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1. ᴘᴏ́ᴋєя 🃏


Sus ojos se abrieron lentamente, comenzó a ver nada más que oscuridad; una ligera y blanca luz colándose por debajo de la cortina pesada, azul, que cubría la ventana. Entrecerró los ojos ligeramente, al tiempo que descubría su desnudo cuerpo —retirando las sábanas grises de su complexión—, tratando de no moverse demasiado.

Suspiró en voz baja, mirando a la persona que descansaba a su lado. Un precioso hombre de cabellos azules, largos, que caían en mechones sobre su frente. Se veía tan tranquilo, tan pacifico, casi como un niño; lástima que era todo lo contrario cuando estaba despierto.

Se sintió culpable por unos minutos, pensando en lo que había estado haciendo los últimos meses con ese chico. Pasó sus manos por su cara, al borde de las lágrimas. Ninguno de los dos merecía eso.

No obstante, se levantó de la gran cama, dejando al peliazul durmiendo solo, tomó su ropa y comenzó a vestirse. No tardó ni tres minutos cuando, dándole una mirada de culpa al hombre que descansaba, salió de la habitación.

Caminó por todo el gran apartamento, llegando a la puerta, recargando su frente contra la frialdad de esta y pensando. Sí, se estaba escabullendo del departamento del hombre al que amaba, a las cuatro de la mañana.

Finalmente, abrió la puerta y salió. Se subió a su automóvil rojo y comenzó a manejar a su casa. Que en realidad no era su casa, pero era la que compartía con su prometida.

El chico de cabellos color durazno se estacionó frente a la casa, mirándola y sintiéndose culpable. No sabía cómo es que había destruido su vida, la de YongSun y la de JungKook.

Su piel de color caramelo brillaba gracias a la luz del coche, que estaba encendida mientras él esperaba. No tenía idea de lo que esperaba, pero ahí estaba. Le faltaba poco para comenzar a soltar sus lágrimas, su situación lo ponía en un estado mental de culpabilidad.

YongSun no merecía eso, pero JungKook tampoco, mucho menos él mismo.

Kim TaeHyung, en medio de su llanto a las 4 y media de la mañana, encerrado en su automóvil, no imaginaba que Jeon JungKook, el hombre al que había abandonado en su cama, ya se esperaba su huida.

Este último se había levantando en el momento en el que TaeHyung salió del cuarto. No dijo nada, simplemente se sentó en la cama, con sus pies en el frío suelo y una ira creciente en su interior. Estaba molesto, había estado esperando toda la noche el momento en el que Kim se levantara de la cama, después de haber tenido sexo. Y justo cuando comenzó a relajarse, creyendo que el mayor no iba a dejarlo, huyó.

No iba a llorar, no estaba en su naturaleza llorar. Pero... pensándolo bien, nadie lo estaba viendo. Y así, con esto en mente y en la oscuridad de la madrugada, con el otro lado de la cama vacío, rompió en llanto.

Era la acción que ambos ya habían anticipado, pero a la que tanto le temían. A partir de esa madrugada, ya nada iba a ser igual. Su relación se estaba desmoronando, y huir después del sexo, sólo podía significar una cosa: había sido la última vez, la relación terminó de caerse.

Lo bueno era que, una vez en el piso, ya no puede seguir cayendo.

TaeHyung, después de calmar su desconsolado llanto, apagó el auto y encontró su coraje. Entró a la gran casa, que le pertenecía a YongSun, y caminó en silencio hasta la habitación que compartía con ella.

Al abrir la puerta del cuarto, su prometida estaba ahí, de su lado de la cama, dándole la espalda a la puerta. TaeHyung comenzó a quitarse la ropa de nuevo, entrando a la cama y, de nuevo, a punto de llorar.

—¿En dónde estabas? —Escuchó la voz de la chica, quien prendió su lámpara de buró y miró al chico de ojos color marrón.

