La Confesión de Twilight
La noche había caído sobre el castillo, y las luces suaves de los candelabros iluminaban los pasillos del Palacio Real. La gran sala de la torre, donde Twilight solía retirarse para encontrar algo de paz, estaba vacía, con solo el sonido suave del viento golpeando las ventanas altas. Flash Sentry, que había estado allí durante toda la tarde, estaba en silencio, observando cómo Twilight, aunque distante, parecía más relajada de lo que había estado en días.
Por primera vez en mucho tiempo, ella no estaba atrapada entre montones de papeles ni presionada por los deberes de su título. Esa noche, algo en el aire era diferente. Quizás era la calma que se sentía a su alrededor, o tal vez era la forma en que Flash la había hecho sentir más humana en su cercanía. Algo en su presencia la tranquilizaba.
Era extraño para Twilight. Aunque no podía negar que había comenzado a confiar en él, incluso más de lo que hubiera querido, había algo en él que parecía entenderla sin necesidad de palabras. Flash no la veía solo como la princesa. Para él, ella era simplemente Twilight. Y eso, aunque a veces le asustaba, también la hacía sentirse... menos sola.
—Flash —dijo, girándose hacia él, rompiendo el silencio de la habitación—. Hay algo que quiero contarte.
Flash levantó la vista de su asiento, sorprendida por la seriedad en la voz de Twilight. No era como si él no estuviera acostumbrado a la seriedad, pero el tono suave y grave que tenía ella esta vez lo hizo entender que algo importante estaba a punto de suceder.
—¿De qué se trata? —preguntó, poniendo la mirada atenta, como si realmente comprendiera que esta era una conversación que no debía interrumpir.
Twilight caminó hacia la ventana, mirando el paisaje iluminado por la luna, antes de hablar nuevamente.
—Es algo que nunca le he contado a nadie —dijo, su voz vacilando ligeramente al principio, como si dudara de si debía seguir hablando. —Es sobre... mis padres.
Flash observó el cambio sutil en su expresión. Sabía que Twilight nunca hablaba de ellos, o al menos no abiertamente. La princesa de la amistad, la brillante y competente líder que todos conocían, siempre parecía llevar una máscara de seguridad, pero esa tarde, algo en ella se desmoronó.
—Mis padres fueron asesinados cuando yo era muy joven. —Twilight miró hacia el suelo mientras las palabras fluían de su boca con más facilidad de lo que había imaginado. Su tono se volvió más sombrío, más pesado. —Un grupo terrorista atacó nuestro castillo. No fue un ataque común; fue planeado y ejecutado con precisión. Ellos querían derrocar al reino. Quisieron enviar un mensaje, y mi familia fue el blanco.
Flash no pudo evitar dar un paso más cerca de ella, pero se quedó en silencio, esperando que continuara.
—Recuerdo haber estado en mi habitación aquella noche. Escuchaba los gritos, las explosiones, el sonido de los guardias intentando defendernos, pero todo fue inútil. Cuando salí de mi habitación, mis padres ya no estaban. No pude hacer nada. —Su voz se rompió por un momento, pero ella rápidamente recobró el control. —Me llevaron a un lugar seguro, y en poco tiempo, el consejo real asumió el control.
Twilight dejó de hablar por un momento, como si las palabras aún estuvieran demasiado frescas en su mente. Flash observó en silencio, sintiendo una profunda empatía por lo que ella había vivido. Pero su mirada seguía fija en la princesa, sin juzgarla, sin apresurarse. Solo escuchaba, lo cual era lo que más necesitaba.
—A partir de ese momento, el consejo real me crio. Fueron ellos quienes me enseñaron todo lo que sé sobre liderazgo, sobre el reino y su funcionamiento. Pero... —Twilight suspiró profundamente, apartando su mirada del paisaje. —Nunca tuve una infancia normal. No pude jugar, no pude ser una niña como todos los demás. A veces, siento que me robó todo... todo lo que pudo haber sido mi vida.
Flash podía ver cómo la princesa, la misma que siempre había estado llena de sabiduría y control, ahora estaba vulnerable. Sus ojos mostraban la tristeza que siempre había mantenido oculta. Ella había perdido a sus padres a una edad tan temprana, y en lugar de ser apoyada por su familia, fue empujada a un mundo de responsabilidades que no comprendía del todo.
—Eso debe haber sido increíblemente difícil... —dijo Flash, su voz más suave ahora, con la empatía marcando cada palabra.
Twilight asintió, pero su rostro no mostraba llanto, solo una melancolía profunda.
