Bajo la Tormenta
La lluvia había comenzado cuando Flash apenas había salido del bosque, dejando atrás a Soarin y Spitfire. El sonido de los truenos resonaba en el cielo oscuro, mientras las gotas frías le golpeaban el rostro y el lodo dificultaba sus pasos. No había tenido otra opción; debía regresar al castillo cuanto antes para evitar que Twilight o cualquiera de los guardias sospechara de su ausencia.
Para cuando finalmente alcanzó los muros del castillo, estaba empapado de pies a cabeza, con el cuerpo tembloroso por el frío y un peso inusual en el pecho. Logró entrar sin ser visto y se dirigió rápidamente a sus aposentos para cambiarse de ropa. Pensó que sería suficiente con descansar un poco para sentirse mejor, pero al amanecer, se dio cuenta de que estaba equivocado.
Flash intentó cumplir con sus deberes como siempre, pero para la tarde, su estado se había deteriorado. Sentía la cabeza pesada, un escalofrío constante en todo el cuerpo y la garganta áspera como si estuviera hecha de papel. Sin embargo, no quería dejar que nadie lo notara, especialmente Twilight.
Como todos los días, ella estaba en su estudio, rodeada de libros y pergaminos. Había pasado horas estudiando, absorta en sus investigaciones. Flash la observaba desde la entrada, intentando mantener la compostura, pero el mareo comenzaba a afectarlo.
—Flash.
La voz de Twilight lo sacó de su trance. Ella levantó la mirada de sus libros y lo observó detenidamente.
—¿Estás bien?
—Claro, princesa. Solo un poco cansado, nada más.
Twilight frunció el ceño. Se levantó de su escritorio y se acercó lentamente a él.
—No mientas. Te ves horrible.
—Gracias por el cumplido. —Intentó bromear, pero su voz sonó débil y raspada.
Twilight rodó los ojos, pero su preocupación se intensificó al acercarse más. Extendió una mano y la posó en su frente.
—Estás ardiendo en fiebre, Flash.
Él intentó retroceder, pero apenas logró mantenerse en pie.
—De verdad, no es nada. Solo necesito un poco de agua y descanso.
—Deja de actuar como si fueras invencible. —Su tono tenía un toque de autoridad, pero también una inesperada calidez.
Antes de que él pudiera protestar, Twilight lo tomó del brazo y lo guió fuera del estudio.
—Vas directo a tu habitación. No voy a dejar que sigas vagando por aquí en ese estado.
—Princesa, no es necesario...
—Es necesario. Y no intentes discutir conmigo.
Flash no tuvo más remedio que obedecer. Twilight lo llevó hasta su cuarto y lo hizo sentarse en la cama. Luego, desapareció por un momento y regresó con un cuenco de agua, un paño y algunas hierbas que había traído de su laboratorio.
—¿Siempre sabes exactamente qué hacer? —bromeó Flash débilmente mientras la observaba exprimir el paño en el agua.
—Cuando has pasado años enfrentándote a libros y estudiando de todo, desarrollas ciertas habilidades. —Su tono era neutral, pero sus movimientos eran sorprendentemente delicados mientras colocaba el paño frío en su frente.
Flash cerró los ojos, sintiendo el alivio inmediato del fresco contacto.
—Gracias, princesa.
—Deja de llamarme así. En este momento no soy tu princesa, solo alguien que no va a dejar que te desmayes en mi castillo.
—¿Así que te preocupas por mí?
Twilight suspiró, aunque sus mejillas se tiñeron de un leve color rosado.
—Eres insoportable incluso cuando estás enfermo.
Flash esbozó una sonrisa débil.
—Eso es un sí.
—Calla y descansa, Flash.
Ella permaneció a su lado durante horas, asegurándose de que su fiebre bajara y que tomara suficiente agua. A pesar de su carácter reservado y distante, Twilight no se apartó de él, demostrándole una faceta de su personalidad que pocas veces dejaba ver.