—En el baño, yo- —Comenzó, notando la mirada de decepción en el rostro de la chica rubia. Se quedó callado cuando ella comenzó a negar con la cabeza.

—Estabas con él, ¿no es así, TaeHyung? —Preguntó, herida, pero, al mismo tiempo, suponiendo que tenía razón. Ella ya lo sabía, sabía que TaeHyung y JungKook mantenían una relación, pero de verdad desearía no saberlo.

—Sí... —Admitió, tratando de ser fuerte, pero con los ojos cristalizados al mirar a su mejor amiga, que ahora era su prometida.

—Pensé que lo habías dejado hace una semana; la demandada ya la tiene el abogado y en unos días es el juicio. ¿Por qué te acostaste con él?

Ni siquiera Kim sabía por qué. Estaba asustado, preocupado, con el corazón roto y lastimado.

—No sé. JungKook y yo-

—Lo sigues amando, ¿verdad? —Preguntó la rubia, entendiendo al menor —por dos años— y sintiéndose preocupada por su estado mental.

—No lo sé, YongSun. JungKook es... él era... nosotros... —No pudo terminar de hablar, cuando su voz se quebró. Comenzó a llorar de nuevo, levantándose de la cama y alejándose de la chica. Se sentía tan mal consigo mismo, y con las dos personas a las que más quería en la vida. Se sentó en un pequeño sofá que estaba dentro del cuarto, sollozando y sintiendo un tremendo dolor en su corazón.

La chica entendió que TaeHyung quería estar solo, después de todo, lo conocía desde que ambos eran niños; niños ilusos, inocentes e ignorantes de lo horribles que podían ser las relaciones humanas. Se quedó sentada en la cama, bajando la mirada a sus manos y sintiéndose impotente.

—¿Sí lo vas a llevar al juicio? —Preguntó YongSun, de esa demanda dependía su relación, su matrimonio y su vida.

—Sí —contestó el menor, un poco más calmado—, necesito que me regrese ese dinero. Incluso si eso significa que- —Se volvió a parar a sí mismo, teniendo dificultad para imaginar una vida sin Jeon.

—En la mañana puedes pensarlo mejor, Tae. Sería bueno que intentes descansar, sobre todo si estuviste con él, otra vez.

El de cabellos rosados se levantó del sofá, limpiando sus lágrimas con sus muñecas, y volvió a la cama. Observó cómo su prometida le daba la espalda, sintiéndose terrible consigo mismo, pero cansado con su situación.

YongSun tenía razón, él necesitaba descansar.

Las diez de la mañana, al día siguiente, apenas unas horas de que TaeHyung lo había abandonado. Jeon JungKook estaba perdiendo el control; no podía creer que su novio finalmente lo había dejado.

Él no quería que eso pasara, pero no pudieron evitarlo. Ya habían llegado a ese punto en la relación en el que nada es lo suficientemente bueno como para salvarla. Su relación se había caído, y ahora venía lo peor.

El peliazul caminaba por su departamento, imaginando millones de situaciones en las que Kim abría la puerta del apartamento y regresaba a sus brazos, como las dos ultimas veces que trataron de separarse.

Jeon no era fanático del alcohol, mucho menos de tomarlo tan temprano en la mañana, pero la situación lo ameritaba. Tenía un vaso de whisky en la mano, con unas ganas crecientes de lanzarlo contra la ventana enorme de su apartamento, que tenía vista hacia toda la cuidad de Seúl.

Y, justo cuando iba a lanzar el vaso, la puerta del apartamento fue tocada tres veces. Volteó, sintiendo su corazón acelerarse y su preocupación desvaneciéndose. Corrió hacia la puerta, imaginándose que era TaeHyung.

Se había arrepentido, de nuevo. De verdad se había arrepentido. Ya estaba listo para que las palabras de TaeHyung fueran: "Ya regresé, Kookie. ¿Te estabas volviendo loco? Sabemos que no puedes vivir sin mí". No eran las palabras que deseaba oír per sé, pero es lo que diría Kim.

