PARTE 3: "El ático"[FINAL]
Corrió como si el mismísimo Diablo le pisara los talones, y justo cuando el rubio estaba por entrar a una de las habitaciones Jeongin le alcanzó.
― ¡Hey, Chris! ―le gritó, logrando llamar la atención del nombrado.
Christopher giró a mirarlo, y al ver de quién se trataba puso cara de fastidio.
― ¿Y ahora qué querés? ―preguntó Chris de mala gana. La chica que le acompañaba los miró expectante, sin entender nada.
― ¿Podemos hablar un toke? ―pidió Jeongin, ignorando mundialmente la presencia de la chica ― Es un ratito nomás ―agregó.
El rubio lo miró con seriedad, como si estuviera tratando de adivinar qué es lo que Jeongin tramaba. Dejó escapar un suspiro pesado y luego se dirigió a su acompañante.
―Che preciosa, yo voy a hablar un rato con él, ¿querés esperarme adentro? Después te alcanzo ―le preguntó a la fémina de melena rubia y cuerpo como campana.
―Sí, no hay problema. Andá nomas, yo te espero ―contestó tranquilamente, aunque sin poder disimular bien lo disgustada que estaba con la inesperada interrupción del azabache ―. No te demores ―le susurró al oído, para luego dejar un casto beso sobre su cuello.
Chris le regaló una sonrisa seductora, y tras dejar un corto beso sobre los labios rojos, soltó su cintura para dejarla entrar al dormitorio en el que le estaría esperando.
―Más te vale que sea rápido ―le amenazó Chris, denotando lo molesto que estaba por haberle atrasado su oportunidad para garcharse a la chica. Hacía semanas que no tenía sexo, y para este punto ya se encontraba desesperado, pues ni siquiera masturbarse lograba aliviarlo del todo.
―Sí, sí, va a ser un rato nomás. La noche es larga así que todavía tenés tiempo de sobra para coger ―dijo Jeongin en un tono desinteresado ―. Seguime, quiero hablar en un lugar más tranquilo ―ordenó, para luego comenzar a caminar.
―Dios, ¿no puede ser acá? Si supuestamente va a ser un rato ―indagó Chris, pero aun así comenzó a seguirle el paso.
―Nop, no da en los pasillos. No quiero que ningún metiche nos escuche ―respondió Jeongin.
Ambos chicos caminaron en un silencio incómodo, hasta que llegaron a una puerta solitaria que abordaba al final de un largo y tétrico pasillo que parecía no ser visitado desde hace tiempo. El lugar sin embargo no le era desconocido a Jeongin, ya que lo conocía desde que era chico, ese era "el escondite secreto" que tenían con Changbin cuando iba a jugar a su casa; al principio lo usaban para jugar sin que la niñera de Changbin los molestara, y a medida que iban creciendo pasó a ser una habitación secreta para jugar videojuegos hasta tarde en la madrugada, ya en la pubertad lo usaban para mirar porno y masturbarse―entre otras cosas―. Jeongin se preguntó si esto último fue en parte el detonante de su homosexualidad, porque desde la primera vez que lo hicieron, jamás fue capaz de olvidar la imagen del chico tocándose y retorciéndose de placer. Y aunque no sería la última vez que hicieran algo así, Jeongin no pudo evitar sentirse culpable cada vez que lo repetían; se sentía un sucio pecador.
―Acá es ―dijo Jeongin. Luego se agachó y de una tabla floja del piso sacó una llave llena de polvo y telas de arañas. Al parecer, Changbin había dejado de visitar ese lugar por un largo tiempo.
― ¿Y este lugar? ―indagó Christopher, mientras lo observaba abrir la chirriante puerta ― ¿Cómo es que lo conocés?
Jeongin empujó la puerta y tanteó la pared más cercana hasta encontrar el interruptor de la luz, encendiéndola y mostrando lo que parecía ser un ático polvoroso y abandonado, lleno de cajas, muebles viejos y algunas cajas de condones tiradas en el piso. Changbin le habría dado otro uso al parecer.
―Este era el escondite secreto que teníamos con Changbin ―comenzó a explicar Jeongin ―. Changbin y yo fuimos buenos amigos cuando éramos chicos. Acá veníamos cuando no queríamos ser interrumpidos ―dijo mientras se sentaba en un viejo sofá de cuero rojo que había en el centro de la habitación.
―No me digás que acá te lo garchaste ―dijo el rubio con una expresión de asco.
Jeongin apretó los labios, en un intento de reprimir las ganas de putearlo.