En algún momento, mientras lo vigilaba, Twilight lo escuchó murmurar algo en sueños.
—Gracias... por preocuparte por mí. —Su voz era apenas un susurro, pero Twilight lo escuchó con claridad.
Por un instante, dejó de lado su fachada seria y permitió que una pequeña sonrisa se asomara en sus labios.
—Eres más fuerte de lo que piensas, Flash. —Dijo en voz baja, aunque sabía que él no la escucharía.
Esa noche, mientras lo cuidaba en silencio, Twilight se dio cuenta de que, sin saber cómo, había comenzado a depender de él más de lo que quería admitir.
(...)
La fiebre aún no había cedido del todo. Flash se encontraba en su cama, recostado contra un montón de almohadas mientras Twilight revisaba un libro de remedios mágicos a su lado. Había preparado un té con las hierbas que había traído y estaba esperando a que él lo terminara.
—Bebe todo —ordenó ella mientras le tendía la taza—. Esto debería ayudar a bajar la fiebre por completo.
Flash tomó la taza entre las manos, pero no hizo ningún esfuerzo por beber. En cambio, dejó que sus ojos se clavaran en los de Twilight, que permanecía sentada junto a la cama, con su típico aire serio.
—¿Sabes algo, Twilight? —dijo con un tono bajo y ronco, aunque no estaba claro si era por su fiebre o por algo más.
—¿Qué? —preguntó ella, sin levantar la vista del libro.
—Nunca imaginé que la princesa más increíble de Equestria acabaría cuidando de mí.
Twilight alzó la mirada y lo fulminó con los ojos.
—No estoy de humor para tus juegos, Flash. Bebe tu té.
Flash sonrió, disfrutando de su reacción.
—Solo digo la verdad. Nunca había visto a alguien tan hermoso leyendo un libro de hierbas. Lo haces ver como algo encantador.
Twilight parpadeó, completamente desconcertada. Cerró el libro con un leve chasquido, tratando de mantener su compostura.
—Eres insoportable cuando estás enfermo.
—Soy insoportable todo el tiempo. Pero aun así estás aquí, cuidándome.
Twilight suspiró, llevándose una mano a la frente.
—Porque no voy a permitir que te desmayes en mi castillo.
—Claro, claro. Pero creo que hay algo más... —Flash dejó la taza en la mesa y se inclinó ligeramente hacia ella, a pesar de lo débil que estaba—. ¿Podría ser que en el fondo te preocupo más de lo que quieres admitir?
Twilight cruzó los brazos y lo miró con una mezcla de irritación y algo que parecía nerviosismo.
—Flash, estás delirando por la fiebre.
—¿Delirando? ¿O simplemente diciendo lo que pienso porque mi filtro está dañado?
Twilight negó con la cabeza, pero sus mejillas se habían sonrojado ligeramente.
—Bebe tu té antes de que pierda el efecto.
Flash volvió a reclinarse, obedeciendo por el momento. Bebió un sorbo y luego suspiró exageradamente.
—Si siempre me cuidarás así, quizá debería enfermarme más seguido.
—Si sigues diciendo tonterías, me iré y te dejaré lidiar con esto solo.
—No lo harías. —Sonrió de nuevo, confiado—. A estas alturas, creo que disfrutas más mi compañía de lo que quieres admitir.
Twilight apretó los labios, tratando de no reaccionar, pero la forma en que su mirada evitó encontrarse con la de Flash dejó claro que estaba comenzando a sentirse incómoda.
—Eres incansable.
—Solo contigo. —Flash se inclinó nuevamente, a pesar del cansancio evidente en su rostro—. Me gusta verte sonrojarte. Hace que tu seriedad sea menos intimidante.
Twilight lo fulminó con la mirada, aunque su expresión se suavizó rápidamente. No podía evitar que algo en sus palabras la desarmara.
—Descansa, Flash. Mañana te pondré a trabajar para compensar todo esto.
