Epilogo.
Narra Kyoto.
Tal vez estaba caminando hacia mi muerte, pero no pensaba en ir desarmada.
Me acomodé de la correa que sostenía la funda de mi arma en mi cadera y pasé los dedos por la tela de cuero. Podria haber traído más, pero las armas disminuían mi velocidad de carrera, de todos modos no podía usar la mayoría de ellas. Solo me quedé con la pistola en mi cadera y los cuchillos enfundados que tenía en la cintura. Era mejor que nada, aunque, seguramente me enfrentaría a personas nacidas para matar.
El mundo se llenó completamente de noche y me dolieron las piernas al subir las empinadas laderas de las colinas. Estaba realmente alejada de Musutafu.
Miré el gran puente frente a mi, era hermoso, estaba decorado con cristal y rosas de color negro, al final, yacía una gran mansión. Parecía un hermoso castillo de cuento de hadas. Miré el puente por última vez antes de comenzar a cruzarlo, mientras, observaba los tulipanes azules que crecían en el prado al rededor de la mansión. El color de los ojos de Ittsy.
Los únicos sonidos eran mi respiración agitada y el crujido de las botas sobre el hierro. Avancé muy despacio, tropezando en medio de la iluminación a medias. Me mantuve siempre cerca de la pared y pronto se me heló la mano: el metal húmedo, frío, me mordía la piel. Daba pasos cortos, tenía miedo de dar un paso en falso y caer directamente hacia mi perdición.
Después de lo que me pareció una eternidad, un rayo de luz anaranjada dividió el espacio en la oscuridad. Y entonces llegaron las voces. Siseos, gritos, elocuentes y guturales, una cacofonía que hizo estallar el silencio como el estampido de un petardo. Me apreté contra la pared del puente, pero el sonido pasó y se desvaneció.
Permanecí en las sombras, con el corazón tembloroso en el pecho. Cuando pasé el puente y comencé a buscar alguna pequeña grieta por la cual adentrarme sin ser descubierta. Cuando la encontré, vi que era lo bastante grande como para que una persona pasara por ella, y tan irregular y rugosa que era obvio que no se usaba con frecuencia.
Era un pasadizo secreto.
Una mirada al entorno no revelaba ninguna huella, ninguna señal de nadie que hubiera usado esa entrada en bastante tiempo. El pasillo que se abría frente a la grieta estaba desierto, pero se doblaba con brusquedad y no me permitía ver muy lejos.
El pasaje estaba mortalmente silencioso, pero me acordé de la advertencia de Sumiye y no confié en mis oídos, no cuando sabía que alguien bien entrenado es capaz de ser tan silencioso como un gato. Sin embargo, tenía que salir de la cueva. Hacía semanas que Ittsy estaba ahí. Tenía que descubrir dónde la habían encerrado. Y con mucha suerte, no encontrarme con nadie mientras lo intentaba.
Me deslicé por la pequeña abertura, encogiendo el vientre para pasar. Mi arma crujió contra el cemento, raspándola, e hice una mueca cuando las piedrecitas que cayeron rebotaron contra el suelo.《Muévete, muévete》. Me apresuré por el pasillo abierto y me metí en un hueco que se abría en la pared de enfrente. No me daba demasiada cobertura.
Me deslicé a lo largo de la pared, e hice una pausa en la curva del pasillo. Un error…: solamente un idiota bajaría ahí. Quién sabía dónde estaba en ese momento…Sumiye debería haberme dado más información sobre este lugar, y yo haber tenido la inteligencia suficiente como para preguntar. O para pensar en otra forma…, cualquiera excepto esta.
