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ᴜɴᴏ🦋

— Oh linda, sí que luces encantadora, ¡Pareces toda una virgen! — el rizado halagó, alisando con sus manos algunas partes del lindo vestido blanco.

— Gracias... Y dinos, ¿Cómo van tú y SeHun? ¿Cuándo fijarán la fecha?

— ¡Ugh! No sé cuándo... Soy asesor de novias pero nunca soy la novia. — miró a su novio, quien presenciaba todo detrás del mostrador, se acercó a él. — ¿No es cierto, Hunie? — sonrió.

— ¿Qué puedo decir? — SeHun se encogió de hombros.

— Di, "ten tu sortija, escoge un modelo".

SeHun rió y señaló al chico rizado, dando a entender que eso había sido una muy buena broma, aunque todos ahí supieran que nadie estaba hablando en broma.

— Habló en serio, llevamos tres años comprometidos, SeHun. — reprochó Jungkook.

— Lo siento, lo hubiera hecho antes y hubiera escogido un mejor lugar... — comenzó a hablar el castaño.

— Oh, cielos. — murmuró el rizado y extendió su mano para que fuera tomada. Por fin iba a poner un maldito anillo en su mano.

— Uh, te lo diré... He pensado que deberíamos salir con alguien más.

— ¿Qué? — JungKook frunció el ceño. — ¿Desde cuándo piensas eso?

— Desde que vi a Xiao LuHan.

La indignación no tardó en llegar a el chico rizado.

— ¡No puedo creer que me estés diciendo esto! ¿Tan sólo me soportabas por que soy tu mejor vendedor?

— Uh... Ese es otro tema. — murmuró. — LuHan necesita trabajo..."

— ¿¡Estás despidiéndome!?

— Mhm. — SeHun asintió.

— ¡No puedo creer que haya desperdiciado tres años de juventud en ti y en este basurero! — el rizado apuntó al otro con su dedo índice, acusatorio. — Tú no puedes despedirme, SeHun. ¡Yo renuncio!

JungKook, con toda la dignidad que le quedaba, dio media vuelta y salió del establecimiento, tan solo para volver segundos después.

— Mejor sí despideme, así puedo cobrar por el desempleo. — y la puerta fue cerrada nuevamente.

[...]

Jungkook llegó a la puerta, de lo que parecía ser, una hermosa mansión color blanco, con faroles adornando y una linda puerta de madera, cargando consigo un bonito maletín color lila, con miles de productos de belleza dentro de el

Tocó el timbre y esperó.

— Hola, soy Jeon Jungkook, su representante de cosméticos oriente... Ugh, que tontería. — se dijo para sí mismo.

La puerta se abrió, un chico rubio detrás de ella. No parecía tener más de 26 años, sus ojos eran azules como el agua, portaba un traje pulcro color gris y una sonrisa que era apenas notoria.

— Hola, soy Jeon JungKook. — saludó con amabilidad.

— Adelante, estábamos esperándolo.— respondió aquel chico de traje con la misma amabilidad.

— Oh ¿En verdad?

— ¿Ha venido para el empleo de niñera... Niñero? — se corrigió él mismo.

JungKook entró y no pudo evitar asombrarse por el castillo en el que se encontraba, nunca había estado en una casa tan fina, tan espaciosa, esto era impactante.

— Puede ser...— mintió. — Wow, este lugar es más bonito que el condominio de mi tío Jack, y eso que él compró el de exhibición. — Dijo, admirando todo a su alrededor.

— Ah... ¿Me permite su currículum para llevarlo con el señor Park? — Pidió amablemente.

— ¿Currículum? — murmuró. — Sabe algo, ¿Por qué no va por el señor Park y personalmente yo le daré mi currículum?

— Como guste. — Asintió y comenzó a avanzar. — Esto es novedad. — murmuró.

El mayordomo llegó a la oficina de su jefe, donde sabía que lo encontraría. Y bien pensó, pues el estaba ahí, sentado en su silla delante del escritorio, con una cara de angustia y con su socia Irene a sus espaldas brindándole un relajante masaje.