—¿Trabajar? ¿O pasar más tiempo contigo? Porque si es lo segundo, lo acepto.
Twilight se puso de pie de inmediato, cerrando el libro con más fuerza de la necesaria.
—Definitivamente deliras. Buenas noches, Flash.
Sin darle tiempo a responder, salió de la habitación, pero no sin antes lanzar una última mirada hacia él. Flash sonrió para sí mismo, satisfecho de haber logrado molestarla lo justo sin hacerla enojar del todo.
—Buenas noches, princesa —susurró, antes de dejar que el cansancio lo venciera finalmente.
Twilight, mientras caminaba por los pasillos de regreso a su estudio, no podía evitar llevarse una mano a las mejillas, que todavía ardían.
Al día siguiente...
Los primeros rayos de sol se filtraban por las ventanas del castillo, iluminando suavemente la habitación donde Flash descansaba. Twilight, que había pasado la noche junto a él con una pila de libros sobre enfermedades comunes de los ponis, apenas había dormido. Tenía los ojos fijos en el guardia, quien parecía mucho más tranquilo que el día anterior. Su respiración era estable, y el color comenzaba a volver a sus mejillas.
Mientras revisaba sus notas, Flash comenzó a moverse ligeramente en la cama, abriendo los ojos con un parpadeo lento. Lo primero que vio fue a Twilight inclinada sobre un libro, con el ceño fruncido y mordiendo el extremo de una pluma.
—Buenos días, princesa— dijo, con la voz aún un poco rasposa, pero cargada de su característico tono coqueto.
Twilight levantó la mirada rápidamente, dejando caer la pluma. Su rostro se iluminó al verlo despierto.
—¡Flash! ¿Cómo te sientes? —preguntó, acercándose a él con evidente alivio.
Él sonrió débilmente, apoyándose en el cabecero de la cama.
—Mejor, aunque admito que despertarme y ver a la princesa más hermosa de Equestria cuidándome podría curar cualquier cosa.
Twilight rodó los ojos, aunque no pudo evitar sonrojarse.
—¿Siempre tienes que coquetear, incluso cuando estás enfermo?
—¿Y perder la oportunidad de verte sonrojarte? Jamás —respondió él, dándole una sonrisa que, aunque cansada, seguía siendo encantadora.
Twilight suspiró, aunque esta vez no pudo ocultar la pequeña sonrisa que asomaba en sus labios.
—Bueno, me alegra que te sientas lo suficientemente bien como para hacer comentarios tontos. Eso significa que el descanso funcionó.
Flash inclinó la cabeza ligeramente, mirándola con curiosidad.
—Hablando de eso... ¿de verdad te quedaste toda la noche aquí?
Ella evitó su mirada por un momento, reorganizando nerviosamente los libros sobre la mesita de noche.
—Bueno, no podía dejarte solo... ¿y si necesitabas algo? Además, tenía mucho que leer, así que aproveché el tiempo.
Él la observó con una mezcla de gratitud y algo más profundo en sus ojos.
—Twilight... gracias. En serio. No estoy acostumbrado a que alguien cuide de mí así. Siempre he sido el que protege a los demás.
Twilight lo miró, esta vez sin esconder su sonrisa.
—Eso es porque siempre piensas que tienes que ser el héroe, Flash. Pero incluso los héroes necesitan ayuda a veces.
—¿Eso significa que tú serías mi heroína? —preguntó, arqueando una ceja con diversión.
—Si sigues hablando así, tal vez reconsidere dejar que te levantes —bromeó ella, pero luego adoptó un tono más serio—. Hablando en serio, prometo que siempre estaré aquí para ayudarte. Igual que tú siempre estás para mí.
Él extendió una pezuña hacia ella, y Twilight la tomó con cuidado. Hubo un breve silencio, lleno de una conexión silenciosa pero palpable. Finalmente, Flash rompió el momento con una sonrisa pícara.
—Entonces... ¿esto significa que estarás aquí la próxima vez que me enferme? Porque, sinceramente, podría acostumbrarme a esto.
