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-051.-

Alerta: capítulo con escenas de sadismo, sexo, mención de alcohol, etc. No alentar estos comportamientos. Porfis lean la nota del final, si no comentan mucho desaparezco 2 semanas.

051.—

Dagan.

No puedo quitar mis ojos de ella, de su postura relajada a pesar de tener frente que ella a los hombres que tanto nos hicieron daño de niños. Su respiración era tranquila y ni siquiera movía los ojos del hombre albino que siempre la acompañaba.

Él se acerca y le dice algo muy cerca del rostro, tomando su cabello entre sus dedos y tirando su cabeza para atrás, haciendo que ella lo mirara a los ojos. Ella sonríe antes de plantar un beso en su nariz y guiñarle el ojo.

Me estremecí, era extraño pensar en ella de aquella manera tan atrevida, después de todo, solo conocía a la pequeña niña que necesitaba ayuda.

Ella se alejó, no sin antes plantar un beso en la mejilla del recién llegado héroe, a quien los hombres le suplicaban que los liberaran, ofreciendole cantidades altas de dinero. Ella dio unos pasos hacia una mesa de metal y agarró un látigo.

Lo chasquea un par de veces en el aire antes de levantar su brazo y bajarlo, haciendo que el golpe de la punta del látigo de con los pechos de dos de los hombres atados de brazos y piernas. El chasquido solo dejó de sobresaltarme cuando los golpea por quinta vez. Escucho a Kirito decir algo, pero no creo que me haya hablado a mi. Trago saliva mientras sigo mirando, los gritos subieron de intensidad cuando ella cambió el látigo por uno de mango más corto y un montón de tiras de —al menos— un metro, lo cual implicaba que ella debía estar un poco más cerca de ellos. Ciertamente eso me incomodaba, no me gustaba verla tan cerca de esos...animales.

Pero ella, joder, se veía tan confiada, tan fiera, tan salvaje, sin embargo, también parecía dolida, traicionada.

Y, aunque se lo merecían, los gritos de aquellos hombre me aterraban. Mientras ella les daba los más crueles azotes —aún manteniendo su elegancia natural a pesar de realizar una tarea tan feroz— en toda la noche no se oían más que golpes y lamentos en la oscura bodega donde ella solía torturarlos.

Agitada, mientras sonreía, pasó el dorso de su mano por su frente, limpiando el sudor. Se miraba genuinamente complacida con su tarea.

— Madam, su prometido sigue llamándola —ella puso los ojos en blanco cuando otro albino, un poco afeminado, se acercó a ella con su teléfono en sus manos.

Ella bostezó e hizo el látigo a un lado, acariciando el cabello del albino antes de tomar el teléfono entre sus manos y salir de la habitación, al ser su guardaespaldas, la seguí.

— Shoto, ¿qué haces llamándome a esta hora? —volvió a bostezar—. Lo sé, cariño, pero pronto volveré a Japón y me quedaré un tiempo en tu casa ¿te parece? Te llamaré cuando sean las diez de la mañana, recuerda que es el horario de Paris.

Oh, eso era lo peor. Ella había abandonado Paris por realizar su venganza.

— Pequeña..., ¿cuando viajarás y cumplirás tu sueño? —ella me miró por un instante, luego, chasqueó la lengua.

— Cuando acabe con ellos. Uno por uno.

En cierta parte, me alegraba que quienes nos hicieron tanto daño, quienes abusaron de nosotros, puedan tener su merecido, sin embargo, detestaba ver como algo oscuro emergía de ella, algo que la consumía de vez en cuando, algo tan profundo y tan oscuro que yo no lo lograba entender. Parecía no tener remordimiento. Parecía alguien insensible.

De su bolsillo, sacó una cajetilla de cigarros. Habia comenzado a fumar. Cuando lo encendió, le dio una calada, botando el humo lejos de mi, cosa que agradecía.

El sonido de su risa gutural y complacida se escuchó por lo bajo cuando escuchó a los hombres de la habitación llorar mientras están congelados y quemados por —los que ella hacia llamar— sus mascotas.

Habia crecido, demasiado. Habia pasado unos cuantos meses desde que se graduó de preparatoria. Su cabello, hermoso y largo, su cuerpo era esbelto, se notaba que hacía ejercicio, tenía buenas curvas y piernas largas. Y ni hablar de su rostro. Con casi diecinueve años ella ya se estaba convirtiendo en toda una mujer.

