𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐
-¿Soltero?¿Tú?
Con Come Together de Chris Brown y H.E.R, ambos jóvenes continuaban encantados con su plática, yendo un poco más por lo personal en aquellos momentos.
-Irónico ¿verdad?-rió un poco y bebió un trago de su sangría.
-Realmente, sí-confesó, aún asombrada-. Admito que fue algo arriesgado de mi parte invitarte a estar conmigo así de repente sin siquiera saber si tenías novia o no, pero fue repentino eso de que llevas casi dos años soltero.
-También fue repentino para mí saber que estuviste casada hasta hace poco-se encogió de hombros.
-Ya lo mío es algo...distinto. Mi marido me engañaba...
-Cosa que realmente me parece innecesaria-agregó él, sacándole una sonrisa a SoRa.
-Pero tú...dejaste a tus novias porque no te sentías a gusto y ellas no sentían lo mismo que tú ¿Algo así puede suceder? Digo...se trata de tí.
-Ese es el problema de tener tantas mujeres tras de ti-aplanó sus labios-, y supongo sea lo mismo para las mujeres-se encogió de hombros-. Todas me buscan porque tengo buen físico, o porque las complazco en la cama. Todas quieren pasar la noche conmigo. Y yo busco a alguien con quien pueda amanecer y sentirme feliz, seguro de que le estoy entregando mi corazón a alguien que realmente merece la pena.
SoRa sonrió de lado y apoyó su codo sobre la barra, recostando su cabeza a su puño, escuchando atentamente a todo lo que el pelinegro le decía.
Por momentos olvidaba que estaba en medio de una misión pues realmente estaba disfrutando de la conversación con JungKook y recién quedaba encantada con el lado romántico del mismo.
-Muy pocas se toman el tiempo de conocerme y se conforman con el chico apuesto que las llevará a la cama-concluyó.
-Me sorprende saber que tenemos más en común de lo que quizás pensamos-habla, reincorporándose en su asiento.
-¿Debería tomar eso como una invitación a conocernos mejor?-enarcó una ceja, risueño.
-Creo que un bar no es el lugar más indicado para eso ¿no crees?-respondiendo indirectamente su pregunta, lanza otra al final de su comentario, obteniendo una hermosa y completa sonrisa por parte del pelinegro.
JungKook se bajó de su asiento y extendió su mano hacia SoRa.
-¿Aceptaría usted, ma lady, una invitación a un lugar más privado donde podamos conversar más tranquilos?-dijo, extendiendo su mano hacia la muchacha-. Te propongo mi departamento. Tú pagaste por las bebidas, y yo me encargo del lugar donde tendremos una agradable charla.
SoRa simplemente se levantó de su asiento, tomando en una de sus manos el monedero y aceptando con la otra la que el chico le extendía.
-¿Me dejarías despedirme de mis compañeros?
-No tengo problema con eso-sonrió amable y caminó a un lado del chico, de vuelta a la mesa de la cuál hacía poco más de dos horas lo había sacado.
-Hyung, me voy-anunció a su amigo, quien se vió obligado a dejar la conversación con uno de sus acompañantes de lado para atender a JungKook.
-Ya te estabas tardando-rió, contagiando a SoRa, pues JungKook se mostró algo avergonzado por el comentario-. Anda ve, y recuerda lo que te dije hoy.
-A la orden, jefe-rodó los ojos y, conjuntamente con SoRa, dió media vuelta para salir del local.
Sin mucha conversación de por medio, él los guió hasta su auto y, una vez dentro de este, se dispusieron a continuar su plática de manera animada, esta vez acerca de los gustos musicales de cada uno, los cuales, casualmente, eran muy parecidos.
El auto quedó estacionado en el parqueo de un enorme edificio y una vez entraron al elevador de este, llegaron frente a la puerta del departamento número cuarenta y siete.
Mas, algo le llamó mucho la atención a SoRa y eso era el hecho de que la puerta, al igual que el edificio, estaba completamente ausente de protección en lo que a guardaespaldas respecta.
