encontrarse con su padre que miraba la entrada pensativo. Algunos de sus mechones le cubrieron la visión por unos segundos, los alejó con su mano sin pensar.
―No sé si esto sea lo correcto ―lo escuchó murmurar al aire.
―Tal vez no lo sea ―respondió ella acercándose a él ―, sin embargo, puede ser lo correcto. Hay muchas posibilidades tanto buenas como malas, unas más peores que otras ―se encogió de hombros bajó la mirada de él―. No somos adivinos para saber qué será lo mejor. Somos sobrevivientes; los que no se rinden sin importar el obstáculo.
―No quiero arriesgar a nadie, mucho menos a ti y a los niños...
―No luchar dará los mismos resultados, recuerdo que antes de todo esto, cuando la vida era "normal" pensaba en cosas insignificantes, evitaba estar en casa por los conflictos entre mis padres o ignoraba los consejos de mi madre. Creía que ella estaría ahí para siempre, luego ella enfermo y todo lo que fui cambió por completo ―suspiró llevando distraída la mano sobre su vientre―. Me arrepiento de muchas cosas, sé que mi mamá lo hacía, ninguna se arriesgó por la otra en algún punto hasta que fue tarde intentamos arreglar las cosas. Al final el tiempo nos ganó.
―Lamento escuchar eso.
―Lo sé, solo recuerda que somos fuertes y podremos con todo. La diferencia entre ellos y nosotros es que nosotros somos una familia que haría lo que sea por el otro mientras que él se hunde en su soledad bajo un manto de mentiras que lo terminarán ahogando.
Rick sonrió llevando su mano hasta la mejilla de Leah en donde dejo un par de caricias de forma fraternal. Ambos se sonrieron el uno al otro con cariño. Su mirada era tan parecida pero diferente a la vez. Una mirada llena de decisión, la mirada digna de un Grimes.
―Gracias, hija.
Connor observaba a la distancia a su pequeña Lili correr junto a Carl y Nat mientras Maggie los perseguía. Era una rutina según había descubierto el día anterior. El corazón quería salirse de su pecho cada que observaba las sonrisas a la lejanía e incluso podría jurar que escuchaba sus risas a la perfección.
―No entiendo porque simplemente no le dices quién eres a esa niña ―vociferó Valeria acercándose a él con Yaz a su lado.
―No es tan sencillo.
―Apuesto a que sí lo es ―Valeria sonrió cruzándose de brazos.
― ¿Quieres que en verdad te rompa una pierna? ―susurró Connor mirándola con el ceño fruncido alejando la mirada de Maggie.
Yaz negó con la cabeza intentando ocultar su risa.
―Ustedes dos son un dolor en el trasero, ¿sabían? ―soltó divertido―. ¿Por qué no le has dicho la verdad?
―No me corresponde a mí, aunque sea su padre no fui un padre presente, ella no me recuerda y tal vez es mejor así. No diré nada hasta que Maggie lo haga si es que decide hacerlo. Me conformo con saber que puedo estar aquí para protegerlas.
―Tienes un buen punto de vista ―apoyó Yaz y Valeria asintió con su cabeza.
―Siempre lo tengo.
―No siempre ―susurró Valeria con voz burlona―. Aún puedo recordar la vez que casi nos matan por tu culpa.
―Cierto ―apoyo Yaz a su hermana dirigiendo su mirada a una de las chicas que caminaba junto a Michonne revisando el cercado.
― ¿Qué estás mirando? ―Valeria entrecerró los ojos mirando a su hermano intentando descifrar que cruzaba por su mente.
―Creo que yo puedo decírtelo ―canturreo Connor cruzándose de brazos bajo la mordaz mirada de Yaz―. ¿Le digo?
― ¿Quieres ver crecer a tu hija? ―respondió molesto Yaz desviando la mirada―. Guarda silencio, rubio oxigenado.
Connor y Valeria se miraron con asombro antes de soltarse a reír a carcajadas, Yaz por su parte bufó dando media vuelta para marcharse levantando el polvo con sus pies. Escuchó a su hermana gritar a sus espaldas, sin embargo, la ignoro adentrándose dentro de la prisión.
Leah, Glenn y Valeria se encontraban cerrando uno de los viejos portones dentro de la prisión. Luego de la "broma" realizada a su hermano, el menor Kumar se había dedicado a esquivarla por lo que llevaba transcurrido el día. Demasiado inmaduro para ser verdad o demasiado avergonzado. No importaba. Él volvería a ella cuando se sintiera mejor, siempre era así.
