-049.-
Capítulo con referencias a violencia, asesinato, muerte y momentos donde se puede evidenciar la autodestrucción o trastornos alimenticios y de depresión.
—049.—
Majakutsu ________.
Miré el techo de mi habitación mientras escuchaba "line without a hook" de Rick Montgomery.
Tenia frío.
Me sentía miserable.
Puto invierno de mierda.
Cerré los ojos por un instante, procesando todos los sucesos que me habían llevado hasta aquí, analizando mi vida por completo. Me di cuenta que tengo una suerte de puta mierda.
¿Por qué no podía ser una quirkless? Una persona normal a la que nadie le presta mucha atención. Sin ser extraordinaria, sin tener que ser perfecta.
No quiero ser especial.
Sentir lástima por mi misma era todo un arte y podía decir con seguridad que una parte de mi lo disfrutaba, porque seguramente cualquier idiota se preguntaría porque alguien tan privilegiada se sentía miserable.
Todas esas personas son una bola de idiotas que creen que el dinero hace la felicidad. En parte es así pero no abusen.
Después de aquel momento de autocompasion —acompañado con canciones depresivas que me hicieron querer morir— me quité los audífonos y me levanté de mi cama con pesadez. Habia estado faltando a clases durante una semana, por puro aburrimiento y flojera, a demas, aquella semana Dabi y Hawks me habíamos estado llevando a diferentes lugares. Querian que los acompañara a hacer sus compras para Paris, aunque, varias veces estuve a punto de irme gracias a sus constantes peleas.
Levanté mi mano y miré el anillo en mi dedo.
Algún día me casaré con Touya, evidentemente también con Keigo, me gusta su compañía. Tal vez incluso tenga una familia. Aún no lo sé.
También debo averiguar como arreglar este embrollo del compromiso con Shoto. No creo que el acepte que tenga otros dos esposos.
Sobre todo si uno de ellos es su hermano supuestamente muerto.
Que dramático está todo esto.
Me levanté de la cama, sin dejar de escuchar mi música, poniéndome mis pantuflas para salir de mi habitación y bajar hacia la cocina. Al llegar, comencé a preparar café.
Gracias a que básicamente todo lo hace la cafetera es la única cosa que logro que no se queme. Vaya, incluso el agua se evapora cuando yo cocino.
Observé como poca a poca el líquido caía sobre la taza. Gota por gota. El olor de la cocina en aquel momento era realmente divino.
Pasé mi lengua por mi labio superior al observar la última gota caer, sin embargo, cuando estaba por llevarme la taza a la boca, imágenes vinieron a mi cabeza como un flash.
Frente a mi, habian un par de personas, hombres para se exactos, uno parecía tener quince años, el otro, rondaba los cincuenta. El mayor caminaba con tranquilidad hacia el menor, llevaba un bate de beísbol en las manos.
— Nadie la va a tocar antes que yo, es una lástima que deba esperar a que crezca un poco más —dijo, mientras el menor intentaba abrir la puerta, aparentemente trabada con seguro.
— ¿Que mierda estas haciendo? —dijo con voz temblorosa— ¡Yo solo quería mantenerla a salvo! ________, por favor, dile a Dagan que...
El más joven pegó un grito al recibir el primer golpe, con cada uno de los golpes recibidos gritaba, lloriqueaba, se encontraba tirado en el suelo mientras recibía los golpes del mayor, la sangre, gracias a los golpes, llegó a manchar las paredes del lugar, al igual que la puerta, las suplicas y los jadeos no pasaron desapercibidos bajo los sonidos de los golpes. Lo remataron con tres golpes de bate a la nuca. Lo destrozaron. Si aquel chico tenía una familia no podrían acariciarlo mientras velaban su muerte, su cabeza, su rostro, era irreconocible, era casi como un material irreconocible de músculos, tendones y huesos rotos. Cuando se detuvo, cuando terminó por asesinar a aquel joven, rompiéndole la cabeza, golpeando su cuerpo, sobre el silencio solo reinaban los jadeos agotados del hombre.
— Solo es cuestión de tiempo... —sentí una lágrima recorrer mi mejilla mientras observaba a la nada, había salido de aquel trance de recuerdos, pero la sensación, las imágenes, todo habla quedado en mi cabeza.
Me quedé estática, sintiendo mi corazón bombear rápidamente contra mi pecho, estaba sintiendo algo que no había sentido en mucho tiempo.
Miedo.
No entendía el porqué estaba tan asustada, había presenciado —desde pequeña— escenarios mucho peores que ese, incluso, yo misma descuarticé al padre de Rina. Aquella escena, por poco, era algo más que cotidiano en mi trabajo y en mi vida, sin embargo, terror y el pánico me dominaban. Estaba estática en mi lugar, aferrándome a la taza de café.