Arriesgué una mirada hacia el otro lado del recodo y mi frustración casi me llevó al llanto: otro pasillo, iluminado en ambos lados lámparas. No había sombras donde
esconderme, y en el otro extremo, otra vez la mirada entorpecida por un brusco giro. Me sentía casi como una cierva muerta de hambre arrancando corteza de un árbol en medio de un claro. Pero los pasillos estaban en silencio…, las voces que había oído antes habían desaparecido. Y si oía a alguien, podía volver a la boca de ese pasadizo de un salto. Tal vez pudiera hacer una breve expedición de reconocimiento, reunir información, descubrir dónde estaba Ittsy. No. Tal vez no tendría una segunda oportunidad. Debía actuar ahora. Si me quedaba ahí demasiado tiempo, nunca volvería a tener el valor. Me dirigí hacia la curva. Unos dedos largos me tomaron del brazo y me puse rígida. Una cara hermosa con expresión de curiosidad apareció frente a mis ojos. Los colmillos blancos brillaron junto con los ojos rojos cuando él me sonrió.
— Hola —siseó—. ¿Qué está haciendo algo como tú por aquí?
El hombre mantuvo sus dedos congelados sobre mi brazo mientras me arrastraba hacia la sala principal. No se molestó en quitarme las armas. Los dos sabíamos que no servían de mucho.
Ittsy. Sumiye y su familia. Mis hermanas. Akame. Yo recitaba en silencio sus nombres una y otra vez mientras el hombre se alzaba sobre mí, un hermoso demonio de malicia. Si hubiera sido capaz de hablar sin gritar, tal vez le habría preguntado por qué no me mataba ahí mismo. El hombre me empujó hacia adelante con un paso suave, deslizante.
Me puso nerviosa descubrir que aquel lugar era idéntico a como me lo había imaginado.
Había caras burlonas, crueles y rudas, que miraban cómo pasaba. Ninguna de ellas, ni una sola, se preocupó un poco o pareció ni remotamente disgustada por verme en las garras de aquel hombre. Habia muchísimas personas.
Atravesamos dos puertas de madera fina, enormes, y entramos en una vasta cámara, preciosa, debía decir, pero, en cierta manera, intimidante. La pequeña parte de mí que volvía a ser insignificante hizo que me escogiera sobre mi misma.
Una multitud ocupaba la mayor parte del espacio; algunos bailaban siguiendo el ritmo de la música; otros caminaban mientras hablaban; era una especie de fiesta. Pensé que había visto algunas máscaras entre los invitados, pero todo era un revoltijo de ropa exquisita y personas hermosas. El hombre me arrastró hacia delante y el mundo pareció girar ante mis ojos.
El frío suelo de mármol no cedió cuando caí sobre él; mis huesos crujieron. Me apoyé contra el suelo para incorporarme un poco; veía chispas ante mí, pero me quedé en el suelo mientras miraba el estrado. Unos pocos escalones llevaban a la plataforma. Levanté la cabeza.
Ahí, sentada en un trono negro, estaba ella.
Majakutsu ________.
Anteriormente habia visto algunas fotos de ella, cuando era joven era preciosa, sin embargo, ahora, como adulta, era devastadora. Parecia una diosa de caos y desprecio. Y eso la hacía todavía más terrorífica. Llevaba su cabello negro trenzado y decorado con hermosos accesorios, entretejido en una corona de oro, color que le realzaba la piel blanca como la nieve, y en esta, a su vez, destacaban los labios de color rubí. Quien tuviera el valor de pintarla seguramente caería en la locura.
Era la mujer de la que dependía todo el mundo. Hacía ya unos años, había aniquilado un sinnúmero de personas, había dejado a todo el mundo sin particularidades. Se había vuelto reina del mundo en apenas un año.
Después miré la roca negra que estaba junto a su trono y se me aflojaron los brazos. Ella se encontraba allí con una cinta negra rodeandole el cuello, no llevaba ni una sola arma encima. No mostraron sorpresa sus ojos al verme. Se limitó a mirarme…, sin expresión, sin moverse. Sin ningún tipo de sentimiento. Mi presencia no la había impresionado.
—¿Qué significa esto? —dijo Majakutsu con un tono de voz desconfiado, a pesar de la sonrisa de víbora que me dedicó.
Me quedé en el suelo. Si movía un poco el brazo, podría sacar la daga…
—Una niña. Nada más. La he encontrado abajo —siseó el hombre, y una lengua viperina le sobresalió entre los dientes afilados como navajas.
Su belleza era bestial, similar a la de la mujer frente a nosotros.