― ¿Puedo ayudarles o sigo de estatua detrás de ustedes? ―preguntó Leah con ironía detrás de ambos mientras cruzaba sus brazos.
―Eres una linda estatua, nena ―respondió Glenn intentando ocultar la sonrisa detrás de su brazo.
―El chino tiene razón ―Valeria apoyo girando el rostro para mirarla siendo la cereza del pastel el guiño que le dedicó a Leah.
―Te vi, Kumar ―exclamó Glenn haciendo reír a ambas ―. ¡Y soy coreano!
―Lloriqueas demasiado, Rhee ―el rostro indignado de Glenn fue un poema que ambas chicas no pudieron pasar por alto―. Debes aprender a compartir.
―No te voy a compartir a mi mujer, llevas poco aquí y ya la quieres. La respuesta es no. Consiguete la tuya que a mí me costó mucho.
Valeria rio, negando divertida y Leah bajo la mirada sonrojada por las palabras de Glenn. Antes de que alguno pudiera decir algo más, unos pasos a sus espaldas los hicieron guardar silencio para prestar atención.
― Hola, ¿han visto a Merle? ―pregunto Daryl apareciendo en el campo de visión de los tres.
Glenn y Valeria decidieron seguir con el portón ignorando a Daryl. A ninguno parecía interesarle donde estaba el problemático y loco hermano de Daryl, es más, por ellos ojalá estuviera perdido en ese momento, sería un problema menos por resolver. Leah por su parte negó con su cabeza recibiendo un asentimiento por parte del ballestero, el hombre pasó al lado de ella para posicionarse al lado de Valeria y ayudarle a acomodarla la cadena. La mirada de ambos se cruzó por un instante lo suficiente largo para que Glenn y Leah se sintieran fuera de lugar.
― ¿Les pidió perdón? ―quiso saber Daryl, alejando su mirada de Valeria, Glenn no dijo nada―. Porque lo lamenta.
Silenció, Leah podía jurar que escuchaba a los grillos a la lejanía o los golpes en el cercado.
―Hará las cosas bien. Yo lo obligare ―Glenn y Valeria lo miraron por un instante alejándose del portón para poner las herramientas sobre una vieja mesa ―. Debe de haber una forma. Necesita que lo perdonen, eso es todo.
―Me ató a una silla, me golpeó y me arrojó un caminante encima. Quizá estamos a mano. Pero, él llevó a Maggie y a Lili con un hombre que las aterrorizó, las humilló y por si fuera poco lanzó un caminante contra una niña de doce años. Me importa más lo que les pasó a ellas que lo que me pasó a mí ―Glenn no espero una respuesta, detestaba a Merle y nada cambiaría eso.
Leah tragó saliva antes de poner su mano sobre el hombro de Daryl, el hombre la miró apenado.
―Merle ya es un adulto, Daryl ―pronunció con suavidad ―. No es tu culpa todo lo malo que ha hecho y no debes sentirte responsable por ello. No podemos obligar a alguien a cambiar ya sea para bien o para mal, es tú hermano, pero no es tu responsabilidad ―Daryl bajó la mirada, ella le dio un suave apretón antes de alejarse detrás de Glenn.
― ¿A dónde irás, mugroso? ―preguntó Valeria al verlo tomar su ballesta como ya era una costumbre entre ambos, Daryl la miró con mala cara.
―A ti que te importa ―sin esperar empezó a caminar.
―No me importa, pero estoy lo suficientemente aburrida como para cederte el honor de mi compañía ―exclamó corriendo a alcanzarlo, Daryl bufó en respuesta y ella sonrió.
En cuanto habían encontrado a Merle, Valeria había decidido marcharse. Le hubiera encantado quedarse a escuchar lo que esas dos sabandijas hablarían, sin embargo, deseaba comer algo y ver si encontraba a Yaz. Quién hubiera imaginado que horas más tarde, Daryl le pediría ayuda para encontrar al escurridizo de Merle.
Leah se encontraba caminando por los pasillos buscando a Glenn con la mirada, detuvo su andar al verlo sentado dentro de la celda que ambos compartían mirando la fría pared. La sensación dentro de su pecho no le gusto, el vació solo era vació si dejabas que los pensamientos y el dolor siguieran ahí, él aún no lo superaba y lo comprendía. Muchas veces era difícil avanzar.