Cuando intenté llevarme algo de aquel líquido a la boca, queriendo calmarme un poco, noté que estaba temblando y las lágrimas seguían rodando por mis mejillas.
De repente, sentí ganas de vomitar.
— ¿Señorita? —la voz de Keigo me hizo, a duras penas, desviar la mirada.
Touya estaba con él.
Cuando los ví, la taza se resbaló de mis manos y yo estuve a punto se desvanecerme, temblaba, tenía frío, estaba llorando. Me sentí patética.
Keigo había atrapado la taza con una de sus plumas. Ambos se acercaron a mi y me abrazaron, preguntando que sucedía, sin embargo, no sabía cómo explicar que mi estado se debía a algo que no había sido real.
Tal vez me estoy volviendo loca.
Mis manos temblaron mientras abrazaba el brazo de Touya, quien me mesia junto a Keigo, tratando de calmarme, mientras yo intentaba regular mi respiración. Aún no soy conciente del momento en que cerré los ojos y caí dormida en sus brazos.
Abrí mis ojos, estirando mi cuerpo para luego fijar mi vista en una esquina de mi habitación. Mi mente estaba en blanco, quería que se mantuviera así.
Quisiera estar en la nada.
Para mi, estar en la nada era como flotar en una piscina, sin llenar mis pensamientos de nada ni de nadie.
Era una buena forma de ser miserable.
Estar en la nada también podía ser como recostarse en el pasto durante una noche de lluvia, simplemente dejando que las gotas v
Caigan en tu rostro mientras mantienes los ojos cerrados. Recuerdo que Touya una vez me llevó a hacer eso.
Se sintió bien.
Después de un rato, desvié mi vista hacia otro lado, encontrándome con un hermoso par de ojos color zafiro, ojos que siempre me miraban con tanto amor que me daban ganas de llorar.
Nos miramos por un rato, seguramente segundos, aunque para mi parecieron ser horas. Descubrir lo preocupado que estaba no fue algo realmente difícil. Touya era como un libro abierto que solo yo podía leer.
— Hawks tuvo que irse, vendrá en un rato —suspiré y asentí, tomando mi almohada y abrazandola, notando como el olor de Hawks se encontraba impregnado en ella. Keigo solía dormir conmigo cada noche para cuidarme de mis pesadillas.
— Está bien —susurré, cerrando los ojos, alejando las imágenes en mi cabeza.
Queria centrarme en algo más, debía centrarme en algo mas y, como siempre, el pareció notarlo.
— Dime, preciosa, ¿qué tanto me odias? —sonreí, sin embargo, aclaré mi garganta al ver como su sonrisa solo reflejaba amargura.
— Tengo una lista de las cosas que oído de ti, de hecho —dije— Odio tus ojos ridiculamente hermosos, su boca suave y dulce, su cabello blanco y hermosos. Odio tu voz, odio que... odio que nunca me dijeras adiós.
Mierda, no otra vez.
— Odio tus besos. Pero, lo que más odio, es que no te odio —susurré, debía comenzar a aceptar que mi rencor por el estaba infundamentado, simplemente, no lo amo h no siento nada por él— Jamás te odié y jamás te odiaré.
Touya sonrió:— También te odio, odio que no te des cuenta lo mucho que me has ayudado, odio que no sepas que sin ti, hace tiempo, hubiera tomado la decisión de dejar se vivir —me estremecí al escuchar aquello.
》Odio que no sepas lo maravillosa persona que eres, odio haberte hecho daño. Odio pensar que pudimos haber tenido todo, más besos, mas caricias. Odio pensar que pudimos reírnos más de tus chistes malos —golpeé su hombro mientras sonreía, el solo rió y siguió hablando—. Odio que hubiéramos podido tener antes nuestro final feliz si no me hubiera consumido el odio, odio no haberte dicho "te amor" en vez de "No puedo." Pero lo que más odio es que te amo tanto que ese amor me esta consumiendo.
Nuestros rostros se iba acercando poco a poco, sus labios, sus ojos, me hipnotizaron. Tenia tantas ganas de golpearme a mi misma, porque, creí aquellas palabras de todo corazón.
El se aclaró la garganta:— Creo que podríamos... —antes de que Touya termina, Keigo entró, apresurado, ambos recobramos la compostura.
— Me alegro que esté despierta, estaba muy preocupado —sonreí mientras quitaba una hoja de su cabello.
— Me doy cuenta.
Luego de eso, ambos se quedaron junto a mi todo el día, sin hacer preguntas y sin atosigarme.
Se sintió bien.
Me quedé en cama todo el día, casi no me moví, llevaba puesto un suéter de Touya y Keigo habia dejado un par de plumas antes de irse. Cuando se fueron, casi de inmediato, Sakura y Rina llegaron a mi habitación con toneladas de comida y helado en botes.
— ¿Como...? —antes de poder terminar de formular mi pregunta, Rina me miró con una ceja enarcada.