— Sé que no soy quien para decírtelo, pero...—ella me miró, sus ojos sin brillo y profundamente negros me hicieron dudar de lo que iba a decir—. Lo superarás, tienes que hacerlo. La vida sigue.

— No es tan fácil, porque, aún no se pueda apreciar a simple vista, mis huesos están rotos, mi piel agrietada y mi corazón partido en mi pedazos —dijo, con voz seca y cortante—. A duras penas acabo de lograr soportar que un hombre me toque.

Solo tenía diecinueve años y ya parecía cargar más demonios que los que Kirito, Asuza y yo cargabamos.

— Sabes que solo quiero que seas feliz.

— lo sé.

Después de eso, salí a caminar un rato, horas, prácticamente. Ella estaba engañando a las personas que antes habían estudiado con ella para que creyeran que estaba en Paris, lo cual es entendible, teniendo en cuenta que de esa manera no la podían ligar con nada de lo que sucediera en Japón, sin embargo, algo me dice, que eso pronto va a acabar. Al volver a la residencia, me encontré con Asuza, quien se encontraba agitado mientras sostenía un papel en su mano.

— La encontramos, Dagan, la mujer que nos hizo todo eso —lo miré, incrédulo.

Al fin.

Sostuve el papel entre mis manos, era una mujer cualquiera, dueña de un empresa. Asuza y yo corrimos hacia la habitación de _______, encontrándonos con Kirito de camino a ella. Lo mejor sería decirle estando los tres juntos así que lo arrastramos sin escuchar lo que decía.

Sonreí, abriendo la puerta, deteniéndome al ver como ella tomaba un trago de vodka, recostada elegantemente sobre la cama, escondiendo sus partes preciosas con una manta, mirándonos con intriga mientras los cuatro hombres a su alrededor nos miraban con disgusto.

— Si me hubieran escuchado, sabrían que la señorita estaba ocupada —dijo, zafandose de mi agarre y golpenadome la parte trasera de la cabeza.

— ¡Bueno! Pero esto es más importante que tener sexo —Todos me miraron como si me hubiera crecido un tercer ojo en la frente—. La encontramos.

— Bueno, eso si que es más importante que tener sexo —sonrió.

Ella intentó levantarse, sin embargo, las manos de una de sus mascotas se lo impedía. Chisaki, si mal lo recuerdo. Sus manos se mantenían quietas sobre las sabanas, sosteniendo su abdomen, entre abrió los labios y exhaló, soltó un quejido mientras apretaba sus ojos con frustración.

— Podemos seguir luego, Kai.

Sin abrir los ojos, asintió con la cabeza.

— Besame otra vez —pidió, ella asintió y besó sus labios, aparté la mirada, sin embargo podía escuchar los quejidos de los otros que compartían cama con nuestra pequeña amiga.

Narrador omnisciente.

Izuku pasó su mano por su rostro, ciertamente preocupado por el estado de Shoto, quien había sido golpeado por un auto mientras hacía una videollamada con su prometida.

— Está bien, solo son un par de rasguños, usualmente los héroes son muy resistentes —Izuku asintió ante lo dicho por el doctor, quien le decía que podía tener múltiples hematomas, sin embargo, no se había roto ningún hueso.

Ya había pasado medio año desde su graduación, había cumplido diecinueve y había hecho su debut como héroe, perteneciendo a una de las mejores agencias de Musutafu, sin embargo, algo lo atormentaba.

Ella se encontraba allí, su cabello negro, perfectamente atado, llevaba un vestido de color negro, sus hombres estaban descubiertos y la fina tela de pegaba a sus curvas, llevaba un para de tacones del mismo color de su vestido, haciendo que sus piernas parecieran un poco más largas de lo que ya eran, maravillado a Izuku. El peliverde se acercó, ella lo miró.

— ¿Como está Shoto? —Izuku frunció el ceño.

Sin soportarlo mucho tiempo, la tomó del brazo y la arrastró a un lugar solitario, acorralandola contra una pared, ella sonrió de manera juguetona mientras el heroe fruncia el ceño.

— Mirate, me necesitas tan desesperadamente...

— Nunca fui del todo bueno ¿te sorprende? —dijo.

— Él es mi prometido, ya lo sabías ¿por qué te molesta? —respondió, evadiendo la pregunta.