—Eso es obvio —ronroneó ella. Evité mirarla a los ojos y fijé la vista sobre las botas marrones de Ittsy. Estaba a tres metros de mí…, tres metros y no decía ni una palabra, ni siquiera me miraba con horror o con rabia—. Pero ¿por qué me molestas con su presencia?
El hombre soltó una risita, un sonido como el agua que sisea al caer sobre una parrilla caliente, y me acercó, amenazante, un espolón del pie al costado.
—Dile a mi hermana por qué estabas deslizándote así por los pasajes de emergencia.
¿Era mejor matar al hombre o tratar de llegar a Majakutsu? Él volvió a golpearme y yo hice una mueca cuando me lastimó las costillas.
— Diselo.
Necesitaba tiempo…, necesitaba entender lo que me rodeaba. Si Ittsy estaba bajo un Quirk de control mental de los que tanto se presumía que gozaban en la familia Majakutsu, entonces tendría que tratar de llevármela a la fuerza. Me puse de pie, las manos siempre cerca de las dagas, pero con un gesto relajado. Miré la corona brillante, dorada, de ________ para no mirarla directamente a los ojos.
—He venido a reclamar a mi mejor amiga —dije con tranquilidad. Tal vez todavía tenía tiempo para romper el control mental. Volví a mirarlo a él y la imagen de esos ojos de color zafiro fue como un bálsamo para mí.
—¿Cómo dices? —exclamó Majakutsu, y se inclinó hacia delante.
—He venido a buscar a Ittsy.
Una exhalación proferida al unísono pasó como una ola a través de todas las personas reunidas allí. Pero Majakutsu echó la cabeza hacia atrás y se rio.
Su voz era suave y bella, elegante, como ella. La reina se volvió hacia Ittsy y los labios se le estiraron hacia atrás en una sonrisa malvada.
Ella no dijo nada, la cara completamente impasible. ¿Qué le habían hecho? No se movía. Había llegado demasiado tarde. Le había fallado, la habían roto.
—Pero… —continuó ________ lentamente. Yo sentía al hombre y a todas las personas detrás de mí. Los ojos de la reina destellaron—. Ah, eres deliciosa. Dejaste que torturara a aquel muchacho inocente para mantener a esta con vida, ¿verdad? Qué maravilla.
Golpeó las manos e Ittsy desvió la mirada, fue la primera reacción que vi en ella. Torturada. Ella había torturado a…
—Suéltala —dije, tratando de que mi voz se mantuviera firme.
Majakutsu volvió a reírse.
—Dame una razón para no destruirte ahí mismo, en el lugar donde estás. —Tenía los dientes tan perfectos y blancos…, casi deslumbrantes.
Las palabras no me salían de la boca.
Ella chasqueó la lengua y se miró una de sus delgadas manos blancas, específicamente un anillo en el dedo anular que tenía un diamante negro en forma de rosa.
Habia sido mi culpa, si tan solo aquella noche no hubiera intentando convencer a Ittsy de intentar ser heroínas e intentar luchar con uno de los esposos de ella esto no hubiera pasado.
— Oh, cielo, eres tan poco creativa. Las escuelas pasan años enseñándoles buena retórica, ¿y eso es todo lo que puedes hacer? Decir una sola palabra —ella reposó su mejilla sobre la palama de su mano—. Debería arrancarte la lengua por desperdiciarla de ese modo.
Apreté los dientes.
—Pero tengo curiosidad. ¿Cuál será la verborrea que saldrá por esos labios cuando veas en qué estado deberías estar ahora? —Levanté las cejas en cuanto la reina señaló detrás de mí.
Y me di la vuelta.
Ahí, clavado bien alto en la pared de la enorme cámara, estaba el cuerpo maltratado de un joven. La piel aparecía quemada en algunas partes, los dedos doblados en ángulos extraños; unas líneas rojas le cruzaban el cuerpo desnudo. Casi no oí las palabras de ella bajo el rugido que se alzó en mis oídos.
—Tal vez debería haberla creído cuando dijo que nunca había visto a Ittsy en su vida —musitó Amarantha—. O cuando insistió en que jamás había atentado contra uno de mis esposos. Aunque sus gritos de dolor fueron deliciosos… Hacía años que no oía una música tan bella.