―Que sea gay no quiere decir que me meta con todos los pibes que se me crucen ―aclaró Jeongin, empezando a sentirse molesto ―. Sentate, quiero hablar de algo con vos ―le ordenó con impaciencia. Quería aclarar todo de una vez, saber cuál era el problema que Christopher tenía con él como para andar rompiéndole las pelotas cada que lo veía.
―Okay, hablemos entonces ―contestó, sentándose en el sofá también, un poco alejado del chico.
Jeongin se enderezó y tras mirarlo a los ojos con seriedad le preguntó:
― ¿Te hice algo?
Chris lo miró sin entender a qué se refería.
― ¿Te hice algo? ¿Pateé a Berry? ¿O me garché a alguno de tus amigos? Porque sino no entiendo por qué mierda me tratás tan para el orto ―indagó con brusquedad, dejando al otro con la boca abierta ― ¿O es que tu problema es que yo sea "puto"?
―Hey, si es por lo que dije, te recuerdo que ya me disculpé ―se defendió el rubio ―. Ya te dije que es para molestarte ―le aclaró, pero Jeongin no parecía satisfecho con lo dicho.
― ¿Para molestarme nomás? ―indagó, incrédulo ― En todos estos años que te conozco nunca me habías tratado así, entonces, ¿por qué ahora? Que casualidad que justo cuando me declaré gay comenzaste a comportarte así conmigo ―comentó molesto.
―Y bueno, ¿qué querés que haga? No es mi culpa que hayas salido desviado ―dijo Christopher, ahora a la defensiva ―Disculpame, pero es un asco que te cojas otros tipos ―agregó.
Jeongin ya estaba que se le saltaba la vena. Lo había confirmado; había confirmado que Christopher Bang era un tarado homofóbico. Y a pesar de que ya se lo veía venir, no pudo evitar sentirse decepcionado, porque consideraba a los padres y al hermano del chico como parte de su familia, así que enterarse que Chris opinaba así de él se sentía como una puñalada. Ni su mejor amigo, ni los padres de éste eran de esa forma, por lo que no entendía cómo es que Chris había creado esa visión con respecto a los homosexuales.
― ¿Asco? Ja ―rio Jeongin ― ¿Por qué carajos te daría asco lo que haga uno con su vida sexual?
―Porque no es normal hacer esas cosas con alguien de tu mismo sexo, para eso están las mujeres ―contestó el rubio ― ¿O es que te aburriste de las cochas y por eso probaste las pijas? ―preguntó sonriendo burlesco ― ¿Te cansaste de meterla y ahora te gusta que te la metan? ―interrogó, inclinándose hacia él para apreciar mejor la cara de enojo del azabache ― ¿Te gusta que te la metan, eh? Putita.
Eso fue el colmo.
Jeongin se levantó de golpe, y con una fuerza que no sabe de dónde sacó, agarró al rubio por el cuello de su camisa y lo azotó contra la pared, acorralándolo con un brazo mientras que agarraba con fuerza la ropa entre sus manos, tratando de controlar las ganas que tenía de encajarle una piña.
― ¿No que era para molestarme? Pedazo de inútil ―escupió Jeongin con bronca ―. ¿Qué mierda te importa si me la meten o no? Ni que fueras mi novio.
La cara de sorpresa de Christopher pasó de un segundo a otro a una de horror y asco.
―Prefiero cogerme un burro antes que ser tu novio ―se defendió el rubio, un poco nervioso.
―Chris ―dijo el morocho ―. Por la manera en la que te expresás, sonás exactamente como un reprimido ―comentó con una sonrisa sarcástica en el rostro.
―Estás flasheando cualquiera ―respondió el otro. Su rostro era una mezcla de alguien enojado y nervioso ―. Tu viejo será un reprimido.
Jeongin soltó una carcajada por lo infantil que había sido ese comentario. Supuso que Bang ya no tendría más ideas para insultarlo, era eso o había dado justo en el clavo.
―Sí, puede ser ―concordó el morocho, inmune ―. ¿Qué te pasa, eh? Te noto un poco nervioso ―la mano que antes sostenía el cuello de la camisa ajena le soltó para agarrarlo por el mentón, obligándolo a mirarle a los ojos ―. ¿No será que la putita acá sos vos?¿Mhn?
Christopher abrió y cerró la boca, sin poder decir absolutamente nada. Estaba inexplicablemente sin palabras, como si estuviera confundido.
Jeongin observó detenidamente al chico, deteniéndose en sus facciones, pasando por su grueso cuello levemente traspirado, y terminando por apreciar el cuerpo torneado que se enmarcaba entre la vestimenta que traía puesta esa noche. La verdad era que, a pesar del disgusto que Jeongin sentía últimamente por el rubio, tenía que admitir que estaba re bueno.
