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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 14

Glenn sonrió, dio dos pasos para acercarse a ella y extender su mano hacía su mejilla en donde dejo suaves caricias. No recordaba haber sido jamás tan feliz. La sensación que le recorría el cuerpo era indescriptible para él.

Se miraron por unos segundos hasta que decidió dar el primer paso e inclinarse hacia ella para besarla. Ya no importaba si alguien los veía, ya no era ni debía ser un secreto que ambos estaban enamorados uno del otro. Ya no más.

―Quiero que seas tú la primera persona que mire al despertar y la última al dormir ―susurró decidido sobre los labios carmesí de Leah.

― ¿Ya no seremos un secreto? ―murmuró ella sin poder evitar sonreír.

Ya no deseaba seguir bajo las sombras. Ambos se amaban y eso, eso era lo más importante.

Al diablo lo que hubiese creído su padre, madre e incluso abuela. El mundo se había ido a la mierda, ahora las cosas eran diferentes y ella no iba a negarse a ser feliz con la persona que sin imaginarlo la salvó de distintas maneras. Porque sí, Glenn Rhee la había salvado más veces de las que pudiera contar.

Leah observaba con curiosidad a Lori partir un pollo mientras Maggie a su lado cortaba algunos tomates, ella por su lado solo se dedicaba a estorbar y robar alguna que otra cosa.

Una semana había transcurrido desde que Glenn y ella habían confesado sus sentimientos por el otro, pero también había pasado una semana desde que Randall había llegado a sus vidas. Para su buena suerte, sería una anécdota del pasado en pocas horas.

―Entonces... ―susurró Maggie mirándola de reojo―. ¿Ya arreglaste las cosas con Glenn?

Lori dejó el cuchillo sobre la mesa para mirarla.

―Sí ―contestó sintiéndose cada vez más pequeña.

―No tienes que ponerte roja como un tomate, cariño, ya todos sabíamos que en algún momento ustedes iban a terminar saliendo ―soltó Lori tranquila llevando una rebanada de pepino a su boca.

― ¡¿Qué?!

―Yo pensé que me haría blanco esperando a que ustedes aceptarán sus sentimientos ―soltó T-Dog entrando a la cocina haciendo que Lori y Maggie soltaran una carcajada.

―Te odio ―masculló Leah escondiendo su rostro bajo de sus manos.

―Lo sé, ya no soy tu "hermoso hombre de chocolate"

Evitando morir a manos de Leah y bajó las risas de los demás, T-Dog abandonó la cocina a toda prisa.

― ¿Tú qué opinas? ―murmuró Leah mirando a Lori.

―Creo que eres lo suficientemente madura para saber lo que es bueno para ti, confió en ti y sé que Glenn es un buen chico.

― ¿No te molesta ni a Rick?

―Para nada ―sonrió ―. La familia se agranda y eso, en estos tiempos, es una bendición.

―Le llevaré esto a Beth ―pronunció Maggie atrayendo la atención de ambas.

―No ―soltó Leah poniéndose de pie―. Yo lo llevó, ustedes ya hicieron mucho, además deseo ver si quiere hablar un poco.

Ninguna dijo nada, tomó la bandeja con sus manos y abandonó la cocina.

―Hey ―saludo Glenn apareciendo por el pasillo―. ¿Adónde vas, bonita?

―Hola ―sonrió―. Iré a dejarle esto a Beth y ver si desea platicar un poco, ¿tú que harás?

―Llevaré a los niños a un estanque que hay cerca, ¿quieres venir?

―Me encantaría, pero primero veré que tal esta Beth. Luego los alcanzo ¿está bien?

―Me parece genial, entonces, nos vemos en un rato ―se acercó a ella para depositar un rápido beso en la comisura de sus labios―. Te quiero, bonita.

―Y yo a ti ―susurró viéndolo alejarse.

Miró a su alrededor topándose con la mirada divertida de T-Dog, frunció el ceño y se dispuso a seguir su camino, buscaría luego la manera de vengarse del moreno.

―Hola ―susurró en el momento en que piso la habitación.

Beth se giró para verla colocar en silencio las cosas en la mesita de noche.

―Come y vamos al estanque con los niños, ¿sí?

Por el rabillo del ojo Leah la observó sentarse en la cama y mirar a la nada en silencio. Se sintió mal por ella, asimilar que las personas que amabas no volverían era un duro golpe al corazón.

