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;;🍎37;; ᴄᴀꜱᴀ🍎;;

🍎;; 31 de diciembre

Quizá te preguntes por qué tienes esto ahorita. La causa más simple debería ser lo que está contigo ahora mismo.

Sé que las cosas no salieron como querías y como yo quería.

Que te destrocé, igual como tú lo hiciste conmigo.

Claramente, mi intención nunca fue lastimarte a ti y a tu hija. Solo hacía mi deber como exterminador.

Tú estarás bien ahora, eso es lo que importa, ¿no? Yo estaré bien, quizá no te importe.

Ahora, si lees esto y, por meras cosas tuyas sientes pena y quieres hablar las cosas conmigo, lastimosamente, ya no se podrá. Este día fue mi último en el Infierno. Mi alma ya no me pertenece. La entregué a alguien más para encontrar la manera más rápida de salir de allí y la manera en la que tú te puedas sentir seguro y feliz al estar con ella, aunque sea una completa locura de mi parte, pero no había de otra. Ya no aguantaba más.

Las cosas en tu reino irán bien, no te preocupes por la polémica que habrá al ver que Lilith está nuevamente en él. Yo me haré cargo de ello. Ellos olvidarán —menos tú y Lilith— de que yo alguna vez anduve caminando o volando por ahí. De que alguna vez Lilith fue asesinada. Yo me olvidaré de esto también una vez que los minutos empiecen a pasar aquí en el Purgatorio cuando ella ya esté contigo (y debería de estarlo).

Oh, y ¿te acuerdas de mi ala? ¿La que una vez arrancaste de mí violentamente dejando una gran cicatriz en mi espalda? Eso también dejará de existir. No te sorprendas si encuentras cenizas en tu oficina.

Solo puedo dejar algo más aquí: 
Gracias por haberme hecho sentir cosas nuevas.

No tengo nada más que decir. Solo cuida de ella.

-T/N, «tu Segunda Reina»

Lucifer estaba de pie. Tenía la mirada perpleja ante lo que acababa de leer. Sus manos temblaban sobre la página que sostenía. La persona que estaba tras él, sentada, era algo que no era capas de ver.

¿Ella había hecho tal cosa solo por él o solo por mero egoísmo o quizá ambas?

La soledad en aquella habitación era pesada. En la gran ventana, donde se miraba cierta parte del cielo infernal, se podía notar cómo estaba repleto de exterminadores que volaban con sus armas hacían que él se desconcentrara, pensando que si uno de ellos era una nueva T/N.

Sentía un completo nudo en la garganta. Las lágrimas amenazaban sus ojos. Aquel momento que empezó a ver divertido que había pasado horas atrás cuando poco a poco empezó a ver cómo incrementaba una estúpida pelea entre Vox y Alastor, se había ido... Ese momento lo había sacado un poco de sus profundos pensamientos que, ahora, estaban en él y eran peores.

Nunca pudo hablar las cosas claramente con ella...

Si tan solo hubiese dejado su «yo idiota», hubiese sido diferente desde un principio, pero no. Hubiese sido diferente si en el bar hubiese dejado un estúpido y vano impulso al estar con ella, haciendo que ésta se fuera, siendo que fuera la última vez que la vio.

«Bi... bien... Adiós, Lucifer»:

Última vez que la había visto en aquel pequeño bar, eso fue lo último que escuchó de ella.

Cerró un poco sus puños en la página, arrugándola, hasta que su agarre se zafó.

Lucifer.— Esto... —susurró algo serio y miedoso— Tú... —se volteó para ver a la mujer que, durante siglos, ha amado, con una mirada de miedo.

Lilith estaba sentada en un sillón. Su mirada era profunda y seria. Claramente sabía lo que Lucifer sentía. Lo sabía con exactitud. A pesar de su profundo silencio, sentía una horrible lástima hacia él. Prefería quedarse sentada, esperando a que el mayor se acostumbrara a lo que estaba junto a él.

Lucifer.— T/N... E... ella... Su alma, ¿tú... tú la tienes?

La más alta se quedó un rato callada hasta que habló:

Lilith.— No la quería. Su presencia ya me incomodaba, por eso acepté su alma.

Nuevamente el silencio volvió. Entonces él apretó sus colmillos, con odio, dejando la página en una pequeña mesita, haciendo que Lilith se llevara una sorpresa cuando él empezó a botar y destruir otras cosas que estaban a su alrededor como libros, hojas...

Lucifer.— ¡ESTO ES UNA MALDITA MIERDA! ¡¿TENÍA QUE DEJÁRSELO ASÍ DE FÁCIL?!