Twilight soltó una carcajada, sacudiendo la cabeza.
—No abuses de mi paciencia, Flash Sentry. Ahora descansa. Aún no estás completamente recuperado.
—Sí, señora —respondió él, acomodándose en la cama con una sonrisa juguetona—. Pero solo si me prometes que te quedarás un rato más.
Twilight lo miró, negando con la cabeza pero con una sonrisa que traicionaba su aparente severidad.
—Está bien, pero solo porque quiero asegurarme de que no vuelvas a hacer ninguna tontería.
Ella regresó a su silla junto a la cama, retomando su libro. Flash la observó por un momento más antes de cerrar los ojos con satisfacción.
(...)
Mientras Flash se acomodaba nuevamente en la cama, Twilight comenzó a leer en silencio, sumergiéndose en el libro que tenía entre las pezuñas. El sonido de las páginas al pasar llenaba la habitación, acompañado del suave murmullo del viento que se filtraba por las ventanas.
Flash, sin embargo, no podía resistir la tentación de observarla. Aunque se sentía un poco débil, su mente estaba más activa que nunca, y su habitual toque coqueto empezaba a asomarse de nuevo.
—Twilight... —murmuró desde la cama, con un tono entre juguetón y vulnerable.
Ella levantó la mirada de su libro, arqueando una ceja.
—¿Qué pasa, Flash? ¿Necesitas algo? —preguntó, aunque su tono mostraba un ligero matiz de impaciencia.
Él sonrió débilmente, fingiendo estar más afectado de lo que realmente estaba.
—Creo que... todavía me siento un poco mareado. Tal vez necesite... un poco más de atención personal.
Twilight suspiró, cerrando el libro con cuidado y dejándolo sobre la mesa. Se levantó y caminó hacia él con una mezcla de exasperación y preocupación.
—De acuerdo, ¿qué necesitas ahora? —preguntó mientras se inclinaba hacia él, inspeccionándolo con ojos analíticos.
Flash no pudo evitar sonreír al verla tan cerca.
—Bueno... tal vez un poco más de tu magia curativa. Ya sabes, el toque especial de la princesa podría hacer maravillas.
Twilight lo miró, claramente evaluando si estaba siendo sincero o simplemente intentando molestarla. Finalmente, decidió seguirle el juego.
—Está bien, pero esta es la última vez que uso magia hoy. Necesitas aprender a cuidarte, Flash. —Su cuerno comenzó a brillar con un suave destello púrpura, y una cálida energía envolvió a Flash, relajándolo instantáneamente.
Cuando terminó, Flash la miró con ojos entrecerrados, fingiendo una profunda gratitud.
—Definitivamente me siento mejor ahora... pero creo que lo que realmente me curaría sería un beso. Ya sabes, para asegurarme de que todo esté en orden.
Twilight se quedó congelada por un momento, sus ojos ampliándose ligeramente mientras el sonrojo subía por su rostro.
—¿Un... beso? —preguntó, claramente desconcertada, aunque su tono traicionaba una ligera diversión.
Flash asintió con una sonrisa traviesa.
—Por motivos médicos, por supuesto. Los guardias reales necesitamos asegurarnos de que nuestros corazones funcionen correctamente.
Twilight entrecerró los ojos, como si estuviera evaluando si debía seguirle la corriente o reprenderlo. Finalmente, dejó escapar un suspiro resignado y se inclinó ligeramente hacia él.
—Está bien, Flash. Pero que esto no se vuelva una costumbre.
Antes de que pudiera arrepentirse, le dio un suave beso en la frente, justo entre los ojos. Flash cerró los ojos, disfrutando del gesto, aunque cuando Twilight se alejó, levantó una ceja con fingida decepción.
—¿En la frente? Pensé que los tratamientos reales eran más... intensos.
Twilight soltó una carcajada, genuinamente divertida por su audacia.
