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-044.-

044.—

Ochako Uraraka.

Parpadeé, observando con una sonrisa los fuegos artificiales, indicando el final de la primavera, junto a mi, Deku e Iida se encontraban charlando animadamente mientras Todoroki y Tsuyu observaban el espectáculo conmigo.

Olfateé el aire.

Hay un puesto de Mochi cerca.

Sin esperar mucho, me levanté y caminé hacia los diferentes puestos del festival, notandonel hermoso escenario. Las flores Sakura caían mientras los faroles decoraban los diferentes puestos con juegos y comida, y, a lo lejos, pude ver algo mucho más hermoso.

Majakutsu.

Ella se encontraba con sus dos amigas, Inuko y Sakura —si mal no recuerdo— con quienes siempre está cuando aveces la observo de lejos. Lo realmente sorprendente era lo hermosa que se veía con aquella ropa informal, distinta, parecía más relajada.

Me dirigí hacia los árboles, colocandome detrás de uno de estos para poder esconderme y admirarla mejor. Su madre debe ser artista, porque, creó tremenda obra de arte.

Me sobresalté al sentir una mano sobre mi brazo, girandome de inmediato:— ¿No eres la heroína de la UA? Uravity —afirmó uno de los tres hombres frente a mi.

Su actitud déspota y sus miradas burlonas fueron suficientes para saber que ellos no merecían mi amabilidad:— ¿Que quieren? intenté decir de manera respetuosa, firme.

Si quiero proteger a los demás debo poder valerme por mi misma.

— Un poco de diversión.

Miedo y asco, seguramente esas fueron las expresiones reveladas por mi rostro, sin embargo, no me dejé dominar por ellos y me safé de su agarre.

— Dejenme —ordené, pero, aparentemente no me hicieron caso, por lo menos no hasta que se quedaron quietos y callados, observando a alguien detrás del árbol en el que apoyaba mi espalda.

— Ahí estás, te estaba buscando —dijo una voz femenina, suave y sensual, mientras unas suaves manos se posaban en mis hombros.

Los tres hombres palidecieron, con sus ojos bien abiertos.

— Gracias por encontrarla —dijo mi salvadora, suave, educada—. Disfruten el festival —Las ultimas salieron con aspereza suficiente como para dejar tensos a aquellos hombres. Sin más comentarios, se alejaron de nuevo en rumbo al festival.

Di un paso para salir del agarre de mi salvadora, dándome vuelta para agradecerle y buscar de nuevo a Majakutsu.

Frente a mi, se encontraba la mujer más hermosa que hubiera visto jamás.

De cerca, en ella, todo irradiaba gracia, sensualidad y fluidez, si estuviéramos en la época medieval ella seguramente sería una reina o una emperatriz. Su cabello negro y largo brillaba como las plumas de un cuervo, destacando su piel pálida ante la luz de los faroles y resaltando sus ojos negros y finos.

Durante un momento no dijimos nada. No me atreví.

Gracias.

Aquello no parecía suficiente para lo que ella había hecho por mí, y, si bien, podéis encargarme perfectamente de ellos, el hecho de ella me ayudará me hacia no arrepentirme de haber esperado a que atacaran primero para defenderme.

Una media sonrisa se había curvado en sus labios.

— Es un placer verte, Uraraka, pero debo preguntar ¿qué haces sola en el festival de primavera? —preguntó, su voz era como el ronroneo de un amante, haciéndome temblar por la forma en la que pronunció mi apellido, porque su voz acarició todos mis músculos, huesos y nervios.

— Vine con mis amigos —tartamudeé, sintiendo mi rostro más caliente.

Tonta, tonta, tonta.

Ella soltó una risita, haciendo que esta endulzara mis oídos, era simplemente hermosa:— De nada, por cierto —dijo, haciendo que me golpeara la frente mentalmente al notar que olvidé agradecerle.

— Gracias —musité, avergonzada.

