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𝑽𝒆𝒊𝒏𝒕𝒆

JungKook recién había llegado hacía unas horas de un importante viaje de negocios junto a TaeHyung.

Mientras él dormía todo lo que no pudo durante el viaje, SoRa preparaba un gran almuerzo para cuando su novio despertase.

A tres años de su relación, estaban mejor que nunca, sobre todo por el hecho de que la castaña finalmente estaba divorciada y había cortado cualquier tipo de vínculo con HonSeok.

Y ni JungKook ni SoRa podían negar que aquellos tres años estaban siendo condenadamente felices.

Como toda pareja, habían sus altos y bajos, sus peleas y desacuerdos, pero se comunicaban tan bien, que cualquier problema quedaba en el olvido en un instate.

SoRa escuchó la voz de JungKook provenir del cuarto y decidío ir a verlo, encontrándolo boca arriba sobre el colchón, hablando por teléfono.

-Sí, Tae...¡Ya te dije que les pareció buena nuestra propuesta!

La castaña rodó los ojos, mas decidió jugar un ratito con su chico.

Se subió a horcajadas sobre sus caderas, ganándose una mano en su cadera y una confusa y divertida mirada por parte de su contrario.

Al ver que este, ni porque la estuviera mirando, dejaba de lado su teléfono, decidió moverse con parsimonia sobre él.

Y ahí sí que se dió el gusto de sonreír a lo grande de tan sólo ver la expresión de su novio.

JungKook comenzó a tartamudear y casi no podía prestar atención a lo que su amigo le decía a través del celular. El movimiento de caderas de SoRa sobre la que comenzaba a ser su creciente erección lo tenía loco.

Echó su cabeza hacia atrás cuando SoRa aceleró su ritmo, aunque sólo un poco, lo suficiente como para tenerlo a punto de gemir.

Tomando cartas en el asunto, le arrebató a su novio el celular de las manos.

-Kim TaeHyung. Acabas de llegar de un viaje de negocios con mi novio. Ya lo has tenido por una semana y media. Déjamelo a mí ahora y ve a atender a tu novia, que seguro también necesita atención.

Las risitas del chico del otro lado de la línea se esucharon y luego la llamada finalizó, lanzando SoRa el teléfono por alguna zona apartada de la cama.

En ningún momento dejó de menearse y eso fue lo que mantuvo a JungKook lo suficientemente ocupado como para siquiera chistar por haberle quitado el teléfono de las manos.

-Joder, ma lady-gruñó, ahora sí, dejando escapar un gemido-. Más...por favor-rogó jadeante.

Pero ella no obedecería.

Apoyando sus manos en el pecho contrario, siguió con sus toruosos movimientos, mordiendo su labio inferior en un intento fallido por no sonreír burlona.

JungKook se dejó hacer, jadeando de placer pues llevaba semana y media sin tocar a SoRa y aquella abstinencia lo colocaba sensible en sus zonas bajas, cosa de la que su novia se aprovechaba con descaro.

-Por favor-rogó, juntando sus manos en las caderas ajenas-. Más...Más.

Sin embargo, y sin previo aviso, SoRa se levantó de su encima con una triunfante sonrisa.

-¡Oh!-fingió vergüenza-. Lo siento. Pero he dejado el almuerzo a medio hacer.

Y sin más, salió de la habitación.

JungKook rió por lo bajo y maldijo en su interior al ver la terrible erección que apretaba sus shorts.

Sabía que aquella era un forma de SoRa de vengarse, así que se lo tomó con carácter deportivo pues tenía métodos bajo la manga para convencerla, además de que quería hablar con ella sobre un tema que desde hacía poco más de un año que rondaba en su cabeza y requería seriedad.

Sin siquiera acomodarse, se levantó de la cama y fue a la cocina, encontrando a SoRa limpiando unos platos.

En el acto, se acercó y la abrazó por la espalda, dejando a sus labios reposar sobre la mejilla ajena una y otra y otra vez, causando las risas de SoRa.