— Nos lo dijeron nuestros contactos en el inframundo, porque tu no nos dices cuando estás mal. No es justo que tú siempre estés para nosotras y nosotras no podamos estar cuando más nos necesitas —me quedé callada, observando a Sakura en busca de algo de ayuda, sin embargo, solo me regañó con la mirada.
— A demas, ¿quiénes crees que son las que dejan entrar a tus amantes para que no activen el sistema de seguridad? —levanté las cejas ante lo dicho por Sakura.
Sonreí mientras ellas habrían las cajas con hamburguesas. Gracias a que no podían parar de hablar de la graduación, poco a poco pude olvidar lo que había sucedido en la mañana, sin embargo, aún seguía allí. Torturándome, a pesar de que no fueran mis recuerdos.
— ¿Que tal si salimos un rato?
Al escuchar lo que dijo Sakura casi me ahogo con mi refresco.
— Esta helando allá afuera —respondí.
Ella se encogió de hombros, mirando a Rina con una sonrisa.
Esta es la parte en la que me niego y quedo como la amargada del grupo.
— Será divertido, a demas, podríamos bajar en trineo la colina cerca de la residencia de la clase A —Inuko meneo sus cejas de arriba a abajo, por lo cual, no hice más que suspirar.
Intente negarme, pero, cuando me di cuenta, ya me encontrada en la parte baja de la pequeña colina mientras sostenía un trineo entre más brazos. Perfecto.
— Tenemos que hacer de esto una tradición —dijo Sakura con emoción mientras sonreía.
— Nos iremos a Paris dentro de poco —esclarecí.
— ¿Que importa? En París también hay invierno, y es precioso, a demas, tenemos mucho tiemponpor delante —Ambas sonrieron, yo las imité.
Ya que.
— ¿Una carrera hasta la cima? —las reté.
— Vas a perder —dijo Sakura, saliendo disparada colina arriba junto a Rina. Corrí tras ellas sin mirar atrás.
Metí las manos en mis bolsillos, a pesar que tenía guantes puestos el frío parecía comerme la piel a mordiscos. Sonreí al observar a Inuko atrapando copos de nieve con la lengua.
— ¡Tienes que probarlos, Maja! —dijo con una gran sonrisa—. Están divinos.
Sakura, igualmente, caminó hacia nosotras con cuidado mientras llevaba tres vasos con chocolate caliente.
— Gracias —susurré, tomando un vaso y bebiendo del dulce y chocolatado contenido—. Ya compré los tiquetes para Paris, están guardados en mi casa, en primavera estarán bastante caros.
— ¿Quieres ahorrar dinero? —la sorpresa de Sakura me ofendió.
— Evidentemente, no soy una caprichosa que hasta dinero por gastar —pude los ojos en blanco.
— ¿Son en primera clase? —Gracias a la sonrisa de Rina desvié la mirada y bebí de mi chocolate, aparentando inocencia.
— ¿Ya compraron los regalos para el intercambio? —Sakura asintió repetidas veces, sonriente.
— Los dejé debajo del árbol a penas los compré, se que les van a encantar sus regalos —dijo con emoción, dando pequeños saltitos.
Antes de poder escuchar la respuesta de Rina sentí como un escalofrío subía por mi espina dorsal.
Algo anda mal.
Miré a mis alrededores, el blanco escenario a mi alrededor y la nieve cayendo hacian vacilar a mi vista, cada vez caían más y más copos de nieve, parecía ser una tormenta.
El resplandor del tenue brillo del sol sobre un objeto puntiagudo provocó que abriera los ojos con sorpresa.
— ¡Cuidado! —Protegí a Sakura y Rina, sin embargo, después de aquello, sentí mis ojos pesados, la oscuridad me invadía y perdí el conocimiento.
Me habían disparado un dardo con sedante.
Estaba agotada, agotada hasta no poder más, por aquella larga agonía. Removí cuerpo con incomodidad mientras abría los ojos y me acostumbraba al entorno. Cuando, por último, desaté las cuerdas que rodeaban mis muñecas y pude sentarme, noté que perdía el conocimiento de nuevo. Me habian drogado. El sonido de las voces de personas fuera de, lo que parecía ser, una celda me pareció que se apagaba ante el zumbido del sueño.
Durante varios momentos de espanto frenético vi también la blanda ondulación en las cortinas negras —sinceramente no podía describir muy bien a que me recordaba aquel entorno— que decoraban el salón. Estaba desvanecida, pero, no puedo decir que había perdido la conciencia del todo.
Pero, no todo estaba perdido, en medio del delirio, desperté. Recuerdos elocuentes llegaron a mi memoria.
Debo saber que pasó con Sakura y Rina.
