•ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 2:Nuevos amigos
Narradora
—¡Grey!, ¡Grey!—
Exclamó Flash, llamando a su gato, Había pasado una semana desde que lo había adoptado, Él se sentía dichoso de tener a alguien que le importara.
—¿Dónde se metió ése gato?— se preguntó—Bueno..., Necesito salir un momento, talvés llegue luego—
Dijo él a sí mismo continuó aventurándose por el bosque hasta poder encontrarlo.
{...}
——¡Te dije que lo golpees!—dijo un pony, con tono de voz grave, mientras empujaba a otro poni hacia el suelo.
Flash se acercó sigilosamente, ocultándose entre las sombras de los árboles cercanos. La escena ante sus ojos era clara: un grupo de matones, conocidos por su crueldad, rodeaban a un poni que claramente no podía defenderse. El pony en cuestión, un joven de pelaje azul y melena desordenada, se veía completamente perdido.
—¡Haz lo que te digo, o te arrepentirás!—gritó uno de los matones, mientras levantaba una pata hacia el joven poni.
Flash sintió una oleada de furia. No podía dejar que eso sucediera. Sin pensarlo mucho, salió de su escondite y corrió hacia ellos, gritando:
—¡Hey, ustedes! ¡Dejen al chico en paz!
Los matones se giraron rápidamente, sorprendidos por la intervención de Flash. Uno de ellos, el más alto, lo miró de arriba a abajo, una sonrisa burlona formándose en su rostro.
—¿Y tú qué quieres, pequeño?—dijo, acercándose a él con paso lento y desafiante.
Flash, aunque nervioso, no dio un paso atrás. Había algo en él que no podía permitir que se lastimara a alguien inocente, incluso si eso significaba ponerse en peligro.
—¡No te atrevas a tocarlo!—dijo, su voz más firme de lo que se sentía.
El matón soltó una carcajada, y, sin advertencia, levantó su pata para golpear a Flash. Pero antes de que pudiera hacerlo, un destello de luz azul cruzó por el aire y detuvo el golpe. Flash miró sorprendido, y vio que el pony que había estado siendo acosado ahora estaba de pie, defendiendo a su nuevo amigo.
—¡Es suficiente!—gritó el poni, mientras daba un paso hacia adelante. Su expresión había cambiado completamente, de la desesperación a la determinación.
—¿Qué estás haciendo?—preguntó Flash, asombrado por el giro de los acontecimientos.
El poni sonrió y, con un gesto de su pata, lanzó a los matones al suelo con un solo movimiento, una muestra de su agilidad y fuerza sorprendentes.
—Soy Soarin—dijo el poni con confianza, extendiendo una pata hacia Flash—Y parece que acabamos de hacer una gran entrada, ¿eh?
Flash, sin poder evitarlo, sonrió. Había algo en ese poni que lo hacía sentir que, tal vez, había encontrado algo más importante que un gato perdido en las calles: una amistad que podría durar toda la vida.
Flash estrechó la pata de Soarin, aún atónito por la rapidez con la que había resuelto la situación.
—¡Wow, eso fue impresionante!—dijo Flash, sin poder ocultar su admiración.
Soarin se rió con una sonrisa genuina.
—Nada que no pueda hacer un buen entrenamiento, amigo. Pero parece que nos ha tocado la misma suerte, ¿no? Esos tipos no son muy inteligentes.
Flash miró hacia los matones, que ahora estaban en el suelo, incapaces de levantarse con facilidad debido al impacto de Soarin. No parecían heridos, pero definitivamente sorprendidos.
—¿Quiénes son esos tipos?—preguntó Flash, manteniendo una distancia prudente.
Soarin echó un vistazo rápido a los matones, luego le lanzó una mirada de advertencia.
—Unos criminales locales. Hacen todo tipo de cosas sucias en el barrio. Yo no tengo miedo de ellos, pero hay que tener cuidado. No son fáciles de deshacerse.
Flash frunció el ceño, sabiendo que no se trataba solo de un simple encontronazo. El mundo en el que vivía era mucho más oscuro de lo que había imaginado. Aunque le gustaría creer que podía mantenerse alejado de los problemas, sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse a ellos.
—¿Tú también... luchas contra ellos?—preguntó Flash, buscando entender mejor a Soarin.