—Lo fue. —Luego sonrió débilmente, mirando a Flash. —Y aquí estoy ahora, siendo vista por todos como la siguiente en la línea de sucesión, pero lo cierto es que... no sé si puedo estar a la altura.
Flash, sintiendo que ahora estaba viendo a la verdadera Twilight, la joven detrás de la princesa, dio un paso más cerca y con una voz tranquila dijo:
—Lo eres. Todo lo que has hecho hasta ahora lo demuestra. No necesitas ser perfecta, solo ser tú misma.
Twilight lo miró a los ojos, sorprendida por la sinceridad de sus palabras. Por un momento, se sintió menos pesada, como si la carga que había llevado durante tanto tiempo fuera un poco más ligera. Y aunque en su interior todavía sentía que había mucho por hacer, algo en la manera en que Flash la miraba la hacía sentir... menos sola en esa lucha.
—Gracias, Flash —susurró ella, con una calidez que raramente dejaba salir. Fue la primera vez que realmente le dio las gracias por algo más que un favor trivial. —No sé qué haría sin ti.
Flash sonrió, notando la vulnerabilidad en ella, pero también la fortaleza que aún llevaba dentro. Con un tono juguetón, que ya era casi una costumbre entre ellos, dijo:
—¿Quieres que te ayude a aliviar esa carga, princesa? Quizás podamos encontrar un momento para relajarnos un poco.
Twilight, aún un tanto tocada por la conversación, levantó una ceja, como si intentara volver a su rol de princesa seria.
—¿No será que estás aprovechando mi vulnerabilidad, Flash?
—¡Nunca! —respondió él rápidamente, sonriendo con su típico descaro, pero su voz ahora también mostraba un toque genuino. —Solo soy yo, tratando de hacerte sonreír un poco.
Twilight no pudo evitar soltar una pequeña risa, algo que había sido raro en los últimos años. Y, por primera vez, se sintió algo aliviada. Con Flash, podía ser más que solo la princesa. Podía ser Twilight.
—Creo que nunca me había reído tanto en toda esta semana. —dijo ella, todavía con una sonrisa tímida.
—Bueno, eso se puede arreglar —respondió Flash con una sonrisa triunfante—. Y en cuanto a tu carga, princesa... no tienes que cargarla sola. No mientras yo esté cerca.
Y aunque la noche siguió su curso, algo en el aire había cambiado. Twilight había abierto su corazón, dejando atrás las sombras del pasado y abriendo una nueva puerta a la amistad, a la confianza. Y Flash, aunque sabía que su misión seguía en pie, sentía que, al menos por ahora, había algo más grande en juego.
La habitación seguía en silencio, y la luz de la luna se deslizaba a través de las ventanas altas, bañando todo con una suave neblina plateada. Flash Sentry permanecía junto a Twilight, la princesa que nunca había dejado de sorprenderlo. En un solo momento, ella había compartido una parte profunda de sí misma que pocos conocían. Aquel instante, aunque fugaz, hizo que Flash reflexionara sobre su propia vida, un sentimiento que rara vez dejaba salir.
A pesar de todo lo que había oído, de las historias que había conocido sobre la gran princesa, había algo en ella que lo hacía sentir identificado. Twilight no solo era una figura distante para él; ahora entendía la tristeza que llevaba consigo, el peso de ser alguien destinado a algo más grande que ella misma, alguien forzada a madurar demasiado rápido. En cierto modo, la historia de Twilight le recordaba a la suya.
Él también había tenido que crecer rápido, pero de una manera muy diferente.
Flash siempre había sido un ladrón, un joven que vivía en las sombras, robando para sobrevivir, para no ser atrapado en un mundo que no le ofrecía otra opción. Había estado solo, sin la estructura de un consejo real, sin la compañía de una familia. Solo había tenido su astucia y sus propios reflejos para depender de ellos. Esa vida, aunque había elegido mantenerla oculta, le había marcado profundamente. Las decisiones que había tomado, los riesgos que había corrido, siempre con la sensación de que no tenía otra salida, pero siempre sin olvidar que no era un camino digno.
Aquel pensamiento lo abrumaba, pero Flash no podía revelarle la verdad a Twilight. La veía allí, con sus ojos brillantes, y sentía que, en algún momento, ella lo descubriría. Si ella sabía todo lo que él había hecho, ¿lo seguiría mirando de la misma manera? ¿Lo seguiría viendo como un amigo, como alguien en quien puede confiar?
"¿Lo entendería?" pensó Flash, con una sensación de duda atravesando su mente.