― ¿Estás bien? ―pronunció atrayendo su atención, él la miró y extendió su mano invitándole a acercarse.
―Sí, ¿y tú?
―Yo estoy bien, pero tú mientes, Glenn Rhee ―tomando asiento sobre su regazo, Leah se permitió acariciar el rostro de Glenn que la miraba sin decir nada―. Tú mirada te delata, crees que puedes mentirme a mí que soy la que duerme y amanece a tu lado. Estás equivocado.
Glenn sonrió, aunque su sonrisa no lleno la molestia en su mirada.
― ¿Qué puedo hacer?
―No seas duro con Daryl, él no merece eso...
―Él no lo ve como yo lo veo.
―Es su hermano, es difícil para él sentirse entre la espada y la pared ―su mano se deslizó entre el cabello de Glenn con cariño―. Algo que siempre he amado de ti, Glenn es que, a comparación mía, tú siempre tratas a todos con respeto y siempre ayudas a los demás... Sé que todo se ha vuelto más difícil... yo... yo encontré esto ―desvió la conversación levantándose unos segundos del regazo de Glenn para sacar de su chamarra un viejo reloj con cadena ―. Es un obsequio.
― ¿Para mí? ―preguntó el chico indeciso acercando su mano.
―Sí, bobo, lo encontré cuando limpiaba una celda junto con Beth y Tobias, pensé que te podría gustar. Es una manera de que sepas que sin importar el tiempo que pase, nosotros estaremos esperando por ti ―susurró tomando la mano de Glenn para llevarla sobre su vientre.
―Gracias.
― ¿Por qué?
―Por todo.
Leah sonrió bajando su rostro para dejar un corto beso sobre los labios de Glenn, seguido de uno sobre su mejilla con amor.
Glenn entonces lo supo.
―Hey, ¿dónde está mi hermano? ―gritó Daryl acelerando el paso para acercarse a Michonne, Valeria se detuvo un segundo ante la mirada de la mujer sobre ellos ―. ¿Lo mataste?
La morena negó.
―Me dejo ir.
EL viento sopló mientras la mente de Daryl era un sube y baja de emociones intentando procesar qué rayos había ocurrido con Merle. Él no era así. Era todo lo contrario. Debía encontrarlo y saber que lo había hecho cambiar de opinión.
―No dejes que nadie me siga, vuelvan ambas ―pronunció antes de empezar a correr.
― ¡Qué mierda le pasa a este igualado! ―gritó Valeria empezando a correr detrás de él con un semblante de poco amigos, por dicha su pie se encontraba mejor.
Michonne los dejó marchar sin decir nada.
En cuanto llegaron, Valeria desenfundo su arma dando pasos lentos buscando con su mirada cualquier indicio de una emboscada, el lugar estaba demasiado desierto siendo el único sonido los gorgojeos de algún par de caminantes que no tardaron mucho en encontrar. Ambos se miraron, ella asintió siguiendo al hombre cubriéndole las espaldas. Demasiado silencio le ponía los pelos de punta aún después de pertenecer al ejército por años.
Demasiados cadáveres para distinguir quién estuvo muerte desde antes, la sangre derramada y el olor eran asquerosos, su nariz no se acostumbraba de todo. Miro a Daryl lanzar una flecha contra un caminante acabando con su festín y entonces, se detuvo.
Intentaba procesar lo que sus ojos veían, pero sin duda alguna, su más grande lucha era la que se desataba en su interior. Valeria lanzó una maldición por lo bajó al sentir la mirada de lo que alguna vez había sido Merle sobre ellos.
El sollozo de Daryl la hizo sentir horrible. Odiaba a Merle por lo desgraciado que era, por lo que había provocado, y pensó que odiaba a Daryl de igual forma, pero, ¿por qué sentía horrible al escucharlo llorar?
Merle se levantó, acercándose a Daryl sin bajar su mirada como el ser imponente que solía ser. Ella espero que el ballestero pusiera fin sobre su hermano algo que no sucedió. Daryl dio dos pasos hacia atrás sin dejar de llorar, demasiado vulnerable para tratarse de él.
Lo empujó una, dos veces, incapaz de terminar con él, aunque todo cambió cuando Merle decidió cambiar su objetivo abalanzándose esta vez sobre Valeria, Daryl lo empujó lejos para luego lanzarse sobre él y con todo el dolor de su interior acabar con lo que quedaba de su hermano. Su único hermano.