— Todoroki-kun debió pensarlo mejor antes comprometerse contigo y caminar de manera tan descuidada por la calle mientras intentaba llamarte.

— Le hiciste daño.

— No.

— ¿Está bien?

Izuku frunció el ceño:— ¿Por qué te preocupa? ¿Acaso no éramos todos una fachada? —ella mantuvo su sonrisa.

— Wow, estás realmente dolido, ¿O no? Conejito —ella golpeó la nariz de Izuku con su dedo índice.

— Confié en ti.

— Te enamoraste de mi —corrigió—, que escándalo, un héroe enamorado de una villana.

Izuku aflojó su agarre, dándole la razón. Después de que los recuerdos regresaran a su mente había librado interminables batallas consigo mismo y con su consciencia. No sabía si aquello era real, no sabia si había sido una pesadilla y, cuando supo que no lo era, no sabía que hacer con aquella información.

Si bien, en aquel momento habría corrido con la policía o con algún otro héroe, ahora, no podía confesar, no podia soportar la idea de verla en prisión. No quería que la alejaran de él. Estaba enamorado.

Ella era su perdición y él la aceptario con gusto a pesar de que sus principios Morales fueran afectados.

— Por favor, no hagas nada malo de nuevo —rogó.

— No hago nada malo, solo traigo justicia, cosa que ustedes los heroes no son capaces de hacer.

— Eso no es justicia, es venganza.

La azabache bajó la mirada:— Izuku, ya no me queda nada, esos bastardos asesinaron a mis dos mejores amigas. Asesinaron a las personas que más amaba —dijo, mirando con ojos suplicantes a Izuku.

— Aún me tienes a mi.

Ella sonrió, tenía muchas cosas, sin embargo, no eran suficiente para llenar el vacío que habían dejado sus amigas, no eran suficiente para llenar el vacío que habian dejado las mentiras y las traiciones de su madre. Nada era suficiente para llenar el vacío que había dejado el resentimiento y odio provocados después de ser abusada cuando solo tenía tres años.

La azabache colocó su mano en el pecho de Izuku, separándose de él:— Me iré, solo quería asegurarme que Shoto estuviera bien —mintió, ella solo quería asegurarse que Izuku siguiera enamorado de ella.

Decepción.

Esa era la única palabra que definía los sentimientos de Majakutsu al tener a la persona que la torturó durante todo su infancia frente a ella, su estómago se revolvió y no pudo evitar mirar a su madre.

— Tu tardaste dieciséis años, yo tardé seis meses —escupió, pateando al cuerpo femenino a sus pies, haciendo que se arrastrara hacia los pies de su madre.

Su mirada se devolvió hacia Kayena, su tía, quien hace poco había comenzado a vivir en la residencia de Irazume al enterarse que su mellizo estaba vivo. La mujer se tensó al sentir la fiera mirada.

— Lo cual es una lástima, porque realmente creí que había algún tipo de código entre ustedes y que te entregarías en vez de tu patética asistente —Kayena abrió los ojos, sorprendida—. ¿O debería decir amante?

Irazume soltó a su hermana, mirándola, incrédulo:— ¿Kayena? —dijo, dolido.

La mujer apretó los puños y miró a su cuñada com molestia mientras la furia se reflejaba en sus ojos:— Siempre te odié, nunca fuiste suficiente para mi hermano, te atreviste a engañarlo y casarte con otros hombres. Luego lo mataste y lo separaste de sus hijos —Akira levantó su mano y le dio una cachetada, furiosa, con lagrimas en los ojos.

— ¡Todo fue por tu culpa! Eramos felices antes de que me quitaras a mi bebé —exclamó, su primogénita se tensó ante aquel apodo— ¡Nos torturaste por meses y te atreves a sentir lástima por ti!

— Zume, no quería hacerte sufrir, lo juro, pensé que con el otro niño serías feliz. Tenerla a ella era la única manera de hacer sufrir a esta perra —escupió—. ______, cariño, siento haberte involucrado, esto era un asunto entre su madre y yo. Pero ve el lado positivo, eres imparable. Tu particularidad es hermosa y sé que yo la habría desarrollado aún más.

La mencionada chasqueó la lengua, lo cual fue señal suficiente para que Dagan y Kirito tomaran a Kayena de los brazos y la inmovilizaran:— Oh, te aseguro que lo vas a sentir —la menor sonrió, cínica, su risa heló la sangre de su tía.