En medio de mis repetidos esfuerzos, en medio de mi tenacidad para intentar recorrer algo de aquel lugar aparentemente vacío, hubo instantes en los que soñé vivir una vida normal sin todo esto. Tuve momentos breves en que compensaba los recuerdos de aquello. Grandes figuras comenzaron a transportarte por en frente de la puerta de mi celda. Era espantosa la idea de pensar que estuvieran haciéndole algo a mis amigas.
Después de recordar todo, tuve un temor que producía escalofríos e hice un esfuerzo ardiente por comprender mi estado. Luego viví un afán de caer en la insensibilidad. No había abierto los ojos hasta ese momento, sin embargo, cuando lo hice. Estaba sin ataduras. Durante algunos minutos me quedé inmóvil, haciendo el esfuerzo de adivinar porque alguien se atrevía a hacer esto.
Tienen que estar bien...
Repentinamente, una idea aceleró la sangre en mis venas y durante unos instantes recaí en la insensibilidad. Al volver a mi, de un movimiento me levanté sobre los pies y, luego de estabilizarme, me dirigí hacia la puerta metálica y la abrí después de forzar la cerradura.
Miré a mis alrededores y decidí tomar el camino de la izquierda, noqueando a todas las personas que se cruzaban en mi camino. Estaba buscando un lugar de vigilancia donde pudiera saber dónde estaban ellas.
Habia visto una cámara en mi celda y era indudable que, si las habían traído a ellas también, también habría una en su celda.
Me asomé por una puerta en la que un perezoso hombre dormía mientras tenía un sombrero cubriendo su rostro, no tardé en fijarme en las armas en su cintura y mucho menos tardé en tomarlas.
Mi regla era simple, no usar mi particularidad si no era estrictamente necesario. Eso solo sería darle la razón a más personas para crear niños como yo. Por ello me limitaba a usar armas e ingenio.
Necesito tiempo...
Miré todas las cámaras en los monitores, acercándome al ver como en una de las cámaras habían un par de figuras abrazadas en el suelo.
Deben ser ellas.
Tomé una de las libretas a un lado del escritorio y busqué el sector en el que estaba aquella cámara. Raramente, no fue difícil encontrar aquella celda, por alguna razón aparente.
A medida que avanzaba en dirección a mis amigas aparecían plantas en las paredes y ciertos rastros de brillo rosa. Eran sus particularidades.
Sonreí al saber que se habían estado defendiendo. Cuando llegue al lugar con aquella gran cantidad de plantas, las retiré poco a poco y me adentré a la habitación, encontrándome con una inconsciente Sakura y una jadeante Inuko.
— Vamos —Ayudé a Rina a levantarse, luego, tomé a Sakura en brazos y comenzamos caminar en busca de la salida de aquel lugar.
— ¿Están bien? —Rina temblaba, seguramente esto le traía malos recuerdos.
Con cuidado, coloqué a Sakura en el suelo al escuchar cómo varias voces se aproximaban, entre las personas que ví aproximarse a nosotras, una de ellas tenía un teléfono en la mano.
Perfecto.
Solo me bastó noquear a uno para tomar su arma y asesinar a los demás, tomando el teléfono y marcando el número de Kurogiri. Era un teléfono con tecnología avanzada, por lo tanto, después de hablar sobre nuestras condiciones, le envié la ubicación de este lugar. Por lo menos la que aparecía en Google Maps.
Al terminar, metí el teléfono entre mi ropa e intenté tomar de nuevo a Sakura ente mis brazos, pero, cuando mi piel hizo contacto con la suya, noté lo fría que estaba.
— ¿Sakura? —pregunté en voz baja, meneando su cuerpo, observando como soltaba un suspiro bajo y abría los ojos con pesadez, dejando salir un par de lágrimas de sus hermosos ojos azules— ¿qué pasa?
— Ya no puedo más —dijo, con su voz entrecortada—. Me duele.
Miré a Rina, quien tembló y se arrodilló a su lado, dándole calor:— antes que llegaras, le inyectaron algo, dijeron que era para darle un nuevo Quirk, uno de hielo, evidentemente no funcionó. Se está congelando por dentro —respondió entre sollozos mientras la miraba con desesperación.
Abracé a Sakura por detrás, sintiendo como temblaba, intentaba mover sus brazos pero no podía:— Por favor —rogó, mirándome mientras lagrimas caían de sus hermosos ojos, parecían diamantes.
Negué, ya casi vienen por nosotras. Le diré a mi padre que la ayude:— Aún...Aún nos queda mucho tiempo, debemos ir a Paris, no planeas desperdiciar esa beca ¿verdad? Ese siempre ha sido tu sueño, nuestro sueño.
Miré sus dedos, se habían tornado de color azul, al igual que sus labios. Ella dejó escapar un aliento frío mientras miraba.
No.
Ella sollozó. Aquel momento, fue la única vez que tuve piedad de alguien. Me arrepentí de aquel momento por el resto de mi vida.
