ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 25
Las discusiones iban y venían en el pabellón, todos opinando a la vez sobre qué era lo mejor hacer. Irse o luchar. No había punto medio.
Leah prefería luchar a arriesgarse con los niños a volver a las calles, no quería pasar otro futuro invierno con dos bebés pequeños y mucho menos ver a los más jóvenes padecer de frío y hambre. No. No más.
―No nos iremos ―sentenció su padre tomando un rifle.
Todos se encontraban alrededor, los niños sentados en el segundo piso del pabellón, Carol, Daryl, Valeria, Yaz y Beth de pie, en la primer planta estaba ella junto a Glenn, Connor sentado en el suelo al lado de Maggie, Hershel sentado en las gradas y Michonne limpiaba su katana con Nat y Billie al lado.
Merle se pudría encerrado en el otro pabellón.
―No podemos quedarnos aquí ―informó Hershel.
―Tampoco podemos huir cada que se nos atraviese un loco, el mundo cambió y ahora debemos luchar por lo que tenemos ―interfirió ella.
― ¿Y sí hay otro francotirador? ―Maggie pronunció preocupada, Connor a sus espaldas resopló―. Las maderas no nos protegerán mucho.
―Yo me encargaré de hacer guardia ―propuso Connor―. Yo apoyo la idea de luchar por este sitio.
―Ni siquiera podemos salir ―añadió Beth.
―Ni a la luz del día ―completó Carol.
―Si Rick dice que no nos vamos, no nos vamos ―apoyo Glenn.
Él pensaba igual que ella, y aunque Leah aún estuviera molesta con él, agradecía en silencio su apoyo.
―No, es mejor vivir como ratas ―la asquerosa voz de Merle lleno el ambiente, Leah se mordió la lengua para mandarlo al carajo.
― ¿Tienes otra idea mejor? ―quiso saber su padre.
―Sí, deberíamos habernos ido anoche y vivir para luchar otra batalla. Pero se nos fue esa oportunidad, ¿no? ―con cada palabra que salía de él, Leah se convencía que no era la única que deseaba patearlo―. Seguro él ya tiene exploradores en los caminos que salen de aquí.
―No le tenemos miedo a ese imbécil ―escupió Daryl dando varios pasos para acercarse a Merle pero sin bajar de la segunda planta.
―Pues deberían.
―Y tú deberías callarte, gusano asqueroso ―pronunció Valeria frunciendo el ceño.
―Es la verdad. Eso del camión por la reja no es más que su forma de tocar el timbre para él. Quizás puede que tengamos muros fuertes, pero él tiene armas y gente, si controla los terrenos algo... Rayos, podría hacernos morir de hambre.
―Pongámoslo en otro bloque ―pidió Maggie, no deseaba verlo después de todo lo que hizo, le daba asco.
―Estoy a punto de ponerlo, pero de carnada ―susurró Leah acercándose a Maggie para tomar su mano en apoyo, diablos, ella también odiaba a Merle por todo lo que había hecho.
―No. Tiene razón ―Daryl estuvo de acuerdo con su hermano.
―Tú tienes la culpa. Tú empezaste esto ―gritó molesta Maggie, Leah puso una mano sobre su pecho para hacerla retroceder.
―Qué importa quién empezó esto.
Beth tenía razón, ya no importaba por mucho que deseara enviar al infierno a Merle, el daño ya estaba hecho. No había vuelta atrás.
― ¿Qué hacemos ahora? ―Beth volvió a hablar bajando las escaleras.
―Dije que debíamos irnos. Ya mataron a Axel y no podemos permanecer aquí sentados ―siguió insistiendo Hershel.
―No nos vamos a ir, necesitamos este lugar por los niños más que nada. No podemos simplemente acobardarnos, Hershel... perdimos mucho recuperando esto para simplemente irnos ―insistió Leah de igual forma.
Lori, Axel, Oscar, T-Dog... No podían irse.
Leah se alejó de Maggie cuando vio a su padre empezar a marcharse en silencio, frunció el ceño, molesta. No podía irse de nuevo. Ya era tiempo de terminar con la maldita locura.