La menor sabia que su familia la observaba, no le importó, tomó entre sus manos el rostro de la asistente de su tía, la inmovilizó y le sacó los ojos. Ella gritó mientras Kayena se tensó al ver aquello, horrorizada.

— Confié en ti —dijo, colocando su cuchillo en el abdomen de la mujer y subiendolo hasta su garganta, matandola—. Te quise como a una madre. No entiendo cómo pudiste ser tan cínica.

Kayena observó con horror como su amante moría desangrado y degollada en el suelo:— Pueden hacer con ella lo que quieran —le dijo a los tres hombres que la sostenían. Kirito, Asuza y Dagan asintieron, llevándose a Kayena a otro salón mientras Irazume miraba con horrorizado a su hija—. No tienes el derecho de mirarme así.

— No lo tengo, pero sigo siendo tu padre y creo que este estilo de vida no es bueno para ti, por favor, ya tengo los boletos para ir a Paris —rogó Irazume—. Vámonos, ya tuviste tu venganza.

— Mi padre murió —aclaró, aún en negación—. Y mi venganza va más allá de la mujer que me torturó y casi roba mi infancia. Esto apenas está empezando.

— Pollo, pollito —cantaba Hawks mientras desempacaba el almuerzo que había llevado desde casa—. Pollo delicioso hecho en casita.

"Espero que te guste, con amor, Majakutsu _______."

— Aw, mi señorita es la mejor —dijo, observando a lo lejos como Endeavor ojeaba unos documentos junto a su hijo—. Menos mal que tengo a alguien que haga eso por mi.

Antes de abrir comenzar a comer, Keigo revisó su teléfono, extrañado al notar que tenía un mensaje de Majakutsu, al abrirlo, su rostro se sonrojó por completo al ver la foto que ella le había enviado. Tenia puesta lencería negra de encaje, medias que llegaban hasta la mitad del muslo unidas con sus bragas con una correa, tenía una correa y un látigo en su mano libre.

Quisiera que tuvieras esto para almorzar, pero no cabía en el bento.

Keigo salió de la aplicación y marcó el número de la menor, quien respondió luego de tres tonos:— Señorita, voy para allá.

— ¿qué? —dijo ella del otro lado de la línea.

— ¡Voy para allá! —exclamó, metiendo todo en su boca rápidamente.

— Cariño, estoy trabajando, nos vemos luego en casa.

— Pero...

— Te amo, adiós.

Colgó.

《¿Dijo que me ama?》, pensó el héroe alado mientras sus alas se esponajaban y en sus labios se trazaba una sonrisa de felicidad.

Majakutsu chasqueó los dedos mientras ritmicamente movía las caderas en círculos, cuando se detuvo, dobló una de sus piernas, se apoyó en la punta de su otro pie y subió los brazos, haciendo que su figura se notara aún más, luego, extendió la pierna que había doblado y se agachó, pasando sus manos lentamente sobre esta hasta llegar a su muslo, luego, se levantó, hizo su cabello a un lado y comenzó a mover sus caderas. Todas las miradas estaban sobre ella.

Hizo una vuelta de ballet sobre su propio eje, se agachó y extendió su pierna, mientras subía, movió sus hombros y luego comenzó a mover sus caderas a medida que la música rompía, cuando esta acabó hizo una apertura de piernas lentamente. Los aplausos no tardaron en llegar.

Ella sonrió, lanzando un beso al aire y bajando del escenario, observando fijamente a Giran, quien la observaba fijamente:— Entonces, ¿me darás la información que quiero?—ronroneó, coqueta, Giran soltó una carcajada mientras ponía una mano sobre la cabeza de la chica y revolvía los largos cabellos azabache, haciendo que un puchero de molestia se formara en sus labios.

— Eres una niña, para mi eres como una sobrina, eso no funciona conmigo —sonrió, mostrando el brillante diente dorado—. Te daré la información que quieres, no te preocupes.

Majakutsu suspiró, aliviada:— iré a la barra, ¿quieres algo? —Giran levantó su vaso con whisky, por lo cual, ella tomó eso como un no, yendo sola a la barra y sentándose en uno de los banquillos de la isla frente a la bartender.

— Un whisky en las rocas —dijo, la mujer le obedeció de inmediato, dejando el vaso que limpiaba a un lado.