Abrió la puerta, pero su decepción fue grande al ver a su mejor amigo del otro lado. Jung HoSeok era su mejor amigo desde que tenía memoria; siempre mostraba una gran sonrisa al verlo pero, esta vez, estaba preocupado.

—Hobi... ¿Qué haces aquí? —Preguntó JungKook, mirándolo con los ojos cristalizados, con unas ganas grandes de lanzarse a sus brazos y llorar. Pero no, él no era así.

—¿Tú estás bien? JungKook... —comenzó el moreno de cabellos negros, mirándolo a los ojos y sintiéndose destrozado de ver a su mejor amigo de esa forma—, TaeHyung fue a mi casa hace una hora. Sé lo que pasó.

—Mierda... —Jeon maldijo, antes de hacerse a un lado y permitir que su amigo, que sostenía un sobre en sus manos, entrara—. ¿Qué te dijo?

—Me dijo que se habían separado, para siempre esta vez. Me dio este sobre —se lo entregó al menor—, después de insultarme y decirme que sabía que yo correría a tus brazos, tratando de consolarte y-

—Sabes que Tae siempre estuvo celoso de ti. Te dije que no lo tomaras-

—¡Soy tu mejor amigo, JungKook! —contestó el mayor, sorprendiéndose de que el blanco siguiera justificando todas las groserías que TaeHyung le hacía—. Había días en los que no podía ni verte porque TaeHyung me insultaba y trataba de "marcar su territorio" —hizo comillas con sus dedos en lo último—. ¿Cómo es que, terminada su relación, sigues aceptando que me trate así?

JungKook sabía que los celos de Kim siempre habían sido enfermizos. Pero aun así, lo toleraba porque él habría hecho lo mismo.

—Bien. Lo siento, Hobi —JungKook miró el sobre, sintiéndose curioso de lo que contenía—. ¿Qué es esto?

—No lo sé. No lo abrí. —Contestó el pelinegro, indicándole al menor que abriera el sobre.

JungKook, con mucho miedo dentro de él, abrió el sobre y sacó un par de papeles de su interior. Comenzó a leer el primero, sus ojos se abrieron grandes, enloqueciendo cuando notó que se trataba de una demanda.

—¡El bastardo me demandó!

—¿Qué? ¿Por qué? —Reaccionó el moreno al grito del menor, tratando de ver lo que debía el papel por su cuenta.

—Cuando amenazó con dejarme, congelé el dinero de sus cuentas bancarias, sabiendo que él no tenía a donde ir. Pero después vacíe esas cuentas y transferí el dinero a la mía...

—¿Por qué diablos harías eso, JungKook? ¿Estás loco? ¡Le robaste! ¡Le robaste, joder! —Gritaba Jung, incrédulo de lo que acaba de oír. No sabía qué demonios había pasado por la cabeza de su mejor amigo, pero sabía que era estúpido.

—TaeHyung no quiere casarse con YongSun, pero quería dejarme... yo no podía soportar que me dejara. Y él vivía conmigo cuando no estaba en casa de ella... por eso le quité el dinero... —Admitió JungKook, sintiéndose mal consigo mismo pero asustado por la demanda y el proceso legal.

—¿Cómo se te ocurre, Jeon? ¡Dios, eso es tan inmaduro de tu parte! Necesitas ayuda, urgente —HoSeok tomó a su amigo de los hombros, obligándolo a mirarlo a los ojos y diciéndole esto—: Lo peor es que es su dinero, no de los dos, ¿o sí?

—No —contestó Jeon, sentándose en el sillón de una plaza que estaba detrás de él. Pasó su mano por su frente, sintiendo un dolor punzante y siendo invadido por el miedo—. Era su fideicomiso que le dejaron sus padres antes de morir...