Majakutsu sonrió:— disfruta el festival —dijo antes de irse y perderse entre la multitud de personas.

Coloqué mis manos sobre mis mejillas, intentando evitar que el sonrojo fuera muy notable mientras la observaba correr hacia sus mejores amigas.

Espero que también le gusten las chicas.

Kotaro Majakutsu.

El festival de final de primavera.

Una gran molestia considerando la gran cantidad de gente que asiste a esos ridículos eventos solo para ver los mismos puestos cada año.

No sabía si sentirme aliviado o atormentado por no poder ir, después de todo, me vi obligado a ir a la residencia de mi madre gracias a su llamado.

Kanaye me dirigió una mirada rápida, una orden silenciosa para que no dijera nada inapropiado. Lo obedecí, y cuando pasé mi atención a mi madre ví como acariciaba el relicario que colgaba de su cuello mientras miraba cada movimiento que hacía.

Aún era una incógnita para mi el porque había una multitud rodeandonos.

— El hijo de Kato —dijo, refiriéndose al hombre que se encogía a sus pies—. Estaba escapando hacia Estados Unidos, quiero saber porque.

Me metí las manos a los bolsillos y me acerqué a el hombre tirado en el suelo.

¿Por qué no lo hace ella?

El hombre se encogió más, la cara brillante de lágrimas. Me dio pena ajena cuando vi que se hizo encima cusndo estuve frente a él.

— Por...por favor —jadeó.

La multitud estaba sin aliento, un silencio demasiado grande, no le tomé mucha importancia, por lo que, observé el anillo que mi hermana me había regalado hace unos días, aparentemente normal, sin embargo, la parte de arriba, metálica, seguramente hecho con el hierro de su cuerpo para evitar que mi madre controlara mi mente, se destapada, mostrando algo parecido a la punta ancha de una aguja.

Giré el anillo y lo destapé, no tenía ganas de encajar mis colmillos en aquel asqueroso hombre frente a mi. Bebí de la sangre que brotaba del área que corté y entonces el se había quedado quieto. El miedo y el dolor era evidente en sus ojos mientras me metía en los lugares más recónditos de su mente.

La ira era evidente en mi rostro cuando levanté mi vista hacia mi madre.

— Queria escapar de ti. Iba a ir América e iba a crearse una nueva identidad, aparentemente, fue cómplice de su padre en muchas cosas. Nadie lo ayudó, nada expecto su propia cobardía patética —hice un gesto, señalando los pantalones manchados del hombre.

Las dudas y las dobles intensiones en mis palabras no pasaron desapercibidas cuando la miré, buscando una explicación de lo que había visto en sus recuerdos.

— Quiebralo, Kotaro —dijo mi madre, moviendo la mano hacia un grupo de personas en específico—. Luego pueden hacer lo que quieran con el cuerpo.

Ellos se inclinaron sobre sus rodillas, como si aquello hubiera sido el mejor regalo que les habrían podido dar. Incluso él estaba aliviado de poder descansar en donde su familia lo enterrara.

Lo miré, intentado sacar más respuestas de su mente, pero, me encontré solo con callejones sin salida y respuestas a medias. Era obvio que su padre y él solo eran peones, igual que mi padre lo era para mí madre.

Habia alguien más encima de ellos, sin embargo, no les daban suficiente información como para que yo pudiera averiguar quién es.

— me estoy aburriendo, Kotaro —dijo mi madre con un suspiro, jugueteando de nuevo con em relicario.

Levanté mi mano, abriendola, y, rápidamente, cerrandola hasta formar un puño. Sus ojos se abrieron mucho, luego se pusieron vidriosos mientras el caía de costado en el charco de sus propios líquidos. Le salió sangre por la nariz, de la orejas y la sangre se juntó en una laguna en el suelo frente a mi.

— Dije que arruinaras su mente, no su cerebro —ladró.