A su lado, se sentó un hombre, contraje, rasurado perfectamente y con la mitad de su cabello atado.

— ¿Vienes de una reunión con la junta de padres? —se burló, recibiendo en Whisky y bebiendo de un trago.

— No sabía que habías vuelto.

— Lo que haga con mi vida no es asunto tuyo.

Aizawa se enderezó, arrebatandole el whisky a la menor, quien se quejó casi de inmediato al ver como él se lo bebía todo de un trago. Su mirada con preocupación la hizo sonreír.

— Siento no haber llamado, pero...

Ella le interrumpió:— Shota, en serio, no me importa. Todo eso ya pasó. Ambos somos adultos no debes tratarme con tanto tacto —dijo—. Entiendo que todo fue porque Rina murió y lo entiendo, pero, ya no soy una niña y si quiero tener algo casual no será contigo.

— Yo quiero algo serio, ______, pero...

— contigo siempre hay un pero.

Shota suspiró, masajeando el puente de su nariz.

— ¿por qué te comportas así?

— ¿Así cómo?

— Tan antipática.

— Son cosas que pasan cuando creces —dijo, levantándose de su haciendo—. Ya me tengo que ir, Shota. Verte fue una delicia.

Ella plantó un corto beso en los labios del héroe, tomandolo por sorpresa. Pronto, ella tomó la mano de un hombre que la miraba desde que había comenzado a bailar, tratando de caminar lo más rápido posible, divertida al notar que el hombre caminaba tan rápido como ella.

— ¿A dónde vamos?

Ella se detuvo y lo observó, 《Es guapo, aunque tiene cierto parecido a alguien.》, pensó para sus adentros.

— A los cuartos privados del segundo piso, he visto como me miras.

— Estás realmente loca.

Ella lo soltó.

— Si no quieres puedes irte.

— No es eso —lo miró, confundida— No sabes ni siquiera mi nombre y ya me llevas a quien sabe donde a follar.

— ¿Acaso quieres casarte conmigo y tener hijos?

— No.

— Bien, pues exactamente para eso te llevo a los cuartos privados, para sexo y nada más, ¿tu nombre es?

— Shindo.

Majakutsu se estiró, compartiendo un cigarro con Shindo mientras ambos escuchaban el ruido de la música de fondo, ella no tardó mucho en levantarse y volver a vestirse.

— ¿Ya te vas?

— Bueno, tengo cosas que hacer, a demas, no vine sola.

— Entiendo, si necesitas a alguien que te ayude a quitarte la ropa de nuevo, llámame —el azabache le extendió una tarjeta.

— Me sobran de esos, pero, gracias —ella tomó la targeta y, ya vestida, salió de la habitación y bajó al primer piso de aquel edificio, donde la fiesta estaba en su apogeo.

Rápidamente localizó a Giran, quien sonrió al verla mientras meneaba las cejas.

— ¿Mejor?

— Callate.

— Daruma se esconde en un búnker, a las afueras de Musutafu, te compartiré la ubicación mañana. ¿Feliz?

La menor sonrió y asintió, relajándose mientras observaba a las strippers, le gustaba saber cómo moverse y ellas se movían realmente bien. De esa manera, aprendía y podía tener a sus mascotas felices y dóciles.

Un hombre que no identificó se sentó a su lado, ella se sintió incómoda y se acercó un poco más a Giran, sin embargo, aquel hombre se habia acercado más a ella y habia puesto su mano sobre su pierna.

— ¿También eres una de ellas? Te movías realmente bien.

Gracias a Dios.》, suspiró, al ver que alguien había apartado a aquel hombre de ella.

— Si vuelves a tocarla, te mataré —el tono de Touya incluso le dio escalofríos a ella—. Largate.

El hombre se fue tras recibir un golpe de la pareja de la azabache, quien se sentó a su lado y la abrazó, acariciando su cabello.

— ¿Estás bien? —preguntó.

— Si.

— Iugh —dijo Giran al ver como se besaban—. Prefiero la época en la que ella te odiaba.

— ¿Quieres tener otro diente de oro, viejo? —dijo Touya con fastidio.

— Solo decía —Giran levantó la manos en señal de rendición.

— ¿Me viste bailar?

Touya negó con la cabeza.

— Perfecto, esta noche, les haré un baile privado a Keigo y a ti.

— ¿Y el pájaro porque?

— Touya, el también es mi novio.