Lo que dijo a continuación iba dedicado a mi—: Debería darte las gracias por haberle dado a Sumiye su nombre en lugar del tuyo.
Nicolás Dinnor. Supongo que la linda Sumiye tendrá algo que ver con esto, dado a que, según parece, para ella es fácil confundir el nombre de un hombre con el de una mujer.
Por eso se la habían llevado después de haber quemado vivos a todos los miembros de su familia. Eso era lo que yo le había hecho cuando le di su nombre a Sumiye para proteger a mi familia. Se me retorcieron las entrañas, y tuve que hacer un enorme esfuerzo para no vomitar sobre el suelo.
Había salvado mi vida y había acabado con la de él. Ese cuerpo que se pudría en la pared debería haber sido el mío.
El mío.
—Vamos, preciosa —dijo _______—. ¿Qué tienes que decir al respecto?
Quería gritarle que lo que ella se merecía era quemarse en el infierno durante toda la eternidad, pero no podía apartar la vista del cuerpo de Clare, clavado en la pared de la cueva, incluso mientras miraba sin ver hacia donde estaba Ittsy. Ella había dejado que mataran a Nicolás para que no supieran que yo estaba viva. Me dolían los ojos, la bilis me ardía en la garganta.
—¿Todavía quieres reclamar a alguien que es capaz de hacerle eso a un inocente? —dijo con suavidad, como consolándome.
Reuní todo el valor que pude y dirigí la vista hacia ella. No dejaría que la muerte de Nico fuera en vano. No iba a caer sin pelear.
—Sí —dije—. Sí, eso quiero.
Su labio se curvó y mientras miraba sus ojos negros, me di cuenta de que iba a morir. Pero _______ se reclinó en el trono y cruzó las piernas.
—Bueno, Ittsy —dijo, y puso una mano sobre su rodilla en un gesto de comprensión—. No creo que esperaras esto.
Hizo un gesto en mi dirección y oí un murmullo de risas contenidas de los que llenaban la sala, un eco que me golpeó como si me estuvieran apedreando:—. ¿Qué tienes que decir, pequeña dama aventurera?
Miré la cara que amaba tanto, como a una hermana, y sus palabras casi me hicieron caer de rodillas.
—Nunca la he visto en mi vida. Alguien tiene que haberla controlado para gastarnos una broma. Seguramente Kotaro. —Seguía tratando de protegerme incluso ahora, incluso en ese lugar.
Él hombre que me sostenía hizo un gesto de fingir encontrarse ofendido, llevándose la mano al pecho.
— ¿Yo? Esa no es una mentira creíble, en lo absoluto —dijo el hombre.
La reina soltó una risa.
— Bueno, la ejecución de Ittsy estaba premeditada para hoy, sin embargo, dado a que tenemos una nueva invitada, ¿por qué no le damos una bienvenida apropiada?
El siseo de Kotaro fue la única advertencia antes de que algo duro como una piedra me golpeara la mandíbula. Caí de costado, aturdida, pero me esperaba otro golpe terrible en la cara. Me crujieron los huesos, todos los huesos. Las piernas se me doblaron debajo del cuerpo y la piel del hermano de la reina me raspó la mejilla cuando volvió a pegarme. Retrocedí, pero me encontré con el puño de otro, cuya cara no llegué a ver. Era como si alguien me estuviera golpeando con un ladrillo. ¡Pam! ¡Crac! Creo que eran tres. Me convertí en un saco que solo encajaba golpes; pasé de puñetazo en puñetazo; los huesos me restallaban de agonía. Tal vez grité. La sangre me salió por la boca y su sabor metálico me cubrió la lengua antes de perder la conciencia.