¿Qué punto tenía? No había tenido lo que quería estaba molesto, haciendo aquello fue la única manera que tuve de desquitarme. Cuando tenía catorce aprendí este truco observando a mi madre, oprimir y controlar la mente y el cerebro era algo bastante complicado, pero, con el debido entrenamiento logré hacer casi todo lo que ella había aprendido en casi tres décadas.

Mi debilidad era que no podía controlar las mentes de quien yo quisiera, debía ingerir su sangre primero, pero, se que esa no es la razón por la que me apartara desde que nací. Ella no tenia forma de adivinar cual sería mi Quirk. Aunque realmente no me importa ahora que tengo a mi hermana.

Aunque, a los doce descubrí que cuando ingería sangre de alguien para controlar su mente no debía volver a ingerirla para ejercer de nuevo el control, sin embargo, eso es algo que guardé solo para mi.

Me encogí de hombros, metiendo mis manos a los bolsillos de mi pantalon, aquel día me había puesto una camisa de botones carmín de manga larga y un pantalón negro pensando que acompañaría a mi hermana al festival. Aunque no me habría gustado ir si ella me invitaba lo habría hecho.

— Perdón —me di la vuelta sin que ella se despidiera de mi, mientras la multitud se apartaba para dejarnos pasar.

— Puta —sisearon algunos mientras caminaba.

— Hiciste bien en matarlo —me felicitaron otros.

— En mi opinión, la palabra puta debería erradicarse como insulto, son solo mujeres y hombres con pocas oportunidades para trabajar. Merecen respeto —dijo una voz femenina endulzando mis oídos. Era ella.

Apresuré el paso y me acerqué a mi hermana, sonriendole, disfrutando del tacto de su mano entre las hebras de mi cabello, desordenandolo mientras sonreía. Por el rabillo del ojo pude ver cómo madre apretaba su relicario.

— A demas, cualquiera que vuelva a insultar a mi hermanito perderá la lengua —su sonrisa era tan inocente, sin embargo, sus frías palabras helaron a quienes las escucharon.

Me encanta.

Aquel gesto solo me hizo querer protegerla aún más luego de ver aquellos escenarios en la mente del hijo de Kato —quien quiera que sea—, donde ella apenas era una niña, recuerdo ese momento en el que ella desapareció, había sido un infierno para todos gracias a la actitud de mi madre, sin embargo, nunca nadie se había dignado a decirme que sucedía. Hasta ahora.

No todos lo saben, pero, mis ojos antes eran negros. Cuando mi particularidad apareció, se tornaron carmín, todos piensan que es solo una decoración superficial, pero, ellos me ayudan a ver más allá de la carne, a ver el sistema circulatorio de cualquier ser vivo para saber bien donde debo encajar mis dientes para controlar sus mentes. Aquello también me permitía ver los corazones de las personas, identificar que tan rápido latian y así saber si mienten o no.

Los ojos de mi hermana se abrieron al ver al hombre tendido en el suelo, y, al activar mi particularidad, vi como su corazón latía de una manera descomunal antes de tocarse la frente, expresando un dolor de cabeza. Luego miré a mi madre en busca de respuestas, pero me encontré con que su corazón estaba igual de acelerado.

Miedo, eso era lo que expresaba.

Después de desviar mi vista varias veces hacia ambas fue que me di cuenta de lo que sucedía. Mi madre le había quitado los recuerdos y ella, seguramente, los estaba recuperando.

Levanté mis cejas al ver como mi madre saltaba en su asiento. Sorprendida.

Es realmente normal que nazcan personas con dominio sobre las mentes, incluso hay comunidades y foros sobre ello, gracias a esto, podemos compartimos conocimientos y habilidades sobre nuestros Quirks que serían difíciles de conocer por uno mismo. Una de ellas son las barreras mentales.

Todo el mundo puede tener barreras mentales, incluso quienes no son telepatas, es bastante difícil levantarlas si no controlas mentes, pero no es imposible. Es algo bastante conocido para protegerte del control mental de otros.