Al parecer, no estaba listo para compartir esa parte de su vida con ella, no aún. Pero, aunque no le decía nada, sus pensamientos seguían rondando mientras ella lo miraba, inconsciente de la tormenta interna que se desataba en él.
—Flash, ¿estás bien? —preguntó Twilight, con una ligera inquietud en su voz. Notó que él había quedado en silencio durante unos momentos más largos de lo habitual.
Flash levantó la cabeza, como si se hubiera despertado de un sueño profundo. Miró a Twilight y sonrió, aunque con una leve tristeza en los ojos.
—Sí, claro. Solo estaba pensando... —dijo, intentando disimular el peso de sus pensamientos con un tono casual.
Twilight, que ya lo conocía lo suficiente como para saber que no siempre compartía todo, no insistió. Solo lo miró en silencio, su rostro serio pero amable, como siempre. No podía evitar notar la diferencia entre lo que él mostraba y lo que sus ojos dejaban entrever. Aunque él fuera un enigma, ella confiaba en él.
—¿Sabes? —dijo Flash después de unos segundos, cambiando el tema, pero con un toque de complicidad—. Me parece que en cierta manera, ambos hemos tenido que cargar con responsabilidades que no elegimos.
Twilight frunció el ceño, sorprendida por lo que acababa de decir.
—¿Responsabilidades? ¿A qué te refieres?
Flash se pasó una pata por el cuello, una sonrisa juguetona en sus labios. Pero detrás de esa sonrisa, había algo más. Un tono de melancolía, quizás.
—Bueno, tú eres princesa, ¿verdad? Tienes todo el reino esperándote para que tomes las riendas. Eso no debe ser fácil.
Twilight lo miró, pensativa. Era cierto que ser princesa no había sido algo que hubiera elegido, pero había sido su destino. Sin embargo, no esperaba que Flash lo notara tan fácilmente.
—Sí, no es fácil —admitió ella, mirando hacia la ventana—. A veces siento que el peso es demasiado, que todos esperan que siempre esté a la altura. Pero no sé si siempre quiero esto. O si alguna vez tuve la oportunidad de elegir.
Flash se acercó lentamente a la ventana, sin dejar de mirarla, como si le hablara de algo mucho más personal.
—Yo... también sé lo que es tener que hacer cosas que no quieres hacer. A veces la vida te pone en situaciones en las que no puedes elegir, solo tienes que seguir adelante. A veces no importa lo que sientas, solo tienes que hacerlo.
Twilight lo observó con atención, sin saber del todo qué pensar. Había algo en sus palabras, algo que no estaba completamente claro, pero que a la vez la hacía sentir que él entendía de una manera que no esperaba.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó con curiosidad, casi como si hubiera tocado una fibra sensible.
Flash suspiró, sintiendo un nudo en su estómago. "¿Debo decirle? ¿Ser honesto con ella ahora?" La respuesta siempre era la misma: no.
—Digamos que he pasado por... algunas cosas, pero nada que compare con lo que tú has tenido que enfrentar, princesa. —Flash se permitió una pequeña broma, tratando de desviar la atención. Pero la mirada de Twilight era penetrante. Ella no era tonta.
Twilight no presionó más. En cambio, sonrió suavemente, como si aceptara que había más en él de lo que mostraba.
—Me haces pensar que tal vez no soy la única que ha tenido que cargar con algo pesado —dijo Twilight, su tono más suave que antes.
Flash sonrió de vuelta, aunque había una tristeza latente en sus ojos, algo que aún no podía compartir con ella.
—Sí, parece que ambos tenemos nuestras propias batallas internas. Pero no importa cuán pesadas sean, siempre podemos encontrar un momento para respirar. Para un poco de alivio.
Twilight asintió, mirando a Flash como si por fin entendiera algo que no había comprendido antes. La conexión entre ellos no era solo por las palabras que compartían, sino por la comprensión silenciosa que ambos se ofrecían.
En ese momento, Flash comprendió algo. Quizás no necesitaba contarle todo a Twilight. Quizás ella ya entendía más de lo que él pensaba. Y aunque no podía revelarle su verdadera identidad, sabía que, de alguna forma, ellos compartían algo mucho más importante: la empatía mutua.
Flash miró hacia el horizonte, hacia la luna que brillaba con fuerza. Y mientras la noche continuaba, él decidió que, al menos por ahora, su secreto seguiría guardado. Lo que sí podía hacer era seguir apoyando a Twilight, como ella lo había hecho por él.
Ambos se quedaron allí, en silencio, pero con la certeza de que sus vidas se entrelazaban de formas que ni ellos mismos podían prever.
-Brightss Sentry
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