Sentí que recuperaba lentamente los sentidos, y que cada uno era más doloroso que el anterior. Primero oí un sonido de agua que goteaba, después el eco lejano de unos pasos fuertes. Un gusto a cobre en la boca…: sangre. Por encima del silbido de algo que tenía que ser mi nariz aplastada. Toqué con la lengua mi labio partido y el gesto me llenó de fuego el rostro. Hice una mueca, intenté abrir los ojos, pero solo conseguí separar un poco los párpados hinchados. Lo que veía, borroso, sin duda porque tenía los ojos amoratados, no me alegró el espíritu. Estaba en una celda, en una prisión. Ya no tenía armas y mis únicas fuentes de luz eran las lámparas que ardían al otro lado de la puerta.
Imagino que me dormí en algún momento, porque desperté cuando la puerta de la celda raspó el suelo de mármol. Olvidé el dolor inmenso de mi cara y me arrastré para esconderme en las sombras del rincón más lejano. Alguien se deslizó en mi celda y cerró la puerta con rapidez…, dejando pasar apenas un rayo de luz.
—¿Kyoto?
Traté de ponerme de pie, pero me temblaban tanto las piernas que no podía moverme.
—¿Akame? —jadeé yo, y la paja del suelo crujió cuando se dejó caer de rodillas frente a mí.
—Por Dios, ¿estás bien?
—La cara…
Akame resopló.
—¿Has perdido la cabeza? ¿Qué estás haciendo aquí?
Luché por contener las lágrimas… Llorar no tenía sentido, de todos modos.
—Volví a la casa de Ittsy y su prima, Sumiye, me dijo… me contó de cómo la atraparon y torturaron a toda su familia. no podía dejar que ________…
—No deberías haber venido, Kyoto —dijo ella con voz cortante—. No tendrías que estar aquí. ¿No entiendes todo lo que Ittsy sacrificó para sacarte de este embrollo ¿Cómo has podido ser tan estúpida?
—Bueno, pero ahora estoy aquí —dije con voz más alta de lo aconsejable—. Estoy aquí y no se puede hacer nada al respecto.
—Bueno. A ver si te recomponemos un poquito.
—Creo que tengo la nariz rota. Pero nada más. —Mientras lo decía, miré alrededor de ella buscando señales de vendajes o agua, pero no vi nada.
Akame dirigió la mirada por encima del hombro, controlando la puerta.
—Los guardias están borrachos, pero el cambio llegará pronto —dijo, y después estudió mi nariz. Traté de soportar el suplicio mientras le permitía tocarla. Hasta el roce de sus dedos me transmitió relámpagos de dolor por todo el cuerpo—. Voy a tener que ponerla.
Apreté la boca para ocultar el pánico ciego que sentía.
—Hazlo. Ahora —le dije, antes de que pudiera hundirme en la cobardía y pedirle que no lo hiciera. Él dudó—. Ahora —jadeé.
Con demasiada rapidez para que pudiera seguirlo con la vista, los dedos de Akame me cogieron la nariz. El dolor me atravesó como una lanza y un crac me sonó en los oídos, en la cabeza; después me desmayé.
Cuando volví en mí, conseguí abrir los dos ojos completamente, y la nariz, mi nariz, estaba en su sitio y no me latía ni hacía que la cara se me partiera de dolor. Akame estaba agachada sobre mí con el entrecejo fruncido.
— Todavía tienes los moretones y ese ojo negro está horrible, pero… ya no hay hinchazón.
—¿Y la nariz? —pregunté, tocándola antes de que ella contestara.
—Lista…, tan bonita y descarada como siempre. —Me dedicó su sonrisa ladeada. El gesto familiar hizo que se me tensara el pecho casi hasta dolerme.
El sonido de un envase se jugo de caja siento absorbido hizo que despertara. Miré hacia la puerta de mi celda. Kotaro, el general de la reina, se encontraba tapado en el marco de la puerta mientras bebía jugo.
— Estás realmente espantosa —dijo con sinceridad.
Luego, tomó mi brazo bruscamente y me llevó de nuevo hasta la sala del trono.
—¿Sabes? —musitó _______ inclinándose sobre el brazo del trono—, anoche no me podía dormir y esta mañana me he dado cuenta de por qué. —Me miró de arriba abajo—. No sé tu nombre. Si tú y yo vamos a ser
tan amigas debería saber tu nombre ¿verdad?