Aún no transcurría un día desde la muerte de Merle cuando todos se alistaban para luchar, aún después de muchas objeciones, Leah había convencido a todos de dejarla ayudar mientras que Hershel y los niños se esconderían en el bosque sin importar el enojo de Carl.
― ¡Glenn! ―gritó Leah corriendo hacía él antes de ir a tomar su lugar junto con Valeria y Maggie, Glenn no había terminado de voltearse cuando los labios se Leah se estamparon sobre los de él con amor, la rodeo con su brazo para atraerla hacia él.
―Te amo, recuerda no ponerte en peligro, ¿ok? Yo quiero preguntarte algo, yo... ―Leah lo observó intentar sacar algo de su bolsillo, lo detuvo al instante.
―Diré que sí, pero cuando todo esto acabe me pedirás ser tu esposa en una linda cena. No pienso morir aún y tú tampoco lo harás. Nadie. ¿Ok?
Glenn asintió, dejó un último beso sobre sus labios y se alejó en busca de su lugar al lado de Connor. Leah lo observó una última vez antes de volver con las chicas. Se verían pronto, rogaba.
Tal y como lo predijeron el gobernador y su gente no tardó mucho en llegar, el retumbido de las torres viniéndose abajo y los disparos en todas direcciones le pusieron los pelos de punta a Maggie y Leah que solo le pedían al cielo que todos estuvieran bien, en especial, su familia en el bosque. Pronto todo acabaría para alguno de los dos bandos, el olor a muerte y destrucción se sentía cada vez más cerca.
El sonido de las alarmas mezclados con los gritos en el interior fue el indicador de que debían estar preparadas, las tres elevaron sus armas esperando que uno por uno o todos juntos salieran al exterior. En cuanto los vieron, ninguna dudó en disparar, Leah se asomaba cada tanto con cuidado al igual que Maggie y Valeria, todas con trajes tácticos y chalecos listas para cualquier imprevisto.
Mientras fuera de la prisión, todos esperaban con preocupación que todo acabará. Lili se encontraba sentada sobre las hojas secas con Judith sobre su regazo mirando con atención la prisión frente a ella.
―Debería estar ahí ―pronunció Carl con determinación deteniéndose a su lado.
―Eres muy valiente, Carl ―pronunció Lili bajando un segundo su mirada para ver a Judith ―. Aunque sabemos que puedes estar ahí, es bueno que estés aquí, nos protegerás de cualquier cosa, ¿no?
Los ojos color avellana de Lili hicieron a Carl asentir como un bobo. La niña sonrió tomándolo de la mano para invitarlo a sentar a su lado.
En la prisión por su parte, Leah no pudo evitar sonreír victoriosa cuando observo a todos salir despavoridos para marcharse en sus autos. Lo habían logrado. Su hogar estaba a salvo.
― ¿Lo conseguimos? ―gritó Maggie a Connor y Glenn que se asomaban delante de ellos.
―Lo conseguimos ―informó Connor sonriendo al igual que Maggie, Leah miró a ambos con intriga―. Vamos, bajen.
Ninguna se hizo esperar, con cuidado bajaron al patio en donde todos estaban reunidos, Leah corrió hacía Glenn lanzándose a sus brazos siendo recibida con gusto.
―Te dije que todo estaría bien ―susurró Leah en el oído de Glenn, él asintió con una sonrisa.
Rick carraspeó incomodo, Leah rio alejándose de Glenn para abrazar a su padre que la esperaba gustoso. Rick le quitó el casco lanzándolo lejos para besar su cabeza con cariño mientras se aseguraba que no tuviera ningún rasguño.
―Lo logramos, papá ―la alegría era visible en los ojos de Leah, Rick asintió sonriendo.
―Lo logramos, hija.
Pasos acercándose de prisa alertaron a todos, Hershel, Billie y Carl elevaron sus armas, atentos a cualquier señal de peligro. Cada vez estaba más cerca, el crujir de las hojas era el indicador perfecto para Carl que no dudó en quitar el seguro y salir de su escondite.
―Baja el arma, muchacho ―pidió Hershel con tranquilidad.
Lili seguía sentada en su sitió, abrazando a Judith en un intento de protegerla de cualquier peligro. No podía ver nada, no del todo.