— ¿Te gusta? Es algo que aprendí, bastante complicado, pero valió la pena —habló mi hermana, sonriendole a mi madre.

¿Acaso había desactivado la anulación de su particularidad a propósito para demostrarle aquello a mi madre?

— ¿Como...? —preguntó, aún sorprendida.

Mi hermana se encogió de hombros:— Tengo mis maneras, ahora, es tu turno de hacer un movimiento —su sonrisa victoriosa hizo que sintiera el calor recorrer mis mejillas. Se miraba demasiado atractiva.

Perdí el aliento. Todo este tiempo, estos meses, ella había estado realmente ocupada y de todas maneras encontró la forma de evitar que por cualquier modo mi padre entrase en su mente.

— Tu truquito ya no funcionará conmigo, aunque uses tecnología o drogas antiquirk. Soy inmune a ti —sonrió juguetona—. Espero des tu mejor esfuerzo para hacer algo mejor que esto. Madre.

Nunca había visto realmente que alguien pudiera levantar una barrera así. Pero la mente se mi hermana siempre había sido solamente suya; ella había construido alrededor paredes fuertes, de hierro, acero, de piedra, que hasta la particularidad y gran habilidad de mi madre para controlar mentes —un poco más fuerte que la mia en términos generales— se había quebrado frente a ellas.

Mi hermana, con el pasar de eso tiempo, se está convirtiendo en alguien realmente letal.

Ella chasqueó los dedos, haciendo que detrás de ella aparecieran sus mascotas, todos los que tenían un collar se encontraban allí. Siendo Denki una clara excepción. Cuando ella nos miró uno por uno, al parecer, todos sentimos el mismo instinto.

Arrodillarnos frente a ella.

— Me pregunto que pasará ahora —respondió mi madre con diversión en sus ojos, observando a los padres de mi hermana, quienes se tensaron y caminaron hacia donde ella se encontraba.

— tengo la misma duda —dijo ella con el mismo tono, sonriendo. Cuando se dio la vuelta para irse, todos nos levantamos y caminamos detrás de ella.

Mi corazón latía rápidamente mientras la observaba caminar.

— Se ve realmente bien hoy, señorita —dijo Hawks con una sonrisa, lo miré, poniendo los ojos en blanco.

— Muy bien —agregó Chisaki, sonriendo, haciendo énfasis en la palabra muy.

Dabi, quien era quien caminaba a su lado, tomó su mano y beso sus dedos mientras caminaban:— ¿Te gustó verme arrodillado frente a ti? —maldito.

Mi hermana sonrió, apartando su mano y adelantándose un poco, mirándonos a todos por sobre su hombro:— ¿No es eso lo único para lo que sirven los hombres? —sentí mis piernas como gelatinas al escuchar aquello.

Y al parecer no era el único.

Por todo lo bueno y hermoso, esta mujer me va a matar.

Caminé, con mi corazón golpeando rápidamente contra mi pecho, sintiendo el calor subir a mi rostro mientras caminaba a paso lento para evitar caer.

Narrador omnisciente.

El sol había salido, y Majakutsu se había girado para mirarlo. Tenia los ojos cerrados y sus pestañas largas y negras le acariciaron las mejillas. El viento de la mañana le habia levantado el cabello oscuro, y, durante un momento, Dabi volvió a ser un niño que creía que el mundo era mágico y los heroes realmente existían.

— Aveces quedarse despierto hasta el amanecer realmente vale la pena —dijo ella, con los ojos cerrados.

Él dijo lo primero que le pasó por la cabeza:— Eres realmente irresponsable.

— Tu tampoco eres la ejemplificación de la responsabilidad, Touya.

Ella se rió y, si Dabi pudiera embotellar aquel sonido y embriagarse cada noche con el, lo habría hecho. Aveces era realmente atemorizante cuanto podía llegar a amarla.