Mire a Rina, ella asintió.
La abracé más fuerte:— Te amo, Sakura Yuko. Tu y Rina son y siempre serán mi mejores amigas —susurró en mi oído, ella sonrió mientras lloraba— Valió la pena todo este tiempo que estuvimos juntas. Eres demasiado importante.
— Sabia que me amabas —susurró con una sonrisa. Besé su cabello y lo acaricié—. Las amo, demasiado.
— Te amo, Sakura —dijo Rina con una sonrisa. Abrazandola.
Cuando ambas se separaron, mis manos viajaron por los hombros de Sakura, hasta subir hasta su cabeza.
El sonido que su cuello hizo cuando lo rompí me desgarró el alma.
Ninguna gritó, sin embargo, nos aferramos a su cuerpo. Inerte. Tenia un nudo en la garganta mientras mi lagrimas caían en su rostro. Ella sonreía.
Todo esto fue mi culpa. Si tan solo no hubiera estado con ella. Sakura solo era parte de un plan.
La odio.
La odio.
La odio.
La odio.
Temblé, aparentando mis labios mientras abrazaba a Sakura y más lágrimas caían de mis ojos. Mis sollozos se mezclaban con los de Rina.
Me duele el pecho, no me gusta sentirme así.
No puedo respirar.
Ella tenía tanto porque vivir.
¿Por qué tuvo que ser ella? ¿Por qué no pude ser yo? Venían por mi. Ella solo fue una víctima de mi estupidez.
Debí haberla dejado caer de aquel puente.
Me duele, me duele más de lo debería.
No sé cuanto tiempo me mantuve aferrada a su cuerpo, sin embargo, sabía que tarde o temprano tendríamos que salir de allí. Tomé a Sakura en brazos, tragandome mis lágrimas, tragandome mi dolor, y me dirigí a lo que parecía ser una salida. Allí me encontré con Kurogiri.
— Llevalas a la residencia de mi madre —mi voz sonó inaudible, no me importaba. Con cuidado, puse a Sakura en sus brazos, le di un último vistazo—. Cuidala. Cuando las dejes, ven por mi.
Asintió, cuando se fueron, me adentré de nuevo a aquel lugar y maté a todo lo que se moviera. Terminé completamente cubierta de sangre.
Cuando Kurogiri vino por mi y me llevó a casa, lo primero que vi fue a Rina abrazando a Sakura, mientras, Dabi me observaba, preocupado, intercambié mi mirada entre ellos, hasta que terminé por caer de rodillas en suelo, temblando.
Estaba furiosa, triste, me sentía inútil.
Pero...
¿Donde estaba los malditos héroes en aquel momento?
Inútiles de mierda.
Odio a los heroes, odio a mi madre, me odio. Odio a Sakura, odio a Touya, odio a Inuko.
Me odiaba a mi misma por odiarlos. Ahí estaba, en mi propio ciclo vicioso. Mi propio universo de odio que pensaba que nunca terminaría.
Ví el rostro de Sakura, para mi, su rostro era el mapa de un mundo sin oscuridad. Ahora, aquel mundo ya no existía.
Debí haberlo pensado mejor antes de amar.
Cuando me acerqué, vi su rostro pálido, sus ojos cerrados, sus largas pestañas rubias. Sus manos estaban heladas e inertes.
Sakura ya no existía.
Moví la comida en mi plato, era lunes por la mañana. Un mes habia pasado desde la muerte de Sakura. Miré a Rina, ella tampoco comía, solo miraba su comida, como si esperara que ella se sentara a su lado y comenzara a hablar con nosotras de lo emocionada que estaba por nuestro viaje a Paris.
Levanté la mirada, observé el televisor de la cafetería.
Ninguna de las dos quería venir a la escuela, sin embargo, no debíamos levantar sospechas. Para los demás, Sakura había desaparecido y nosotras desconocíamos su paradero.
"Adolescente desaparecida es encontrada muerta cerca de un parque repleto de árboles de cerezo."
En invierno, los árboles no crecen, no tienen hojas, pero no están muertos. Están descansando. Eso era lo que yo creía creer que hacía Sakura, a pesar de que yo misma me encargue de romper su cuello.
Mientras la comentarista hablaba sobre su asesinato, yo escuchaba repetidas veces el sonido que su cuello hizo cuando la asesiné.
Yo la maté.
Debería ir a la cárcel por eso.
Me levanté de la silla, sentí las miradas sobre mi, no me interesaba. Corrí hacia los baños sin mirar atrás, al llegar, vomité.
Vomité en el baño, agarrada al contorno frío del inodoro, tratando de contener los sonidos del estómago.
No pude diferenciar entre la oscuridad del baño y la noche infinita de los calabozos en donde murió Sakura.