—Deberías considerarte afortunado de haber recibido eso. Ahora descansa, Flash. O te prometo que te haré estudiar conmigo todos los volúmenes de medicina que leí anoche.
Flash levantó las pezuñas en señal de rendición, riendo suavemente.
—Está bien, está bien. Me portaré bien. Pero por si acaso... me reservo el derecho a pedir más "tratamientos" si vuelvo a sentirme mal.
Twilight rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír mientras regresaba a su silla.
Mientras retomaba su libro, ambos compartieron un momento tranquilo, cada uno disfrutando de la compañía del otro. Para Twilight, cuidar de Flash había sido agotador, pero también había reforzado algo que siempre supo en el fondo: su vínculo era más fuerte de lo que ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir en voz alta.
A medida que la tarde avanzaba, Twilight seguía inmersa en su lectura mientras Flash permanecía medio adormilado en la cama, aunque su mirada ocasionalmente se deslizaba hacia ella. Había algo en la forma en que la luz del sol, que se filtraba por la ventana, resaltaba los reflejos en su melena, que lo mantenía fascinado. Finalmente, decidió romper el silencio.
—Twilight, ¿alguna vez te tomas un descanso de ser tan... perfecta? —comentó, dejando caer la cabeza sobre la almohada con una sonrisa que mezclaba admiración y picardía.
Ella levantó la mirada del libro, frunciendo el ceño aunque no podía ocultar un ligero rubor en sus mejillas.
—¿Qué estás diciendo ahora, Flash? —preguntó, fingiendo desinterés, aunque el tono suave en su voz la traicionaba.
—Lo digo en serio. Eres increíblemente dedicada, inteligente... y, sinceramente, bastante bonita cuando frunces el ceño, aunque probablemente no sea políticamente correcto que un guardia lo diga. —Flash se encogió de hombros, con un brillo juguetón en los ojos.
Twilight dejó escapar un suspiro, cerrando el libro con cuidado antes de levantarse de la silla.
—Flash, estoy empezando a pensar que estar enfermo solo ha aumentado tu capacidad de decir tonterías.
Él se llevó una pezuña al pecho, fingiendo estar herido.
—Ouch. Me heriste más que este resfriado, princesa. Solo estaba diciendo la verdad. Aunque... —hizo una pausa, con una sonrisa que dejaba claro que estaba a punto de decir algo provocador— ...si necesitas pruebas, podemos mirarnos en un espejo juntos. Te prometo que mi reflejo estará de acuerdo conmigo.
—No puedo creer que tengas energía para ser tan descarado incluso estando enfermo. ¿De verdad crees que alguien más toleraría esto, Flash?
—Lo dudo. Pero tengo la suerte de tener a la princesa más paciente y maravillosa de toda Equestria cuidando de mí. —Se inclinó un poco hacia adelante, su expresión volviéndose ligeramente más seria, aunque no perdió el toque coqueto en su voz—. Gracias, Twilight. En serio. Sé que puedo ser un poco... mucho a veces, pero aprecio que estés aquí.
Twilight parpadeó ante el cambio de tono y sintió que su corazón se ablandaba. A pesar de su fachada juguetona, sabía que Flash hablaba en serio. Suspiró y le dedicó una sonrisa suave.
—Está bien, Flash. Supongo que cuidarte no es tan malo... por ahora.
Él alzó una ceja, adoptando de nuevo su tono divertido.
—¿"Por ahora"? Entonces, ¿tengo que enfermarme más a menudo para que pases tiempo conmigo?
Twilight rodó los ojos y decidió no responder directamente. En cambio, usó su magia para ajustar la manta sobre él y se inclinó para susurrarle cerca del oído.
—Si sigues portándote bien, puede que consideremos hacer esto más seguido... pero no necesitarás estar enfermo para pedírmelo.
Flash la miró, sorprendido por el comentario y el destello de picardía en sus ojos. Antes de que pudiera decir algo, Twilight volvió a su silla con una sonrisa satisfecha, dejando al pegaso luchando por recuperar la compostura.
