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Sombras en la Fortaleza

El sol se ponía lentamente sobre Canterlot, teñiendo el cielo de un naranja cálido que parecía contrastar con la fría atmósfera que invadía mi mente. A pesar de las palabras reconfortantes de mis tías, la verdad era que aún me sentía insegura. Los rumores sobre mi falta de aptitudes como princesa seguían rondando en mi cabeza, y aunque Flash me había mostrado una gentileza inesperada, no podía evitar la sensación de que no estaba haciendo lo suficiente.

Esa noche, en el castillo, había algo en el aire, algo tenso y pesado que me hacía sentir incómoda. Tal vez era la cumbre real que se había realizado, o tal vez era el estrés acumulado por el liderazgo que me correspondía, pero no podía sacudirme la sensación de que algo más oscuro se acercaba.

Narra Twilight

Una tarde, mientras regresaba a mis habitaciones, encontré una carta sobre mi escritorio. No era común recibir correspondencia que no fuera oficial, y mucho menos de forma tan misteriosa. La carta estaba sellada con una insignia que no reconocí.

Abrí el sobre, mis ojos escaneando rápidamente las palabras escritas con tinta negra, que parecían desprender una energía fría, casi palpable.

"Querida Princesa Twilight,
Sé que las dudas sobre tu capacidad siguen nublando tu mente. Eres una pieza valiosa, pero solo bajo la sombra de aquellos que saben lo que realmente vales. Si deseas obtener el verdadero poder para proteger Equestria y hacer justicia, tus esfuerzos deben ser mucho más grandes. Si deseas hablar de cómo puedes alcanzar tu verdadero potencial, encontraré la forma de ofrecerte mis consejos.
Atentamente,
Sombra"

El nombre me heló la sangre. Sabía que era el líder de una red de criminales que había mantenido en las sombras durante años, pero la idea de que él estuviera interesado en mí, que estuviera observando mis debilidades, me llenó de una inquietud aún mayor.

Me quedé unos momentos allí, con la carta en mis manos, sintiendo que el aire a mi alrededor se volvía más denso. ¿Qué debía hacer con esto? No podía ignorarlo, pero tampoco podía caer en su trampa. Sabía que Sombra no ofrecía nada sin un precio.

Narradora:

Mientras tanto, Flash había seguido adelante con su vida en la Guardia Real, su relación con Twilight se había fortalecido a pesar de sus propias tensiones internas. Las misiones de Sombra continuaban, y Flash estaba atrapado en una red de deber y lealtad, sin poder escapar de las expectativas de su pasado. Sin embargo, lo que más le preocupaba era lo que ocurría en el castillo. Había notado el cambio en Twilight, la tensión que crecía en su ser, y lo que sentía como una cercanía entre ella y las sombras del poder.

Un día, mientras patrullaba los pasillos del castillo, Flash encontró una oportunidad para hablar con Twilight a solas.

—¿Twilight? —dijo, mientras se acercaba con cautela. Ella lo miró, sorprendida pero agradecida por la distracción.

—Flash, ¿qué sucede? ¿No deberías estar de patrullaje? —preguntó, sus ojos reflejando una preocupación que Flash no había visto antes.

—No te preocupes por eso. Quería hablar contigo. He notado que las cosas no están yendo bien, no solo por fuera, sino dentro de ti también.

Twilight bajó la mirada, como si las palabras de Flash la tocaran profundamente, pero luego se recompuso.

—No es nada. Estoy bien. Solo... hay mucho en lo que pensar. —Pero sus ojos no podían ocultar la ansiedad que la invadía.

Flash sabía que estaba mintiendo. Decidió ser directo.

—No puedes cargar todo sola. Yo... sé lo que sientes. —La mirada que le lanzó era sincera, pero la tristeza detrás de sus palabras era inevitable.

Twilight lo miró fijamente por un largo momento, su expresión tensa. Finalmente, suspiró.

—Creo que tú tampoco entiendes lo que realmente está pasando. —Sus palabras fueron un susurro, pero Flash pudo ver la lucha interna en sus ojos. —Hay algo oscuro, algo que me acecha. No sé si estoy preparada para enfrentarlo.

Flash asintió. La verdad estaba en el aire, y él podía sentirlo. Twilight no solo estaba luchando con su propia inseguridad, sino con amenazas mucho más grandes que ella misma. Y él lo sabía. No podía dejarla caer en la oscuridad.