Estuve ahí unos quince minutos, esperando que las arcadas acabaran, que los temblores se hicieran cada vez menos frecuentes y desaparecieran, como ondas sobre una laguna.
Me apoyé en el material frío, jadeando, contando las respiraciones.
Había pasado un mes desde aquel día. Un mes intentando ajustarme a la idea de que mi mejor amiga ya no existía.
Me concentré en inspirar por la nariz, soltar el aire por la boca. Una y otra vez.Cuando me pareció que ya no iba a vomitar más, me levanté despacio pero no fui muy lejos. Solo hasta la pared más cercana. Recliné la cabeza.
Desde entonces, había pasado así muchas noches y días en los que recordaba aquel momento.
Me levanté, bajé el baño y me dirigí hacia el lavamanos para enjuagar mi boca. No debí haber venido.
Miré mi reflejo en el espejo. Mis ojos estaban rojos por las lágrimas que caían de mis ojos, solo el color morado de mis ojeras superaban aquel enrojecimiento, estaba más delgada, se notaba en como se marcaban mis pómulos.
Me estaba muriendo y no me importaba.
Sentí mi corazón pesar al observar la canasta que Sakura había puesto en el baño, repleta de dulces, así, cuando fuéramos con otras chicas a hablar de cualquier tema, asi podría comer mientras escuchaba.
— Majakutsu —escuché el susurro de la voz de Rina a mi lado.
— Dime Maja —susurré, evitando mirarla a los ojos.
Ella asintió:— Debemos...debemos seguir con nuestra vida, es lo que ella querría. Iré a Paris y espero que tú vayas conmigo —la miré, seguramente mi rostro no decía mucho—. Ayer abrí el regalo que me dejó para navidad, dejó cartas, sabes lo detallista que es...que era. Viviré por ella, Maja, espero que tú estés a mi lado y hagas lo mismo. No podría estar sin ti.
Acepté.
Ella era lo único que me quedaba. Mi única mejor amiga. Sin embargo, no podía prometer avanzar de inmediato, lo único que podía decir con certeza era que iría con ella a Paris y que algún día viviría por Sakura.
O simplemente moriría en el intento y me reencontraria con ella, sea donde sea que esté. Ya sea que haya un más allá o una vida después de esta. Espero que Sakura siempre sea mi mejor amiga.
Miré el regalo y la carta que Rina tenía en sus manos, por un instante, juré que era Sakura quien me las entregaba.
Lloré, Rina también. Nos consolamos la una a la otra.
— Te amo, Rina. No quiero esperar más para decírtelo —dije entre sollozos—. Sakura y tú son y siempre serán mis mejores amigas. Por siempre y para siempre
Ella asintió:— Por siempre y para siempre —repitió.
Observé el vestido azul en mis manos. Me sentí vacía por un instante.
"— Este es el vestido que usaré en la graduación —dijo, orgullosa—. No puedo creer que nos graduamos en unos meses."
Sentí que estaba mi vacía, que había un agujero en mi corazón. Ahogue un grito con mi mano mientras imaginaba a Sakura en aquel vestido, hermosa, reluciente.
Lloré, grité y maldecí.
Me quiero matar.
— ________, debes parar de autotorturarte —escuché la voz de Dabi a mi lado.
Sonreí con ironía mientras sentía las lágrimas caer por mis mejillas.
— ¿Por qué? Me duele, Touya, me arde en corazón —dije la verdad. Me sentía miserable.
Touya me envolvió en sus brazos. En cierta manera, aquello me alivió, me hizo sentir segura, me hizo sentir en casa. Luego de un rato nos separamos y limpié mis lágrimas, vi mis manos temblar mientras observaba el vestido.
Mismo que ahora era mío, por decisión de la familia de Sakura.
Luego, miré la caja de regalo, y tomé la nota entre mis manos, abriendola.
He estado pensado en que lo podía regalar a alguien que lo tiene todo, incluso me dije a mi misma "¿Que tal si le regaló mi amistad?" Debes estar riendo por la cara de emoción que tengo mientras te entrego este regalo ¡No me culpes! Amo navidad, es mi época favorita del año y estuve pensando mucho tiempo en tu regalo.
No obstante, (Je, Je, me siento inteligente por usar esa palabra) decidí darte el mundo. Tú y Rina son mi mundo, las personas que más amo. Por eso, también decidí darte otras cositas.
¿Recuerdas al señor Bam-bam? El gato gordo, feo y malhumorado que insististe en adoptar. Aún tengo su collar. Sabes que odio todo tipo de despedidas, temporales o infinitas. Sin embargo, guardé el collar de nuestro difunto Bam-bam, de esa manera acepté su muerte. Aunque en realidad lloré por dos meses.
Como sea, también compré una bola de cristal con la Torre Eiffel, si la agitas nieva. La nieve es linda. Deberíamos hacer una guerra de bolas de nieve después de abrir nuestros regalos.