—Algo así—respondió Soarin con una sonrisa torcida. Luego, su expresión se volvió más seria. —El barrio está lleno de oportunidades y, también, de peligros. Si quieres sobrevivir aquí, necesitas saber en qué te metes. Y, por lo que veo, no eres el tipo que se queda de brazos cruzados cuando alguien necesita ayuda.
Flash asintió. Había algo en Soarin que le decía que no era solo un luchador, sino alguien con principios. Eso lo hizo sentirse un poco más seguro, a pesar de la situación peligrosa.
—Mi nombre es Flash, por cierto—dijo Flash, finalmente. —Y, si no te molesta, creo que podríamos ayudarnos mutuamente. No sé mucho sobre luchar, pero sí sobre cómo... "eludir" problemas.
Soarin levantó una ceja, intrigado.
—¿Eludir problemas, eh? Eso suena como una habilidad que podría ser útil. ¿Qué sabes hacer exactamente?
Flash se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.
—Soy muy bueno en encontrar cosas... o, mejor dicho, en hacer que "desaparezcan". No soy ladrón, si eso es lo que piensas, pero digamos que... tengo mis trucos.
Soarin lo miró con interés, sopesando sus palabras.
—¿Así que eres un... ¿espíritu libre?—preguntó Soarin, sin juzgarlo, solo curioso.
Flash rió con algo de nerviosismo.
—Algo así, sí. Pero... creo que podríamos hacer un buen equipo. Yo te ayudo con mis trucos, y tú me enseñas a defenderme mejor. ¿Qué dices?
Soarin sonrió ampliamente.
—Trato hecho. Pero recuerda, en este mundo no solo se trata de huir de los problemas. Hay que enfrentarlos cuando es necesario. Aunque no soy quien para decirte qué hacer.
Flash asintió, su decisión ya tomada. Sabía que con Soarin a su lado, las cosas podrían ser diferentes. Tal vez, juntos, podrían encontrar una forma de cambiar el destino que el barrio les había impuesto.
Mientras se alejaban, con los matones aún atónitos detrás de ellos, Flash no pudo evitar pensar que este podría ser el comienzo de algo grande. Algo que, aunque no lo sabía todavía, podría llevarlo a cambiar su vida para siempre.
(...)
Los añoshabían pasado desde que Flash y Soarin se habían cruzado por primera vez. Ambos ya no eran los jóvenes inexpertos de antaño. Ahora, con 25 años, se habían convertido en una pareja formidable, con una mezcla perfecta de astucia y habilidades físicas que los había llevado a convertirse en ladrones de renombre en el bajo mundo.
Habían robado joyas, arte y objetos valiosos para los criminales más poderosos de la ciudad. Sin embargo, aquel robo planeado fue diferente. El objetivo no era cualquier tesoro, sino algo mucho más grande: el mayor golpe de sus vidas.
La noche estaba oscura y fría, las calles vacías. El silencio solo era interrumpido por el suave crujir de las cubiertas de los tejados por los que Flash y Soarin se deslizaban. El plan era simple: infiltrarse en el edificio de Sombra, el mayor criminal de la región, robarle una caja fuerte que contenía información sobre sus operaciones más oscuras, y salir sin dejar rastro.
—¿Estás listo?—preguntó Soarin, su mirada fija en el edificio de Sombra, un imponente rascacielos en el corazón de la ciudad.
—Más que listo—respondió Flash, ajustándose el sombrero que llevaba para cubrir su rostro.
Pero justo cuando comenzaron a entrar en el edificio por una ventana rota, algo cambió. Flash escuchó un sonido a su izquierda, y antes de que pudiera reaccionar, una figura saltó sobre ellos desde las sombras.
Era una poni de pelaje naranja brillante, con una melena roja y amarilla que brillaba incluso en la oscuridad, y una mirada desafiante en sus ojos. Flash se detuvo en seco, sorprendido por su aparición.
—¿Quién eres tú?—preguntó Flash, con cautela, mientras se preparaba para enfrentarse a ella.
—No tan rápido—dijo la poni con una sonrisa astuta—. ¿Creían que podían colarse en el terreno de Sombra sin que alguien se enterara?
Soarin la observó, reconociendo la postura y la actitud. Sabía que no era alguien común.