— Lamento interrumpirlo señor. — dijo con respeto. — Veo que está trabajando duro, señorita Bae. — Se burló el mayordomo, aún sin perder su porte y elegancia.

La castaña lo miró con indignación e indiferencia al mismo tiempo. — El teatro siempre ha sido una pasión profunda. — Afirmó con la cabeza en alto. 

— Mhm, ¿Qué será lo que se le ocurrirá montar después? — Volvió a burlarse el rubio, usando su humor doble sentido que usa muy a menudo.

Irene lo miró con los ojos bien abiertos y llena de odio. Antes de que pudiera hablar, el señor Park lo hizo.

— ¿Qué ocurre, HoSeok?

— Ha venido alguien a entrevistarse para el cuidado de sus hijos.

— ¿Qué pasó con la otra niñera? — Preguntó la chica castaña.

— Félix simuló otro de sus suicidios.— Contestó el productor, sobando el puente de su nariz.

— Pero un poco mejor, esparció salsa de tomate y un poco salía de su oreja. — el mayordomo apoyó.

— Los millonarios de Seul vendrán a nuestra fiesta y no quiero a esos niños corriendo por ahí. — habló Irene autoritaria y con un deje de enojo.

JiMin la miró casi al instante, con el ceño fruncido.

— No es que no los quiera como si fueran mis propios hijos. — Irene corrigió automáticamente su actitud.

— Lo esperan en la sala, señor.

Y así era, JungKook continuaba en la sala sentado en un pequeño taburete a lado de las escaleras, recargado en el portafolio de maquillaje y escribiendo su currículum con un lápiz labial en una hoja que no sabe de dónde salió.

Inesperadamente, un niño entró a aquella sala, con lo que parecía ser un cuchillo enterrado en el pecho y mucha sangre alrededor de la herida. El menor se acercaba a pasos lentos y con sonidos de agonía saliendo de su boca, hasta que finalmente cayó rendido delante de JungKook.

— ¿Tienes un bolígrafo? — Preguntó al inerte cuerpo tirado delante de él. — Oh, olvídalo. — Le restó importancia.

El señor Park y su mayordomo llegaron enseguida, con sus trajes impecables, casi del mismo gris se podría decir, y su elegancia a tope.

— Félix, parece que has perdido tu encanto. — Se burló su padre. — Soy Park JiMin y él es mi hijo, el difunto Park Félix. — Habló con educación.

— Oiga, yo lo conozco. — JungKook se puso se pie, saltó el pequeño cuerpo y se acercó al señor Park. — De la revista Squire, es de los 10 viudos más codiciados de Corea... Mis condolencias por cierto.

— ¿Usted lee Squire?

— Cuando salen los viudos más codiciados la leo. — Bromeó, robándole un pequeña risa al señor Park.

— Hola, soy Jeon Jungkook. — Estrecharon sus manos.

— Por favor, pase. — El señor Park le hizo la invitación, la cual no fue rechazada.

Félix se rindió y se puso de pie, caminando con desgano hasta dos escalones que es encontraban en la sala, se sentó ahí y se dispuso a escuchar la conversación que su padre y aquel chico tenían. — ¿Me permite su currículum?"

— ¿Qué? Ah, sí. — le tendió la hoja. — Tenga.

JiMin tomó la hoja, manchando un poco sus dedos tinta roja. Frunció el ceño.

— ¿Crayola? — Preguntó.

— Lápiz labial — corrigió Jungkook con una sonrisa.

— Por supuesto, que lindo color. — halagó.

El pequeño niño rubio se levando de donde estaba y caminó al sillón.

— Lo odio. — Sentenció.

— Oh, Félix. No apresures juicios. — Regañó su padre.

— Sí, ni siquiera he podido cantarles. — Se burló el rizado.

Una puerta se abrió y por ella entraron dos hermosas niñas, una más pequeña que otra.

— Hola, papi. — Saludó la menor.

— Hola, linda. — devolvió el saludo. — ¿Rosé?

— Hola, papá.— Saludó Rosé.