— Es de cartón, así me lo imagino yo.

Ella golpeó su hombro, sonriendo.

Dos golpes en la puerta del departamento de Izuku hicieron que este la abriera, abatido después del encuentro con la mujer que creía amar y por la que terminó con Ochako.

Quien extrañamente —para él— tomó el asunto del rompimiento muy bien.

El peliverde casi se queda sin habla al verla frente él, empapada gracias a la repentina lluvia. No tardó mucho en ayudarla, dejándola pasar para que, luego de que ella secara su cuerpo, Izuku se sentara en el sillón mientras ella mordía su labios.

Nada vale lo suficiente como para perder un recurso tan útil como Izuku》, pensó.

Consciente de cada respiración y cada movimiento, suspiró, me sentándose en el regazo del héroe. Sus manos se apoyaron suavemente en sus caderas mientras estudiaba su rostro.

—Quiero que sepas, Izuku, que te amo. Quiero que sepas... —los labios de Izuku temblaron, y ella le limpió la lágrima que escapó por su mejilla—. Quiero que sepas —susurró—, que estoy rota y sanando, pero cada pedazo de mi corazón te pertenece a ti. Y me siento honrada, honrada de ser a quien ames a pesar todo lo que he hecho. No fuiste nunca una fachada.

Él la envolvió con sus brazos y presionó su frente en su hombro mientras todo su cuerpo temblaba. Ella le acarició el rizado cabello con una mano.

—Te amo —volvió a decir—. Y volvería a soportar cada segundo de todo para poder encontrarte. No voy a dejar que la estupida sociedad me aleje de ti. Y no voy a dejar que te alejen de mí tampoco.

Izuku alzó la mirada con el rostro resplandeciente por las lágrimas. Se
quedó inmóvil mientras ella se apoyaba en él, besándole una lágrima. Luego otra.

Como una vez que él había besado las suyas cuando descubrió que Rina había muerto. Cuando sus labios estaban húmedos y salados con las lágrimas del peliverde, se echó atrás lo suficiente como para ver sus ojos.

—Eres mío —exhaló.

Su cuerpo se estremeció con lo que podría haber sido un sollozo, pero sus labios encontraron los de la villana. Fue gentil, suave. El beso que le podría haber dado si se hubieran concedido tiempo y paz para satisfacerse a través de sus dos mundos separados. Para cortejarse el uno al otro.

Deslizó sus brazos alrededor de sus hombros, abriendo la boca para él, y su lengua se deslizó dentro, acariciando la suya.

Se endureció contra ella, y ella gimió en su boca. El sonido rompió la correa que había tenido sobre sí mismo, y Izuku la recogió en un movimiento suave antes de recostarla en posición horizontal sobre la mesa, entre y por encima de todas las pinturas que se encontraban sobre esta, las cuales, iban a ser un regalo para ella antes de recobrar sus memorias y enterarse que era una villana.

A pesar de todo, Izuku las conservó, gracias a su encontró de aquel día, planeó desecharlas, sin embargo, ante aquellas declaraciones de su enamorada, se abstuvo.

Él profundizó el beso, y ella envolvió sus piernas alrededor de su espalda, enganchándose para acercarse más. Él separó sus labios de su boca para ir a su cuello, donde arrastró sus dientes y lengua por su piel, mientras sus manos se deslizaban bajo su suéter y subían para ahuecar sus pechos. Ella se arqueó ante el tacto, y levantó sus brazos para que le quitara el suéter en un movimiento fácil.

Izuku se echó hacia atrás para estudiarla, para estudiar su cuerpo desnudo de cintura para arriba. Ella hundió sus dedos en su cabello, y él apoyó una mano al lado de su cabeza, justo encima de una paleta de pintura. Dejó escapar una risa baja, y ella observó, sin aliento, mientras tomaba uno de los frascos de pintura con mano abriendolo y trazando un círculo alrededor de su pecho, luego más abajo, hasta que pintó una flecha hacia abajo por debajo de su ombligo.

—Para que no te olvides en dónde va a acabar esto —dijo.

Ella sonrió en una orden silenciosa, y él se rió de nuevo, su boca encontrando su otro pecho. Él apretó las caderas contra ella, burlándose, burlándose tan terriblemente de ella que tenía que tocarle, ella tenía que simplemente sentir más de él. Había pintura sobre sus manos, sus brazos —Izuku había sido algo descuido al dejar la pintura que había usado abierta—, pero no importó mientras ella agarraba su ropa. Se movió lo suficiente para dejarle quitárselas para revelar su hermoso cuerpo tatuado, eso la sorprendió y los poderosos músculos.

