Sombras en Movimiento
El bosque que rodeaba Canterlot estaba envuelto en penumbra mientras Soarin y Spitfire se abrían paso entre los árboles, moviéndose con cautela. La noche era su aliada, ocultando sus figuras entre las sombras. Ambos habían acordado separarse temporalmente de Flash para cubrir más terreno y buscar pistas sobre la Cámara de las Estrellas. Sabían que el tiempo corría y que el margen que Sombra les había dado se acortaba rápidamente.
—No sé por qué seguimos confiando en que Flash hará su parte —murmuró Soarin mientras avanzaban, manteniendo la voz baja.
—Porque lo hará. —Spitfire le lanzó una mirada severa—. Él está más cerca de Twilight que cualquiera de nosotros. Si hay alguien que puede descubrir algo, es él.
—¿Y si se está distrayendo demasiado? —Soarin alzó una ceja, casi acusador—. Has visto cómo la mira.
Spitfire apretó los dientes.
—Lo he notado, pero Flash no es tonto. Sabe lo que está en juego.
Ambos llegaron a un claro donde la luna iluminaba débilmente una antigua cabaña abandonada. Spitfire sacó un mapa gastado y lo extendió sobre una roca plana.
—Según nuestros contactos, esta cabaña solía ser utilizada por los magos reales hace décadas. Tal vez haya algo que nos lleve a la Cámara de las Estrellas —dijo ella, señalando la estructura.
Soarin asintió, aunque con cierta duda.
—¿Y si no hay nada? Estamos perdiendo tiempo valioso mientras Flash se toma su "tiempo especial" con Twilight.
—Si no quieres estar aquí, puedes irte —respondió Spitfire con un tono cortante mientras enrollaba el mapa y lo guardaba—. Yo no pienso volver con las manos vacías.
—Tranquila, no me iré. —Soarin suspiró y la siguió hacia la cabaña.
El lugar estaba en ruinas. Las ventanas estaban rotas, y la madera crujía bajo sus pasos. Aun así, ambos comenzaron a buscar cualquier cosa que pudiera ser útil.
Spitfire revisó los estantes llenos de libros mohosos, pasando las páginas rápidamente en busca de notas o diagramas. Mientras tanto, Soarin revisaba el suelo, golpeando las tablas en busca de compartimentos secretos.
—Aquí no hay nada más que polvo y telarañas —gruñó Soarin después de un rato.
—Sigue buscando. —Spitfire no levantó la vista de un libro especialmente viejo—. Los magos reales nunca hacían nada sin dejar algún tipo de registro.
Justo cuando Soarin estaba a punto de replicar, su pie golpeó algo duro bajo una tabla suelta.
—Espera... creo que encontré algo.
Spitfire se acercó rápidamente mientras Soarin levantaba la tabla, revelando un pequeño compartimento oculto. Dentro había un cofre de madera cubierto de polvo.
—Ábrelo —dijo Spitfire, con una mezcla de impaciencia y expectativa.
Soarin forzó la cerradura con una daga, y el cofre se abrió con un chirrido. Dentro había un diario con la cubierta de cuero desgastada y un pequeño cristal que brillaba tenuemente bajo la luz de la luna.
Spitfire tomó el diario y comenzó a hojearlo mientras Soarin examinaba el cristal.
—Es un registro de un mago llamado Starfire —dijo Spitfire después de leer algunas páginas—. Habla sobre un proyecto especial que involucraba a la realeza... algo relacionado con las estrellas.
—¿Crees que tiene que ver con la Cámara de las Estrellas? —preguntó Soarin, observando el cristal con curiosidad.
—Es probable. —Spitfire cerró el diario y lo guardó en su bolsa—. Este cristal también debe ser importante. Parece... una especie de llave o activador.
—Bueno, al menos no fue una pérdida de tiempo. —Soarin sonrió con satisfacción—. Aunque sigo pensando que deberíamos estar vigilando a Flash.
—Deja de preocuparte por él. —Spitfire se levantó y miró hacia el bosque oscuro—. Nuestro trabajo es encontrar la información que él necesita. Y si este diario nos lleva a la Cámara, entonces habremos hecho nuestra parte.