—Eso fue... inesperado. —Flash se recostó de nuevo, con una sonrisa amplia en su rostro—. Creo que esta fiebre me está haciendo alucinar, porque juraría que Twilight Sparkle acaba de ganarme en mi propio juego.
Twilight no respondió directamente, pero el ligero temblor de sus hombros delataba que estaba riéndose en silencio. Sin duda, Flash no sería el único con sorpresas ese día.
(...)
La noche cayó sobre Ponyville, y el suave resplandor de la luna iluminaba las paredes del castillo de Twilight. Flash estaba profundamente dormido, con la respiración pesada debido al resfriado, mientras Twilight terminaba de reorganizar algunos papeles en su escritorio. De vez en cuando, su mirada se deslizaba hacia la cama donde él descansaba, y una pequeña sonrisa aparecía en su rostro.
Había algo tranquilizador en su presencia, incluso en su estado febril. Pero entonces, un ligero quejido salió de los labios de Flash, seguido por un murmullo entre sueños.
—No... no comas eso, Twilight... es un libro, no un pastel...
Twilight se detuvo en seco y parpadeó, sorprendida por las palabras inconexas. No pudo evitar soltar una risa suave. Aparentemente, incluso enfermo, Flash no podía dejar de pensar en ella.
Decidió acercarse para asegurarse de que estuviera bien. Al llegar a su lado, notó que el sudor perlaba su frente. Con cuidado, usó su magia para cambiar el paño húmedo sobre su cabeza. Sin embargo, justo cuando lo hacía, Flash abrió los ojos lentamente, aunque aún lucía un poco desorientado.
—¿Twilight? —murmuró con voz ronca, su mirada intentando enfocarla—. ¿Estás aquí?
—Estoy aquí, Flash —respondió ella con un tono tranquilizador, sentándose al borde de la cama—. Solo estoy asegurándome de que te sientas mejor.
Él la miró fijamente durante unos segundos, y luego una sonrisa perezosa se formó en su rostro.
—Sabes... incluso cuando estoy medio delirando, sigues viéndote increíblemente bien. ¿Es algún tipo de hechizo? Porque no es justo.
Twilight rodó los ojos, aunque esta vez no pudo evitar que una leve risa escapara de sus labios.
—Flash, deberías concentrarte en descansar en lugar de coquetear. Aunque... —hizo una pausa, con un destello juguetón en los ojos— debo admitir que estoy impresionada. Incluso estando enfermo, encuentras la manera de ser encantador.
Flash parpadeó, sorprendido por el tono de Twilight. Se incorporó ligeramente, aunque con algo de esfuerzo.
—¿Eso fue... un cumplido? ¿De verdad Twilight Sparkle acaba de coquetear conmigo?
Twilight se encogió de hombros con una sonrisa serena, inclinándose un poco más cerca de él.
—Quizás. Tal vez solo quería demostrarte que puedo ser tan buena como tú en ese "juego" tuyo.
Flash la observó, sus ojos brillando a pesar de su malestar.
—Oh, princesa, no sabes en lo que te estás metiendo. Jugar conmigo puede ser peligroso.
Twilight inclinó la cabeza, sus labios curvándose en una sonrisa casi traviesa.
—Entonces, quizás deberías recordar con quién estás hablando. —Su voz adoptó un tono ligeramente más bajo, casi seductor, antes de que se levantara con un movimiento grácil y regresara a su escritorio.
Flash se quedó mirando el espacio donde había estado, incrédulo y completamente fascinado.
—Estoy seguro de que la fiebre está empeorando, porque Twilight Sparkle acaba de dejarme sin palabras.
Mientras volvía a recostarse, una idea comenzó a formarse en su mente. Twilight no era solo inteligente y fuerte, sino que también sabía cómo mantenerlo intrigado. Y ahora, más que nunca, estaba decidido a recuperarse rápidamente, porque estaba claro que esta noche no sería la última vez que ella lo sorprendiera de esa manera.