— Cielos, pero que chica tan encantadora.— Halagó Jungkook, acercándose a ella. — Este tono de cabello no lo sacarás nunca de ningún frasco de tinte.

Rosé sonrió pero no dijo nada al respecto. — Estaré en mi cuarto, estudiando. — Se fue.

— Personalidad brillante ¿No creen? — Se burló Félix.

Jungkook sonrió. — No necesitas personalidad cuando eres rica.

JiMin se acercó a su hija menor, la pequeña Lalisa de 7 años. — ¿Qué tal fue la terapia hoy?

Lisa miró a su padre y sonrió. — La doctora y yo tuvimos revisiones, me llevó de nuevo a mi infancia.

Jungkook la miró con una ceja alzada. — Debió ser un viaje rápido.

Lisa miró al rizado. — Oh, usted no tiene idea de lo difícil que soy. — Jungkook alzó ambas cejas.

— ¿Terapia, eh? — Jungkook le preguntó a él quien, con suerte, sería su próximo jefe.

— Era más fácil que hablarnos directamente. — Se burló el menor.

— Ya basta, Félix. Vayan a arriba. — Sentenció su padre se manera serena.

— De acuerdo. — Se puso se pie. — Vamos Lisa, dejemos a papá para que contrate a alguien más que se encargue de estos niños problema.

— Oh, estás un poco amargado ¿No es así? — Murmuró Jungkook, viendo a los pequeños marcharse. — Nos llevaremos muy bien. — Sonrió.

— Lamento que haya tenido que presenciar eso, lo acompañaré a la puerta. — Habló sereno.

— ¿Y yo qué hice?, Unas palabras astutas del niño y ¿No me da el trabajo? Eso es muy injusto. — Se quejó el rizado.

Caminaron hasta la puerta, JiMin tomó el maletín que Jungkook llevaba consigo y se lo entregó.

— Se habrá dado cuenta que lo que necesito es ayuda, y más de la que un vendedor se cosméticos puede darme así que...

JungKook continuaría la plática si no fuera por el sonido del teléfono fijo, que ahora sonaba por toda la planta baja.

— ¡Hoseok, el teléfono suena! — Habló fuerte para poder ser escuchado. — ¡Hoseok!

— Por Dios, olvídalo. Lo haré yo. — JungKook caminó hasta la pequeña y bonita mesa donde se encontraba el aparato y descolgó. — Residencia Park... No querida, soy Jungkook. — El teléfono le fue quitado de las manos.

— Sí, diga. — Habló el señor Park a través de la línea.

— Es la agencia de niñeras.—  Dijo JungKook en un susurro. — Gracias. — Susurró el de vuelta.

JungKook se dio la vuelta y comenzó a caminar a pasos muy lentos hacia la salida, donde HoSeok sostenía la puerta.

Hey ¿De dónde salió HoSeok?

— Necesito la niñera para este fin de semana, no puedo esperar al lunes. — Colgó la llamada.

JungKook dio media vuelta, justo en el marco de la puerta. Le sonrió ampliamente y agitó su mano lentamente en forma de despido, esperando pacientemente a que el señor Park lo detenga.

— Usted... ¿Tiene alguna experiencia con niños? — Habló lento y sereno.

— ¿Bromea? Yo amo a los niños. — Se adentró a la casa nuevamente.

— Bien, está contratando. — Sonrió. — Pero estará a prueba.

Jungkook celebró y puede ser posible que le haya dado un pequeño abrazo al señor Park sin querer, fue la emoción.

— Gracias, señor Park, no se arrepentirá.

— Hoseok lo llevará a su habitación. — Sin más, se retiró de la sala.

— ¿La niñera también duerme aquí? —  Miró a Hoseok con sorpresa.

— ¿Hay algún problema?

— Oh, no. Solo que extrañaré seguir viviendo con mis padres, a los veinticuatro. — Dijo sarcástico.

— ¿Veinticuatro? —  Contestó HoSeok con un gesto burlón.

Jungkook abrió la boca con notoria indignación fingida. — No me molestes, HoSeok.


Está ADAPTACIÓN autorizada por su escritora, n0_contr0l ❤️✨

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