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La Princesa de las Sombras

El castillo estaba en ebullición. Sirvientes, guardias y asistentes corrían por los pasillos, ultimando los preparativos para la cumbre real. Los emblemas de los reinos adornaban las paredes, y el aire estaba cargado de tensión.

Flash cumplía con su deber como parte de la guardia, pero su atención estaba puesta en Twilight. Desde que llegó al castillo, había notado cómo la princesa lidiaba con la presión constante, aunque siempre mantenía una fachada de calma. Sin embargo, hoy algo se sentía diferente.

Mientras realizaba su ronda, escuchó la conversación de dos guardias cerca de la entrada principal.

—Es un misterio por qué invitan a la princesa Twilight a estas cosas. —El tono del primero estaba cargado de burla.
—Tal vez porque necesitan rellenar el asiento. Todos saben que es la princesa menos... bueno, ya sabes.
—Ineficiente, ¿verdad? —se rió el segundo. —Es más una bibliotecaria glorificada que una líder.

Flash apretó los dientes, sintiendo una rabia creciente. ¿Así hablaban de ella? No podía creerlo. Para él, Twilight era mucho más de lo que esas palabras reflejaban: una líder meticulosa, una figura fuerte, aunque reservada, que cargaba más de lo que cualquiera sabía.

El salón principal brillaba con el esplendor de las cortes reunidas. Los líderes de los dragones, los grifos y los demás reinos estaban presentes, acompañados de séquitos lujosos y guardias de élite. Twilight ocupaba su lugar junto a Celestia, Luna y Cadance. Su expresión era serena, pero Flash, desde su puesto en la entrada, percibió algo distinto en ella: una rigidez que no era común.

Mientras observaba, los murmullos entre los asistentes eran inevitables.

—¿Por qué siempre parece tan distante?
—Dicen que es porque nunca estuvo hecha para ser princesa.
—Qué vergüenza, Celestia debería haber representado a Equestria en su lugar.

Flash cerró los ojos, intentando contener la irritación. Las palabras se sentían como un veneno, aunque no iban dirigidas a él.

Cuando Twilight dejó su asiento y se retiró hacia una sala privada, él no pudo evitar seguirla. Algo en su instinto le decía que ella no estaba bien.

Caminando por el corredor, Flash escuchó un sonido extraño: respiraciones rápidas, entrecortadas, como si alguien estuviera luchando por controlar el aire. Aceleró el paso y la vio, apoyada contra la pared, con una pezuña en el pecho, sus ojos desorbitados mientras trataba de calmarse.

—¿Princesa? —llamó en voz baja, cuidando de no asustarla.

Twilight levantó la mirada, con un destello de sorpresa y vergüenza.

—No... no tienes que estar aquí. —Su voz era débil, pero su tono aún intentaba ser autoritario. —Vete.

Flash se acercó lentamente, manteniendo una distancia respetuosa.

—No puedo dejarte así. —Sus palabras eran firmes, pero tranquilas.

—Estoy... bien —insistió, aunque su respiración seguía fuera de control. Sus piernas temblaban ligeramente, y parecía a punto de derrumbarse.

—No lo estás —respondió Flash, suavizando su tono. —No tienes que hacer esto sola.

Twilight apartó la mirada, mordiéndose el labio inferior mientras intentaba recomponerse.

—¿Sabes lo que dicen de mí, verdad? —preguntó finalmente, su voz apenas audible. —Que no soy suficiente, que soy... un fracaso como princesa.

Flash dio un paso más cerca.

—Ellos no saben lo que haces todos los días. No saben cuánto cargas. Es fácil hablar cuando no tienen tus responsabilidades.

Twilight dejó escapar una risa amarga, aunque sus ojos brillaban con lágrimas contenidas.

—No importa lo que yo haga. Siempre será lo mismo. Siempre seré la princesa que no encaja.

Flash vaciló un momento antes de hablar.

—Tal vez no puedo cambiar lo que otros piensan, pero puedo decirte lo que yo veo. —Hizo una pausa, asegurándose de que sus palabras llegaran a ella. —Veo a alguien que se preocupa por su gente, que trabaja más duro que nadie, y que sigue adelante, incluso cuando el mundo entero parece estar en su contra. Eso no es debilidad. Es fuerza.

Twilight lo miró por un momento largo, como si estuviera evaluando la sinceridad en sus palabras. Pero antes de que pudiera responder, un asistente apareció al final del pasillo, llamándola para regresar al salón.

—Gracias, Flash. —Su tono seguía siendo distante, pero había algo nuevo en su mirada: una chispa de gratitud que no podía ocultar.

Esa noche, Flash fue llamado al despacho del capitán de la guardia. Shining Armor lo recibió con una expresión seria.