― ¿Qué pasa, corazón? ¿Te comieron la lengua los ratones? ―preguntó Jeongin con falsa preocupación, mientras acariciaba el labio inferior bajo su pulgar ― ¿O es que acaso le acerté? ―volvió a indagar.
Christopher no respondió, Jeongin lo acorraló entre su cuerpo y la pared, pero siguió sin obtener respuesta. El rubio lo miraba expectante, turnándose entre sus ojos y sus labios.
―Los gays me dan asco ―dijo finalmente el rubio.
―No parece ―discrepó Jeongin.
Sus respiraciones chocaban en cada calada, entremezclándose debido a la cercanía de sus caras. Una repentina tensión se había formado de repente en ese sucio y olvidado ático. La lejana música era amortiguada por las gruesas paredes mientras resonaba de fondo "Reina" de C.R.O.
―Si tanto asco te dan los gays, ¿entonces por qué no me separás de vos? ―preguntó Jeongin, liberando esas palabras sobre la oreja del otro, causándole escalofríos.
Cierto. ¿Por qué no lo separaba? Se preguntaba Christopher en su mente. Su cuerpo tosco y fuerte se había paralizado, sintiéndose como una gelatina que al mínimo toque se ponía a temblar, el corazón de repente parecía sufrir taquicardia, y sus ojos, sus ojos no podían dejar de mirar aquellos labios, que de un momento a otro se le hacían singularmente atractivos.
―Porque si te alejo de mí, lo más seguro es que te cague a piñas ―respondió titubeante, no muy seguro de que lo que dijo tuviera sentido ―. Haceme un favor y soltame de una vez, no quiero verme obligado a romperle la cara al mejor amigo de mi hermano ―le amenazó mientras giraba la cara hacia un costado, evitando la cercanía que Jeongin había intensificado entre sus caras.
Jeongin dejó escapar una leve risa, para luego plantarle un beso sobre la piel del cuello ajeno que tenía frente a él. Chris dejó escapar un apenas audible suspiro.
¿Qué mierda le estaba pasando?
―Jeongin, basta. Hablo en serio ―volvió a amenazar, tratando de imponer distancia al sostenerlo por los hombros.
Las manos le flaquearon al sentirlo pegarse a su cuerpo por completo, dejándolo totalmente acorralado contra la fría pared. Jeongin deslizó una de sus piernas entre las de Christopher, rozándole la entrepierna con su muslo.
―Jeongin ―dijo con voz temblorosa. Los labios del chico comenzaron a comerle el cuello de una forma que no podía más que describirse como caliente.
Y ese fue el fin para la poca dignidad del rubio, quien no pudo resistirse más a las tentaciones de Jeongin. Abrazó su cintura con fuerza, mientras que su diestra se perdió entre los pelos negros del mejor amigo de su hermano, a quien supuestamente repudiaba por su orientación sexual.
La verdad era que en realidad a Chris no le daban asco los gays, ni siquiera las lesbianas o los bisexuales, de hecho su mejor amiga Jisung era una chica trans, por lo que no tenía ningún sentimiento negativo contra las personas que conformaban la comunidad LGBT. Sin embargo, la razón oculta detrás de su aparente homofobia hacia Jeongin era un caso único. Todo porque por años―por no decir que desde que se conocen―Christopher se sintió fuertemente atraído por Yang, pero como éste aparentaba ser un heterosexual proveniente de una familia católica y extremista, más el hecho de que era el mejor amigo de su hermano menor, hicieron que terminara por reprimir lo que realmente sentía por él. No quería ser rechazado, no quería arruinar la amistad que el chico tenía con Seungmin, no soportaba la idea de que Jeongin se alejara de él, porque aunque nunca fueran del todo cercanos, siempre se habían llevado bien. Por eso, cuando Jeongin salió del closet como gay, Christopher se sintió traicionado, porque estuvo mucho tiempo tratando de ignorar su obvio gusto por el azabache, pero por sobre-todo; porque le carcomía la cabeza saber que ahora no sólo las chicas fueron más privilegiadas que él, sino que en la actualidad montones de chicos podían correr con la suerte de estar con Jeongin, y sabía que él no podía ser ninguno de ellos. Christopher era el hermano heterosexual de Seungmin, el típico mujeriego, un macho hecho y derecho; ese quizás era el pensamiento que tenían la mayoría de las personas sobre él, incluyendo a Jeongin.
En serio, en serio había tratado con todas sus fuerzas de olvidarse de Jeongin, pero tenerlo ahora de esa forma, sentir su cuerpo tocándole de esa manera, había provocado que la barrera de rechazo que creó terminara por caerse, como si de una casa de naipes se tratara.
"A la mierda todo", se dijo Christopher. Ya estaba harto de reprimirse a sí mismo, quería aprovechar de esa única oportunidad, ya mañana podía hacerse el tonto y achacarle al escabio de su "amnesia".