―Claro. Tengan ―parecía un chico, ¿se estaba rindiendo? ―. Tomenla.
Beth se agacho a tomar a Judith entre sus brazos, dándole a Lili el momento justo para ponerse de pie y observar con horror como Carl le disparaba al chico que estaba rindiéndose. Carl giró el rostro solo para encontrar la mirada llena de lágrimas de Lili, ella desvió el rostro en cuanto sus miradas se encontraron y sin esperar alguna palabra se alejó escondiéndose de la vista del chico.
En cuanto pisaron la prisión, Lili decidió perderse en la celda que compartía con su madre, el sentimiento en su interior era diferente... demasiado agridulce y triste.
¿Por qué Carl había hecho eso?
Él no podía ser malo.
La mirada de su abuelo y de los demás parecía confirmarlo, no lo entendía. Ese no era el Carl que conocía. No era él.
―Lili ―no quería escucharlo.
―Vete, Carl ―pronunció sentándose en el suelo.
―Pero...
―Quiero estar sola, por favor.
Antes de que Carl pudiera replicar, la silueta de Connor y su mirada lo hizo callar. El mayor hizo una seña con su cabeza que Carl acató de inmediato caminando de vuelta por donde había venido.
― ¿Puedo pasar? ―pronunció asomándose por la celda, sin mirarlo Lili se encogió de hombros―. ¿Qué tienes, rubiecita?
―No lo sé.
―No te creo ―respondió tomando asiento sobre la cama―. No te había visto molesta con ese niño hasta hoy.
―Carl hizo algo malo ―decidió mirarlo, su mirada era intensa como la de él cuando estaba molesta―. ¿Crees que sea malo?
―Carl es un niño igual que tú, seguro no pensó lo hacía...
―Asesinó a un chico sin razón ―lo interrumpió.
―Estoy seguro que está arrepentido ―pronunció haciendo que el semblante de Lili cambiará por completo, los celos de padre no se hicieron esperar―. Igual puedes seguir molesta, no importa, obtener tu perdón debe costarle.
Lili estaba a punto de preguntar el porqué, cuando su madre entró en la habitación con los brazos cruzados y la mirada fría. Parecía molestarle la presencia del hombre sentado en la cama.
¿Por qué?
Leah se encontraba recostada al igual que Carl sobre la mesa, abrazaba a su hermano con uno de sus brazos observando a todos prepararse para ir tras el gobernador. Supo la charla que vendría a continuación cuando su padre se acercó a ambos, agachándose frente a Carl.
―Hershel me dijo que le disparaste a un chico.
Leah aguardo silencio.
―Tenía un arma ―su padre asintió ante las palabras de Carl.
― ¿Se las estaba entregando?
―Venía de atacarnos.
―Sí ―su padre miró el suelo para luego volver a mirar a Carl―. Es cierto. ¿Pero se había rendido?
―No podía arriesgarme. No maté al caminante que mató a Dale y mira lo que pasó.
―Hijo... esto no es lo mismo.
―Tú no mataste a Andrew, y él volvió y mató a mamá ―Leah tragó grueso recordando con dolor ese día―. Te reuniste con el gobernador y lo dejaste ir, luego mató a Merle. Hice lo que tenía que hacer ―silencio fue lo que hubo hasta que Carl decidió alejarse―. Ahora, ve. Así no muere nadie más.
Leah lo miró marchar con tristeza, la misma tristeza con la que observó a su padre recoger su estrella de sheriff. Carl estaba madurando demasiado rápido por culpa de ese oscuro mundo en el que debía crecer. No podía recordar al pequeño niño de Atlanta, debían traerlo de regreso o por lo menos una parte de él.
―Está molesto ―quiso justificarlo, su padre asintió con la miraba baja, había sido un golpe bajo.
―Está bien, volveré pronto ―prometió poniéndose de pie para marcharse, ella asintió empezando a caminar a su lado hasta llegar con el resto.
―Ve tranquilo, cuidaremos todo esto y si el gobernador vuelve lo haremos arrepentirse.
Todos estuvieron de acuerdo, ya habían protegido su hogar una vez, podían hacerlo de nuevo porque ellos son los que sobreviven, ya lo habían hecho y lo volverían a hacer.
¡He vuelto!
Después de mil años espero esto no sea una zona desértica ಥ‿ಥ
Me gustaría saber, ¿Qué les pareció el capítulo?, ¿Y qué esperan de la siguiente temporada?
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