Confusiones en la Oscuridad
La luna brillaba alta en el cielo, proyectando su pálida luz sobre el castillo de Canterlot. Flash Sentry caminaba por los pasillos vacíos, sus pasos resonando en las paredes de mármol. Había terminado su turno de guardia hacía horas, pero no podía dormir.
El peso de todo lo que llevaba encima se hacía cada vez más insoportable: la amenaza de Sombra, la misión imposible, las expectativas de Shining Armor y, sobre todo, su relación con Twilight. Cada vez que pensaba en ella, su mente se dividía en dos. Una parte le recordaba que estaba usando su cercanía para cumplir con su objetivo; la otra, en cambio, no podía evitar admirarla de una manera genuina.
Flash suspiró, deteniéndose frente a una de las grandes ventanas del castillo. Desde allí podía ver las luces de la ciudad de Canterlot extendiéndose como un océano de estrellas. "¿En qué me estoy convirtiendo?", pensó, frotándose las sienes.
—¿Flash?
El sonido de su voz lo hizo girarse de golpe. Twilight estaba de pie detrás de él, con un libro flotando a su lado gracias a su magia. Su cabello estaba un poco desordenado, como si hubiera salido de su estudio en plena investigación.
—Princesa. —Flash se enderezó, adoptando automáticamente su postura de guardia.
—¿Qué haces aquí tan tarde? —preguntó ella, acercándose un poco más. Había una leve preocupación en su mirada, aunque trataba de disimularla.
Flash se relajó un poco, mirando nuevamente por la ventana.
—No podía dormir. Supongo que tengo demasiadas cosas en la cabeza.
Twilight lo estudió por un momento antes de dejar que el libro flotara a un lado, cerrándose con un suave chasquido.
—¿Algo en particular?
Flash dejó escapar una risa baja, casi amarga.
—Demasiadas cosas para enumerarlas. Pero... nada que una princesa deba preocuparse.
Twilight frunció ligeramente el ceño, cruzándose de brazos.
—No me subestimes, Flash. He lidiado con problemas más complicados que escuchar las preocupaciones de alguien.
Él se giró hacia ella, sorprendido por su tono directo. Había algo en la forma en que lo miraba, como si realmente le importara lo que estaba pasando por su mente.
—Es solo que... a veces siento que estoy atrapado. Como si estuviera caminando por una cuerda floja, y cada paso me acercara más a caer. —Su voz era baja, casi un susurro.
Twilight lo observó en silencio por un momento antes de dar un paso más cerca. Ahora estaba lo suficientemente cerca como para que Flash pudiera notar el leve brillo en sus ojos.
—Es normal sentirse así a veces. Yo... —vaciló un momento antes de continuar—. También me he sentido así.
Flash levantó una ceja, sorprendido.
—¿Tú?
Twilight asintió, desviando la mirada hacia la ventana.
—Ser princesa no es tan sencillo como parece. Hay días en los que siento que nunca seré suficiente, que nunca podré estar a la altura de lo que todos esperan de mí.
Hubo un largo silencio entre los dos, interrumpido solo por el suave murmullo del viento afuera.
—Nunca pensé que tuviera algo en común con una princesa. —Flash rompió el silencio con una sonrisa. Su tono era suave, pero había un destello de atrevimiento en sus palabras—. Aunque debo admitir que siempre pensé que las princesas eran perfectas.
Twilight lo miró, arqueando una ceja.
—Nadie es perfecto, Flash. Ni siquiera yo.
—No estoy tan seguro. —Flash dio un paso hacia ella, su voz tomando un matiz más juguetón. Antes de que pudiera detenerse, agregó—: Aunque, si me lo preguntas, creo que estás bastante cerca.
Twilight parpadeó, claramente sorprendida. Un leve rubor apareció en sus mejillas, pero su expresión se endureció rápidamente.
—Flash, no estoy segura de qué estás intentando hacer, pero...
—Lo siento. —Él levantó sus cascos, retrocediendo ligeramente. Su expresión era de arrepentimiento genuino—. Fue un comentario estúpido. Supongo que estoy más cansado de lo que pensaba.
Twilight lo observó con atención, como si intentara decidir si debía reprenderlo o dejarlo pasar. Finalmente, suspiró.
—Deberías descansar. No tomarás buenas decisiones si sigues así de agotado.
Flash asintió, agradecido de que no lo hubiera echado del lugar.
—Tienes razón, princesa. Y gracias... por escuchar.
Twilight no respondió de inmediato, pero cuando Flash comenzó a alejarse, habló, su tono más suave de lo que esperaba.
—Flash.
Él se detuvo, girándose hacia ella.
—Cuida de ti mismo, ¿de acuerdo? No sirve de nada cargar con todo tú solo.
Flash sonrió, esta vez con más sinceridad.
—Lo intentaré.
Mientras se alejaba por el pasillo, no podía evitar sentir que algo había cambiado entre ellos. Tal vez no había sido el momento más apropiado para coquetear, pero había algo en la interacción que lo hacía sentir un poco más ligero.
Sin embargo, sabía que ese momento de conexión solo hacía que su misión se volviera aún más complicada.
(...)