―Chris ―le llamó Jeongin, dejando su cuello para quedar cara a cara nuevamente ―. Dejarme hacer esto no es muy heterosexual de tu parte ―dijo en tono burlón.
―Cerrá el orto, ¿querés? ―le contestó molesto. Y sin importarle mucho el comentario del otro, Christopher lo empujó fuertemente, tumbando a Jeongin sobre una colchoneta de yoga que casualmente había detrás de él.
Jeongin lo observó sorprendido, cuando el rubio no dudó en dar un par de zancadas hacia él y subirse a horcajadas arriba suyo.
―Qué-
Lo que sea que Jeongin estaba por decir quedó en el olvido cuando los labios del rubio chocaron contra los propios, comenzando un beso húmedo que amenazaba con quitarles el oxígeno.
Jeongin jamás se esperó que Christopher reaccionara de esa forma. Al momento de ser empujado juraría que se le tiraría a molerlo a trompadas, justo como le había amenazado minutos antes. Pero en cambio, lo único que recibió fue tremendo chape, nada que ver a lo que tenía en mente. No obstante, no se quejaba.
Jeongin correspondió casi al instante, los gruesos labios de Christopher encajaban perfectamente con los suyos, la suavidad y carnosidad que los conformaban le volvía loco. Era la primera vez que los besaba y ya creía que podría volverse adicto a ellos, similar a una droga.
―Mmmn, Chris ―soltó con satisfacción cuando el nombrado se removió sobre él, rozándole la erección con el culo.
Cuando el rubio se dio cuenta de lo que sin querer provocó, se volvió a quedar helado. ¿Eso rozando su culo era...
― ¿Qué pasa? Parece que hubieras visto un fantasma ―dijo Jeongin, ya sabiendo el porqué de la actitud del otro.
Chris lo miró a los ojos, y Jeongin pudo notar enseguida cómo los cachetes del rubio se ponían rojos de la vergüenza.
― ¿Acaso estabas esperando una concha? ―preguntó un risueño Jeongin.
―Obvio no, tarado. Ya sé que no sos una mina ―respondió Chris, tratando de no sonar tan avergonzado.
―Exacto, no soy una mina. No sé por qué te sorprende si es obvio que tengo una verga, como vos ―comentó el azabache, mirándolo desde abajo.
Jeongin se inclinó hacia arriba, y de un momento a otro ya tenía al rubio debajo de él, con esas gruesas piernas separadas a los costados de sus caderas. Sosteniendo el peso de su propio cuerpo con un brazo, Jeongin lo agarró por la cintura y pegó su notoria erección contra el culo del rubio, comenzando a refregarse contra él. Christopher se mantenía recostado a lo largo de la polvorosa colchoneta, con los ojos cerrados, concentrado en la sensación que le brindaba el cuerpo del alto. De repente, Chris tenía la necesidad de sentirlo más, quería sentirle hacerlo sin una molesta tela de por medio.
―Chris ―dijo Jeongin, parando sus movimientos para recostarse sobre el chico, sólo sosteniéndose por los codos para no aplastarlo del todo ―. Juguemos un rato, y apostemos a ver qué pasa después de esta noche ―le propuso sonriente.
Christopher sintió los vellos de su cuerpo erizarse al escuchar su voz ronca chocar contra su oreja.
― ¿Qué querés apostar exactamente? ―se animó a preguntar.
―Tengamos sexo ― empezó a decir, dejando al rubio entre sorprendido y avergonzado por lo directo que era ―. Si logro hacer que te corras, vas a dejar de andar rompiéndome las pelotas.
― ¿Y si no podés? ―interrogó, curioso.
―Si no puedo, te debo 5 g de flores ―contestó, haciendo que a Chris se le iluminaran los ojos ―. ¿Trato hecho? ―preguntó Jeongin.
Chris sonrió, confiado en que no le sería tan difícil de ganar.
―Trato hecho ―respondió Christopher, justo antes de agarrarlo por la nuca y retomar el chape que habían pausado.
La apuesta fue sellada con un hambriento beso, concordando que tendrían una hora y media para dar por cerrado el trato; si en ese tiempo dado Jeongin lograba su cometido, tendría por seguro que el rubio ya no le molestaría, y si en caso contrario Christopher ganaba, tendría al menos la suficiente marihuana para subsistir en la semana.
Las caderas del más alto se movían ondeante, apretando su verga sobre el gran culo de Chris, quien sólo se dejaba hacer mientras sentía la diestra de Jeongin masajeando su erección al ritmo de las falsas penetraciones.