Ambos se habían trasnochado aquella noche, como aveces solían hacerlo antes, ambos habían comprado el mismo libro hace un par de días y, aquella noche, se habían decidido por terminarlo y hablar sobre el. Los minutos se convirtieron en horas y la noche se convirtió en día.

Cuando estaban juntos el tiempo simplemente no existía.

Ella observó uno de los anillos de Dabi y este, al notarlo, se lo quitó y lo colocó en su pulgar:— Usalo si quieres —dijo.

《Quiero pintar.》, pensó, observando como Dabi desviaba la mirada hacia la ventana y sonreía, complacido con como habían pasado aquella noche.

Ella se acercó, demasiado, sus rostros estaba a escasos milímetros mientras se miraban a los ojos. Majakutsu lo miró y sonrió.

— Quiero pintarte.

Él la tomó entre sus brazos con cuidado, sonriendo:— Desnudo sería mejor —murmuró en su oído, haciéndola reír.

La mano de Dabi descendió desde el hombro de la chica hasta llegar a su mano, tomando esta y observando esta, específicamente el dedo anular, besando este.

— Algún día pondré un anillo en ese dedo —susurró, haciéndola sonreír, juguetona, mientras Dabi entrelazada sus dedos.

— O tal vez no, pero, tener metas es algo bueno. Aunque sean casi irreales —dijo, haciendo que Dabi riera y apretara su mejilla.

— Eres cruel, niña.

— ¿No crees que Bakugo es muy peligroso? —preguntó Kora, acercándose a la azabache, quien comía tranquilamente—. No creo que debas estar con él.

Ella se encogió de hombros:— Entre más peligroso más rico —dijo, haciendo reír a Rina— ¿qué te digo? Me gustan los chicos malos.

—Siempre tienes una respuesta a todo ¿no? —dijo una voz masculina a sus espaldas—. Tienes una boca demasiado hábil para hablar.

—Mi boca es ágil para muchas cosas.

Sero mordió su labio, sonriendo, sentándose a un lado de la chica.

—Entonces, no sabía que te gustaban los tipos malos —dijo Sero, burlon.

—Yo tampoco sabía que te gustaba interrumpir conversaciones ajenas —respondió, de la misma manera, sonriente.

El azabache bajó sus ojos hasta las piernas de la chica, las cuales se cruzaron mientras ella desabrochaba uno de los botones de su camisa. Realmente su cuerpo había madurado bastante durante las vacaciones.

— Debe ser bueno tener un buen físico —ella lo miró, mientras sonreía.

— En realidad es bueno para ti —Sero abrió los ojos y entre abrió los labios sorprendió, al igual que las amigas de la chica, quienes se retiraron rápidamente.

— Mi cuerpo no pude manejar tanta tensión sexual —comentó Inuko, con flojera, antes de irse a dormir a un rincón de la cafetería.

Hanta sontó una risa, observando a la chica con ojos hambrientos, pasando su lengua por su labio superior mientras se acercaba más a ella, tomando la barbilla de esta con delicadeza, acercando sus rostros.

— Eres realmente adictiva ¿no? Debería tener cuidado, mira como tienes a mi pobre amigo —ella levantó una de sus cejas.

— ¿en serio quieres tener cuidado? —preguntó, seductora, jugando con la corbata Sero, quien tragó duro cuando ella tiró de esta y sus rostros se encontraban realmente cerca.

— Yo... —Sero estaba hipnotizado, las palabras se habían perdido en algún lugar de su memoria mientras observaba los labios de la contraria. Tan cerca y a la vez tan lejos.

— ¿interrumpo algo? —preguntó una voz gruesa y grasosa detrás de ellos.

— Para nada, solo le decía a Sero que debería tener más cuidado con lo que hace —respondió la chica, sonriendo inocentemente hacia Katsuki, quien le creyó ciegamente.