― ¡Vuelve aquí! ―le gritó sorprendiendo a todos, incluso al mismo Rick que detuvo su andar―. Te estamos perdiendo, papá ―exclamó acercándose a él bajo la mirada de todos ―Todos lo hemos visto. Entendemos por qué. Pero ahora no es el maldito momento para que vuelvas a perseguir fantasmas o lo que sea. No más. Carl y Judith te necesitan aquí y, aunque, intentamos manejar las cosas como tú lo harías, no podemos del todo. Te necesitamos ―él no la miro ―. Una vez dijiste que esto no era una democracia ―Rick giró su cuerpo para verla por fin―. Este es el momento en que tienes que hacerlo valer. Todos hemos puesto la vida de los que amamos en tus manos y sé que es malditamente injusto decirte esto, pero también lo es que enloquezcas cuando aún tienes motivos por los que seguir. Así que, si te vas a ir, papá, espero que sea a aclarar tus ideas para hacer algo ―limpió con rudeza las lágrimas que empapaban sus mejillas.
Él asintió sin decir nada más y se marchó, Maggie corrió a tomar su mano en muestra de apoyo, y aunque, Glenn quiso acercarse, prefirió no hacerlo.
Había llegado un nuevo día, y esta vez era el turno de Maggie de hacer guardia. Estuvo en silencio por un largo rato hasta que escucho sus botas acercarse.
―Necesito explicarte todo.
― ¿Cómo qué? ―pronunció Maggie sin despegar su mirada de la mira, vigilando que nadie se acercara.
―El porque me fui sin decirte nada.
―La verdad es que no me interesa, te fuiste y ya ―soltó tratando de sonar lo más fría posible.
No iba a volver a caer en sus malditos juegos. Ya no era una dulce chica que creía en el amor.
―Maggie...
―Connor puedes ahorrarte tus explicaciones, lo único que agradezco de que estés aquí es que salvaste a Lili y también de que no le hayas dicho quién eres. Ella está bien sin saberlo, ella es mi hija, mi responsabilidad. No la tuya ―dejó de vigilar para poder mirarlo y hacerle saber que no habría nada que la hiciera cambiar de opinión.
―También es mi hija... soñé tanto tiempo con volverla a ver que ahora me es irreal tenerla aquí ―suspiró acortando la distancia entre ambos―. También te he extrañado.
―Yo no.
Mentirosa.
―No sabes mentir, tu respiración cambia cuando mientes ―murmuró inclinándose para acercar su rostro al de ella, Maggie por su parte se quedó helada sin poder reaccionar.
Eso hasta que un ruido a sus espaldas la hizo voltear, alejándose de él para su suerte. No iba ni deseaba volver a cometer la misma locura.
Ya no.
Cuando Andrea apareció, Leah no podía creer lo cínica que era de estar ahí. Luego de asegurarse que venía sola, se mantuvo al lado de su padre sin bajar su arma. Andrea no era su persona favorita y menos después de saber que estaba al lado del perro del gobernador.
En definitiva, ellas jamás podrían ser amigas.
―Después de que me salvaste pensé que estabas muerta ―murmuró Carol terminando el abrazo, Andrea miro a todos con lástima como si ella estuviera en mejores condiciones.
―No puedo creerlo ―murmuró sorprendida―. ¿Dónde está Shane?
Observó a todos en busca de una respuesta.
―En el infierno, espero ―soltó Leah con tranquilidad.
Esperaba que se estuviera quemando su calva cabeza bajo tierra, era lo único que podía desearle por infeliz.
Andrea suspiro.
― ¿Y Lori?
―Tuvo una niña ―intervino Hershel a la falta de palabras de los demás―. Lori no sobrevivió.
―Tampoco T-Dog ―agregó Maggie.
Leah bajó la mirada, estar embarazada de cierta forma la ponía muy sensible. Sin embargo, perder a su madre y amigo, era difícil. Los extrañaba mucho.
Los chistes malos y apuestas tontas.
Las pláticas madre e hija, los consejos.
No le era fácil vivir sin eso. Aún no.
―Lo siento mucho ―miró a su hermano, Leah estiró su mano hacía él y él gustoso la acepto―. Carl...
No necesitaba la lastima de nadie. Menos de ella.
―Rick yo... ―esta vez fue el turno de Andrea de compadecerse de su padre, él ni la volteo a ver―. ¿Viven todos aquí?
Bueno, por lo menos seguía igual de estúpida.
―Aquí y en las celdas ―contó Glenn.
― ¿Allí? ―señaló con intenciones de acercarse ―. ¿Puedo entrar?
―No ―se interpuso ella ―. No te lo voy a permitir.
―No soy su enemiga, Leah.
―Teníamos ese campo y ese patio, había niños ahí cuando tu maldito novio derribó la reja con un camión y empezó a disparar ―sentía la molestia subir por su garganta al recordar todo el esfuerzo que habían hecho para obtener ese lugar, perdiéndolo por un imbécil en segundos.