―La tenés re dura, ¿seguro que vas a poder soportarlo? ―cuestionó Jeongin con diversión, sin dejar de moverse.
―Que la tenga parada no quiere decir que no tenga aguante ―le aclaró confiado, aunque en esos momentos no estaba tan seguro de sus palabras.
―Eso lo vamos a ver en breve ―dijo el morocho. Y a continuación se encargó de subir la remera de Christopher hasta dejarla por encima de su pecho, bajó la cremallera del jean y de un tirón le sacó el bóxer con el jean, dejándolo semidesnudo ―. Recién estamos empezando, no te confíes tanto ―le advirtió Jeongin.
Christopher no dijo nada y trató de disimular los nervios y la vergüenza que le inundaban al sentirse tan expuesto frente a un hombre. Incontables veces se había mostrado completamente desnudo frente a muchas mujeres y hasta ahora nunca había sentido tanta vergüenza, pues normalmente se mostraba como alguien confiado y dominante. Pero esta vez era diferente, no se trataba de una chica, sino de un hombre, y más específicamente; de Yang Jeongin, el mejor amigo de su hermano, al cual prácticamente lo había visto crecer. Lo conocía desde que era un recién nacido, cuando la mamá de éste se lo presentó, y a sus cuatro años Chris no pudo evitar quedar encantado con lo lindo que era.
Así que, repasar el momento en que lo conoció, y ver ahora cómo el chico le chupaba las tetas mientras le masajeaba la verga, era como poco, una situación chocante y surreal.
―Jeongin, no muerdas ―le reprendió el rubio tras sentirlo apretar uno de sus pezones entre los dientes.
―Mnh, es que tus tetas son tan ricas, me dan ganas de morderlas y chuparlas enteras ―respondió Jeongin, sin alejarse mucho del abultado pecho.
― ¿Por qué no mejor te entretenés chupando otra cosa? ―indagó, haciendo que su miembro se moviera levemente entre la mano del azabache.
Jeongin sonrió de costado, encantado con el repentino descaro que el rubio comenzaba a mostrar de poco. Admitía que verlo comportarse tan vergonzoso y sumiso se la ponía re dura, pero la idea de presenciar a un Christopher atrevido y sinvergüenza se le hacía bastante excitante.
Salió de encima del rubio para después volver a recostarse en la colchoneta.
―Vení, subite ―le ordenó ―. Ponete al revés, así también me la podés chupar ―le explicó, y Christopher entendió enseguida la pose que quería.
Sin pensarla mucho, Chris se levantó de su lugar y se acomodó encima de Jeongin, poniéndose en cuatro para así chupárselas mutuamente. Esa pose no le era ajena, porque siempre la hacía a la hora de garcharse a una mina con buen culo, pero ser él el de arriba cambiaba bastante las cosas, porque sabía que no sólo sus genitales quedarían totalmente al descubierto, sino también su ano, algo que por alguna razón le daba bastante vergüenza.
― ¿Cómo mierda se supone que esto me quepa en la boca? ―preguntó el rubio, cuando al sacar la verga de Jeongin de entre el pantalón, pudo ver mejor el tamaño de la misma; el grosor era bastante notorio cuando al agarrarla vio que de pedo lograba rodearla con su mano, y el largo...― ¿Y si mejor te pajeo nomás? ―cuestionó echándose para atrás. No había forma de que esa cosa se metiera en su boca, temía por su garganta y más por su culo; ya no se le hacía buena idea ser el de abajo.
Jeongin soltó una carcajada. Él bien sabía que no era precisamente chiquito en esa parte de su cuerpo, no por nada media facultad se lo quería garchar.
―No es necesario que la chupes entera, métela hasta donde puedas y tratá de no rasparme con los dientes ―le aconsejó tranquilamente, ya sabiendo que para Christopher sería demasiado probar su garganta en la primera chupada de pija.
―Bueno...―respondió dudoso.
Cuando Jeongin comenzó a chupársela, Christopher finalmente se animó a hacerlo, agarrando la base con su diestra, se fue acercando al glande para empezar a chuparlo, era suave y levemente salado, lo cual no le disgustó como pensó en un principio. Se entretuvo un rato así, lamiendo y chupando la punta suavemente, procurando no rasparlo con los dientes , tal como Jeongin se lo había pedido; él más que nadie sabía lo horrible que se sentía que hicieran eso. Luego se animó a ir un poco más allá, metiendo la mitad del venoso pene en su boca, sintiendo cómo la punta le rozaba la campanilla y provocándole una arcada.
―Hasta ahí puedo, ni a palo la meto hasta el fondo ―dijo Chris al sacársela de la boca. Tenía miedo de que si se la metía por completo pudiera vomitarlo y cagar el ambiente.