—Si no le devuelves el dinero, vas a ir a parar a la cárcel, JungKook —comenzó a caminar, HoSeok, por la sala de estar del apartamento. Estaba muy preocupado por su amigo y su estado mental. Sabía que TaeHyung le había hecho mucho daño, pero también sabía que el daño fue causado de vuelta. Y eso le preocupaba—. ¿En qué estabas pensando?

—¡No quería que me dejara, HoSeok! —contestó el menor, con sinceridad y dolor en el corazón—. No quería ver cómo pasaba de mí y me abandonaba como lo han hecho varias personas antes... —El menor cubrió sus ojos con su mano, comenzando a soltar algunas lágrimas.

Jung conocía a JungKook mejor que a nadie. Habían estado juntos desde niños, pero últimamente (cuando Kim TaeHyung llegó a sus vidas, dejaron de juntarse como lo hacían) lo desconocía tanto.

Sabía que Jeon tenía problemas y miedos internos, como el hecho de ser abandonado. JungKook no quería estar solo, porque lo había estado toda su niñez y parte de su adolescencia.

Ellos eran vecinos cuando eran niños, antes de que los padres de JungKook salieran de la foto familiar y este fuera adoptado por los padres de HoSeok. En realidad les había afectado muchísimo eso, sobre todo a JungKook.

Y fue cuando pensó: «¿Si mis padres no quieren estar conmigo, quién sí va a quererlo?».

Gracias al cielo que ahí estuvo HoSeok para él, y que después llegó TaeHyung a su vida. Pero esto último, tal vez no había sido tan bueno.

—Kook, sé que es difícil y respeto cómo te sientes pero... —hizo una pausa, agarrando la mano de su mejor amigo—, ¿no crees que sería mejor si TaeHyung saliera de tu vida de una vez?

JungKook se quedó callado por unos minutos, pensando en que no podía sobrevivir sin TaeHyung a su lado. Pero, aún si no podía hacerlo, Kim ya lo había condenado a morir si no regresaba con él. La demanda sólo lo había más difícil.

—No... No, Hobi. No sé qué voy a hacer si él no está conmigo, yo- él y yo- —comenzó a trabarse—. Mi vida sería una mierda si él jamás hubiera llegado a ella.

Se sinceró, mostrándole sus lágrimas a su mejor amigo, quien sintió su corazón romperse en mil pedazos. Hace mucho tiempo que no veía a JungKook llorar y, justo como lo recordaba, era de las cosas más desgarradoras que alguna vez vio.

~Un año y unos cuantos meses antes~

Una noche oscura, con muchísimas nubes en el cielo, quienes, cruelmente, ocultaban la gran luna y la vasta cantidad de estrellas que brillaban en el cielo.

TaeHyung en el auto de su hermano mayor, sentado en el asiento del copiloto, molesto con la situación en la que se encontraba. Él era un chico que prefería quedarse en casa antes que salir a divertirse con sus amigos; a sus veintidós años, prefería quedarse en su cama a ir a una reunión a casa del novio de su hermano.

SeokJin era su hermano mayor, un Kim de cabellos castaños y ojos cafés, con labios regordetes y una gran emoción dentro de su ser.

—Vamos, Tae. Quita esa cara.

—No —contestó el menor—. No quiero ir a casa de NamJoon a convivir con todos sus amigos raros y a aburrirme mientras tú te besuqueas con él en su cuarto. Sabes que odio las fiestas. —Finalizó, molesto y con un odio creciente hacia su hermano.

—No es una fiesta, Tae. Se van a reunir unos cuantos amigos a jugar cartas; ya sabes, póker. Ese juego por el cual has estado obsesionado los últimos años. —Informó el mayor, comenzando en un tono de regaño, finalizando con uno persuasivo.

—No estoy obsesionado con el póker. El tío YeSung es fanático del juego y se la pasa dándome clases que ni siquiera pedí. Además, jamás lo he jugado, sólo sé de técnica. —Aseguró el menor, quejándose por las molestias de horas que ha pasado escuchando a su tío hablar de eso.