―Él dijo que ustedes dispararon primero.
―Está mintiendo ―susurró sin dejar de mirarla.
No había mujer más ciega y tonta que Andrea, primero Shane y ahora el gobernador. Parecía una broma de mal gusto.
―Mató a un recluso que sobrevivió aquí ―agregó Hershel.
―Nos caía bien ―como si no pudieran agregarle más leña al fuego, Daryl hablo―. Era uno de nosotros.
―Yo no sabía nada.
―Ese es el problema, Andrea, tú nunca sabes nada ―atacó ella.
―En cuanto me enteré vine aquí ―agregó ignorando las palabras de Leah. Nadie parecía creerle―. Ni siquiera supe que estuvieron en Woodbury hasta después del tiroteo ―giró en todas direcciones, buscando ser creída.
―Eso fue días atrás ―Glenn tampoco puso abajo.
―Se los dije, vine en cuanto pude ―de nuevo silenció, giro a ver a Michonne con molestia ―. ¿Qué les dijiste?
―Nada.
―No lo entiendo. Salí de Atlanta con ustedes, y ¿ahora soy una extraña?
―Él casi mata a Michonne y nos hubiese matado a nosotros...
―Con su dedo en el gatillo ―interrumpió a Glenn para señalar a Merle―. ¿No fue él quien te secuestro? ¿Quién te golpeó? Mira... no puedo justificar ni explicar lo que ha hecho Philip ―no estaba hablando en serio, Leah entrecerró los ojos ―. Pero estoy aquí para unificarnos. Tenemos que solucionar esto.
―No hay nada que solucionar ―la cortó Rick―Tenemos que matarlo. No sé cómo o cuándo, pero lo haremos.
―Podemos solucionarlo.
― ¿En serio crees que tiene solución? ―preguntó Leah sin moverse de su sitio―. No sé porque cada vez que apareces eres más estúpida, Andrea. Ese tipo solo te miente y tú decides que nosotros somos los malos porque él te prometió un castillo. Aterriza.
―Hay lugar de sobra en Woodbury para todos, Leah.
Merle rio.
―Tú sabes que no es así ―habló.
Solo Andrea era la única que se aferraba a la venda sobre sus ojos. Una venda que Leah estaba segura terminaría matándola.
― ¿Qué te hace pensar que este hombre quiere negociar? ―Hershel desde su sitio la miro―. ¿Él dijo eso?
―No.
―Entonces, ¿por qué viniste? ―Leah agradeció la cordura que su padre mantenía en ese momento.
―Porque se prepara para una guerra. La gente está aterrada. Los ve como asesinos ―Andrea miro a cada uno en la habitación sin moverse de su sitio―. Se entrenan para atacar.
―Te diré algo, la próxima vez que veas a Philip, dile que le sacaré el otro ojo ―pidió Daryl.
―Ya hemos soportado demasiado, ¿quiere guerra? Pues la tendrá ―la valentía en las palabras de Glenn hacían a Leah querer suspirar.
―Rick... ―quiso acercarse a su padre, él no se movió ―. Si no te sientas a buscar una solución, no sé qué pueda pasar. Él tiene un pueblo entero ―resopló girándose a verlos de nuevo―. Mírense, ya perdieron tanto. No pueden seguir solos.
Pero no un ojo...
―Entonces, ¿nos tomaras en tus brazos y nos llevarás a tu castillo, Andrea? ¿En serio crees que él vendrá y hará las paces con nosotros y viviremos felices por siempre? Por favor ―rodó los ojos evitando las ganas de reírsele en la cara.
―Si quieres resolver esto, ayúdanos a entrar ―pidió Rick.
―No.
―Entonces no hay nada más que hablar ―se alejó de Andrea, ignorando todo lo que ella tuviera que decirle. Leah hizo lo mismo, estaba cansada de escuchar súplicas a favor de un enfermo.
Escena +18 (tomar en cuenta que es mi primer escena de este tipo en mis fanfics, pido disculpas si no es la mejor.)
Una semana y un día habían pasado desde que su padre se había marchado aconseguir armas y municiones, Andrea había acordado una reunión entre él y el gobernador apenas había vuelto. Para disgusto de Leah, su padre le pidió quedarse. Obedeció en parte porque le alegraba tenerlo de vuelta, ya no era un ente que solo se movía persiguiendo alucinaciones. Era el mismo de siempre o por lo menos una parte de él.