— En realidad, si, interrumpes una buena conversación —dijo Sero, sonriente.

Bakugo rió.

— Que lastima —respondió con sarcasmo.

Ella los miró con una ceja levantada:— Si van a empezar a actuar como machos peleando por un pedazo de carne me largaré —dijo con molestia, pero, disfrutando del caos que formaba a su paso mientras Bakugo culpaba a Sero de que ella se fuera y viceversa.

Rato después, Bakugo la interceptó mientras caminaba, corriendo hacia ella y tomando su mano para que se girara:— Sueltame —dijo, arrebatandole su mano.

— Lo siento —dijo Katsuki, tragándose su molestia—. Es que, realmente, me vuelves loco.

Ella mordió su labio, intentando evitar sonreír:— ¿celoso? —preguntó

Katsuki soltó una risa amarga:— Realmente me gustas —confesó.

La azabache suspiró, reprimiendo una risa:— Estamos románticos hoy. La última vez parecías querer algo más que mi amor.

Katsuki chasqueó la lengua:— Si me lo permites yo encantado —dijo, sonriendo.

El rubio acorraló a la chica contra una de las paredes del pasillo, acercando sus rostros:— Escucha esto, ________, gracias a ti no tengo idea de que decir o hacer. Solo sé que en este instante quiero meterte a un salón, arrancarte la ropa y besar cada centímetro de tu cuerpo mientras todos los que están afuera escuchan...deseando ser nosotros —Aquella declaración casi deja a ambos sin aliento— Pero, es una mala idea ¿no?

— Si —respondió, dudosa—. Aveces haces que negarte las cosas sea muy difícil.

Katsuki sonrió:— Realmente lo hago, pero, aceptalo. Se que piensas en mi —dijo, sonriente.

Ella suspiró:— Aveces pienso en ti, cuando no estás siendo un sinvergüenza.

— ¿Sinvergüenza?...—repitió, con un tono seductor—. Me gusta como se escucha eso.

La de orbes negros recargó su cabeza en la pared, suspirando mientras observaba a Katsuki:— Está bien, te perdono, déjame en paz —El rubio sonrió, victorioso, levantando las manos y dejando la chica se fuera.

— ¡Maja! —exclamó Sakura, viendo a su mejor amiga tendida en el suelo en medio del pasillo con sus ojos cerrados.

— No grites y no abrevies mi apellido —susurró si abrir los ojos, haciendo que la rubia suspirara.

— ¿Que haces aquí? —Sakura se sentó a su lado, tomando su mano ya acariciando sus uñas—. Se ensuciará tu uniforme.

— La ropa se lava —evidenció lo obvio, suspirando—. A demas, tengo una crisis existencial y mucho sueño. Aún no sé que hacer al terminar la preparatoria.

Sakura sonrió, acariciando los dedos de su amiga:— Si quieres, podrías ir a Paris conmigo, viviríamos juntas y podrías hacer lo que quisieras. Seria una nueva vida en un nuevo país —la azabache miró a su mejor amiga con grandes ojos, dudosos.

— Creo que es un buen plan —dijo la voz de Inuko a espaldas de Sakura, quien sonrió—. No tengo mucho que hacer, así que, me apunto.

Sakura sonrió, observando a Majakutsu, expectante por su respuesta:— Está bien —dijo, cansada.

La rubia chilló, entusiasmada, lanzándose sobre su amiga, haciéndola respirar pesadamente gracias al peso del cuerpo de Sakura:— Ya que —dijo la castaña, recostandose sobre la rubia mientras sonreía.

Al sentir aquella cantidad de peso la azabache gritó:— Quitense de encima —con sus mejillas enrojecidas por la presión sobre su cuerpo, logró hacer los cuerpo de sus amigas a un lado, quienes reían jocosamente mientras la miraban—. Son un verdadero fastidio.