Hice un esfuerzo para no asentir. Había algo encantador, cercano, en ella, y una parte de mí empezó a entender por qué los héroes y sus esposos y esposas habían caído bajo su hechizo, por qué habían creído sus mentiras. La odié por eso. Cuando no contesté, ella frunció el entrecejo.
—Vamos, amor, vamos. Tú sabes mi nombre, ¿te parece justo que yo no sepa el tuyo? —Me puse tensa cuando apareció Sumiye en medio de la multitud que se separó para dejarlo pasar. Apenas me vio, me sonrió—. Después de todo —_______ hizo un gesto elegante con la mano hacia el espacio que había detrás de mí—, ya sabes la consecuencia de dar nombres falsos.
Una nube oscura me envolvió y sentí la forma de Nicolás clavada en la pared detrás de mí. Pero mantuve la boca cerrada.
—Si te gustan tanto los juegos, muchacha, supongo que podemos hacer esto y divertirnos al mismo tiempo —dijo. Hizo sonar los dedos hacia su hermano, que se metió en la multitud y atrapó a alguien. Su cabello rojo brilló y me tambaleé hacia delante cuando él arrastró a Akame por el cuello de la camisa verde. «No. No». Akame se defendía del Kotaro, pero no podía hacer nada contra él.
La reina levantó un dedo en dirección a Kotaro, quien enarcó una ceja.
—Mantén esa mente quieta —le ordenó ella. Se me desgarró el corazón. Akame se quedó completamente quieta. El sudor le brillaba en el cuello cuando Kotaro inclinó la cabeza hacia la reina y se dio la vuelta para ponerse frente a ella.
_________ suspiró.
—Pensé que habías aprendido la lección, Akame. Aunque esta vez tu silencio va a condenarte tanto como tu lengua. —Akame siguió con los ojos cerrados. Listo…, estaba listo para que Kotaro borrara todo lo que era, para que convirtiera su mente, a él incluso, en puro polvo—. ¿Su nombre?
Le preguntó ella a Ittsy, y ella no le contestó. Los ojos de mi mejor amiga estaban fijos en la multitud, como si estuviera tratando de ver cuál de ellos mostraba la sonrisa más satisfecha.
Majakutsu pasó una uña a lo largo del brazo del trono.
Levantó la mano. Kotaro movió la cabeza y entrecerró los ojos, fijos en Akame. Ella se puso tensa. Un gruñido le salió por la garganta y…
—¡Kyoto! —grité—. Me llamo Kyoto.
Tuve que esforzarme mucho para no caer de rodillas cuando _______ asintió y Kotaro dio un paso atrás. Él ni siquiera se había sacado las manos de los bolsillos. Supongo que por eso ella le había permitido conservar su poder.
Akame se dejó caer al suelo temblando.
— Kyoto —dijo la reina saboreando mi nombre, el gusto de las dos sílabas sobre la lengua—. Como la antigua capital de Japón. Bueno, Kyoto —continuó. Cuando me di cuenta de que no iba a preguntar por mi apellido, casi lloro del alivio—. Es hora.
Una chica castaña apareció, atando a Ittsy y Akame juntas, sometiendo de igual manera a Sumiye, a quien apartaron de mis dos amigas, luego, ella se puso a un lado de Kotaro y sonrió coquetamente. El hombre solo desviaba la mirada hacia su hermana.
— Aquí no, Megan —susurró.
— ¿Ya has hablado con la reina? ¿Que dijo sobre que yo suba de rango y sea su consorte? No pido ser una de sus esposas pero almenos quiero besarla antes de morir —Kotaro frunció el ceño.
— Mi hermana ya tiene suficientes amantes.
— Bueno, también podría ser tu amante—La tal Megan meneo sus cejas de arriba a abajo y sonrió.
— Vete a ver anime a tu habitación —dijo, la mujer lo obedeció y sonrió, yéndose tranquilamente.
La reina miró a su hermano menor:— ¿Aún sigue actuando raro? —él se encogió de hombros.
— Megan siempre es rara.
Ella sonrió y devolvió su vista a mi.
— Quien los juzgue no seré yo, será mi esposo.