No tardó mucho en darse cuenta de la pelea que tuvo Glenn y Merle en la cocina, según Beth, Tobías ―el nuevo sobreviviente que su padre había traído―los había separado.
Era algo bueno, según su padre era un novato de policía que consideraba un amigo.
Ella y Glenn aún seguían molestos, pero no lo suficiente para no preocuparse por él. Abrió la puerta que daba a una entrada lejana a la prisión en donde sabía que Glenn iba a estar haciendo guardia. Él se volteó a mirarla sin decir nada.
―Hola ―pronunció ella rompiendo el frío ambiente que tenían días llevando sobre sus hombros―. Escuche lo que paso, puedo hacer guardia si quieres.
―Todo está bien, yo me encargo ―dirigió de nuevo su mirada al frente.
Asintió sin evitar la mueca que surcó su rostro unos instantes.
― ¿Te acompaño?
Glenn no dijo nada, hizo un gesto con su cabeza que Leah ya comprendía. Permaneciendo aún en silencio se acercó a su lado recostandose en las viejas maderas para mirar hacia afuera.
―Linda manera de enfrentar a Rick, volvió como nuevo.
―Debí haber dicho más, pero me alegra que eso fuera suficiente.
Él no dijo nada. El silencio era desagradable del todo, ni tenso como había creído sería.
―Cuando volví de Woodbury ―habló él atrayendo la atención de Leah ―. Me concentré en mí mismo. Necesitabas que te apoyara y yo solo me enfoque en mi odio sin importarme lo que estabas sintiendo por la pérdida de Lori, T-Dog, la locura de Rick y tener que cuidar de todos... No pude darte mi apoyo.
―Tienes razón, pero también no lo necesitaba... digo, solo quería que estuvieras ahí, no molesto ni deseando hacer locuras. Solo quería que vieras que yo estaba para ti ―sonrió meneando la cabeza―. Estoy contigo por siempre. Tendremos un bebé juntos. Nuestro primer bebé ―estiró su mano para tomar la de él―. Siempre estoy contigo.
―Lo siento.
―Ya sé.
―Lo siento ―volvió a disculparse, acercándose para rodearla con sus brazos en donde ella gustosa se refugió.
Lo amaba más que nada y lo había extrañado mucho.
―Oh Dios, te amo ―susurró en su oído haciéndola estremecer ―. Te amo ―repitió.
Leah sonrió girando el rostro para poder besarlo, cielos, ella también lo amaba demasiado. Nunca pensó que podría amar así. Ambos sabían lo que sucedería a continuación, era lo mejor de las reconciliaciones según Glenn, ella susurró un "te amo" y estuvo dispuesto a seguir besándolo hasta que él la detuvo.
―No puedo hacer eso ―pronunció mirando a los caminantes detrás de la malla, para Leah también era extraño y turbio hacerlo ahí.
―Ven aquí ―susurró jalándolo hacia el interior del lugar.
Con una sonrisa divertida, cerró la compuerta del pequeño lugar y sin dudarlo se abalanzó sobre él. Se deshizo con rapidez de su camisa al igual que Glenn de su abrigo. Dio dos pasos hacia atrás dejándose aprisionar por los flamantes besos de Glenn.
Se sentía tan bien.
Ambos sonrieron mientras se deshacían de las demás prendas de él, ella lo ayudó a desabrocharse su cinturón, deseosa de volver a tenerlo para ella. Él le ayudó a deshacerse de su camiseta, Leah se deslizó de manera torpe sobre la pared, preocupándolo.
― ¿Estás bien?
―Sí ―rio llenando el corazón de Glenn de felicidad.
Él le quitó los zapatos, para proseguir con su pantalón y pantis. Ambos sonrieron cuando se volvieron uno, ella a horcadas sobre él, sostuvo su rostro con sus manos, besándolo con pasión.
Sus suspiros se mezclaban en uno solo, él la sostuvo con fuerza mientras cambiaba de posición, negándose a salir de su interior. Leah gimió al sentir el frío suelo a sus espaldas mezclado todo aquello con los besos de Glenn alrededor de su clavícula. Siguió gimiendo con cada embestida hasta que lo sintió llenar su interior.
Permanecieron así unos minutos hasta que él se levantó, estiró su mano para ayudarla a ponerse de pie y vestirse, no sin antes dejar un corto beso sobre sus labios.
―Te amo, hoy, mañana y siempre.
―Yo también te amo por siempre ―pronunció Leah volviéndose a acercar a él para besarlo, esta vez en un beso más duradero. Uno especial.
Espero este capítulo sea de su agrado. Voten y comenten que les parece.
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