— Y esta es mi oficina, eres bienvenida a venir cuando quieras —dijo Endeavor con amabilidad, observando al par de jóvenes a que caminaban detrás de él.

Se había decidido por introducir un poco más a su "nuera" hacia su circulo familia, gran parte de ello lo llevaba a invitarla a su agencia, a pesar que no solía recibir invitados por lo molestos que solían ser.

— Gracias —susurró la azabache, observando como Shoto le ofrecía su brazo, no tardando mucho en enganchar el suyo con el de él—. Es bastante genial lo que hizo por aquí, centrarse en entrenar heroes de fuego, tendiendo en cuenta que es una particularidad bastante peligrosa si no se sabe controlar a la perfección.

Enji sonrió, complacido y orgulloso:— ¡Lo entiendes! He intentando que Shoto se diera cuenta durante años, es una tarea bastante difícil, pero vale la pena —se pavoneó. Desde que Shoto se había comprometido habia intentado ser una persona más agradable, en términos generales.

Ella, por otro lado, sentía cierta indiferencia hacia su "suegro", años atrás seguramente lo hubiera odiado hasta el cansancio, pero en aquellos momentos le daba simplemente igual. De hecho, ser la prometida de su hijo era la fachada perfecta para ella.

Shoto, quien llevaba su traje de héroe, la observó. Sus piernas eran cubiertas por medias negras mientras llevaba un lindo vestido de tonos rosas y un sombrero blanco acompañandola, sus dedos eran decorados por anillos, siendo un anillo de plata en su dedo pulgar el que más llamaba la atención, aparentemente le quedaba algo grande.

— ¿Quieres que compremos un anillo? —preguntó de repente.

Tanto la chica como el héroe voltearon a ver a Shoto sorprendidos, sin embargo, un destello de orgullo podía verse en los ojos del pelirrojo. Endeavor miró a la menor, esperanzado, en busca de una señal que le indicara un afirmativo.

— Por mi no hay problema —comentó—. Aunque no quisiera ser la única que llevara uno, así que, ¿qué te parece si yo también compro uno para ti?

Shoto suspiró, sonriendo a medias mientras asentía con la cabeza. Enji observó a la pareja con entusiasmo, mientras Shoto observaba como los labios de la chica enrojecida luego de haberlos apretado en una sonrisa algo incomoda.

— Perfecto, luego los acompañaré a comprar sus anillos —dijo Endeavor, complacido, observando como la más baja abrazaba el brazo de su hijo—. Tal vez puedas pasar las vacaciones de verano en nuestra casa, si a tu madre no le molesta. Podrías dormir con Shoto.

La menor sonrió:— Seguramente estará más que encantada —respondió de inmediato, notando como las orejas de Shoto enrojecian.

Aquel día —para Momo— levantarse había sido una tortura, después de una larga semana, volvía a ser lunes, los días pasaban más rápido de lo que imaginaba. Observando el suelo blanco del pasillo, como si hubiera algo en el que fuera realmente atrayente, su mirada se perdió, mientras desenroscaba la tapa de su botella de agua y bebía un poco de esta. Tan absorta en sus pensamientos que casi se ahoga al ver como alguien la miraba de perfil.

— Buenos días, Yaoyoruzu —saludó, con la sonrisa más perfecta que podría haber visto, dándose un tiempo para admirarla durante unos segundos.

— Buenos días —pronunció apenas audible, sonriendo tímidamente y sintiendo como sus mejillas se calentaban.

《Si tuviéramos hijos serían de cabellos y ojos negros.》, pensó la aspirante a héroe, sorprendida con sus propios pensamientos. 《Ella está comprometida》, se recordó a si misma, suspirando con tristeza.

— Me gusta la que hiciste con tu cabello —dijo, su suave y dulce voz acarició los oídos de Momo, mientras, al mismo tiempo, el tacto de sus dedos entre sus cabellos la hacia sonrojarse aún más—. Aunque, corto o largo, te ves hermosa con lo que sea.