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A la mañana siguiente, el sol apenas comenzaba a asomarse cuando Twilight entró al cuarto de Flash, una bandeja flotando con su magia. El aroma de un té caliente y tostadas recién hechas llenaba el aire. Flash, todavía en la cama, abrió un ojo lentamente al sentir la luz del día y la presencia de Twilight.
—Buenos días, dormilón —dijo ella con un tono suave pero ligeramente burlón, dejando la bandeja en la mesita junto a la cama—. Espero que no te hayas cansado demasiado de soñar con libros y pastel.
Flash soltó una risa entrecortada y se enderezó lentamente, apoyándose contra las almohadas.
—Oh, princesa, si supieras las aventuras que tuve anoche... Aunque, sinceramente, preferiría seguir soñando contigo. Mucho más interesante que los libros.
Twilight alzó una ceja mientras colocaba un termómetro con su magia cerca de él.
—Eso suena bonito, pero no estoy segura de si es el resfriado o tu encanto habitual hablando.
Flash sonrió, inclinándose un poco hacia ella mientras el termómetro tomaba su temperatura.
—Tal vez sea una mezcla de ambos. Aunque creo que mi encanto sigue siendo mi fuerte, incluso con fiebre.
Twilight negó con la cabeza, pero había una sonrisa juguetona en sus labios.
—Flash, te juro que algún día tu confianza será tan grande que necesitarás un segundo castillo solo para contenerla.
—¿Y compartirías ese castillo conmigo? —respondió él sin perder el ritmo, guiñándole un ojo. Twilight rodó los ojos, pero el ligero rubor en sus mejillas no pasó desapercibido para él.
El termómetro pitó, indicando que había terminado, y Twilight lo revisó con cuidado.
—Bueno, al menos la fiebre está bajando. Parece que mi magia de anoche y los cuidados están funcionando.
—¿Magia? ¿O fue esa mirada tuya que derrite hasta al hielo? —preguntó Flash, con un tono coqueto, mientras ella lo miraba con una mezcla de incredulidad y diversión.
—Flash, creo que estás disfrutando demasiado estar enfermo —dijo ella, levantando una ceja—. Quizás debería dejar que te las arregles solo un rato.
Él fingió una expresión de pánico y llevó una pezuña dramáticamente a su pecho.
—¡No, princesa! ¡No podrías abandonarme en mi momento más vulnerable! —Hizo una pausa y la miró con ojos entrecerrados, una sonrisa traviesa formándose en su rostro—. Aunque, si te quedas, prometo portarme bien... por ahora.
Twilight lo observó, intentando mantenerse seria, pero la forma en la que él la miraba la hacía sentir ligeramente desarmada. Finalmente, suspiró con una sonrisa de resignación.
—Está bien, Flash. Pero solo porque quiero asegurarme de que te recuperes pronto. No porque me divierta este juego tuyo.
—Oh, por supuesto. Lo haré fácil para ti —dijo él, recostándose nuevamente con una sonrisa satisfecha—. Aunque debo decir, Twilight, eres más divertida cuando te sueltas un poco. Quizás deberías intentarlo más seguido.
Twilight lo miró con fingida seriedad mientras recogía la bandeja.
—Tal vez lo intente... cuando dejes de hablar tanto.
Flash soltó una carcajada, observándola salir de la habitación. Cuando la puerta se cerró, suspiró, todavía sonriendo.
(...)
Horas más tarde, el día avanzaba lentamente. Flash había intentado descansar, pero sus pensamientos estaban demasiado ocupados con una cierta princesa alicornio que había estado entrando y saliendo de su habitación para revisarlo. "¿Estará bien que disfrute tanto de esto?", pensó con una sonrisa mientras escuchaba el suave golpeteo de los cascos de Twilight acercándose nuevamente.