-¿Sabes? Estoy algo molesta contigo, Angel-murmuró SoRa, secando sus manos para luego darse la vuelta y envolver sus brazos alrededor de la cintura de JungKook-. Hace unas horas que llegaste y no lo has notado aún.

Y sólo ahí el pelinegro se tomó la labor de escanear a su chica, no teniendo que hacerlo durante mucho tiempo pues su vista se quedó fija en el hombro izquierdo de SoRa, donde un par de alas de ángel y un halo en a parte superior decoraban su piel. Era un dibujo pequeño, pero, sin dudas, hermoso.

Los ojos del muchacho se cristalizaron y la chica se alarmó.

-No, no, no, no. No llores, Angel-pidió, acunando el rostro de su novio entre sus manos-. Me lo hice pensando en tí y en que te gustaría, no en que te pondrías a llorar.

-Es que...estoy jodidamente feliz en este momento-sorbió su nariz y sacudió su cabeza, alejando las lágrimas-¿Tienes idea de lo feliz que me hace saber que tú eres feliz a mi lado?

SoRa no dijo nada. En cambio, lo besó con dulzura y acarició sus mejillas con cariño.

-Te amo tanto-ronroneó ella, jugando con sus narices.

-Yo también te amo...y mucho, mucho, mucho-sonrió de lado, entrecerrando sus ojos al igual que ella-. Y me harías el doble de feliz, y te amaría aún más si dices que sí a la propuesta que tengo en mente.

SoRa frunció su entrecejo, no queriendo que la emoción que se propagaba por todo su pecho ante la idea que le pasaba por la mente en aquel preciso instante se mostrara demasiado.

Y lo que pensaba no estaba muy lejos de ser lo que JungKook le propuso a continuación:

-Tengamos hijos. Formemos una familia-sonrió-. Me encantaría ver a una mini SoRa y un mini JungKook correteando de aquí para allá en la casa ¡Incluso podemos conseguir una mascota!-su emoción era más que notable-. Claro que debemos mudarnos a una casa más grande, pero ese no es el mayor de los probelmas.

JungKook siguió hablando y hablando y la emoción que le daba el sólo hecho de pensar en que podría ser padre, lo tenía mucho más que contento.

SoRa lo miraba maravillada y con una sonrisa en sus labios.

Entonces el pelinegro dejó de hablar de repente, recién percatándose de que SoRa no decía nada.

-¿Te parece bien la idea? Si no quieres, está bien. No te presionaré a nada. Tú bien sabes que...

-Cierra la boca, Jeon JungKook-pidió ella y el muchacho lo hizo de inmediato.

Ella le regaló su mejor sonrisa y volvió a acariciar su mejilla.

-Me encantaría formar una familia contigo, Angel.

Otra vez los ojos del pelinegro se cristalizaron y los de SoRa tampoco estaban muy diferentes a los suyos, así como también compartían aquella agradable sensación que inundaba sus corazones de felicidad.

-¿Te parece si empezamos ahora?-volvió a decir ella, elevando ambas cejas de forma sugerente.

Ciertamente, estuvieron amándose durante horas y horas. Incluso tuvieron que pedir la comida, ya que no estaban diapuestos a salir de la cama.

Para el final del día, apenas y se habían levantado para bañarse y comer, todo esto juntos, claro y terminaban acostados en la cama, desnudos bajo la fina tela de las sábanas, mimándose como si aquel día fuera eterno.

Mientras él permanecía acostado boca arriba en la cama, acariciando el muslo de SoRa que estaba sobre su abdomen, ella estaba de costado, sujetando su cabeza a la mano cuyo codo estaba apoyado a su vez en la cama mientras acariciaba con su mano libre los aún largos cabellos del chico. Si bien se los recortaba cada cierto tiempo, siempre terminaban algo largos, cosa que a SoRa no le parecía un inconveniente, pues amaba a su chico de todas las maneras posibles.

-¿Crees que haya funcionado?-preguntó el pelinegro, subiendo su mano hasta colarla en el vientre ajeno, dejando leves caricias por la zona.

SoRa dejó escapar una carcajada.

-Angel, hemos estado todo el día haciendo el amor. Como mínimo, debemos tener trillizos.

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