Continuó diciendo mil cosas más durante los segundos hasta que le agarraron el brazo. Él se volteó furioso. Su mirada se suavizó al ver que era Lilith.

Lilith, con la mayor firmeza, decidió hablar:

Lilith.— No vale la pena maldecir.

Lucifer se separó de ella, dándole la espalda. En vez de tomarse en serio la situación, pensaba que era una mentira.

Lucifer.— Es una mentira... Lo tiene que ser... 

Lilith.— Lucifer, claro que no lo es... —susurró preocupada por él, posicionando sus manos en los hombros de éste, con miedo—. Deja de rechazar lo que está pasando.

Lucifer.— Pude haber hablado con ella y, en cambio, la dejé ir...

La más alta, desvió su mirada hacia la mesita donde estaba la página que T/N le había pedido a ella que se la diera a Lucifer.

Ella se acordó cuando el ángel le dio aquel orbe de luz, dejándosela en sus manos.

T/N.— «Te tomará unos minutos despertar cuando salgas de aquí —dijo—. Y antes de que te vayas, quiero que entregues esto.

El ángel caído hizo aparecer una pequeña página doblada. 

Lilith.— «¿Qué... qué se supone que es esto?...

T/N.— «Sé que no es lo más presentable. Solo dásela a Lucifer».

Lo que siguió después fue algo que ella ya no tenía ni la más mínima idea.

Lucifer.— Esto nunca tuvo que haber pasado, por nada en el mundo... Maldito Dios —masculló—. Todo esto... Lo que hizo ella...

Lilith.— Ya, ya, ya... —dijo, intentando encontrar alguna manera de ayudar. Y aunque la encontrara, sabía muy bien lo terco que solía ser él y que le costaría hacer caso.

Lucifer.— Perdóname por nunca haberte escuchado, Lilith... De haber sido así ella nunca hubiese pasado por esto. Nosotros nunca hubiésemos pasado por esto. La gente tiene razón cuando dicen que soy un completo idiota e inmaduro

Lilith.— Un inmaduro e idiota nunca acepta sus errores, ¿o sí?

Él solo guardó silencio, con odio y pena.

Mientras tanto, en el Cielo varios ángeles seguían con sus deberes, esperando a que los ángeles exterminadores volvieran al reino, uno de ellos recibió una señal para recoger varias almas al Purgatorio. Solo siguió sus órdenes.

Tranquilamente abrió el portal, recibiendo a las nuevas almas que eran enviadas a su Padre, pero hubo una que estaba fuera de lo común, causando en éste algo de pánico.

Claramente, no era humano. Y al poder identificar mejor a lo que le causaba algo de pánico, quedó en blanco.

Ángel.— Oye... —dijo, tocando varias veces a su acompañante, para luego fijar su mirada en una pequeña nota que estaba oculta en la mano de ella.

Decidió pedir la ayuda de otros ángeles que se habían amontonado hasta que Dios apareció que, claramente, ya sabía que lo que estaba ante Él y Sus creaciones, era algo que ya esperaba.

T/N.— ¿Ah...? ¿Qué?... —susurró, abriendo un poco sus ojos que ya no tenían ni una pizca de «impureza». Su cabello volvió a tener aquel brillo que fue perdiendo poco a poco durante sus días en el Infierno. Su aureola estaba sobre su cabeza nuevamente. Sus dientes ya no eran filosos. Los cuernos sobre su cabeza ya no estaban. Su ala, estaba con ella otra vez.

Todos estaban sorprendidos ante la escena.

T/N.— Pero ¿qué pasó? ¿Por qué me ven... así? —preguntó. Entonces pusieron una mano sobre su cabeza.

Dios.— Tranquila. Todo está bien —dijo, con una tranquila sonrisa.

Ella solo sonrió levemente, para mirar que en su mano había una pequeña nota. Ya no se acordaba de que ella la había escrito después de que Lilith dejara el Purgatorio, pidiendo que, cuando ella se encontrara en el Cielo, su Padre hiciera que todos los seres del Infierno se olvidaran de los hechos pasados y de ella.

Dios.— No te preocupes de eso —agarró gentilmente la mano de ella, haciendo desparecer aquella nota—. Todo pasó ya —pensó.

En el Infierno, Lucifer pudo encontrar el consuelo en Lilith, después de sus arranques de ira, pena y culpabilidad.

No había forma de que él le hablara a T/N ya. Y enviar una carta al Cielo, sería en vano, porque ella ya no recordaría lo que vivió en el Infierno. Ahora T/N solo tendría el pensamiento de que él es la maldad en todo el mundo.