—Sé lo que ocurrió hoy con Twilight —comenzó. —Y quiero que entiendas algo.

Flash se tensó, esperando algún tipo de reprimenda, pero el tono de Shining se suavizó.

—Twilight siempre ha sido increíblemente talentosa, pero también muy exigente consigo misma. —Suspiró, como si pesaran los recuerdos. —Desde que era una potra, siempre sintió que tenía que probar su valor. Nunca ha sido fácil para ella confiar en otros, ni admitir cuando necesita ayuda.

Flash asintió, procesando lo que estaba escuchando.

—Hoy la ayudaste en un momento difícil, y por eso te lo agradezco. Pero quiero que entiendas que ganar su confianza será un desafío. Si decides seguir adelante, necesitarás paciencia.

—Lo entiendo —respondió Flash, con más convicción de la que esperaba.

Shining lo observó por un momento antes de continuar.

—También quería hablarte sobre algo más. Creo que tienes el potencial para algo más grande en la guardia. Por eso, quiero invitarte a considerar unirte a la academia avanzada. Entrenamos a los mejores ahí. Y creo que podrías ser uno de ellos.

Flash sintió una mezcla de orgullo y conflicto interno. Esto podría ser una oportunidad para ganar más información para Sombra, pero también significaba estar más cerca de Twilight, lo cual complicaba aún más sus sentimientos.

—Lo pensaré —respondió finalmente.

Shining asintió.

—Tómate tu tiempo, pero no olvides que la guardia necesita ponis como tú.

Cuando Flash salió del despacho, sus pensamientos eran un caos. ¿En qué lado realmente estaba? Mientras caminaba hacia su habitación, recordó la mirada vulnerable de Twilight, y supo que su misión ya no era tan clara como lo había sido al principio.

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(Punto de vista de Twilight Sparkle)

El salón estaba lleno de nobles y dignatarios de todos los rincones del mundo. La cumbre real, siempre un evento de gran importancia, se celebraba en el castillo de Canterlot, y mi presencia se sentía casi como un peso más que una gloria. Los murmullos de los asistentes eran un constante recordatorio de los rumores que circulaban sobre mí, rumores que sabía existían, aunque nunca había querido enfrentar directamente.

En la mesa principal, me sentaba entre mis tías, Celestia, Luna, y Cadance. Aunque estábamos unidas por lazos de familia, a menudo sentía que, en este contexto, mi lugar era más una formalidad que una representación real. Mientras mis tías radiaban confianza y sabiduría, yo no podía evitar sentirme pequeña. Mis ojos recorrían el salón, notando las miradas, algunas curiosas, otras indiferentes, y otras llenas de desaprobación.

—Twilight, querida, ¿cómo te sientes? —me preguntó Cadance en un tono suave, sin dejar de sonreír mientras tomaba un sorbo de su bebida.

Su sonrisa me dio algo de consuelo, pero su pregunta me hizo sentir aún más fuera de lugar. ¿Cómo me sentía? Apretada, atrapada, como si todo el mundo estuviera esperando algo de mí, pero yo no sabía qué era lo que se esperaba.

—Estoy bien, Cadance. Solo... nerviosa. —Lo dije con una sonrisa forzada, aunque mi corazón latía más rápido de lo que me gustaría admitir.

Cadance me miró con suavidad, como si quisiera preguntarme más, pero no lo hizo. Sabía que mi orgullo me impedía mostrar vulnerabilidad. Celestia, por su parte, estaba completamente absorta en las conversaciones diplomáticas con los demás monarcas, mientras Luna parecía ajena a todo lo que sucedía fuera de sus propios pensamientos.

Sentía un nudo en el estómago, pero mantuve mi postura firme. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, los murmullos se volvían más pesados, más incómodos. Era como si cada palabra que se decía me pesara en los hombros. Los comentarios que escuchaba a lo lejos me llegaron más fuertes de lo que esperaba.

—¿Por qué no invitan a Celestia para representar a Equestria? Dicen que Twilight no es capaz.
—Nunca está rodeada de ponis, ¿verdad? Siempre sola.
—Parece que la princesa Twilight no tiene lo que se necesita para ser una líder.

Las palabras me perforaron el corazón, pero intenté mantener la compostura. Sin embargo, sentí que algo dentro de mí se rompía. ¿Qué pasaba conmigo? ¿Por qué me sentía tan ajena a todo esto?

El momento de la ceremonia terminó finalmente, y pude retirarme al pasillo para tomar un respiro. No podía seguir adelante con esa sensación de ser una farsa. Necesitaba estar sola, alejarme del ruido, de las miradas.

Caminé por los pasillos, mis pensamientos nublados por la ansiedad, hasta que encontré un rincón tranquilo. Me apoyé contra la pared, mi respiración cada vez más agitada. La sensación de claustrofobia se apoderó de mí. ¿Por qué no podía soportarlo? ¿Por qué no podía ser como las demás princesas, tan seguras de sí mismas y de su papel?