Ambos salieron de la cabaña, sus pasos resonando en el silencio de la noche. Mientras se adentraban nuevamente en el bosque, la determinación en sus rostros era clara.
Sabían que el camino por delante sería peligroso, pero también sabían que no podían fallar. Sombra no les daría una segunda oportunidad.
(...)
La caminata de regreso al bosque era lenta y silenciosa al principio, con Spitfire revisando mentalmente lo que habían encontrado y Soarin cargando el cristal cuidadosamente envuelto en un trozo de tela. La noche estaba tranquila, con el suave sonido de las hojas moviéndose al ritmo del viento.
Soarin rompió el silencio con un bufido.
—Todavía no me creo cómo Flash se las arregla para estar tan... cómodo con Twilight. Quiero decir, ¿es su misión o una cita romántica? —Se burló, sacudiendo la cabeza.
Spitfire dejó escapar una risa baja, sin mirarlo.
—Ya empezamos con esto otra vez...
—Es que no puedo evitarlo. —Soarin levantó las manos teatralmente—. Está claro que Flash está enamorado hasta las orejas. ¿Y Twilight? Por favor, ¿quién iba a pensar que una princesa como ella le permitiría a alguien acercarse tanto?
Spitfire finalmente se detuvo y se giró hacia él, con una ceja arqueada y una sonrisa astuta.
—¿Y qué te importa tanto? —preguntó, cruzando los brazos—. ¿Acaso estás celoso?
—¡¿Celoso?! —Soarin se detuvo en seco, casi tropezando con una raíz expuesta—. ¡Por supuesto que no!
—Claro que sí. —Spitfire se encogió de hombros, con una sonrisa traviesa—. Estás celoso porque Twilight te está robando a tu amigo.
Soarin abrió la boca para responder, pero se quedó en blanco, completamente ofendido por la acusación.
—¡Eso es ridículo! Yo solo digo que está olvidando su misión, ¡y punto!
Spitfire se acercó con un paso lento, como un depredador que acaba de encontrar su presa.
—¿Ah, sí? —Se inclinó hacia él, con una expresión burlona—. Porque últimamente parece que cada vez que abrimos la boca para hablar de Flash, tú no puedes dejar de mencionar a Twilight.
Soarin resopló, su rostro adoptando un leve tono rojo.
—¡No es eso! Solo... bueno, Flash está actuando diferente. No es el mismo de antes. Es como si la princesa hubiera lanzado algún hechizo en su contra.
Spitfire soltó una carcajada y se volvió para seguir caminando.
—Oh, por favor. Si alguien está lanzando un hechizo aquí, es Flash. Él sabe exactamente lo que está haciendo. Y, sinceramente, Twilight no parece estar quejándose.
Soarin murmuró algo inaudible mientras se apresuraba a seguirla.
—Bueno, aún así creo que debería ser más... profesional. —Trató de recuperar algo de dignidad en su tono.
Spitfire no pudo evitar seguir sonriendo mientras caminaban.
—¿Sabes qué, Soarin? Creo que tú eres el que debería relajarse. Flash está haciendo su trabajo, a su manera. Si eso significa robarle algunos besos a la princesa en el camino, ¿quiénes somos nosotros para juzgarlo?
—¡No necesito relajarme! —Soarin protestó, con los brazos cruzados y una expresión claramente ofendida—. ¡Y no le está "robando besos"!
Spitfire rió más fuerte esta vez, divertida por su reacción exagerada.
—Lo que tú digas, Soarin. Lo que tú digas.
El resto del camino estuvo lleno de los resoplidos frustrados de Soarin y las risas burlonas de Spitfire. A pesar de sus constantes discusiones, los dos sabían que formaban un buen equipo. Pero esa noche, Spitfire tenía claro que el verdadero motivo detrás de las quejas de Soarin no era preocupación por la misión, sino algo mucho más divertido: la princesa había cambiado la dinámica del trío, y Soarin simplemente no sabía cómo manejarlo.
-Brightss Sentry.
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