Las Sombras en el Bosque
La lluvia del día anterior había dejado el bosque húmedo y cubierto de niebla, pero el refugio en la casa del árbol permanecía seco y seguro. Flash llegó temprano, todavía sintiendo el peso de la conversación con Shining Armor en la reunión. Mientras subía por la vieja escalera de madera, ya podía escuchar a Soarin refunfuñando sobre algo, seguramente una de las constantes bromas de Spitfire.
—¡Ya era hora, Flash! —gritó Soarin desde el interior apenas lo vio entrar—. Creí que la princesa te tenía fregando pisos otra vez.
—Cálmate, drama queen —se burló Spitfire, sentada en una esquina revisando un mapa del castillo que habían conseguido semanas atrás—. Seguro estaba ocupado jugando al héroe con su amada princesa. ¿O debería decir... la infiltrada favorita?
Flash les lanzó una mirada exasperada mientras dejaba su capa mojada sobre una silla improvisada.
—¿Podemos hablar de algo serio por una vez? —dijo, cruzando los brazos.
Spitfire alzó una ceja, notando su tono. —Wow, alguien está de mal humor. ¿Qué pasa, Flash?
—Reunión con el Capitán Shining Armor —respondió Flash mientras tomaba asiento. Sus compañeros lo miraron con atención; incluso Soarin, quien siempre parecía distraído, ahora lo observaba con seriedad—. Hay sospechas de que hay un infiltrado entre los guardias.
—¿Y qué tan cerca están de descubrir algo? —preguntó Spitfire, dejando el mapa a un lado.
—No lo sé. —Flash pasó una mano por su cabello, frustrado—. Pero están en alerta máxima. Están vigilando a todos, revisando movimientos, interrogando guardias al azar. Si damos un paso en falso, esto se acaba para nosotros.
—Eso no es bueno —comentó Soarin, apoyando la espalda contra la pared con un suspiro—. ¿Y qué piensas hacer?
—Seguir como hasta ahora —respondió Flash, encogiéndose de hombros—. Ser el perfecto guardia real, seguir ganándome la confianza de Twilight y mantenerme lejos de cualquier sospecha.
Spitfire lo observó detenidamente, con los ojos entrecerrados. —¿Y qué tan lejos estás dispuesto a llegar con eso?
Flash la miró, irritado. —¿Qué quieres decir?
—Por favor, Flash. —Spitfire se inclinó hacia adelante—. No somos tontos. Te hemos visto. Has estado más... "cercano" a la princesa de lo que planeamos originalmente.
—No es como si tuviera opción. Es parte de la misión. —Flash evitó su mirada, sintiendo una incomodidad creciente.
—¿Parte de la misión, eh? —Soarin soltó una risa sarcástica—. Claro, porque robarle besos y hacerla reír a carcajadas es totalmente "estratégico".
—¡Eso no es lo que pasa! —Flash levantó las manos en defensa, aunque su rostro lo delataba.
Spitfire chasqueó la lengua, impaciente. —Mira, Flash, no me importa si tienes sentimientos por ella o no. Lo que me importa es que te mantengas enfocado. No podemos permitirnos errores, especialmente ahora que están buscando infiltrados.
Hubo un silencio incómodo en la habitación. Finalmente, Flash asintió. —Lo sé. Haré lo que sea necesario para que esto funcione. Pero necesito que ustedes también se muevan con cuidado. No podemos darnos el lujo de que nos relacionen entre nosotros.
—No te preocupes por nosotros, héroe —dijo Soarin, cruzando los brazos—. Hemos estado en esto tanto como tú. No vamos a arruinarlo.
—De acuerdo. —Flash se levantó, mirando a sus amigos—. Entonces sigamos con el plan. Yo continuaré trabajando desde dentro, pero quiero que ustedes se enfoquen en averiguar cualquier cosa que puedan sobre las sospechas de Shining Armor. Si tienen alguna pista de lo que saben, avísenme de inmediato.
—Entendido —respondió Spitfire con un gesto serio, volviendo a tomar el mapa.
Soarin, por otro lado, no pudo evitar lanzar un comentario más. —Solo trata de no distraerte demasiado con tu princesa.
Flash le lanzó una mirada que podría haber derretido hielo, pero decidió no responder. En el fondo, sabía que sus compañeros tenían razón. No podía permitirse errores.
Mientras abandonaba el refugio y volvía al castillo, la niebla en el bosque pareció espesarse, reflejando el caos en su mente. El tiempo estaba en su contra, y cada día la línea entre la misión y sus sentimientos se volvía más borrosa.