—Esta será una buena oportunidad para poner tus conocimientos en práctica. Además, sabes que NamJoon y yo tenemos la regla de comenzar a besarnos a las doce de la noche; me tendrás tres horas.

—Bien —afirmó Tae, tranquilizándose un poco al saber que Jin no lo dejaría solo. Resignándose a ir a la reunión y aprender a jugar póker, no sólo en sus pesadillas, sino también en vida real—. Pero no me dejes solo en ningún momento antes de las doce.

—Te vas a divertir.

Sí, claro. "Se iba a divertir". TaeHyung llevaba la última media hora sentado en una mesa, alejada de la mesa redonda en donde, todos los amigos pedantes de NamJoon, jugaban póker.

Estaba observando el juego, por supuesto, pero estaba muy aburrido. No lo habían dejado jugar desde que llegó, y SeokJin le dio un paquete de cartas mientras que él se devoraba a NamJoon. ¿Y la regla?

Comenzó a armar una casa de cartas, completamente concentrado en su pequeña arquitectura, fallando y volviendo a comenzar. No era algo fácil armar una casa con cartas, pero él se estaba empeñando en lograrlo.

Colocaba las cartas una sobre otra, de manera vertical y horizontal; en diagonal hacia la derecha y hacía la izquierda, intentado buscar el equilibrio cuando las colocaba juntas.

Ya estaba armando el tercer piso de su casa de cartas cuando la mesa fue brutalmente empujada. TaeHyung cerró los ojos con fuerza, furioso por la torpeza de esa persona.

Abrió los ojos y divisó a un chico alto. Ese chico lo miraba con superioridad, con su cabello azul cayendo sobre sus ojos burlones. Estaba vestido con un pantalón negro, con varias cadenas colgando de este y una chamarra de cuero del mismo color.

—Ups. —Se burló el desconocido, riendo para sus adentros al observar la casa de cartas derrumbada.

—¿Cuál es tu jodido problema? —Preguntó TaeHyung, furioso al ver que su esfuerzo había sido derrumbado en unos segundos, por un hombre arrogante y cínico.

—Me tropecé —excusó el chico, tomando una de las cartas sobre la mesa y mirado a TaeHyung—. Me pasa mucho cuando quiero tirar casas hechas de cartas.

—Eres un idiota.

—¡Es sólo una casa! ¡Son cartas! Por favor, tranquilízate. —Se burló el blanco, de espalda ancha y cintura estrecha, soltando la carta frente a Kim.

—Jeon, basta. Fue un malentendido. —Habló NamJoon, dejando de besar a Jin y ganándose una sonrisa por parte del tal "Jeon".

—Sí, ya lo creo. —Terminó el peliazul, sonriéndole a TaeHyung y sentándose en la mesa donde jugaban póker. Los chicos que estaban sentados ahí lo saludaron, repartiéndole un juego de cartas y comenzando a jugar con él.

—¿Quién demonios es ese idiota? —Le preguntó TaeHyung a NamJoon, quien señaló hacia el chico arrogante antes de hablar.

—Él es Jeon JungKook, un amigo mío. Es el mejor jugador de póker de nuestra edad; los chicos adoran jugar con él y observar su técnica. Jamás ha perdido, por eso lo invité. —Mencionó Kim NamJoon, con una mano agarrando la cintura de Jin, y con la otra jugando con una carta.

—¿Ese idiota? ¿El mejor? —se burló TaeHyung, observándolo desde lejos. Sí, le parecía guapo, pero idiota—. Yo podría ganarle a ese bastardo con los ojos cerrados.

—¡Wow, wow! Tae, tú nunca has jugado póker.
—Interrumpió Jin, negando con la cabeza al reto que intentaba proponer Tae.

—Aun así, ganarle a alguien como JungKook será pan comido. —Aseguró TaeHyung. NamJoon, sorprendido, se encogió de hombros y se levantó de la mesa.

TaeHyung, completamente asustado por dentro pero confiado por fuera, observó como Nam paraba el juego y lo incluía en él.