―No te hagás drama, ya te dije que no es necesario que te la tragues entera ―le tranquilizó Jeongin.
Chris asintió y nuevamente volvió a lo suyo. Mientras tanto, Jeongin dejó su tarea de chupársela para centrarse ahora en el lindo culo que tenía al frente de su cara; agarró los cachetes con fuerza, amasándolos con gusto mientras veía el pequeño ano aparecer y desaparecer con los movimientos que hacía. Finalmente y sin aguantarlo más, inclinó su cabeza hacia arriba y se hundió en ese virgen culo, lamiéndolo descaradamente.
―Mmh, Jeongin, ¿qué se supone que estás haciendo? ―preguntó Chris, un poco sorprendido. Nunca le habían chupado el culo, así que esto era algo nuevo para él; se sentía extraño, más no le disgustaba.
― ¿Qué? ¿Pensaste que yo sería el que entregue el orto? ―cuestionó con gracia.
―Emm, algo así ―contestó el rubio.
―No papito, yo no hago eso ―le aclaró el menor ―. No te preocupés, si te relajás y me dejás prepararte bien, no te va a doler tanto ―trató de tranquilizarlo.
―Oh, eso definitivamente me deja tranquilo ―dijo con sarcasmo.
―Perdón, pero tengo la verga grande y supongo que tu culo es virgen todavía, no puedo asegurarte que no duela aunque sea un poco ―se disculpó Jeongin, aunque sin sentir mucha culpa realmente.
Chris resopló. Incluso aunque le gustara Jeongin, también le gustaba que su culo esté sano.
―Bueno, pero tratá de no ser guaso ―le aconsejó el rubio, dándole permiso para continuar.
Uno por uno, y teniendo mucho cuidado, Jeongin fue metiendo sus dedos en el interior de Christopher, lubricando con saliva y tomándose su tiempo para estirar las paredes anales. Christopher hizo su mayor esfuerzo para mantenerse relajado y soportar la incomodidad de la intromisión, porque los dedos de Jeongin si bien eran finos, también eran largos; Chris podía jurar que la mano del chico tendría el mismo tamaño que su cara.
―Jeongin, creo que ya-¡Ah! ―el rubio fue interrumpido a mitad de la oración, tras sentir un placer sinigual recorrerle en sus partes bajas, e induciéndolo a encorvar la espalda hacia atrás debido a la intensidad de la extraña y nueva sensación.
Jeongin sonrió, satisfecho tras haber encontrado el punto p del contrario. Con la yema del dedo índice y corazón, se concentró en acariciar ese pequeño bulto dentro de su recto, en tanto se mantenía apretando y rozando el perineo, incrementando el placer del rubio al estimular la próstata tanto de forma interna como externa.
―Dios, Jeongin, hmm ―gemía Christopher, fuera de sí.
― ¿Te gusta, Cris? Se siente rico, ¿no? ―interrogó con picardía.
―Sí, mierda, se siente tan rico , a-ah ―contestó el más bajo.
"La puta madre, esto se siente tan rico" pensaba Christopher para sus adentros. Sin embargo, cuando una familiar sensación en sus partes bajas se hizo presente, cayó en lo que eso significaba. Enseguida volvió a sus sentidos, Chris apretó la punta de su pene y se alejó de los expertos dedos de Jeongin. Sentándose sobre los muslos del morocho, Chris trató de controlar las ganas que tenía de eyacular, mordía sus labios desesperadamente, sintiendo cómo su pelvis hormigueaba, torturándole, a la vez que su ano se fruncía inconscientemente.
― ¿Qué onda? ―preguntó Jeongin, soportando las ganas de cagarse de risa ― ¿No que tenías aguante? ―se le burló, recordándole las pablaras que él mismo le había dicho momentos atrás.
―Cerrá el orto un rato ―dijo Chris, un poco molesto.
Christopher ya estaba harto de las burlas de Jeongin, y si bien ya se había doblegado al más joven, todavía le quedaba un poco de dignidad.
―Lo mismo digo ―remató Jeongin.
Con la paciencia volando fuera del planeta, Christopher se levantó, giró para enfrentar al otro y sin decir o pensar en nada más, se puso en cuclillas, y tras alinear la verga de Jeongin contra su culo se dejó caer sobre éste de un rápido sentón. Mentiría si dijera que no le dolió, literal sentía que lo estaban partiendo a la mitad, pero a la vez, el placer volvía a reaparecer al sentirlo rozando levemente lo que suponía era su próstata. Se mantuvo quieto por un rato, tomándose su tiempo para acostumbrarse al tamaño de Jeongin.
―Sos un enfermo ―le dijo Jeongin ―. ¿Sabías que podés lastimarte haciendo eso?