—¿Tú trabajas para Sombra?—preguntó Soarin, manteniendo una distancia prudente, su tono serio.
La poni asintió con una sonrisa maliciosa.
—Soy Spitfire. Y antes de que digan algo más, déjenme advertirles: si quieren salir con vida de este lugar, no les conviene meterse con Sombra. Él tiene ojos en todas partes.
Flash y Soarin se miraron, sabiendo que la situación se estaba complicando. Pero antes de que pudieran hacer algo, una figura emergió de las sombras, esta vez mucho más imponente. Sombra, el líder del imperio criminal, estaba de pie ante ellos, observándolos con una mirada penetrante.
—Así que... un par de ladrones intrépidos—dijo Sombra con una sonrisa fría—. Pensaron que podían robarme sin consecuencias. Pero veo que han encontrado algo más que su objetivo.
Flash sintió un escalofrío recorrer su espalda. No era solo un criminal cualquiera; Sombra era el terror de toda la región, un poni cuya influencia abarcaba desde los bajos fondos hasta los más altos niveles del gobierno.
—¿Quiénes son ustedes?—dijo Sombra, acercándose lentamente, su voz profunda y autoritaria.
—Flash... y Soarin—respondió Flash, con una mezcla de audacia y nerviosismo.
—Interesante—dijo Sombra, observándolos detenidamente. Luego, su rostro se endureció—. Tienen suerte de que los haya encontrado antes de que causaran más problemas. Pero ahora, hay algo que quiero a cambio de su vida.
Soarin frunció el ceño, sospechando que la situación iba a empeorar aún más.
—¿Qué quieres?—preguntó, sin apartar la mirada de Sombra.
—Quiero que roben algo para mí. Algo muy especial—respondió Sombra, su tono grave. —La corona de la Princesa Twilight Sparkle. Está protegida por magia muy poderosa, algo que solo los más cercanos a ella conocen. Pero ustedes son astutos. Puedo ver que tienen las habilidades para hacerlo.
Flash y Soarin intercambiaron miradas confundidas.
—¿La corona de la Princesa?—dijo Flash, sin poder creer lo que estaba escuchando.
—Exactamente—dijo Sombra, con una sonrisa que apenas podía verse bajo su máscara de sombra. —Róbanla, traiganla aquí y, entonces, quizás decida dejarlos con vida. Si no lo hacen... no quiero imaginar lo que les sucederá.
Flash sintió un nudo en el estómago. ¿Robar la corona de la Princesa Twilight Sparkle? Eso no era solo peligroso; era suicida. Nadie, absolutamente nadie, se atrevía a robarle algo tan valioso a la Princesa, especialmente cuando estaba protegida por magia.
Pero también sabía que no tenían opción. Si querían sobrevivir, tendrían que hacerlo.
—¿Por qué la quieres?—preguntó Soarin, con tono desafiante, aunque sabía que cualquier respuesta no cambiaría nada.
—No es asunto suyo—respondió Sombra, sin inmutarse. —Solo hagan lo que les digo y todo estará bien.
Flash respiró profundamente, sintiendo el peso de la decisión sobre sus hombros. No era solo una misión para robar una corona; era una misión que podría marcar el comienzo de una guerra. Y con Spitfire a su lado, una aliada inesperada en este robo, sabían que las probabilidades de éxito no estaban de su lado. Pero, como siempre, Flash no tenía miedo de enfrentarse al destino.
—Lo haremos—dijo Flash, finalmente.
Soarin asintió.
—Pero, no olvides, Sombra. No olvides que tenemos nuestros propios términos.
Sombra observó a Flash y Soarin con una expresión calculadora, sabiendo que ellos no tenían muchas opciones. Cuando Flash pronunció su respuesta, el líder criminal asintió con una sonrisa fría.
—Muy bien, entonces—dijo Sombra—. La Princesa Twilight Sparkle no será fácil de alcanzar, pero sé que ustedes tienen lo que se necesita. Sin embargo, no creo que puedan hacerlo solos.
Los ojos de Flash se entrecerraron. ¿Qué quería decir con eso?
—¿Qué quieres decir?—preguntó Soarin, frunciendo el ceño.
Sombra dejó escapar una risa suave, casi burlona.
