06: Amor sin límites
Amor sin límites.
___________________________________________
El timbre del receso sonó. Nos levantamos para despedir al maestro y seguido mis compañeros de clase comenzaron a salir para dirigirse al comedor.
Estaba a punto de hacer lo mismo cuando una voz femenina me detiene—. ¡(...), espera—exclamó la presidenta de la clase.
Fruncí el ceño—. ¿Qué sucede, Kendō? —Mi voz salió demasiado firme y brusca para mi gusto.
Ella me miró con nerviosismo antes de hablar—. Ehm, me preguntaba si quieres comer conmigo, si no es molestia, claro. —Parecía como si temiera decir algo que me molestara.
Suspiré—. Claro que me gustaría. Lo siento por mi tono de voz de antes, es inevitable para mí no hablar como si quisiera matar a todos o algo así. —Rasqué la parte posterior de mi nuca mientras trataba de formar una sonrisa pero salió más una mueca.
Por lo general eso creían la mayoría de mis compañeros y por eso me temían, aunque es algo irónico porque tengo que una particularidad, que bueno... es todo lo contrario.
Pude escuchar la risa de la presidenta—. No te disculpes por como eres. Así como eres estás bien. —Me dio una cálida sonrisa que yo no dudé en devolver... aunque volviera a salir como una mueca.
—Voy a comprar algo, ya vuelvo. —avisé, ella asintió y marché rápido para comprar mi jugo.
Una vez ya con el jugo en mis manos procedí a buscar a Kendō. Di un sorbo.
Oh maldición, si que estaba rico.
Escuché unas risas a lado mío cuando de repente un empujón me hace caer mi preciado jugo a no sé dónde.
Me giré para encarar a quién me había empujado—. ¡¿Pero qué te pasa, idiota?! —bramé con fuerza mientras lo tomaba de la camiseta.
Este me miró con terror—. L-lo siento, fue sin q-querer —tartamudeó nervioso.
Los otros dos que lo acompañaban comenzaron a hacer reverencias en son de disculpa.
Suspiré resignada mientras lo soltaba—. Ten más cuidado la próxima vez. —Traté de sonar comprensiva, sin embargo, hablé igual de firme y brusca que antes.
Estos soltaron gritos ahogado para volver a pedir perdón y salir corriendo.
Suspiré nuevamente. Ahora tendré que comprar otro jugo, pensé derrotada.
Me giré para contemplar mi jugo ya "muerto" en el suelo. Pero sucedió algo que no imaginé.
Mi jugo no yacía regado por el suelo, este había caído encima de una chica de grandes ojos azules, y cabellos del mismo color.
Quedé pálida y petrificada. Por la furia que me invadió al ver caer mi jugo, no pude pensar que pudo caer sobre alguien.
—¡Oh por..! ¡Cuánto lo siento! —solté angustiada, sin embargo esta me miraba con una sonrisa.
—¡No lo sientas! ¡Eres increíble! ¡Como te enfrentaste a ellos sólo por hacer caer tu jugo! ¡E incluso cuando quisiste disculparlos tu voz salió igual de dura que antes y los ahuyentaste! ¿Cómo haces? ¿Es genética? ¿o siempre estas molesta? ¿eres una bravucona? ¿tu Quirk es igual de bravucón que tú? —La curiosidad directa de esta chica habladora me hizo dar vueltas la cabeza.
Sacudí la cabeza para despejar aquellas extrañas preguntas y seguido comencé a activar mi quirk.
De mi mano salía una flor azul muy pomposa con varias espinas en su tallo.
—¡No puede ser! —chilló entusiasmada.
—No te muevas —ordené indiferente.
Todos quedaban así al ver mi Quirk. ¿Cómo puede ser que alguien con una personalidad tan brusca como la mía pueda tener un Quirk tan... adorable?
Yo en lo personal, no lo sentía así. Ya que, por afuera se podía ver como algo muy lindo, pero por dentro podía ser un arma muy letal si sabías como usarlo. Y por eso, me encantaba.
La flor comenzó a succionar todo el jugo encima de ella mientras la dejaba seca. Cada tipo de flor tenía un funcionamiento diferente y muy variado, desde lo más pequeño, hasta lo más grande. Sin embargo, no funciona con robots.
Ella soltó un grito ahogado de emoción.
—Ellos tienes que verte ¡Claro que sí! —habló para sí misma. Fruncí el ceño.
—¿De qué--?
No me dejó terminar porque ya la tenía jalando de mi brazo y llevándome a solo donde ella sabe.
—¡Soy Nejire Hadou! —exclamó mientras seguía jalando de mi brazo.
—(...) (T/A) —respondí con un deje de voz.
Paramos frente a una mesa. Yo me paré a un lado para tomar aire, ya que digamos, que no me va tan bien en cuanto a deportes.
—¡Diles algo! ¡Anda diles! —ordenó con brillos en los ojos.
La miré confundida—. ¿Qué quieres que les diga? —de nuevo, traté de que por mi voz tratara de notar la confusión que sentía, pero volvió a salir brusca. Miré de reojo, en la mesa se encontraban un rubio con un peinado muy raro y un azabache con orejas puntiagudas.
Ella chilló entusiasmada—. ¡Ahora haz lo que hiciste antes! ¡Tú Quirk!
Rodee los ojos. Mientras más rápido lo hiciera más rápido me iría.
De mis manos hice salir la rosa más inofensiva que tenía, que básicamente, sólo era para el deleite de las personas, sin ninguna función especial.
—¿Lo vieron? ¡No va con su personalidad! ¡Es algo increíble! ¿No les parece increíble? —preguntó a sus amigos—. Eh, Tamaki ¿qué te pareció? ¿te dio miedo? ¿a que sí? —Le habló al pelinegro.