El amanecer bañaba Canterlot con un brillo cálido, pero Flash Sentry apenas lo notó mientras caminaba hacia el patio de entrenamiento. Los barracones estaban silenciosos, la mayoría de los guardias aún disfrutando de su desayuno antes de empezar el día. Sin embargo, Flash no tenía apetito.
Los pensamientos de la noche anterior seguían rondando en su cabeza. La conversación con Twilight había sido un punto de quiebre para él. Había visto un lado más humano de ella, una vulnerabilidad que chocaba con la imagen de la princesa inalcanzable que siempre había proyectado.
Pero también estaba la misión. Sombra no iba a esperar, y el plazo de un año era un recordatorio constante de que cada día que pasaba era un día menos para completar su tarea. Flash se sentía como si estuviera siendo tirado en dos direcciones opuestas, y no estaba seguro de cuánto más podría soportar antes de romperse.
Mientras se dirigía al campo de entrenamiento, una figura conocida apareció frente a él. Spitfire, con su característica mirada astuta, lo detuvo con un gesto.
—Estás actuando raro, Flash. —No era una pregunta, sino una afirmación directa.
—¿Raro? —intentó desviar el tema con una sonrisa—. ¿Qué te hace pensar eso?
Spitfire cruzó los brazos, mirándolo como si pudiera leer sus pensamientos.
—No soy tonta. ¿Qué está pasando? ¿Es Twilight?
Flash abrió la boca para negarlo, pero se detuvo. Spitfire no era alguien a quien pudieras engañar fácilmente, y además, había trabajado con él el tiempo suficiente como para notar cuando algo no andaba bien.
—No es nada que afecte nuestra misión, si eso es lo que te preocupa.
—Ah, claro. Porque obviamente tener sentimientos por la princesa a la que estamos tratando de engañar no tiene nada que ver con nuestra misión.
Flash la miró, sorprendido por lo directo de su comentario.
—Yo no... no es así.
Spitfire levantó una ceja.
—Mira, no soy tu niñera emocional, Flash. Pero más te vale que aclares tus prioridades antes de que metas la pata. Sombra no va a ser tan indulgente si fallamos.
Flash se quedó en silencio mientras Spitfire se alejaba. Sus palabras eran duras, pero no podía negar que tenía razón.
Más tarde ese día, Flash retomó su puesto cerca del salón principal, donde Twilight estaba reunida con un grupo de académicos y diplomáticos. Desde su posición, podía verla gesticulando mientras hablaba, con esa pasión característica que ponía en todo lo que hacía.
Cuando la reunión terminó, Twilight pasó junto a Flash en su camino hacia los jardines. Se detuvo un momento, como si quisiera decir algo, pero luego pareció cambiar de opinión y siguió caminando.
Flash dudó por un instante antes de seguirla. La encontró en uno de los bancos del jardín, observando las flores con una expresión pensativa.
—¿Puedo? —preguntó, señalando el banco junto a ella.
Twilight lo miró, sorprendida por su presencia, pero asintió.
—¿No tienes algún entrenamiento o patrulla que hacer? —preguntó, con un tono que no era exactamente frío, pero tampoco cálido.
—Terminé por ahora. Además, me pareció que necesitabas compañía.
Twilight lo miró con escepticismo.
—¿Y por qué pensarías eso?
Flash sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella.
—Llámalo instinto.
Twilight suspiró, pero no lo apartó.
—Es agotador. Las reuniones, las decisiones, las expectativas... a veces siento que nunca hay un momento para mí misma.
—Entonces, toma uno. —Flash hizo un gesto amplio hacia el jardín—. Este lugar está lleno de paz. Aprovecha el momento.
Twilight lo miró, como si estuviera evaluando si debía seguir su consejo. Finalmente, su expresión se suavizó un poco.
—Supongo que no sería tan malo.
Hubo un momento de silencio entre los dos, pero esta vez no fue incómodo. Flash la observó de reojo, notando cómo los rayos del sol iluminaban su rostro. Había algo en ella, una mezcla de fuerza y vulnerabilidad, que lo hacía querer protegerla... aunque sabía que no podía permitírselo.
—¿Sabes, princesa? —dijo finalmente, con un tono ligero—. Creo que necesitas reír más.
Twilight lo miró, confundida.
—¿Reír?
—Sí. Reír. Te hace bien. Y además, ya sabes, la risa es contagiosa.
—¿Y qué sugieres, Flash? ¿Que me cuentes un chiste?
—Tal vez. Aunque mi especialidad es hacer reír con mi encanto natural.
Twilight rodó los ojos, pero había un leve destello de diversión en ellos.
—Tu "encanto natural" necesita un poco de trabajo, entonces.
Flash se llevó una mano al pecho, fingiendo estar ofendido.
—¡Eso duele, princesa!
Twilight dejó escapar una pequeña risa, casi imperceptible, pero suficiente para que Flash lo notara.
—Está bien, lo admito. Tal vez tengas un poco de encanto después de todo.
Flash sonrió, satisfecho, mientras el silencio volvía a instalarse entre ellos. Pero esta vez, no había dudas ni tensiones. Solo un momento compartido entre dos personas que, de maneras diferentes, estaban aprendiendo a confiar el uno en el otro.
-Bightss Sentry
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