La puerta se abrió, y Twilight entró cargando un libro grueso y una jarra con más té. Esta vez, su expresión parecía más relajada, aunque todavía llevaba esa mirada de quien está a cargo.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, acercándose a la cama y usando su magia para ajustar las almohadas detrás de él antes de sentarse en una silla junto a la cama.
—Mejor, gracias a ti —respondió Flash, sonriendo con un toque de picardía—. Aunque creo que mi recuperación sería mucho más rápida si tú estuvieras aquí más... no sé... cerca.
Twilight lo miró con una mezcla de incredulidad y diversión.
—¿Más cerca? ¿Qué sugieres? ¿Que me siente en la cama contigo?
Flash se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada.
—Bueno, no estaría mal. Ya sabes, para supervisar de cerca mi recuperación. Podría ser un método experimental muy efectivo.
Twilight rodó los ojos, pero no pudo evitar reírse un poco.
—Flash, no puedo decidir si eres un paciente complicado o el más entretenido que he tenido.
—¿Por qué no ambos? —dijo él, alzando una ceja mientras se acomodaba un poco más en la cama—. Admitámoslo, princesa, mi carisma y tu intelecto hacen un equipo invencible. Aunque, si quieres, puedo bajar mi "encanto" un poco... pero solo si insistes mucho.
Twilight lo miró fijamente, su semblante serio por un momento. Luego, una sonrisa juguetona se deslizó por su rostro, y Flash notó algo diferente en su mirada: un toque travieso que no veía a menudo en ella.
—¿Sabes qué? —dijo Twilight, levantándose de la silla y acercándose a la cama—. Tienes razón, Flash. Quizás debería supervisarte de más cerca.
Antes de que él pudiera responder, ella subió a la cama y se sentó cuidadosamente junto a él, sosteniendo el libro que había traído.
—¿Ves? Estoy aquí, justo a tu lado. Ahora no tienes excusas para no seguir mis instrucciones al pie de la letra.
Flash parpadeó, sorprendido por la inesperada acción de Twilight. Pero su sorpresa rápidamente dio paso a una sonrisa traviesa.
—Wow, Twilight, esto es mucho mejor de lo que esperaba. Aunque... ¿no temes que estar tan cerca de mí pueda distraerme?
—¿Distraerte de qué? —preguntó ella, abriendo el libro con aparente calma—. Porque, hasta donde sé, lo único que tienes permitido hacer es descansar y recuperarte.
Flash fingió pensarlo por un momento.
—Bueno, ahora que lo mencionas, tal vez necesite algo de motivación extra para seguir tus órdenes.
Twilight levantó la vista del libro, arqueando una ceja.
—¿Motivación? ¿Qué tipo de motivación necesitas?
—No sé, algo pequeño... como, no sé... un beso de ánimo. —Flash sonrió ampliamente, sabiendo perfectamente que estaba probando los límites de su paciencia.
Twilight lo miró durante unos segundos, como si estuviera considerando su petición. Luego, para sorpresa de Flash, inclinó ligeramente la cabeza hacia él, acercándose lo suficiente como para que pudiera sentir su aliento.
—¿Un beso de ánimo, dices? —dijo, su voz baja y deliberadamente suave—. Bueno, Flash, si te portas bien... tal vez lo considere.
Flash se quedó sin palabras por un momento, su sonrisa traviesa transformándose en una de sincera admiración. "¿Quién diría que Twilight podía ser tan peligrosamente encantadora?", pensó, mientras su corazón se aceleraba.
—Haré lo que sea necesario, princesa —respondió finalmente, su tono lleno de promesa.
Twilight sonrió levemente y regresó su atención al libro, como si nada hubiera pasado. Pero la ligera curva en sus labios y el brillo en sus ojos dejaron claro que ella estaba disfrutando tanto como él de ese momento. Mientras el día continuaba, ambos se dejaron llevar por esa dinámica, un juego sutil de coqueteo y confianza que parecía natural para ellos, como si el tiempo les hubiera enseñado a complementarse de la manera más inesperada.
-Brightss Sentry
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