Chris rodó los ojos, él era lo suficientemente consciente de lo que hacía, y sabía que el dolor que sentía era en parte soportable. Jeongin había dominado gran parte del acto, ahora era su turno.
―Me chupa un huevo la verdad ―contestó desbordando desinterés.
Cuando pudo juntar el suficiente valor, Christopher se inclinó hacia arriba y volvió a descender, auto-penetrándose a sí mismo, y después volvió a repetir la acción una y otra vez, hasta que al fin terminó acostumbrándose a las penetraciones. Jeongin mientras tanto lo miraba moverse sobre él, sosteniéndose por los codos para poder ver con lujo de detalles la escena de un "heterosexual" Christopher Bang saltando sobre su verga homosexual.
―Dios, Chris, me encanta cómo me chupa tu culo, estás tan apretado ―murmuró Jeongin, sintiéndose tan caliente como el infierno. Pero Christopher estaba demasiado concentrado en montarlo como para prestar atención a lo que decía.
El rubio se mantenía haciendo un vaivén moderado, mientras se sostenía con las yemas de sus dedos apoyadas sobre la fina colchoneta. El pelo ondulado comenzaba a pegarse contra su transpirada cara, producto del calor que tenía por el esfuerzo físico que ejercía, sus gruesos y rosados labios se mantenían entreabiertos, liberando cortos y roncos gemidos, los trabajados abdominales se miraban abultados debido a la posición en la que se encontraba, al igual que el fornido pecho.
Jeongin ya no estaba muy seguro de si podría durar más tiempo sin eyacular. Christopher Bang había demostrado ser tan estúpidamente erótico, que cualquier otra persona que se haya garchado antes de él parecían unas copias berretas de actores de porno amateur.
Estirando su mano hasta su celular, Jeongin vio que no quedaba mucho tiempo para que el límite que habían impuesto llegara a su fin. Quedaban quince minutos para que alguno de los dos ganara o perdiera la apuesta, pero para este punto poco le importaba quién lograba su cometido, ahora lo único que quería era cojerse duro a ese caliente rubio y llenarle de leche ese culo recién estrenado. Con una rapidez que no supo que tenía, Jeongin se quitó a Christopher de encima, dejándolo nuevamente contra la colchoneta.
―En cuatro ―ordenó Jeongin, arrodillándose en la orilla de la colchoneta.
Chris acató a la orden enseguida, poniéndose sobre sus rodillas y antebrazos, dejándole al contrario una excitante vista de su gordo culo dispuesto sólo para él.
―Que buen orto ―mencionó Jeongin, masajeándole el culo a la vez que amagaba con penetrarlo, sólo apretando la punta de su pene contra el agujero del contrario.
―Metela de una puta vez, Yang ―pidió desesperado, importándole poco si se viera o no necesitado.
― ¿Mh? Perdón, no te escuché bien. ¿Qué querés exactamente que haga? ―preguntó Jeongin, haciéndose el boludo.
Christopher reprimió las ganas de cagarlo a trompadas. La necesidad de que le partieran el orto era más grande que su orgullo.
―Que me rompas el culo con tu puta verga, Jeongin ―pidió casi gritando ― ¡Dios, sí! ―exclamó en alto cuando el azabache arremetió de golpe en su interior, entrando y saliendo rápido y duro, golpeando sin pudor alguno su próstata.
Jeongin mandó a la mierda el poco autocontrol que le quedaba, enterrándose en Bang sin piedad mientras lo agarraba fuertemente por la cintura, sosteniéndolo contra su cuerpo a la vez que ejercía fuerza hacia adelante con sus caderas, penetrando tan duro y profundo como podía.
El cuerpo fornido de Christopher se hamacaba de adelante hacia atrás frenéticamente, produciendo un fuerte sonido similar a cachetadas en el momento que su culo chocaba contra la pelvis y los testículos del más alto. Chris estaba aliviado de encontrarse bien alejado de la sala en donde se concentraban las personas, porque en estos momentos ya había perdido el control de sus cuerdas vocales, dejando escapar gemidos altos y constantes.
Chris estaba en su límite, la larga y gruesa verga de Jeongin no paraba de golpear su próstata, induciendo a que su cuerpo comenzara a sentir un placer tan enorme y delicioso, avisándole así de un inminente orgasmo.
"3 minutos", pensó el rubio tras fijarse en la hora que marcaba el viejo reloj de péndulo que allí había.
―Oh, Dios, Chris ―gemía Jeongin mientras fruncía el entrecejo, ya a punto de acabar ―. Mhnn, mierda, que rico ―musitó entre agitados jadeos de éxtasis.
Sólo un rato más.