Un hombre rubio, con un par de hermosas alas rojas apareció. Él había sido conocido anteriormente como el héroe Hawks.
— Mi señora, creo que esto es un poco exagerado.
— Para nada, cariño, nadie va a hacerte daño mientras yo viva. Elije: tortura, prisión o muerte sin dolor.
Voy a morir, puedo sentirlo, el sonido de los pasos casi inaudibles me distrae. Levanto la mirada.
Eran un par de niños. Niño y niña.
Mellizos, me atrevía a decir.
Ellos se habían parado frente a mi, no debían tener más de seis años, sus cabellos eran negros y sus facciones eran muy parecidas a las de la reina. Eran sus hijos.
El niño tenía hermosas alas blancas y ojos ámbar, parecía un poco más tímido que su hermana, por otro lado, la niña tenía hermosos ojos zafiro, ella no tenía alas, sin embargo, los detalles en sus ojos, la forma, me recordó a un hombre castaño que ví al pasar por las celdas, sin embargo, los ojos zafiro, hermosos y llenos de vida, me recordaban a quien siempre estaba a un lado de la reina, su esposo, Dabi.
— Ey. ¿Pueden ayudarme? —dije, observando como la reina seguía hablando con Hawks, a quien antes habíamos intentado atacar.
Ambos ladean la cabeza.
Toso y ambos dan un paso atrás.
— Son muy valientes, ¿cómo se llaman?
Mi piel se erizó al sentir la penetrante mirada de la reina sobre mi.
— No les hables a mis hijos —sentenció, bajé la cabeza de inmediato.
Los niños miraron a su madre con inocencia, ella suspiró:— Sakura, Rino. ¿Que les he dicho de pasar a esta área? Deberían estar jugando en el jardín —ambos se acercaron a su madre y se subieron sobre su regazo, uno en cada pierna.
— Yo quería estar con mami, estoy aburrido de jugar a escondidas con papá, hace trampa con los muñecos de nieve —dijo el niño en un tono bajo—. Yo solo quiero dormir con mami, comer con mami y ver caricaturas.
— ¡Cierto! El tío Geten es muy tramposo, prefiero jugar con el tío Keigo, sus expresiones son divertidas —se burló la niña—. Buscamos a papá Kai, pero estaba ocupado en laboratorio con el abuelo Kanaye, y como papá Touya siempre está contigo decidí venir a visitarlos y de paso secuestrar a mi hermano menor.
— Sakura, ¿por qué no vas con papá a buscar flores? —dijo la mujer con tanta dulzura que me fue difícil creer que era la misma persona que decía disfrutar de torturar a otros.
— ¡Mami se verá hermosa con una corona de flores! La haré de inmediato, ¡no te la podrás quitar jamás! —Dabi tomó a su hija en brazos y sonrió, colocandola sobre sus hombros y saliendo de la habitación.
Ahora se dirigió hacia el otro niño.
Debo hacer un plan mientras se distraen.
— Keigo, decídete de una vez para que puedas ir a volar un rato con este tierno caballero —el niño sonrió ampliamente cuando la reina besó su mejilla.
Él parecía algo incómodo, sin embargo, eligió.
— Supongo que la última opción —respondió, tomando al niño de ojos ámbar en brazos—. Vamos a ver cómo van las habilidades de vuelo de mi amado hijo.
Cuando su hijo se fue, la reina sonrió, su sonrisa fue lo último que vi antes de morir.
Narrador omnisciente.
Sumiye se paralizó ante los cuerpos inertes de su prima y sus dos amigas.
— Por toda tu ayuda y por nuestro largo tiempo de amistad, supondré que hiciste esto porque amabas a tu prima, por eso te dejaré ir —dijo Majakutsu, algo más relajada, dejando aquel papel estricto atrás—. Gracias por todo, Sumiye.
Y así, ella se alejó, dispuesta a irse para jugar con sus hijos.
Si de algo estaba segura, era que ellos jamás pasarían por lo que ella había sufrido.
Los protegería a toda costa.
Sumiye se quedó observandola a la distancia, se preguntaba que había sido de aquella niña a la que solía ayudar constantemente a cometer sus crimines.