Por cierto, cuando vayamos a Paris, quiero comer un Beigel y tomar café mientras miramos el paisaje. Oh, e ir de compras.
¡Haremos muchas cosas! Ya quiero que llegue el día en que nos vayamos y comencemos nuestra nueva vida, en fin, espero te gusten mis fabulosos regalos.
Tu hermosa amiga, Sakura.
Aclaré mi garganta mientras abría el regalo. Habia un globo terráqueo en donde Francia de se encontraba señalada com varios corazones alrededor, especialmente, la capital. Paris.
Luego, encontré el collar de Bam-bam, nuestro gato. Junto a él, una pulsera con varios dijes, uno por cada cosa significativa que hemos hecho. Habia un pequeño puente, que simbolizaba la vez que la salvé, una nube, esa era por la primera vez que la felicité por recordar que amaba la lluvia, luego, un helado. Nos encantaba comer helado a las tres juntas, luego, había un gorro de graduación y un vestido.
Encontré una vajita pequeña al lado de la pulsera, tenía encima escrito "Juntas en París" allí, había un dije de la Torre Eiffel.
Lloré, y por días, me mantuve sin comer.
Luego de ver aquello, un día, Rina se sentó en mi cama, donde yo me mantenía aislada la mayoría del tiempo, llevaba un plato ee comida y me sonreía.
— Toma, ah —dirigió una cuchara a mi boca mientras las lágrimas caían por mi rostro y yo sollozaba.
— Lo siento —dije, temblando, si tan solo hubiera esperado un poco más, Sakura estaría viva. Solo debía pedirle que peleara—. Perdóname.
Ella asintió mientras sonreía:— Te perdonaré si comes esto —aspiré por la nariz y limpié los mocos que salían de esta, asentí y abrí la boca, dejando que metiera aquella cuchara con arroz y carne en mi boca— Uy, muy bien...
Aquello solo me hizo llorar. No las merezco.
No merecía a Sakura.
No merezco a Rina.
Ella limpió mis lágrimas y sonrió mientras peinaba mi cabello, despegandolo de mi rostro:— Te debe de doler mucho, a mi también me duele —dijo, sonriendo—. Pero aprenderemos a lidiar con el dolor sin olvidarla.
Asentí:— A demas, te tengo una sorpresa.
Dabi y Hawks llegaron vestidos de princesas. Keigo bailaba ballet delicadamente mientras sonreía dulcemente mientras Touya tenía cara de querer morirse.
En aquel momento, después de mucho tiempo, reí.
En mi tiempo libre, después de haber las tareas que me ponían en la escuela, siempre leo y dibujo. Leer es lo único que me hace sentir segura —a parte de los abrazos de Rina, Keigo y Touya—, en los libros encuentro todo lo que busco. Romance, misterio, suspenso, finales felices y mil cosas más. Leyendo me siento libre.
Si fuera por mi, pasaría toda mi vida en un libro, pero solo era ficción, y a la hora de cerrar el libro volvía el arrepentimiento, mi dolor y el repugnante pensamiento de que pude haber salvado la vida de Sakura.
Salí de mi habitación por la ventana, estaba nevando. Cuando quise saltar a un árbol para bajar por ahí, me resbalé con el hielo que se encontraba en el lugar en el que me apoyé.
Caí del segundo piso. Me dolió, pero no me importaba.
Me levanté y caminé como pude, aunque no sabía muy bien hacia donde iba. Tenía frío, después de todo, simplemente llevaba un pantalón y una camisa, no tenía nada con que abrigarme.
También olvidé mi celular.
De todos modos no lo habia encendido en mucho tiempo.
Mis piernas se estaban entumeciendo poco a poco, sin embargo, yo continuaba caminando. ¿Esto fue lo que ella sintió al morir? No, seguramente fue peor.
Choqué con algo, no sabía con qué. Era cálido. Levanté la mirada y me topé con un par de ojos rubíes, ojerosos.
— Ven aquí —Bakugo tomó mi mano, no supe a donde nos dirigíamos, por lo menos, hasta que me encontré sentada en su cama mientras secaba mi cabello y curaba mis heridas.
Me puso varias vanditas en los dedos con delicadeza, luego, los besó uno por uno. Yo solo me quedé quieta y miré al suelo.
— Te llevaré a tu residencia —dijo, no sé porque, lo tomé de la muñeca y negué con la cabeza.
Él no dijo nada, yo lo agradecí, solo se limitó a abrazarme. No le devolví el abrazo.
— Lo siento —susurró. Mordí mi labio inferior.
— Esto duele —confesé.
Odio sentirme vulnerable.
— Quiero...quiero amor —quiero el cariño de Sakura.
— Yo te amo —confesó. No lo miré.
Até mi cabello mientras caminaba, colocandome de nuevo la capucha de mi sudadera mientras caminaba y comía Takoyakis. Aquel día no hacía tanto frío así que decidí salir a caminar.
Al llegar a la residencia, me recosté un rato en el sofá a ver televisión. Caricaturas. Las noticias eran muy deprimente y el drama de las novelas solo me hacía querer suicidarme.
Me puse mis lentes y me dirigí a la cocina, tomé unos fideos instantáneos de la alacena y los preparé. Ya no se me evapora el agua.
¿Sakura estaría orgullosa?
Seguramente haría una fiesta por eso.
Volví al sillón y seguí mirando las caricaturas mientras comía mis fideos. Quiero las galletas de Sakura.
Últimamente, no podía hacer ninguna expresión, era como si no tuviera alma ni corazón. Era como una muñeca. Habia recuperado el peso que había perdido a punta de fideos instantáneos. No quería comer algo que no fuera preparado por Sakura así que opté por eso.
También bebía el té de Rina, pero eso es un caso aparte.
— La próxima semana habrá examen, deberás ir a la escuela —desvié mi mirada a Rina y asentí.
No podía sonreír como agradecimiento. Se me habian acabado lágrimas para llorar y las emociones para demostrar. En aquellos momento era una muñeca vacía.
— Te va muy bien con las tareas, eres la única que saca calificaciones perfectas —volteé mi cuerpo hacia ella.
— Evidentemente lo soy —no quería hablarle con ese tono frío, pero, simplemente salió.
Miré el periódico sobre la mesa que había lanzado Natsume, la noticia de la masacre que habia hecho el mes pasado era el encabezado principal. Cuando todos se fueron, reí gracias a eso.
Presioné los botones para bajar la temperatura y corrí a cama, hundiéndome en mis cobijas mientras esperaba a que Rina volviera con comida, cuando lo hizo sonrió.
— ¿Tienes calor? —su usual sarcasmo era algo evidente.
Ella quería ver una pelicula conmigo, yo le regalé aquel honor. No será lo mismo sin Sakura, pero, debemos seguir y yo debía mejorar. Algún día tendría que salir de aquí.
— No, tengo frio —respondí, tomando una de las hamburguesas mientras acomodaba mi computadora y la encendía, iniciando el capítulo de la serie que veíamos juntas.
Ella rió:— Entonces, ¿por qué enciendes el aire acondicionado? —preguntó, acostándose a mi lado y tapándose con la misma cobija que yo.
— Me gusta ver series y dormir así —respondí, encogiendome de hombros.
Apoyé mi cabeza en su hombro.
— Tengo algo para ti —miré a Dabi con una sonrisa, observando su lindo trasero mientras se levantaba de la cama y tomaba algo del escritorio de mi habitación.
— ¿Te voy a usar de caballo? —el soltó una risa mientras miró mis cejas moverse de arriba a abajo.
Touya negó con la cabeza.
Touya me entregó una caja con cosas, entre ellas, un boleto a Paris en el mismo vuelo en el que se supone que Sakura, Rina y yo iríamos en un par de meses.
— Aún no se si quieras ir a Paris, y se que dijiste que iría contigo, pero aun no estoy seguro. Sea cual sea tu decisión, quiero que sepas voy a estar ahí contigo —se recostó a mi lado.
Sonreí:— Claramente iremos a Paris, Touya —golpeé su nariz con mi dedo índice, luego, mire Hawks, que también se había levantado—. Los tres juntos.
Touya gruñó mientras Keigo sonreía.
Ya era hora de dejar de auto destruirme y cumplir los deseos de Sakura. Haré todo para ser la mejor pintora del mundo y que, desde donde sea que estuviera, se enorgulleciera de mi.
No más autodestrucción.
No quería vivir mi vida acostada en una cama, y, era cierto, me sentiría miserable durante toda mi vida por no haberla podido salvar, me sentiría miserable por haberla asesinado. El sonido de su cuello rompiéndose y la imagen de su cuerpo inerte y pálido me perseguiría toda mi vida, sin embargo.
Era hora de avanzar. Ya es enero, y, pronto, Rina y yo nos graduaremos. Todo esto, todo el mérito de mis logros en la escuela, se los daré a ella, porque ella fue quien me hizo creer que terminar mis estudios aquí, con ellas, sería lo mejor.
Y lo fue.
Gracias a Sakura tendré el valor de vivir mi vida.
Iré a Paris y viviré una vida plena, sin venganzas. Seré una artista.
Aunque aún no puedo evitar llorar por las noches antes de dormir y tener pesadillas. Lo superaré, pero, jamás la olvidaré.
Invierno, 1/2.
Me guardaré los comentarios sobre invierno en la segunda parte de la estación. No diré más. ¿Como están?
Alerta de sensualidad ⚠️. Especial Majakutsu, Akim Majakutsu.
Gracias por leer 🥀.
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