Los minutos pasaron lentos para él, escuchando a la amena voz de Lilith que a la vez ésta intentaba recordar del cómo había aparecido en aquella habitación, pensando de que todo lo que la rodeaba a ella era mentira que incluso empezó a tocar lo que estaba cerca de ella e incluso su cuerpo. Lo único que se acordaba era que tenía que darle aquella página a Lucifer.

Y así fue como llegó la medianoche y los exterminadores dejaron el Infierno con un montón de cadáveres y de demonios que salían asustados de sus escondites cuando los cohetes de la princesa del reino se hicieron presentes en el cielo infernal. Algunos aprovecharon los cuerpos para devorarlos o venderlos. Otros en agarrar las armas.

Prácticamente, nadie, ni los del hotel, ni aquellos overlords, recordaban lo que alguna vez fue el asesinato de Lilith y lo que alguna vez llamaron amiga a aquel ángel. Incluso Alastor llegó a mirar con duda al encontrar un collar de perlas en el bolsillo de su pantalón y solo decidió dárselo a Niffty sin mucha importancia como un pequeño regalo de Año Nuevo.

Los exterminadores, una vez en el Cielo, quitaron sus máscaras leds simplemente para recibir a los demás ángeles que los ayudaban con algunas cosas, pero la mayoría fueron con escándalo y emoción.

Los arcángeles sintieron una energía muy conocida. El primero en alejarse del grupo fue Rafael que se dirigió con dudas y esperanzas en su interior. Se detuvo cuando la vio sentada en una nube, comiendo una manzana.

T/N.— ¡Hey, Rafael! —dijo como saludo, agitando levemente su mano.

El arcángel sintió una punzada en el corazón.

T/N.— No sé si soy yo, pero creo que me perdí de al... ¡OYE! —exclamó cuando sintió cómo la abrazaban con fuerza y cariño.

Rafael.— ¡¿ERES TÚ?! —exclamó, sin saber si sus lágrimas eran de felicidad o tristeza.

Ella estaba confundida, y luego sintió cómo los otros seis arcángeles se le amontonaban encima.

T/N.— ¡OIGAN, MI MANZANA!

Miguel.— PERO... ¡¿QUÉ HACE ELLA AQUÍ?! SE SUPONE QUE DEBERÍA ESTAR... —él se calló al sentir la mirada fría de los demás—. Lo siento tanto por lo de aquella vez, T/N...

T/N.— ¿De qué hablas? Oigan, en serio, mi manzana.

Dios.— Deberían de darle espacio.

Gabriel.— No me digas que sus lágrimas o el alma de ella... —su Padre asintió.

Rafael.— Espera espera espera, ¿y el collar de perlas que una vez te hice?

T/N.— ¿Eh...? No sé. Pero, de verdad, ¿pasó algo?

Rafael.— No temas. No temas... Ya pasó. Ya pasó... Ahora estarás tranquila... —susurró.

Ella, sin entender del todo, solo dejó el tema a un lado, sintiéndose feliz por estar con su grupo de amigos.

Miguel.— ¿Me van a perdonar?... —susurró.

Gabriel.— Shh. Cállate.

Miguel.— Creo que es un sí.

T/N.— Ya sí, quiero comer mi manzana, chicos —se quejó, sonriendo, y ellos se separaron riendo.

Ella ya no se acordaba de aquel sufrimiento. Para nada. Sus recuerdos quedaron en un infinito olvido. Poseía un alma nueva.

Estaba en casa...

Fin...🍎

Unintelligible ending: Andara no entiende si el final es triste o feliz. Arafat dice que es triste XD

Ay, bueno, ¿qué podemos decir ya? Esto ya es el final realmente.

4r4f4txxx0u0, gracias por haber llegado hasta aquí conmigo y por tus ideas y por soportar mi pereza 😢👊❤ A ustedes también, por haberle dado una oportunidad a las ideas locas de estas dos mujeres.

Y ¿qué coincidencia, eh? Que esta historia hubiese acabado el 31 de diciembre, el mismo día en el que muchos estamos ahorita y que para algunos fue ayer xd

Les dejo un dibujito que encontré de Vivziepop del Arcángel Gabriel, pero es viejo xd


Casi igualito a mi imaginación xd

Ya qué. Mañana dejaré algunas aclaraciones de esta historia.

Nuevamente, ¡gracias!❤️❤️❤️ ¡Y feliz Año Nuevo!

4r4f4txxx0u0 y yo les dejamos con esta historia ❤️✨

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