Habia madurado. Habia crecido.
Ahora era una excelente madre, y, por más dura que fuera con los demás. Por dentro, Sumiye sabía que había cierto grado de bondad que solo sacaba cuando estaba con su familia y sus hijos.
Majakutsu, por otro lado, se estiró, dirigiéndose al jardín mientras plasmaba una gran sonrisa en su rostro.
Sakura, al verla, corrió hacia ella mientras sostenía una corona de flores que había construido junto a su padre, quien se encontraba sentado en el césped mientras llevaba una corona con flores azules.
— Mira mami, es rosadita, el color te quedará muy lindo porque eres muy hermosa —la mujer sonrió, quitándose la corona dorada y agachandose a la altura de su hija para que esta le pusiera la corona de flores que le había hecho— ¡Ah! Haré más para que conviene con todos los vestidos de mami.
La niña corrió, dando un traspié y cayendo de camino a donde se encontraba su padre. Dabi soltó una carcajada.
Sakura hizo un puchero y le lanzó su pequeño zapato a su padre, golpeandolo en la frente:— Papi malo —dijo, sacandole la lengua y corriendo rápidamente, huyendo de su padre mientras reia.
______ sonrió, sentándose en el césped mientras levantaba la mirada y observaba a Keigo y Rino jugar mientras volaban.
Una llamada la distrajo.
— Hola, Izu. —sonrió.
— Hola, em, Ochako está aquí. Nos preguntamos...¿cuando vendrás? —el nerviosismo en la voz del peliverde fue notable para la mujer.
— Pronto tendré que visitar Tokio para ver cómo está todo, no se preocupen, les daré de mi atención —dijo ella con una sonrisa, escuchando como el par de amigos celebraban—. Aunque no se si quieras precisamente eso.
Ambos se detuvieron.
— ¿Por qué? —preguntó el pecoso.
— Bueno, estoy embarazada y aún no sé de quien es. Puede ser tuyo, o de Tomura, o de Bakugo o...
— ¿Hola? —la voz de Ochako la interrumpió— _______, Deku se desmayó.
La mujer rió.
— Bueno, entiendo, hablamos luego.
Colgó y siguió observando a su familia.
Por fin, después de tanto tiempo, era feliz.
— Los niños las hubieran amado.
Dabi se giró a observarla mientras jugaba con Sakura y luego le sonrió, ella lo imitó.
En aquel momento, se alegró de conocer a todas las personas que lo rodeaban, se alegró de tener un hermano menor que la apoyaba incondicionalmente, pero, sobre todo, una parte de ella se alegró de haber decidido ser aquella villana que llevaba como nombre:
Enchantress.
Primero que nada, fotito de los hijos de Maja.
Rino Majakutsu.
Padres: Keigo Majakutsu y Geten Majakutsu.
Madre: Majakutsu _______
Don: Alas rígidas, control de hielo y manipulación y creación de armas de energía y hielo.
Sakura Majakutsu.
Padres: Touya Majakutsu y Kai Majakutsu.
Madre: Majakutsu ________
Don: Fuego azul, overhaul y creación de armas de fuego.
Por último, pero no por eso menos importante, foto de la reina Maja:
Bueno, este es el final.
Espero hayan disfrutado leer esta historia como yo disfruté escribirla, sinceramente, no se que decir aparte de: gracias.
Definitivamente extrañaré a Maja, es una protagonista que me encantaba escribir.
Con esta historia quise por fin romper eso de: "el poder del amor puede con todo" o "el villano nunca gana"
Espero eso les haya gustado.
En fin, bueno, amé escribir estas historia, las llevaré siempre en mi corazón a todas ustedes, gracias por inspirarme a escribir com cada uno de sus lindos comentarios.
Y bueno, tengo otras historias como: Siniestro, que es de BNHA con protagonista masculino, también tengo Heartless que es un Deku Villain y Hecha de estrellas.
Si acaso tu trayecto por mis historias termina aquí, gracias por leer, hasta siempre. Si planeas leer alguna de mis otras historias que sigue en curso, nos leemos luego.
Gracias por leer.
Adiós y gracias por todo.
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