JungKook le sonrió con sorna, mirándolo frente a él, sentado y sosteniendo su juego con inseguridad. Iba a ser extremadamente divertido ganarle a ese niño.

—¿No prefieres armar otra casa de cartas, niño? Seguro será mucho más entretenido para ti que este juego de adultos. —Se burló JungKook, siendo empujado por el codo de su mejor amigo, HoSeok, quien, junto con los demás chicos en la mesa, comenzó a reír.

—Si tú lo juegas, no debe de ser tan difícil. —Contestó TaeHyung de regreso. Notando las miradas confundidas de todos en la mesa; nadie le había contestado de esa manera a JungKook antes.

—Excelente, entonces. Comiencen. —Ordenó JungKook, sin dejar de observar al Kim de cabellos claros.

Los dos chicos se observaron duramente durante todo el juego. JungKook jugando como nunca antes lo había hecho y Tae dando lo mejor de sí mismo para demostrar que podía hacerlo mejor que ese idiota de cabello azul.

Los jugadores se fueron retirando poco a poco, intercambiando cartas y perjudicando sus juegos; por su lado, Tae estaba armando una flor imperial, intercambiando un dos de corazones con JungKook, quien le regresó un diez de diamantes.

Mientras tanto, Jeon se estaba concentrando en un Full, conformado por ases y una pareja de reyes.

Las apuestas comenzaron a ser mucho mayores, estamos hablando de miles de dólares sobre la mesa. Todos los que no estaban jugando, incluidos SeokJin y NamJoon, observaban el juego en el que Jeon y Kim luchaban a muerte.

Después de media hora de batalla, todos los jugadores se retiraron, a excepción de JungKook y TaeHyung. HoSeok estaba seguro de que su mejor amigo ganaría, tenía un Full bastante bueno.

La hora de revelar las cartas llegó. Siendo JungKook quien miró al rubio con una sonrisa de burla y victoria.

—Bueno, TaeHyung. Me sorprende que no te hayas retirado a la mitad del juego, pero debiste de haberlo hecho —hizo una pausa, mirando a todos los presentes con una sonrisa—. ¡Full, imbéciles! —Gritó, antes de soltar un grito agudo, siendo abrazado por HoSeok y recibiendo una ovación por todos los presentes.

—¿Estás seguro de que fui yo el que debió de haber abandonado? —soltó Tae, antes de romper en carcajadas, asustando a Jeon—. ¡Flor imperial, idiota! —Reveló su juego con orgullo.

Todos se quedaron boquiabiertos al ver la mano de Tae; As de diamantes, rey, dama, jota y el diez de diamantes que le había dado Jeon.

—¡TaeHyung le ganó a JungKook! —Gritó NamJoon, alborotando a todos los chicos que estaban ahí. Kim se sentía muchísimo más poderoso, habiendo vencido al "mejor" de todos.

Mientras tanto, el peliazul lo fulminó con la mirada, deseando matarlo en ese mismísimo momento. ¿Qué pasó después de eso?

Comenzaron a tomar demasiado, siendo JungKook quien se percataba de lo precioso que era Tae. Además, le llamaba la atención que le hubiera ganado de esa manera.

Fue entonces cuando se decidió. Tenía que meterlo en su cama esa misma noche. Y, como si hubiera sido promesa, lo cumplió.

Ligó con TaeHyung toda la noche, metiéndolo en su auto, cuando SeokJin y NamJoon se encerraron en la habitación del menor de los dos, y conduciendo a su departamento.

Esa noche, JungKook estuvo a punto de romper la cama, con TaeHyung deshaciéndose en gemidos debajo de él. Ambos entre besos, saliva, gemidos y sudor, tuvieron una noche llena de sexo.

Y así, fue como el póker fue responsable del nacimiento de una relación. Relación de dos chicos con algunas cosas en común, pero con la misma necesidad latente de ser amados.

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