―Creo que un poco de aire te hará bien, Beth, y qué mejor que con personas que te quieren.

―Lori está embarazada ―soltó de la nada―. ¿cómo se atrevió a hacerlo?

―A veces no hay opciones, Beth ―giró su rostro para mirarla.

― ¿Crees que eso mejorará las cosas?

―Tal vez, sin embargo, no podemos volver al pasado para cambiar las cosas y aunque las cosas no resulten mejores al final, rendirse no es una opción, Beth. Te dejo para que comas algo, iré al estanque, si deseas ir, allá te estaremos esperando.

No espero respuesta ni tan siquiera un asentimiento de cabeza, simplemente se marchó. Podía comprender su dolor, comprendía que ella deseaba estar en soledad; una que le permitiera aceptar todo lo que estaba viviendo.

―Lori ―la llamó después de buscarla por toda la casa ―. ¿podrías ir luego por el plato de Beth y los cubiertos?

―Claro, cariño, ¿a dónde irás?

―Pensaba ir un rato con Glenn que está con los niños en el estanque, ¿necesitas ayuda en algo? Me quedaré contigo de ser así.

Lori sonrió antes de negar.

―Ve a divertirte un rato, te veo luego.

― ¿Segura?

―Sí, ve tranquila.

Asintió con una sonrisa sobre los labios y sin esperar más corrió fuera de casa en dirección al lugar en donde la mayoría de las personas que consideraba importantes en su nueva vida estaban.

Por primera vez en mucho tiempo, se sentía feliz.

Su sonrisa se ensanchó al ver a Carl, Lili y Sophia salpicarse agua entre sí mientras la melodía de sus risas inundaba el ambiente. Busco con la mirada su chico sin éxito alguno, por unos instantes, pensó, en que tal vez había ido en busca de algo, pero descartó la idea de inmediato; él jamás dejaría a los niños solos. Antes de que pudiera pensar en otra posibilidad, unos brazos la rodearon, elevándola del suelo, grito de sorpresa.

El agua impacto en su cuerpo, al salir a la superficie, observó con molestia a Glenn que nadaba a su lado. A sus espaldas los niños habían dejado de jugar para mirar la escena, divertidos.

― ¡Glenn! ―chilló molesta.

―Lo siento, bonita. No lo resistí.

―Te odio.

― ¿En serio? ―sus ojos se achicaron de más al sonreír―. Si esa es tu nueva forma de decir que me amas, pues, yo te odio mucho más, incluso, te detesto.

Negó divertida.

―Te salvas de que quiero hijos coreanos, solo por eso te perdono ―susurró al pasar nadando a su lado en busca de la orilla.

― ¡¿Qué?!

Leah no contestó, salió del estanque y se acercó a los niños.

―Hola ―les saludo.

― ¡Leah! ―exclamó Lili corriendo a sus brazos seguida de los demás.

― ¿Cómo están?

―Bien, este lugar es muy bonito ―comentó Sophia feliz.

―Lili y yo le hemos enseñado muchos lugares a Sophia ―contó Carl a lo que ambas niñas asintieron felices.

―Me alegra saber que se llevan bien, yo los... ―las palabras de Leah quedaron en el aire al observar a Andrea correr en su dirección.

¿Qué había sucedido?, se preguntó.

―Lo siento ―susurró al lado de Lori mientras ambas junto a Andrea escuchaban a las hermanas pelear.

―No fue tu culpa, cariño.

―Aun así, debí quedarme con ella y esperar comiera algo, pudo haber pasado una desgracia.

Sí Beth se hubiese hecho daño, no se lo perdonaría jamás.

― ¿Dónde está Hershel? ―preguntó Andrea atrayendo la atención.

―Es mejor que no se entere aún ―contestó Lori llevando una rodaja de pepino a su boca―. Es algo de familia, dejemos que lo resuelvan.

― ¿Así lo resuelven?

El sarcasmo con lo que Andrea dijo aquello, molestó a Leah.

― ¿Tú propones algo mejor? Creo que ya no hay centros de control de enfermedades donde sentarnos a esperar que exploten.

Antes de que Andrea pudiera contestar, Lori se bajó de la encimera en donde se encontraba sentada y habló.

―Si deja de pelear, empezaré a preocuparme.