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Una noche, Flash decidió acompañar a Twilight en su ritual nocturno: su visita solitaria a la sala más alta del castillo, donde observaba las estrellas, como una forma de conectar con su pasado, con los recuerdos de sus padres. Era un momento privado, uno que nunca compartía con nadie más. Pero Flash, sabiendo que se enfrentaba a un futuro incierto, decidió seguirla desde la distancia.

Al llegar a la sala, vio cómo Twilight se detuvo frente a la ventana, mirando al cielo estrellado. Su mirada era intensa, pero distante, como si estuviera perdida en pensamientos que solo ella entendía.

Flash se acercó lentamente, sin interrumpir su momento, pero no pudo evitar hablar.

—¿Sabías que las estrellas también tienen secretos? —dijo, casi en un susurro.

Twilight se giró, sorprendida por su presencia, pero no parecía molesta. Más bien, parecía cansada.

—¿Qué secretos? —preguntó, sin dejar de mirar las estrellas.

—Que no todas las luces que brillan en el cielo están ahí para guiarnos. Algunas solo nos deslumbran para hacernos perder el rumbo. —Las palabras de Flash flotaron en el aire, cargadas de una verdad que ninguno de los dos podía evitar.

Twilight lo miró en silencio por un momento, como si pensara en lo que él había dicho. Finalmente, suspiró.

—Creo que esa es mi vida, ¿no? Solo busco un camino entre las sombras. —Sus palabras fueron casi una confesión.

Flash se acercó un poco más, colocando una pezuña sobre su hombro.

—No tienes que hacerlo sola, Twilight. Yo estoy aquí. No importa qué tan oscuras se pongan las cosas.

Por primera vez en mucho tiempo, Twilight permitió que su guardia bajara. Miró a Flash con una vulnerabilidad que no había mostrado antes.

—Gracias, Flash. No sé qué haría sin ti.

El silencio que siguió fue un momento de conexión, un breve respiro en medio de todo el caos que les esperaba. Pero ambos sabían que, aunque todo parecía ir de mal en peor, al menos no estaban solos.

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La vida en el castillo de Canterlot continuaba con su ritmo habitual, pero la atmósfera había cambiado desde aquella noche en la que Flash había acompañado a Twilight a la sala de las estrellas. Aunque nada había sido dicho en voz alta, ambos sabían que algo había cambiado entre ellos. Era como si una barrera invisible que había existido entre ellos desde el principio, comenzara a desvanecerse poco a poco, pero la sombra de las amenazas que acechaban el reino aún seguía vigente.

En las semanas siguientes, Flash comenzó a sentir la presión de las expectativas que Sombra había puesto sobre él. Mientras tanto, Twilight se mantenía ocupada con los preparativos para los eventos reales que se avecinaban, incluida una reunión crucial con los líderes de los otros reinos. A pesar de sus responsabilidades como princesa, parecía que todo se desmoronaba bajo el peso de las expectativas, tanto de los otros como las propias.

Flash, por su parte, había continuado con su doble vida: en la Guardia Real por fuera, pero sirviendo a Sombra en las sombras. Había mantenido su posición en el castillo, pero todo parecía estar a punto de explotar. En secreto, él sabía que cada vez más cerca de Twilight, se estaba acercando también al peligro. Aún no había hecho nada para traicionar su lealtad con ella, pero sentía la creciente presión de hacerlo, de cumplir con las demandas de Sombra.

Una noche, Flash se encontraba en su habitación, cuando una figura encapuchada apareció frente a él, casi como un susurro en la oscuridad.

—El tiempo se está acabando, Flash —dijo la voz, baja y cortante. Flash levantó la cabeza rápidamente, pero la figura había desaparecido tan rápido como había aparecido.

El próximo día, el reino estaba lleno de actividad. Los preparativos para el gran evento real, la Cumbre de Reinos, estaban en su punto más alto. A pesar de que Twilight había sido criticada por su desempeño como princesa, sus tías seguían confiando en ella, y eso le daba algo de alivio. Pero las tensiones estaban altas, y un mal paso podría significar el colapso de todo lo que ella había trabajado por mantener.

Esa misma tarde, mientras Twilight se preparaba para recibir a los mandatarios, Flash se acercó a ella en uno de los pasillos del castillo, con la intención de ofrecerle su apoyo.

—Twilight, necesitas descansar. —Sus palabras eran suaves, casi como un susurro, pero ella lo miró con una mezcla de sorpresa y molestia.