Suspiré resignada. Di media vuelta decidida a irme a buscar de nuevo a Kendō, pero una voz me detuvo.
—Disculpa a Nejire. Suele ser muy directa. —Volví a dar media vuelta encontrándome con unos ojos negros pertenecientes al rubio de peinado extraño.
—¿Suele? Es. —Solté una pequeña risa, que parecía sacada de película de terror.
Sentí la sangre subir a mis mejillas—. Lo siento, no controlo mi tono de voz —rasqué, avergonzada, mi mejilla.
Aunque quisiera.
—No tienes porqué disculparte. Eres increíble así. —Su sonrisa me hizo doler los ojos, era como ver el sol—. Soy Mirio Togata. Eestiró su mano hacia mí.
De alguna extraña manera, me hacía sentir desnuda, muy muy nerviosa. Y eso que recién lo conocía.
—(...) (T/A) —respondí tomándola. Un escalofrío recorrió mi columna dorsal.
Tragué saliva, esto no me estaba gustando para nada.
Me encontraba apoyada en un árbol de la academia disfrutando de mi preciado jugo. Es un manjar.
—¡Hey, (...)!
Miré hacia donde aquella voz me llamaba. Era Mirio Togata, parte de los Tres Grandes junto con Tamaki y Nejire. Desde que Nejire me los presentó, hemos sido amigos. Ellos se han adaptado a mi forma de ser y yo... pues a la suya. Suelen ser muy raros.
Pero había un problema que incluía al rubio. Hace algunas semanas me he dado cuentas de mis sentimientos. Oh si, me gusta Lemillon.
Me han de decir ¿y eso que tiene de malo? Todo tiene de malo, es imposible un amorío con él debido a la maldita diferencia de edad. Digo, jamás imaginé que me iba a gustar uno de tercero.
—¡¿El trayecto delante...?! —cuestionó posicionando su mano en su oreja mientras se inclinaba hacia mí.
Suspiré resignada—. Estará lleno de dificultades —respondí con voz cansada.
Sentí su mano revolver mis cabellos—. Eso es, eso es. —Me mostró su pulgar alzado.
Me atraganté con mi saliva, pequeños pétalos rosados salían de mis manos, yo tratada de disimularlos.
—No hagas eso, Togata. —Sacudí mi cabeza para que la soltara, no quería sacar más pétalos, él se iba a dar cuenta y sería un caos.
—¿Oh? ¿Esos son pétalos de Sakura? ¿Los estás sacando? —preguntó mientras se acuclillaba para tocarlos.
Oh no, oh no. ¿Por qué lo pensé? ¿Por qué lo pensé?
—N-no son míos. —Me golpee internamente al decir tal estupidez.
—¿En serio? Creí que lo eran.
No puedo creer que lo creyera, pensé.
Se sentó a un lado mío. Lo vi de reojo, su mirada estaba en el cielo.
Moría por decirle "Me gustas, rubio ¿quieres casarte conmigo? "
Está bien, quizás no tan así. Su capacidad de no rendirse ante cualquier circunstancia me había atrapado por completo, sólo busca el bien para los demás y me enfada que no le de tanta importancia a sí mismo. Pero eso hacen lo héroes ¿no es así? Primero ver el bien de los demás y luego el de uno mismo, me molestaba, pero era inevitable. Al igual que era inevitable querer gritarle a los cuatro vientos...
—Me gustas —hablé en un suspiro.
Sentí como se tensó a mi lado, giré la mirada hacia él y este tenía el rostro completamente rojo, lo miré confundida.
—¿Qué te...? —comencé pero al instante paré.
Oh no, no, no, no, no. ¡¡No puede ser!!
¡Lo había dicho en voz alta!
Abrí los ojos como platos mientras mis mejillas se embarraban de un color rojo carmín. De mis manos comenzaron a salir más pétalos rosados.
La he cagado, la he cagado a lo grande.
—N-no, no. E-espera... eso no quise decir. L-lo que pasa es que, yo... —balbuceé negando con mis manos, pero me avergoncé aún más cuando vio aquellos pétalos salir de mis manos.
Mordí mi labio frustrada. Seguro y piensa lo patética que soy en este momento.
Sentí un picor en mi nariz que me indicaba que estaba a punto de llorar. Me levanté bruscamente decidida a irme de una vez por todas.
Sólo quería irme a mi casa y llorar en mi almohada.
Una mano se enrolló en mi muñeca para luego jalarme y hacerme chocar contra un torso.
Podía escuchar sus latidos acelerados retumbar en mis oídos. Me comencé a mover tratando de zafarme de sus brazos e irme por fin, sin embargo fue en vano.
Lo escuché tomar una bocanada de aire—. Me gustas, (...). Lamento que hayas sido tú la primera en decirlo... pero tenía tanto miedo porque estás en primero y yo en tercero y... —balbuceó lo último—, y la verdad es que al principio me obligaba a deshacerme de estos sentimientos porque no era correcto. —Me apretó más contra su cuerpo—. Pero me hiciste dar cuenta, que el amor es amor y lo único que importa es eso.
Me quedé boquiabierta, realmente jamás creí que correspondería a mis sentimientos.
Sonreí, y por fin sentí que era una sonrisa, más no una mueca.
—Que se joda la diferencia de edad —murmuré contra su pecho mientras este vibró por la carcajada que soltó.
Porque al final es el amor el que decide, sólo el dirá si somos aptos de amarnos.
Fin.
.
.
.
.
.
.
No soy muy buena creando a la rayis, por lo general en cada capítulo creo un nuevo personaje;-; lo siento.
Espero que les haya gustado en especial a la persona que realizó el pedido♡
Fue re largo pero realmente necesitaba escribir mucho ahre.
¡Gracias por leer, votar y comentar!
Byeee~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro