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𝟬𝟭𝟴 white christmas

CAPÍTULO DIECIOCHO:
blanca Navidad.



      —Si escucho All I Want for Christmas is You una vez más, soy capaz de atravesar la mesa con mi cabeza—, advirtió Cassadee mientras la canción de Mariah Carey era reproducida por la radio por la décimo primera en las últimas dos horas —. Terminen su cena, chicas—, pidió, mirando a las niñas, predominantemente a Eden, cantar la canción y lentamente intentar observar los regalos que se encontraban debajo del árbol.

      A diferencia de Cassadee, Eden y Renesmee amaban la canción, la cantaban todas las veces que era reproducida. Y a pesar de lo mucho que amaba a las niñas, que ellas cantaran sólo lo hacía peor. Seguramente habían canciones navideñas más populares.

      —Esta es mi venganza por todas las veces que tuve que escuchar cantar I saw Mommy kissing Santa Claus—, le dijo Charlie con una sonrisa en su rostro —. Y hacer que Bella cantara los coros.

      — ¿Esa es tu forma de decir que debería recrearlo con las niñas?—, molestó Cassadee a su padre con una ceja levantada —. Estoy segura que amarían hacerlo.

      —Definitivamente me encantaría ver eso—, intervino Seth con la boca llena de puré.

      —Realmente no quieres—, negó Jacob —. Cassie es una cantante horrible.

      —Se llama ser dramática—, respondió Cassadee —. Deberías saberlo, ya que eres el mayor rey del drama.

      —Necesitas serlo para reconocerlo.

      —Tiene un punto, C—, habló Bella, sonriendo cuando su hermana rodó los ojos —. Tú eras la mayor reina del drama hasta que llegó Jake.

      —Hubiera creído que Edward era el mayor rey del drama—, comentó Jasper, sonriendo cuando Edward rodó los ojos.

      Bella se levantó y llevó su plato a la cocina, mirando hacia afuera. Ella se congeló cuando vio la nieve fuera, lo que fue notado por todos los presentes en la mesa.

      —Bueno—, dijo Cassadee para llevar la atención a sí misma —. ¿Por qué no ayudan a limpiar la mesa, niñas? Entonces podrán ir a abrir sus regalos.

      —No tienes que decirlo dos veces—, contestó Eden, levantándose de un salto de su silla y tomando su plato para llevarlo a la cocina.

      —La nieve se está poniendo dura—, susurró Bella mientras Edward se acercaba a ella.

      —Oye, aún tenemos un día.

      Bella sonrió a Charlie y Sue mientras limpiaban la mesa junto con Eden y Renesmee —. Estoy agradecida de que Charlie haya encontrado a alguien que lo cuide.

      —Isabella—, advirtió Cassadee, provocando que Bella se encoja —. Deja de hablar como si todos fuéramos a morir mañana.

      — ¿Cómo sabes que no lo haremos?—, respondió Bella.

      Cassadee se cruzó de brazos, consiguiendo un "uh-oh" por parte de Eden al mismo tiempo que dejaba la mesa y corría hacia la sala de estar, llevando a Renesmee con él —. Mamá no está feliz.

      —Tal vez deberíamos seguir a las niñas, Edward—, sugirió Jasper a su hermano, dándoles tanta privacidad a su esposa y cuñada como podía.

      —No sé qué va a suceder—, contestó Cassadee a su hermana —. Todos podríamos morir, ¿quién sabe? De todos modos, no voy pasar mi posible último día preocupándome sobre lo que sucederá. Prefiero disfrutarlo con mi familia. No quiero que papá o las niñas recuerden este día y piensen en lo estresadas que estábamos cuando podríamos habernos enfocado en el ahora.

      —Bueno, como dijiste antes, si mueres, las niñas también—, dijo Bella, mirando a su hija y sobrina —. Creo que esa es la parte más difícil para mí.

      —Entonces tendremos que asegurarnos que todo sea lo más civil posible.

      —Lo que significa que tendremos que dejar que Carlisle se encargue de toda la charla.

      —Exacto—, sonrió Cassadee a  Bella, quien sonrió en respuesta mientras Cassadee colocaba su brazo sobre los hombros de su hermana y prácticamente la arrastró a la sala de estar —. ¿Quién sabe? Tal vez haya una falla en el universo y todo estará bien.

      Charlie ingresó a la sala de estar y aplaudió —. ¡De acuerdo! ¡Hora de regalos! ¡Vamos!—, miró a los licántropos —. Seth, Leah, dejen de comer. Jake, tú empiezas. Vamos.

      Jacob repartió los regalos mientras Seth y Leah discutían sobre si ella le había comprado un regalo o no.

      —Bueno, papá, no tuvimos tiempo de envolver el tuyo, pero aquí está—, exclamó Bella, dándole a Charlie el pedazo de papel —. Es un viaje de pesca de cinco días al río Fraser. Es para ti y para Sue.

      —Se van mañana—, le dijo Edward a su suegro.

      —Wow, eso es muy bueno. Gracias—, Charlie lucía como si realmente no supiera qué hacer con el regalo —. ¿Mañana? No puedo irme mañana.

      Sue sonrió mientras se sentaba en el posabrazos del sofá en el que se encontraba sentado Charlie —. Ya arreglé todo en tu trabajo.

      Charlie abrazó la cintura de Sue y le sonrió —. Inteligente—, se giró a Bella y Edward —. Y extravagante.

      —Y sin reembolsos, me temo—, agregó Edward.

      — ¿Ustedes dos están intentando desquitarse de mí?—, Cassadee rodó los ojos cuando notó que Bella se tensó —. ¡Porque está funcionando!—, rió Charlie —. El río Fraser. Eso significa que estaremos persiguiendo Asesinos.

      —Puede que incluso consigamos unos Arcoiris o un par de Toros—, animó Sue con entusiasmo.

      Charlie lucía como si nunca hubiera estado más enamorado —. La mujer sabe.

      Después de abrir todos los regalos y terminar de ver A Christmas Story en la casa de Charlie, todos se dirigieron a la residencia Cullen para empacar lo necesario para las niñas. Siendo realistas, no tenía sentido hacerlo si Cassadee moría. Pero ella se aferraba a la esperanza que las niñas iban a sobrevivir. ¿Qué harían si ellas eran las únicas que sobrevivían? Cassadee no estaba segura. Charlie las mantendría seguras, pero sólo podía hacer algunas cosas siendo un humano. Los Volturi los matarían en un instante. Ahora que Cassadee realmente pensaba sobre ello, no estaba segura qué sería peor. Las niñas muriendo tan jóvenes o estar solas por el resto de sus vidas, si se las arreglaban para escapar de los Volturi.

      —Estás sorprendentemente calmada—, observó Jasper mientras miraba a su esposa tomar las prendas de ropa de Eden.

      Cassadee soltó una risa casi amarga —. Alguien tiene que estarlo—, miró a Jasper —. No necesito tener un don para saber que estás estresado.

      —Sigo pensando que esto es en parte mi culpa—, confesó el rubio, mirando a Cassadee y la mirada en sus ojos rompió su corazón. Había tanto dolor, preocupación y remordimiento.

      —Jasper, nada de esto es tu culpa, bebé.

      —Si hubiera mantenido mi distancia, como tendría que haberlo hecho, no estaríamos en esta situación.

      —Hay tantas cosas equivocadas con eso que dijiste, Jazz—, señaló Cassadee —. Bella aún estaría con Edward y yo seguiría involucrada. Seguiría siendo humana, lo que probablemente me hubiera dañado más que otra cosa. Y para señalar el hecho más grande de todos, no tendríamos a Eden. Y ninguno de nosotros la cambiaríamos por nada más en el mundo.

      Jasper sonrió ante la mención de su hija, la niña que podría ser su gemela, pero la personalidad era idéntica a la de Cassadee —. Sólo quiero protegerlas a ustedes dos, más que a nada.

      —No debes protegernos—, sonrió Cassadee y se paró entre las piernas de Jasper mientras él se encontraba sentado en la cama de Eden —. Nunca cambiaría nada sobre nosotros. Te seguiría a cualquier lugar, Jasper.

      Jasper acercó a Cassadee hacia él, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura —. ¿Qué hice para merecerte?

      —Absolutamente nada—, sonrió Cassadee, acariciando sus mejillas —. Soy demasiado buena para ti—, bromeó antes de besarlo, el cual ella sentía como si hubiera sido el primero en un largo tiempo. La vida se había vuelto tan caótica que la pareja no había tenido mucho tiempo a solas en lo absoluto. Jasper acercó a Cassade a su cuerpo, lo más cerca posible. Si ella fuera humana, definitivamente hubiera roto un par de costillas, pero a ella no le hubiera importado.

      —Ustedes son asquerosos—, dijo Eden, parada bajo el marco de la puerta de su habitación mientras bebía sangre de una taza como si fuera agua.

      —Sólo espera a que descubra cómo fue creada—, susurró Jasper, provocando una carcajada por parte de Cassadee.

      —Conociéndola, ya lo sabe—, se giró Cassadee a su hija pero se mantuvo entre los brazos de Jasper —. Bebé, ¿qué más quieres empacar?

      Eden prácticamente corrió hacia su ropera y tomó sus prendas favoritas que sus padres no habían tomado antes de también tomar un par de pequeños juguetes y libros —. Eso debería ser bueno. ¿A dónde vamos?

      —Nada está decidido aún, ¡pero puede que tengas unas pequeñas vacaciones!—, animó Cassadee, sonando lo más emocionada posible mientras Jasper deslizaba el pasaporte de Eden y un poco de dinero dentro de la mochila.

      — ¿Ustedes no vienen?—, inquirió Eden —. No quiero ir sin ustedes.

      —Lo sé, guisante, pero estarás con Ness y el tío Jake. Te divertirás mucho con ellos.

      Los ojos de la niña se iluminaron cuando la idea cruzó su mente —. ¿Vamos a ver a la tía Alice? ¡La extraño mucho!

      —Todos lo hacemos, Eden—, asintió Jasper, dedicándole una pequeña sonrisa a Eden —. Tal vez te encuentres con ella en el camino.

      —Realmente espero eso. ¡Quiero que me lleve de compras!

      La nieve continuó cayendo por el resto del día y de la noche. Todos se encontraron en el medio del bosque, donde habían decidido acampar. Las gemelas y sus esposos prepararon una tienda para sus hijas mientras Jacob juntaba madera. Él la arrojó en una pila en el suelo antes que el fuego fuera encendido a partir del dedo de Benjamin.

      —De eso es lo que hablo. Una pequeña charla con la fogata. Contando historias de guerra—, dijo Jacob, sentándose al lado de Benjamin mientras Renesmee se sentaba al otro lado de él. El lobo miró a través del campo para notar que la mayoría de los vampiros estaban parados alrededor —. O sólo estar parados como malditas estatuas.

      Garrett de repente apareció al otro lado de la fogata y Eden felizmente se apuró a sentarse a su lado —. Menciona cualquier batalla americana. Allí estaba.

      —Pequeña Bighorn.

      Garrett alzó su mano, su dedo índice casi tocando su meñique —. Estuve así de cerca de morder a Custer. Pero los indios llegaron primero.

      Ahora apareció Kate, sentada sobre la falda de Garrett —. El asalto de Oleg en Constantinopla. No ganó esa por sí solo.

      —Si hablan de batallas, hay que hablar de la Guerra de Once Años—, dijo Liam —. Nadie hace una rebelión como los irlandeses.

      —Perdieron la Guerra de Once Años—, señaló Garrett.

      —Aye—, asintió Liam —. Pero fue una increíble rebelión.

      —Cuando nosotros reinábamos, todo venía a nosotros—, habló Vladimir, causando que Cassadee rodara los ojos mientras tiraba la mochila de Eden dentro de la tienda —. Diplomáticos, buscadores de favores. Era tal nuestro poder. Pero nunca nos pusimos sombreros blancos y nos proclamamos santos.

      Stefan se encogió antes de hablar —. Éramos honestos sobre quiénes éramos.

      —Nos quedamos quietos por tanto tiempo—, agregó Vladimir —. No notamos que estábamos comenzando a petrificarnos.

      —Tal vez los Volturi nos hicieron un favor cuando quemaron nuestros castillos.

      —Hemos estado esperando mil quinientos años para devolverles el favor—, dijo Vladimir amargamente —. Hemos estado listos para pelear contra ellos por años.

      —Entonces—, habló Cassadee, aplaudiendo para captar la atención de Eden y Renesmee —. Es hora de ir a dormir.

      Renesmee fue la primera en levantarse, abrazando a Cassadee antes de ir a la tienda en la que Bella ya estaba dentro. Eden abrazó a casi todos, lo que era algo extraño considerando el hecho que nunca lo había hecho antes. Tomó la mano de Cassadee y la guió hasta la tienda, escuchando el resto de las historias mientras Jasper entraba y cerraba la tienda.

      — ¿Vamos a morir mañana?—, cuestionó Eden a sus padres, mirándolos a ambos mientras se sentaba en el suelo. No importaba la cantidad de sabanas o bolsas de dormir, el suelo del bosque no sería cómodo.

      Entre todas las posibilidades que corrían por la mente de Cassadee y sabiendo que era probable que murieran, esa pregunta la rompió. Su garganta de repente se secó y sintió las lágrimas inundar sus ojos. Ningún niño debía preguntarse si iba a morir, ella pensó. Eden realmente no debería ser capaz de comprender la muerte o lo que sucedía alrededor. Ella dio lo mejor de sí para dejar que Eden sea una niña y no tener nada de qué preocuparse.

      —No si podemos evitarlo, aguacate—, aseguró Jasper a su hija —. ¿Por qué no intentas dormir?—, besó su frente y la cubrió con su sabana.

      —No quiero—, chilló Eden antes de bostezar —. Pero tengo sueño—, rodó y se acostó sobre Cassadee, colocando su cabeza sobre su pecho y estirando su brazo para agarrar la mano de Jasper —. Ven aquí, papi.

      — ¿No estás un poco grande para seguir haciendo esto?—, inquirió Cassadee a su hija, no que se estaba quejando. Cassadee extrañaba cuando Eden era una pequeña niña.

      —Los latidos de tu corazón me calman—, dijo la niña de rulos rubios antes de volver a bostezar —. Y papi me ayuda a dormir.

      Eden se encontró profundamente dormida en cuestión de un par de minutos y sus padres sólo escucharon el ritmo de los latidos de su corazón y su respiración. Cassadee nunca sería capaz de comprender lo afortunada que era por tener a una niña increíble. Definitivamente no había nada que pudiera haber hecho en sus vidas pasadas como para merecerla lo suficiente.

      — ¿Sabes cuál es la parte más difícil de ser una Igualadora?—, inquirió Cassadee, sin esperar una respuesta —. Es el hecho de que si muero, también lo hacen todas las criaturas sobrenaturales. Las niñas no se lo merecen, hay tantas personas que no se lo merecen. Si hubiera una forma de sacrificarme para acabar con los Volturi y que todos estuvieran a salvo, lo haría.

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