Se suponía que ese chico era un empresario y jefe de un pequeño grupito mafioso. Debía tener, al menos, un guardaespaldas.
Pero esos pensamientos salieron de su mente en cuanto la voz de JungKook hizo aparición.
-Bienvenida a mi humilde morada, ma lady-apenas abrió la puerta, invitó a la chica a pasar primero.
Con un meneo de caderas, SoRa se adentró en el departamento, quedando admirada por la limpieza y orden del mismo.
-No parece que un chico soltero viva aquí-comentó, causando las risitas de JungKook.
-Pronto llegarán mis treinta, así que...
-¿Treinta?-frunció el entrecejo-¿Qué edad tienes, precioso?
Sonriente producto del apodo otorgado por la chica, se acercó a ella y quedaron lo suficientemente cerca como para rozar sus narices.
-Veinticinco-respondió finalmente.
-Con que soy mayor ¿eh?-sonrió burlona.
-¿Qué edad tiene entonces mi bella dama?-con galantería, preguntó.
-Veintisiete.
-Hum...no es mucho. Tenemos casi la misma edad.
Con un gesto de la cabeza del pelinegro, se sentaron en el gran sofá de la sala, dejando el chico su saco y maletín de trabajo sobre uno de los butacones, al igual que ella su monedero.
-¡Ah! Amo este tipo de sofá-comentó con gracia, una vez se acomodó mejor en el mismo.
JungKook sólo rió y se le quedó viendo.
-Te propongo poner algo de música y, ya que estás encargada de las bebidas esta noche, que vayas a por ellas en la cocina.
Sonriente, SoRa asintió y se colocó de pie, esperando indicaciones del chico.
-Es por el pasillo a la izquierda.
La chica se fue por donde él le había dicho y encontró rápidamente su destino.
Abrió una de las estanterías y se encontró una botella de vino ya empezada, notando, a simple vista, que lo que quedaba de bebida alcanzaría para una copa para ambos.
Suspiró y sacó de entre sus pechos la pequeña botellita con el somnífero que HaNa le había dado.
Su amiga la conocía tan bien que sabía a la perfección que podía arrepentirse y querer acabar con la misión de una vez por todas.
Y sí, en efecto. SoRa estaba dudando, otra vez, si engañar a su marido o no.
También pensaba que no podía tomar una misión tan a lo personal, a pesar de que sus amigos le dijeron que sí, al menos por esa vez.
Por ello, en un arranque de valentía, vertió el somnífero en la que sería la copa de JungKook y luego vertió el vino en ambas.
Sidewalks de The Weeknd y Kendrick Lamar llegó a sus oídos y supo que era tiempo de apresurarse, llevando las copas a la sala, mas no contó con que sucedería un pequeño imprevisto.
JungKook recién entraba a la cocina, preocupado porque SoRa no hubiese encontrado una de las botellas de vino que guardaba y ambos cuerpos chocaron.
-¡Oh! Lo siento, ma lady-se disculpó con ella y su rostro mostró puro arrepentimiento.
Y es que, al chocar, las bebidas se derramaron sobre el vestido de la chica.
-No hay problema, lindo-sonrió para él, intentado calmarlo-. Tengo uno que otro vestido más en casa-se encogió de hombros, dejando las copas vacías sobre la encimera.
-Sígueme, por favor. Te prestaré algo de mi ropa y enseguida pondremos a lavar el vestido.
Tomados de la mano, el muchacho la llevó a su habitación y, mientras ella escudriñaba el cuarto, él buscaba algo de ropa larga y ancha para ella.
-Ten, esto servirá-le extendió una camisa perfectamente doblada y unos shorts cortos-. Sé que es de hombre, pero será hasta que tu vestido esté limpio y seco.
La castaña sonrió mientras tomaba la ropa.
-Allí está el baño de mi habitación-señaló una de las esquinas.
SoRa asintió y, antes de dar media vuelta e irse al baño, depositó un sonoro beso en la mejilla del chico.
-Gracias.
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