Todas guardaron silencio.

La comprendía, en serio, que Leah la comprendía. Ella estuvo a punto de suicidarse luego de lo de su madre, muchas veces lo intentó, pero nunca fue lo suficiente valiente para hacerlo y, entonces, cuando por fin creyó serlo, apareció Glenn.

―Pudo haberse hecho mejor ―suspiró Andrea.

― ¿Cómo? ―preguntaron ambas.

―Debiste dejarle el cuchillo, Lori.

―No digas mamadas, Andrea ―exclamó Leah frunciendo el entrecejo.

―Se equivocó, como Dale cuando me quito el arma. No era tu elección.

―No sé si eres estúpida de nacimiento o es tu cabello que se apodera a veces de tu poca inteligencia. Estamos de acuerdo en que fue una pena que Dale te haya quitado el arma, pero te aseguró, Andrea, que Lori hizo lo correcto. Es cierto que ella tiene que decidir, sin embargo, orientarla no está mal.

Andrea rodó los ojos.

―Tiene que decidir vivir por sí misma, encontrar sus motivos.

― ¿Cuáles fueron tus motivos, Andrea? ¿Cogerte a Shane o solo lamerle el pito? ―Lori giró el rostro por unos instantes con asombro mientras Andrea se encontraba muda.

Aún trataba de borrar el asqueroso recuerdo de ambos en el granero noches atrás, ella y Glenn habían quedados traumados.

― ¿Quieres que le prepare la horca? ―soltó Lori volviendo a su expresión indiferente.

―Si quiere hacerlo, encontrará un modo.

―Aun así, si puedo detenerla y hacerle saber que me importa, lo haré.

―Eso no tiene nada que ver, Lori.

Cómo a ella seguro no la querían ni en su casa, pensó Leah haciendo todo su esfuerzo por no rodar los ojos.

―Ella no tiene demasiadas opciones, y cree que la mejor es el suicidio.

―No es una opción ―interrumpieron ambas.

―Claro que sí lo es ―insistió―. No necesita que le griten o la traten como una niña.

― ¿Necesita un arma no? Sabrás entender sí ni mi hija o yo te permitimos cuidarla.

Por el gesto y el movimiento que hizo Andrea, Leah supo que Lori le había dado donde más le dolía.

―Ya lo superé.

―Pues no parece ―contestó ella.

Cuando estás en un abismo de oscuridad y logras salir de él, lo menos que deseas es ver cómo otras personas se hunden. No deseas correr y darle un arma para que jueguen a la ruleta rusa. No.

―Y te convertiste en un miembro productivo de este grupo... Deja que Maggie maneje esto ―soltó Lori sin dejar de acomodar la cocina.

―Soy productiva, ayudó a mantener seguro este lugar.

―Los hombres se encargan de eso. No te necesitan.

El incómodo silencio que reinó en el lugar hizo a Leah cuestionarse si debía marcharse o no.

― ¡¿Qué pretendes que haga?! Te recuerdo que Leah tampoco hace nada.

Lori suspiró.

―Uff, bueno, hay mucho que hacer aquí y Leah se encarga de los niños; les enseña materia, los cuida y protege.

― ¿Lo dices en serio? ¿El mundo se cae a pedazos y quieres que lave ropa?

―Lo que Lori quiere decir es que dejes de asolearte el culo todo el día encima de la caravana de Dale. Está bien que quieras "ayudar", pero por lo menos lava tus calzones ―soltó Leah atrayendo la atención de ambas.

―Andrea, es lo que tenemos que hacer todas; yo, Carol, Patricia, Leah, Maggie; cocinar, limpiar, cuidar a Beth, cuidar a los niños y a ti no te importa nadie más que tú. Te sientas en la camioneta a tomar sol con una escopeta en las manos.

―No. Montó guardia contra los caminantes, eso es lo que hago. Eso es lo que importa, no unas hojas de menta en la limonada.

―Desde que montas guardia, ¿cuántos caminantes has visto? ―la pregunta de Leah dejó en silenció a Andrea―. Exacto, ninguno, es más casi matas a Daryl.

―Nosotras creamos estabilidad, Andrea ―contestó Lori―. Intentamos crear una vida que valga la pena.

― ¡¿Están bromeando?!

―Oye, yo fui a buscar a Rick, maté a dos caminantes...