— Me emborraché cuando te fuiste a París —explicó.

Su boca chocó contra la suya antes de que pudiera responder, su piel desnuda caliente contra la suya, y ella le sostuvo el rostro. La pintura también dejó una mancha allí. Manchó su cabello, hasta que grandes vetas de color azul y rojo se mezclaban con el verde y lo embardunaban por completo. Sus manos encontraron su cintura, y alzó las caderas de la mesa para facilitar que le quitara los calcetines, sus pantalones.

Izuku se volvió a retirar y ella soltó un ladrido de protesta que se ahogó en un jadeo cuando agarró mis muslos y le dio un tirón hasta el borde de la mesa por entre las pinturas y pinceles y tazas de agua, y poner sus piernas sobre sus hombros para que descansaran arrodillandose delante de ella.

El primer lamido de la lengua de Izuku la prendió en fuego.

— Te quiero extendida sobre una mesa como mi propio banquete personal.

Gruñó su aprobación ante su gemido, su sabor, y entonces él se desató sobre ella por completo.

Con una mano fijando sus aderas en la mesa, trabajó sobre ella con grandes movimientos extensos. Y cuando su lengua se deslizó dentro de ella, extendió la mano para agarrar el borde de la mesa, para agarrar el borde del mundo que estaba muy cerca de caerse.

Izuku lamió y besó un camino hacia la parte interna de sus muslos mientras sus dedos
remplazaban donde había estado su boca, bombeando dentro de ella mientras chupaba y sus dientes raspaban suavemente.

Ella se inclinó sobre la mesa mientras el clímax la atravesaba, astillando su conciencia en un millón de pedazos. Él siguió lamiendo y sus dedos en movimiento.

— Izuku —jadeó.

Él se mantuvo en su posición, devorandola, haciéndola llegar al límite de nuevo. Y sólo cuando estaba temblando, medio
sollozando, sin fuerzas, por el placer,  Izuku se alzó del suelo.

Le miró por encima, desnuda, cubierta de pintura, y su propio rostro y el cuerpo untado con ella, y le dio una lenta y satisfecha sonrisa masculina.

—Eres mía —gruñó, y la levantó en sus brazos.

La llevó su habitación y la puso en la cama con una dulzura desgarradora. Totalmente desnuda, vio cómo se desabrochaba los pantalones y como su considerable gran longitud era liberaba. Su boca se secó ante esa vista. Lo deseaba, ella quería cada centímetro de él dentro de suyo, quería arañarlo hasta que sus almas se forjaran en una sola.

Él dijo nada mientras se colocaba encima de ella.

Quiero tocarlo》, pensó, algo inquieta ante el nuevo sentimiento de deseo que expirementaba como Izuku.

Ella inclinó un poco, su mano rozó el miembro del peliverde, haciendo que este se estremeciera y su miembro se endureciera aún más.

—Juega más tarde —dijo él entre dientes.

Su boca encontró la suya, el beso fue abierto y profundo, un choque de lenguas. La tumbó sobre las almohadas, y ella puso sus piernas alrededor de su espalda. Aunque realmente se encontró fastidiada cuando el peliverde empujó en su entrada. Y se detuvo.

—Juega más tarde —gruñó ella en su boca.

Izuku se rió de una forma que serpenteó a lo largo de sus huesos, y se deslizó dentro. Y dentro. Y dentro.

Ella casi no podía respirar, casi no podía pensar más allá de donde sus cuerpos se unían. Él se quedó quieto dentro ella, dejando que se ajustara, y ella abrió los ojos para encontrarlo mirándome.

—Dilo otra vez —murmuró.

Ella sabía los que debía decir.

—Eres mío —exhaló.

Izuku salió ligeramente y volvió a entrar en cámara lenta. Tan tortuosamente lento que ella jadeó.

—Eres mío —dijo ella sin aliento.

Una vez más, sacó y luego empujó.

—Eres mío.

Una vez más, más rápido, más profundo en esta ocasión.

—Eres mío —susurró, arrastrando sus manos por su cabello, por su espalda.