—Lo que quiero decir es que no les confiaré esta misión tan importante a un par de novatos. Necesitarán alguien con experiencia, alguien que sepa cómo manejarse en situaciones como esta. Alguien... como Spitfire.
Spitfire, que había permanecido callada hasta ese momento, levantó la cabeza con una sonrisa ligera y una mirada de desafío.
—¿Qué?—dijo Flash, sin poder ocultar su sorpresa—. ¿Vas a obligarnos a trabajar con ella?
Sombra no respondió, pero Spitfire sí lo hizo con una sonrisa despreocupada.
—No es que me disguste trabajar con ustedes, chicos—dijo Spitfire, su tono burlón—. Pero, según las órdenes de Sombra, tengo que acompañarlos. Y créanme, no me gusta nada esto. Pero parece que no tengo elección.
Soarin se cruzó de brazos, sin confiar en ella, pero sabiendo que no podían rechazar la orden de Sombra. Si querían seguir con vida, tendrían que aceptar la ayuda de Spitfire, aunque su presencia fuera incómoda.
—¿Qué sabes tú sobre la corona?—preguntó Flash, con desconfianza. No podía evitarlo. Había algo en Spitfire que no le inspiraba confianza, pero las circunstancias no dejaban espacio para muchas opciones.
—Lo suficiente para saber que robar la corona de Twilight Sparkle no es cualquier cosa—respondió Spitfire, sin perder su actitud relajada—. El lugar donde se guarda está protegido por un hechizo de magia avanzada. Necesitaremos más que solo trucos para lograrlo. Los que han intentado antes... bueno, no han tenido mucha suerte.
Soarin frunció el ceño.
—Entonces, ¿cómo planeamos desactivar la magia?—preguntó, sabiendo que ese sería el desafío más grande.
Spitfire suspiró y miró a Sombra, que observaba todo en silencio, como si estuviera esperando que ella explicara los detalles.
—Hay un modo, pero es algo... complicado—dijo Spitfire, su tono más serio ahora. —La única manera de desactivar el hechizo es conseguir el "Codex Arcano", un libro antiguo que contiene los secretos para romper las barreras mágicas que protegen la corona. Este libro está en posesión de un contacto de Sombra, alguien en quien pocos confían. Tendremos que conseguirlo primero, antes de siquiera acercarnos a la Princesa.
Flash intercambió una mirada con Soarin. Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar, pero el plan se volvía más riesgoso a medida que avanzaba. No solo tenían que robar la corona de una de las figuras más poderosas de Equestria, sino que también debían enfrentarse a un libro oculto que contenía secretos que, si caían en manos equivocadas, podrían cambiarlo todo.
—¿Dónde encontramos ese libro?—preguntó Flash, decidido a seguir adelante con el plan, aunque cada vez más consciente de lo peligroso que sería.
—Eso es lo que tenemos que averiguar—respondió Spitfire, su tono ahora más serio—. El Codex Arcano está en la fortaleza de un viejo aliado de Sombra, alguien que se esconde en las Montañas Sombrías. Nadie sabe exactamente dónde, pero si conseguimos la información... podremos conseguir el libro, y luego robar la corona.
Soarin asintió, aceptando la complejidad de la misión. La presencia de Spitfire en su equipo podría ser un arma de doble filo, pero no podían permitirse rechazarla.
—Perfecto—dijo Soarin, mirando a Flash—. Vamos a necesitar todo lo que podamos obtener. La corona no será el único obstáculo, pero con Spitfire en el equipo, parece que tenemos una oportunidad.
Flash asintió, sabiendo que la misión se había vuelto mucho más grande y peligrosa de lo que jamás había imaginado. Robar la corona de la Princesa Twilight Sparkle no solo significaba enfrentarse a la magia más poderosa de Equestria, sino que también los ponía en el punto de mira de Sombra, un enemigo imparable.
Mientras los tres se preparaban para lo que venía, Flash no pudo evitar sentirse dividido. Sabía que se estaba adentrando en un camino peligroso, pero, por alguna razón, algo dentro de él le decía que este robo podría ser el primero de muchos más. Tal vez, con la ayuda de Soarin y Spitfire, podrían cambiar las reglas del juego. Solo el tiempo lo diría.
-Brightss Sentry
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