—¿Por qué no soy suficiente? —murmuré para mí misma.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, y dejé que cayeran sin resistencia. De pronto, una voz me sacó de mis pensamientos.

—¿Princesa?

Me giré rápidamente, y al ver a Flash Sentry de pie frente a mí, sentí una mezcla de sorpresa y vergüenza. Él me miraba con una expresión de preocupación genuina, algo que no estaba acostumbrada a recibir.

—Flash... —susurré, intentando controlar mi respiración. No quería que me viera así, pero ya era demasiado tarde.

—No estoy bien. —Mi voz quebró al decirlo. Flash dio un paso hacia mí, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que alguien realmente se preocupaba por lo que estaba pasando por mi mente.

—No tienes que hacer esto sola, Twilight. —Sus palabras fueron suaves, pero cargadas de sinceridad.

Intenté apartarme, tratando de esconder mi debilidad, pero él se acercó aún más. Mi orgullo me decía que debía rechazarlo, que debía mantenerme fuerte como siempre, pero sus palabras me hicieron pensar por un momento que tal vez no tenía que ser perfecta todo el tiempo.

—¿Sabes lo que dicen de mí? —pregunté, la amarga verdad saliendo de mis labios sin poder evitarlo. —Dicen que soy inútil, que no soy lo que se espera de una princesa.

Flash se quedó en silencio un momento, observándome con una intensidad que me hizo sentir vulnerable de una manera que nunca había experimentado antes.

—Eso no es cierto —respondió finalmente, con una calma que me sorprendió. —No importa lo que digan los demás. Yo sé lo que haces por tu gente, y lo que has hecho por Equestria. Eso no se puede medir con palabras vacías.

Por un instante, sentí que algo dentro de mí se aflojaba. Quizás no era tan inútil como pensaba. Tal vez no necesitaba cargar con todo el peso sola.

Antes de que pudiera responder, escuchamos pasos acercándose, y supe que no podía quedarme más tiempo. Tenía que regresar al salón.

—Gracias, Flash —le dije, mi voz un poco más serena, pero aún tensa.

Él asintió, con una mirada de comprensión, aunque se despidió rápidamente, dejándome en el pasillo para recuperar mi compostura.

Después de todo lo sucedido, me dirigí a una sala privada para tomar un respiro. Mis tías, Celestia y Luna, estaban ahí, junto con Cadance, y todas se acercaron a mí con expresiones de preocupación.

—Twilight, querida, ¿todo bien? —preguntó Luna, con una mirada que denotaba amor.

—Estoy bien, tía Luna. Solo... he tenido un día largo. —Sonreí de forma forzada, intentando ocultar la vulnerabilidad que aún sentía.

Cadance se acercó y me puso una pezuña sobre el hombro.

—Sabes que nos tienes a nosotras, ¿verdad? No tienes que cargar con todo sola.

Yo la miré, agradecida pero también algo avergonzada. Nunca me había permitido ser tan abierta con ellas.

—Lo sé, Cadance. Es solo que... a veces siento que no soy suficiente.

Celestia, siempre la voz de la sabiduría, se acercó con una sonrisa cálida.

—Twilight, siempre has sido suficiente. El peso de un reino no se lleva solo con habilidades de liderazgo. A veces, lo que más necesita Equestria es un corazón como el tuyo.

Sentí que las lágrimas se acumulaban de nuevo en mis ojos, pero esta vez era diferente. No era tristeza, sino una sensación de alivio. Mis tías estaban aquí, y no importa lo que los demás dijeran, yo sabía que tenía un lugar en su corazón.

Mientras me abrazaban, me di cuenta de algo importante. No tenía que ser perfecta. Y, a veces, la vulnerabilidad no era una debilidad, sino una parte natural de ser quien soy.

Esa noche, después de todo lo ocurrido, mi hermano Shining Armor me invitó a su despacho. Nos sentamos juntos en silencio antes de que él comenzara a hablar.

—Twilight, hay algo que quiero que sepas. —Su tono era serio, pero lleno de cariño. —Sé que no siempre es fácil ser tú. Sabes que siempre estaré aquí para ti, ¿verdad?

Asentí, sintiéndome más ligera al escuchar sus palabras.

—Lo sé, hermano. A veces siento que no estoy a la altura de las expectativas, pero... —hice una pausa—, hoy algo cambió.

Shining Armor sonrió con orgullo.

—No necesitas ser siempre la princesa perfecta. Lo que importa es que sigas siendo la Twilight que todos amamos.

Regresé a mi habitación luego de la cumbre, sintiendo el peso de cada uno de los nobles sobre mi.

-Brightss Sentry

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