Ella movió las caderas a la vez que las suyas. Él la besó una y otra vez, y sus rostros se volvieron húmedos. Cada pulgada de ella quemaba y se tensaba, y su control se deslizó por completo cuando susurró:—Te amo.

La liberación rasgó a través de su cuerpo, y él la golpeó, duro y rápido contra él, prolongando mi placer.

Izuku rugió cuando se vino, golpeando en su interior hasta la empuñadura. En el exterior, las montañas temblaron, la nieve restante corrió por ellas en una cascada de brillante blancura, sólo para ser tragada por la noche expectante de más abajo.

Se hizo el silencio, interrumpido solamente por sus jadeos.

— ¿Que estamos haciendo? Se supone que tu eres un héroe y debes atraparme —jadeó ella, divertida.

— ¿Que importa? —besó su frente— ¿puedes quedarte hoy?

Ella sonrió:— supongo que podemos dormir ambos en tu cama —comentó, divertida, Izuku rodeó su cintura y acercó su boca al oído de la femenina.

— ¿Segura que quieres dormir? No nos hemos visto en un tiempo, Majakutsu, hay que recuperar el tiempo perdido.

Ella soltó una risa gutural:— Vaya, ¿donde quedó el chico tímido que se sonrojaba cada vez que me veía —Izuku sonrió, mirándola con tanto amor que ella creyó que no era real.

— Sigue aquí, porque estoy enamorado de ti, sin embargo, no he estado con ninguna otra mujer y realmente te necesito.

— Y yo necesito descansar, señor Midoriya —susurró ella, pegando su espalda al pecho de Izuku, quien suspiró y la abrazó.

— Sea lo que sea, está bien para mi.

— ¿Quieres que te acompañe a casa? —preguntó Izuku, apoyando su fornida espalda en el umbral de puerta, cruzado de brazos, sonriente mientras observaba como la femenina se acomodaba su ropa.

— No te preocupes, Izu, soy una mujer fuerte —ella le guiñó el ojos, él sonrió y se sonrojó.

Ambos unieron sus labios, luego, ella comenzó a caminar hacia la salida del edificio, sintiendo la mirada de Izuku seguirla hasta que salió.

Ella, como siempre, caminaba tranquilamente, sin embargo, ya lejos del departamento de Izuku, ella fue interceptada por un hombre, quien la tomó del brazo bruscamente y la acercó a él, aprovechando lo solitaria que estaba la calle.

— ¿Que hace una linda dama como tú por estos lados?

— Visito a mi mascota —respondió, safándose del brusco agarre.

El hombre no tuvi mucho tiempo de reacción cuando una bala atravesó su cabeza, salpicando la sangre en el rostro de Majakutsu, quien se sobresaltó ante aquel repentino acto, observando el cuerpo sin vida a sus pies, para luego levantar la mira y observar como una figura con capucha negra se acercaba a ella. Cuando esa otra persona estuvo a cierta distancia, dejó su arma en el suelo, levantando las manos como señal de que no le haría daño, luego, se acercó a ella, lo suficiente como para mezclar sus respiraciones.

Ella levantó la vista, algo nerviosa, tensandose ante el tacto de los dedos del contrario sobre la piel de su rostro.

Él era más alto, mas grande, sin embargo, su voz de alivio la tensó por un momento:— Te encontré —dijo, ella abrió los ojos con sorpresa al reconocer aquella voz.

Su piel era más pálida, sus ojeras estaban marcadas, su cabello estaba un poco más largo y definitivamente tenía más músculos y su cuerpo estaba más tonificado. La sangre en sus venas heló al escuchar aquella risita de felicidad y observar aquella amplia sonrisa de placer, alegría y alivio.

— Denki.

Ja, ja, ja. Holis.

Espero les haya gustado el capítulo de hoy, no olviden dejarme un comentario con su opinión.

Dato rápido: Inicialmente Izuku iba a ser el Ship principal con Maja junto con Shoto y Bakugo, sin embargo, me gustó como se iba desarrollando el DabixMajaxHawks.

También me gustaría invitarles a leer mi nueva historia llamada: hecha de sueños, la pueden encontrar en mi perfil.

A demas, #Alerta de sensualidad ⚠️, especial cuenta regresiva. Akira Majakutsu.

En fin.

Gracias por leer. 🥀

Imagen rápida de la apariencia de Maja la mayoría del tiempo ahora que trabaja en su compañía de tiempo completo.

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