Chris apretó su pene, y haciendo un último esfuerzo para evitar eyacular, frunció sus paredes anales como reflejo, provocando que al apretar el miembro dentro suyo Jeongin terminara por eyacular.
El viejo deloj de la habitación sonó, dando unas seis campanadas, avisando que ya eran las 6 am; el tiempo se había acabado y Chris al fin pudo darse el lujo de correrse.
Y así, tirados sobre una vieja colchoneta de dudosa higiene, ambos chicos se tomaron su tiempo para descansar, disfrutando de la tranquilidad de la habitación y la lejana música que aún sonaba en la casa.
―Me debés esos 5 g ―dijo Chris, cortando con el silencio.
Jeongin giró su cabeza para mirarlo.
―En cuanto bajemos a la joda te consigo ―dijo Jeongin, para luego dejar escapar una risita nasal. La situación le parecía demasiado bizarra.
Chris se tapó la cara mientras se unía, riendo por fuera, llorando por dentro; porque aunque se había ganado faso gratis, también se había ganado un posible dolor de culo, muy literalmente.
―Hey, cara de verga, ¿dónde te habías metido? ―le interrogó Seungmin al encontrarlo.
―Perdón Min, estuve hablando con tu hermano y casi nos cagamos a piñas, pero ya pudimos arreglarnos y llevarnos bien ―le explico un extrañamente feliz Jeongin.
―Bue, al fin. Ya estaba re podrido de verlos peleando a cada rato ―dijo aliviado. No le gustaba ver cómo su hermano trataba a Jeongin, así que saber que se habían arreglado le sacó un enorme peso de encima ― ¿Y qué pasó? Contame todo ―demandó, curioso.
―Eso no te incumbe, bro ―interrumpió Christopher al llegar con ellos ―. Esto es entre Jeongin y yo ―aclaró.
―Foo, que mala onda. ¿Por qué no puedo saber? ―indagó molesto, casi que haciendo berrinche.
―Porque no y punto. Ahora dejá de insistir, parecés un pendejito malenseñado ―le retó. Seungmin podrá ser un adulto, pero a veces seguía comportándose como nene malcriado.
―Que sea un malenseñado es en parte tu culpa, vos más que nadie me dio muchas mañas ―le acusó Seungmin.
―Sí, sí, como digas, haceme un favor y búscame a Namjoon, y decile que me venda fa ―le pidió/ordenó, intentando cambiar de tema.
―Pensé que no trajiste plata ―comentó el castaño.
―Yo no, pero Jeongin me prometió comprarme faso si dejaba de molestarlo ―contestó, omitiendo el detalle de la peculiar apuesta.
―Ah, eso tiene más sentido ―dijo, ahora más convencido. Sabía que Chris podía ser bastante intenso cuando se proponía algo, así que no se le hacía raro que Jeongin lograra comprar la tranquilidad en base a un soborno ―. Bueno, bancame un toke, ya vuelvo ― y tras decir esto se alejó del par, en busca de su diler de confianza.
Cuando el castaño se perdió entre la multitud, Jeongin se acercó al rubio para hablarle al oído.
― ¿Por qué no te sentás, Chris? Parecés un poco cansado.
Christopher respondió con un codazo en las costillas del más alto.
―Si no te callás te voy a embocar una piña ―le amenazó, molesto.
―Si me embocás una piña, la próxima te voy dejar inválido ―contraatacó.
― ¿Quién dijo que habría una próxima? ―cuestionó arqueando una ceja.
―No te hagas el que no te gustó ―dijo Jeongin, mientras le acariciaba disimuladamente el culo.
―Sos un pajero ―le insultó mientras reía ―. Para la próxima tratá de no ser un salvaje, me re duele el culo.
―Lo voy a intentar, pero no prometo nada ―respondió, divertido con el comentario del rubio.
Mientras tanto, un extrañado Seungmin observaba al par con una duda carcomiéndole la cabeza.
"Nah, no creo, Chris es hetero", se dijo para sí mismo.
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Buenas gente lindaaa, volví a revivir después de no sé cuánto tiempo. Mil disculpas por demorarme tanto, tuve un bloqueo y la vida adulta no me ayuda mucho. Pero bueno, he aquí. Espero que les haya gustado o entretenido, porque este es el final de esta corta y medio argenta historia.
La verdad disfruté mucho escribiéndola porque rara es la vez que se me ocurre escribir con mi jerga, y hasta se me hace raro porque estoy re acostumbrada a narrar en neutro.
En fin, gracias por haber llegado hasta aquí, se agradece siempre sus lecturas💙.
Como es de costrubre, ya saben; voten y comenten si les gusto esta historia.
Sin nada más que decir, nos estamos leyendo en otra historia, bye bye💫💞.
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