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La casa del árbol estaba en penumbra cuando Flash llegó, sus pasos resonando en la madera húmeda. Spitfire y Soarin ya estaban ahí, ambos con expresiones tensas. La presión del tiempo empezaba a pesar sobre los tres. Quedaban solo unos pocos meses antes de que Sombra hiciera realidad su amenaza, y ninguno estaba más cerca de cumplir la misión de lo que habían estado al principio.
—Bueno, ¿qué tienes para nosotros? —preguntó Spitfire, recargada contra la pared, con los brazos cruzados.
Flash se quitó la capa empapada y suspiró, dejando caer su peso en una de las sillas improvisadas. Su expresión era una mezcla de triunfo y tensión.
—Encontré la Cámara de las Estrellas.
Ambos compañeros lo miraron incrédulos. Soarin, quien siempre parecía más relajado, dejó de juguetear con un cuchillo que tenía en las manos.
—¿Qué? —exclamó, enderezándose—. ¿Dónde?
Flash los miró con seriedad antes de responder.
—No es un cuarto oculto en los niveles bajos del castillo, como creíamos. Tampoco está en las torres abandonadas. La verdadera Cámara de las Estrellas... es la habitación de Twilight.
Un silencio pesado cayó en la habitación. Spitfire fue la primera en reaccionar, golpeando la mesa con la palma de la mano.
—¿Qué estás diciendo? —preguntó, la incredulidad clara en su voz—. ¿Cómo puede ser su habitación?
—Tiene sentido, si lo piensas —dijo Flash, manteniendo la calma—. Es el lugar donde siempre va cuando quiere estar sola, donde se siente más conectada con las estrellas. Es ahí donde guarda los secretos más importantes.
Soarin frunció el ceño. —¿Y cómo estás tan seguro?
—Lo confirmé hace unas noches —dijo Flash—. Encontré pistas en algunos documentos antiguos en la biblioteca. El hechizo que protege la Cámara no está en una puerta o un cofre. Es un vínculo emocional con el lugar, algo que solo ella puede desactivar. Y como ya tengo acceso a esa habitación, estamos más cerca que nunca.
Spitfire lo observó con una mezcla de preocupación y desconfianza. —¿Y planeas robar algo de allí mientras duermes en su confianza?
—Eso era el plan, ¿no? —respondió Flash con un tono sarcástico, aunque sus palabras cargaban una incomodidad que no podía disimular.
Antes de que alguien pudiera responder, un viento frío barrió el interior de la casa del árbol. Las sombras en la habitación parecieron alargarse, y una presencia opresiva llenó el aire. Los tres se tensaron al instante, instintivamente poniéndose en guardia.
Desde la penumbra, Sombra apareció, su figura envuelta en un aura oscura y amenazante. Sus ojos brillaban con malevolencia, y su voz resonó como un trueno.
—Veo que finalmente tienen algo útil que decirme.
Soarin y Spitfire retrocedieron instintivamente, mientras Flash mantenía su posición, aunque el miedo era evidente en su rostro.
—¿Qué quieres, Sombra? —preguntó Spitfire con valentía, aunque su voz temblaba ligeramente.
Sombra sonrió, una mueca fría y cruel. —Lo que siempre he querido: resultados. He sido paciente con ustedes, pero el tiempo se agota. Tienen solo unos meses para entregarme la corona, o enfrentarán las consecuencias de su fracaso.
—Estamos cerca —dijo Flash rápidamente, intentando calmar la tormenta que se avecinaba—. Ya sé dónde está la Cámara de las Estrellas.
Los ojos de Sombra se entrecerraron, evaluando a Flash. —¿Y por qué no tengo la corona en mis manos?
—No es tan simple como parece —intervino Soarin, tomando aire para enfrentarse al tirano—. El acceso está protegido por un vínculo emocional con la princesa. No podemos simplemente irrumpir y tomarla.
—Entonces encuentren la forma —gruñó Sombra, su tono cargado de amenaza—. No me interesan sus excusas.
Sombra dio un paso adelante, y las sombras parecieron retorcerse a su alrededor. —Recuerden esto: si no cumplen su misión a tiempo, no solo ustedes pagarán el precio. Sus vidas, las de sus seres queridos... todo lo que les importa será destruido.
La amenaza era clara y aterradora. Sin darles tiempo para responder, Sombra se desvaneció en un torbellino de oscuridad, dejando tras de sí un frío que pareció impregnarse en los huesos de los tres.
El silencio que siguió fue pesado. Spitfire fue la primera en hablar, su voz apenas un susurro. —Estamos en problemas.
Flash asintió, su mente ya trabajando a toda velocidad. Sabía que el tiempo se agotaba, pero también sabía que cada paso que daba lo acercaba más a una línea que no estaba seguro de querer cruzar.
-Brightss Sentry.
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