—No tengo tiempo para descansar, Flash. —Su voz era firme, pero Flash podía detectar la pequeña grieta de fatiga que había en su tono.

—Lo sé, pero no te olvides de ti misma en medio de todo esto. —Flash no podía evitar preocuparse por ella. Había algo en la forma en que sus ojos se apagaban poco a poco que lo inquietaba.

Sin embargo, Twilight se apartó de él, dándole la espalda.

—Tengo que prepararme, Flash. Los reinos dependen de mí.

El silencio entre ellos era pesado, pero Flash sabía que no podía presionar más. En su lugar, se alejó con una sensación de impotencia. La cumbre estaba a punto de comenzar, y ambos estaban atrapados en una red que los estaba ahogando poco a poco.

Esa noche, las luces del salón real brillaban intensamente mientras los líderes de los diferentes reinos se reunían para discutir temas cruciales para la paz y estabilidad de Equestria. Las conversaciones eran tensas, pero elegantes, y Twilight se encontraba en el centro de todo. Los ojos de los demás estaban fijos en ella, pero había algo que la hacía sentirse más aislada que nunca. A pesar de que estaba rodeada de gente, su corazón se sentía más solo que nunca.

Flash observaba desde las sombras. Estaba allí, en su rol oficial como guardia, pero su mirada no podía evitar ir hacia la figura de Twilight, que parecía más distante que nunca. Mientras los debates continuaban, él sintió que algo no estaba bien, como si el aire estuviera cargado de una energía peligrosa. Un escalofrío recorrió su espalda.

Fue entonces cuando todo sucedió.

En medio de una conversación tensa sobre las alianzas comerciales entre los reinos, Twilight de repente se quedó inmóvil. Un sudor frío apareció en su frente, y su rostro se tornó pálido. Flash, al notar su comportamiento extraño, se acercó rápidamente, sin que nadie lo viera.

—Twilight... —susurró, tocando suavemente su hombro.

Ella levantó la cabeza lentamente, sus ojos desorientados y vacíos. No era solo el estrés; algo mucho más profundo parecía estar sucediendo. Flash entendió al instante lo que pasaba. Un ataque de pánico. El miedo y la presión habían sido demasiados para ella.

Antes de que nadie pudiera reaccionar, Flash la sujetó firmemente, apartándola discretamente de la multitud. Su corazón latía rápidamente mientras la guiaba hacia una habitación privada cercana, lejos de las miradas curiosas.

Cuando llegaron a la habitación, Twilight se desplomó sobre una silla, cubriéndose el rostro con las manos. Flash cerró la puerta detrás de ellos, asegurándose de que no los escucharan.

—Twilight, respira. —Sus palabras eran suaves, pero firmes. Se acercó a ella y, con gentileza, le colocó las manos sobre sus hombros. —Todo va a estar bien. Sólo respira conmigo, ¿de acuerdo? Relájate.

Ella levantó la vista, su expresión mezclada entre la vergüenza y el alivio. En ese momento, todo el peso que llevaba sobre sus hombros parecía estar a punto de aplastarla, pero Flash estaba allí, un ancla en medio de la tormenta.

—Lo siento... no quería que nadie lo viera. —Su voz temblaba ligeramente, y Flash sintió una oleada de compasión hacia ella.

—No tienes que pedir disculpas. Todos tienen límites. No estás sola, Twilight. Estoy aquí para ti.

El tiempo parecía detenerse en ese momento, mientras ambos compartían una frágil quietud. La tensión en los ojos de Twilight desapareció poco a poco, y su respiración comenzó a normalizarse.

Poco después de que Twilight se recuperara, Flash estaba a punto de salir del castillo para regresar a su puesto en la guardia, cuando una figura apareció en la esquina del pasillo. Era Shinig, el espía al servicio de Sombra.

—Tienes poco tiempo, Flash. —Las palabras de Shinig eran cortantes y frías. —Sombra sabe lo que sucedió. No pienses que este incidente pasará desapercibido. La princesa tiene más debilidades de las que imaginas. Si no actúas pronto, todo se perderá.

Flash sintió una oleada de tensión recorrer su cuerpo. Sabía que Sombra no toleraría un retraso. Sin embargo, en ese momento, la verdad golpeó con fuerza: Sombra no solo quería a Twilight por su poder, sino por su vulnerabilidad. Flash estaba atrapado entre dos mundos, pero, tal vez, había algo más que podía perder.

-Brightss Sentry

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