— Gracias —logró decir en un tartamudeo.

Majakutsu asintió, apartando su mano y haciendo que Momo extrañará su gentil y suave toque. Yaoyoruzu se perdió por completo en ella, se perdió en la manera tan hipnotizante y hermosa en la que trenzaba su cabello, dejando algunas hebras de cabello sueltas. Se encontraba perdida en la forma en la que ella arreglaba su uniforme, siempre llevando su falda perfectamente acomodaba y los dos primeros botones de su camiseta desabrochados. Tal vez era demasiado obvia, pero, por más que quisiera, no podía apartar su mirada.

— Podriamos salir a comprar un helado al centro comercial el fin de semana durante tus guardias, si quieres —y solo esas palabras fueron suficientes para sacarla de sus ensoñaciones.

— ¡Si! —respondió de inmediato, avergonzandose de si misma.

La chica de la clase c sonrió:— perfecto —dijo antes de irse, dejando a Momo atrás con su corazón bombeando fuertemente contra su pecho.

La palabra simple no era algo que describía a ________ Majakutsu.

Cada parte de ella era algo único, algo programado para ser perfecto, era casi como si no fuese real. Era como si ella no fuese más que un sueño. Aunque, aveces, lo más simple tiende a ser lo mejor, palabras, hechos, incluso comportamientos. Aveces querer resaltar no es la mejor decisión que un se humano puede tomar.

Ser normal, ser común. Era algo de lo que ella tenía poca experiencia. Solo había disfrutado unos cuantos años de normalidad, siendo estos arruinados por su presunto enamoramiento con un villano.

Tres jóvenes, adolescentes, se encontraban frente a la pequeña azabache. Cada uno de ellos tenía algo en especial.

— ¡Alejense! —gritó ella, pasando su pequeña mano por su mejilla ensangrentada, empujando a los muchachos y huyendo del lugar.

Ellos se quedaron en el suelo, estáticos, sabían lo que ella podía hacerles, habían visto lo que aquella inocente niña le había hecho a cuatro hombres adultos más grandes y fuertes que ella. Eso les aterraba, pero, no tenían más opciones que obedecer.

Bien hecho.

La voz robótica femenina les heló la sangre. Los tres se giraron a ver la pantalla de la computadora que era sostenida por el hijo de Kato, quien los observaba como si fueran insectos fáciles de pisotear.

Aunque hubiera preferido ver algo más, aún le falta algo más para liberarla. La próxima vez traten de decirle que jamás volverá a ver a su madre —los jóvenes asistieron, sintiendo ganas de llorar—. Espero que al menos alguno tenga moretones o esté sangrando.

Los tres se tensaron, asustados.

Ante aquel recuerdo del pasado, los hombres suspiraron:— Podria reconocer esos ojos de sea —dijo el pelirrojo.

— Son aún más terribles de lo que recordaba —dijo, observando como Majakutsu hablaba con Ochako, haciéndola sonrojar antes de volver hacia donde se encontraban sus amigas.

— Parece que no nos recuerda —dijo el tercero, suspirando—. Y tal vez sea lo mejor, supe que al bastardo de Kato lo atraparon mientras escapaba hacia América.

— Lo tiene bien merecido —musitó el castaño, pasando un broche entre sus dedos.

— Esperemos que se mantenga a salvo y no se vuelva a cruzar con ella —dijo el pelirrojo, por lo que los tres asintieron, tomando caminos diferentes antes de salir del festival de finales de primavera.

Hola hola.

¿Como están? Espero que bien.

Disculpen mi desaparición, he estado realmente ocupada con las cosas de la escuela ahora que volví a la presencialidad.

*suspiro de autora al punto del suicidio*

Bueno, espero les haya gustado, no olviden dejarme su opinión en los comentarios.

Aquí dejo fotito de mi hermosa Waifu con el cabello corto.

Gracias por leer 🥀.

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