―Después de chocar el auto de Maggie, ¿te disculpaste por eso? ―interrumpió.

― ¿Por chocar? Estás loca.

―No, ustedes están locas, ambas son las que piensan en sí mismas, las que creen que todo estará bien.

―Mi esposo ha salido por enésima vez ―Lori señaló hacia afuera antes de acercarse con molesta a Andrea―. A mi hijo le dispararon. ¡No te atrevas a decirme que creo que todo está bien!

―No lo entiendes, ¿verdad?: tu esposo volvió de entre los muertos y tu hijo también, adoptaron a Leah en su familia y ahora esperas un bebé. El resto solo tiene perdidas; yo, Beth, Patricia... Pero tú solo piensas en seguir así...

― ¡Ya, cállate! ―gritó Leah ―. Lamentamos lo que sucedió con Amy, pero no fue nuestra culpa, mi madre se suicidó, Andrea, y al igual que tú quise morir y estuve a punto de hacerlo, lo juro, sin embargo, me ayudaron a encontrar el camino. No pienses que eres la única que ha perdido a personas que ha amado porque si bien los Grimes me acogieron en su familia, desde antes he estado sola.

―Tú mamá...

―No ―la calló―. No te atrevas a decir que mi madre iba a morir, no de nuevo. No vas a minimizar mi dolor con esa estupidez, lo vuelves a decir una vez más y te juró Andrea, que te asesinare.

― ¿Saben qué? Adelante, vayan y díganle a esa niña que todo estará bien, como todo ahora está bien en sus vidas. Qué tendrá un esposo, hijos, un bebé y en tu caso, Lori, un novio, ah, y que encontrará una mamá sustituta―ambas la miraron molestas―. Solo tiene que ser optimista.

Sin esperar una respuesta, Andrea se marchó.

―La odio ―masculló Leah con enojo.

―Yo igual, cariño.

Cuando Leah se dio cuenta de lo que había hecho Andrea, deseo correr hacía ella y arrancarle la cabeza con sus propias manos. Caminaba de prisa hacía la casa con Glenn siguiendo sus pasos, preocupado, no por Leah sino por lo que le pudiera pasar a Andrea a manos de su novia.

Ambos detuvieron su andar al llegar cerca de la discusión de Maggie con la rubia.

― ¿Dónde estabas?

― ¿Qué tan mal esta?

―Va a mejorar ―contestó Lori.

Andrea suspiró con alivio y una sonrisa se plasmó en sus labios.

―Ella quiere vivir ―contestó con seguridad―. Tomó una decisión.

― ¡Intentó suicidarse! ―exclamó Maggie con enojo.

―No, no lo hizo.

―Mi padre le está cosiendo la herida ahora mientras mi hija llora a su lado con miedo a perderla.

―Quiere vivir ―aseguró.

Andrea intentó entrar a la casa, no obstante, Maggie se interpuso.

―Aléjate de ella. De las tres, no te quiero tampoco cerca de mi hija ―la miró molesta―. No te atrevas a poner un pie en esta casa.

Andrea los observó, asintió, dio media vuelta y se marchó.

Leah aprovechó para acercarse junto con Glenn.

―No digo que tenga razón ―escucharon a Lori decir―, pero Beth tomó una decisión, quiere vivir y ahora lo sabe. A veces hay que cruzar el límite.

Maggie no dijo nada y se dispuso a entrar en la casa, pero la voz de Leah la detuvo.

―Maggie, cualquier cosa que necesites aquí estamos ―informó Leah con Glenn sosteniendo su mano a su lado―. Lamento lo que pasó.

―Así es ―apoyo Glenn.

Maggie giró el rostro y les sonrió.

―Gracias chicos.

Ambos asintieron, ella se marchó.

Leah suspiró, solo esperaba que las cosas con Rick tuvieran mejor color, porque en la granja todo parecía ir de mal en peor. 

Holii, lamento haberlos hecho esperar tanto :( no sé si algunos lo saben, pero estoy en la universidad y a veces mi tiempo se reduce bastante, entonces por eso tardo un poco más en actualizar.

Quiero agradecerles por sus comentarios en el capítulo anterior, me hace muy feliz ver qué Midnight este siento tan bien recibida♡
Dios mediante, a futuro espero traerles una historia con Rick ¿Les gustaría?

Los quiero.

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