-042.-
Advertencia: capítulo con escenas de violencia.
—042.—
Narra Majakutsu _______.
Cuando los ví, no tardé mucho.
Solté la lanza improvisada que había hecho con una rama y un vidrio que tomé al escapar.
La punta brilló como una estrella fugaz a través de la oscuridad del bosque. Apenas conseguí respirar cuando la lanza llegó a su objetivo y se esparció la sangre.
El hombre cayó hacia atrás, mientras los otros tres giraban hacia mi en redondo. Me habían descubierto. Ni siquiera pude saber si lo había matado con ese disparo, después de todo, ya estaba lejos.
Corrí hacia el arroyo por el camino que antes había visto tantas veces; no me atrevía a mirar atrás.
Las ramas y los brotes se quebraban a mis espaldas —se escuchaban demasiado cerca— y el bosque se llenó de risas y voces que gritaban mi nombre. Mi única esperanza de sobrevivir era correr a mayor velocidad que ellos hasta que estuviera en un lugar seguro, sin embargo, cuando me revisé, mis piernas eran demasiado pequeñas y tarde o temprano sabía que me alcanzarían.
Tenia una ventaja, el tamaño, podía esconderme en algún lugar pequeño en el que ellos no pudiesen encontrarme.
El ruido de los tres se volvió más y las fuerte entre los árboles, se acercaba cada vez más, por lo cual, giré a mi derecha y salté sobre las piedras del arroyo hasta llegar al otro lado.
Mis ojos se encontraban fijos en el brillo cada vez mayor al final del bosque. Pero el hombre que tenía a la derecha corría hacia mí con tanta rapidez que apenas conseguí saltar a un costado para evitar el filo del cuchillo con el que me amenazaba.
Tropecé una vez, pero conseguí quedarme de pie cuando me alcanzó el hombre de la izquierda.
Me detuve en seco, levanté un pedazo de vidrio que tenía escondido en uno de los bolsillos de mi chaqueta, solo lo solté cuando este hizo contacto con la cara de uno de los hombres y el hueso crujió en un sonido horrendo. Salté sobre el cuerpo enorme, caído, sin detenerme a mirar donde estaban los otros.
Llegué a correr casi un metro antes de que el tercero apareciera delante de mi.
Le arrojé un pedazo de vidrio a la cabeza. Él lo esquivó. El único que quedaba rió al acercarse por detrás de mi, por lo cual, me aferré a mi último pedazo de vidrio restante con fuerza.
Rodeada.
Giré en Redondo, levantando el pedazo de vidrio, lista para atacar.
— ¿sabes lo mucho que los costaste, niña?
No pensaba morir sin dar pelea, sin llevarme a alguno de ellos conmigo.
— Al infierno con ustedes —dije, pero solo salió un jadeo inaudible.
Ellos rieron, dando un paso más hacia mi, traté de apuñalar al primero, pero él esquivó la estocada, riéndose.
— Nosotros elegiremos el juego, aunque, dudo que te parezca divertido.
Apreté los dientes y lo volví a intentar. No era un animal. No iban a casarme cono hacen los lobos con los ciervos. Yo encontraría la salida.
Una mano se cerró alrededor de las mías, arrebatandome el trozo de vidrio y lanzando este al suelo, rompiendolo.
El aire me abandonó, y solo tuve tiempo de dar media vuelta antes de que uno de ellos me tomara del cuello, levantandome del suelo. Golpeó mi brazo con tanta fuerza que me reunieron los huesos.
— Cuando terminemos contigo desearás nunca haber nacido. Te voy a cortar en pedazos tan pequeños que no quedará nada para los buitres.
La rabia y el terror me atravesaron el cuerpo como una flecha en llamas. No pensé. Tomé el arma que el hombre llevaba a un lado de la cintura, quité el seguro y disparé.
La sangre me cayó en la cara, en la boca, mientras mi terror y mi furia pedían por más.
El hombre cayó hacia atrás. Me puse de pie como pude, antes de que el que quedaba pudiese atrapar pero algo que tenía la fuerza de una roca golpeó mi cara. Sentí el gusto de la sangre, la tierra y el pasto cuando cai sobre estos. Pequeñas luces me aparecieron en los ojos cuando me puse de pie en un tambaleo y tomé el arma que robé.
Así no, no moriré así, asi no.
El hombre que quedaba casi me embistió, pero, me agaché para esquivarlo:— te voy a desangrar despacio, con cuidado —movió su cuchillo hábilmente entre sus dedos.
Disparé.
El hombre sostuvo un grito, me soltó y saltó sobre sus pies mientras sostenía su estómago, desangrándose. El hombre soltó un grito que me congeló la médula.
Volví a disparar.
Cuando su cuerpo cayó, yo me quedé en el suelo, con el arma lista, esperando.
Mire los cuerpos a mi alrededor, petrificada, no se cuanto tiempo estuve así, lo único que sé es que mi atención solo se desvió cuando comencé a escuchar como alguien aplaudía lentamente.
— Perfecto —dijo otra voz masculina, dirigiéndose des la parte final del bosque—. Ya probamos tus habilidades, ahora solo resta esperar a que tu particularidad aparezca.
En aquel momento desperté de aquel horrible sueño, jadeante, toqué mi frente, sintiendo el sudor correr sobre mi rostro. Aquellos sueños eran demasiado vividos, cada vez eran más frecuentes.
Tendré que pedirle ayuda a Kotaro para deshacerme de esos molestos sueños, o bueno, tal vez solo deba esperar un poco a deshacerme de la particularidad de mi madre. Ella es la fuente principal de mi estrés y seguro la razón por la que tengo sueños tan horribles sobre esa niña.
Cuando pierda su particularidad, por fin podré tener algo de paz.
Suspiré, no había logrado dormir después de aquello, cada vez que lo intentaba terminaba despertando después del mismo y repetitivo sueño.
— Vaya —silbó Touya cuando aparecí frente a él, en aquel momento no llevaba quemaduras, seguramente mi padre lo había curado—. Hoy te luciste con tu apariencia, ¿no crees? Estás adorable.
Enderece los hombros, no tenía ganas de que él supiera que su voz o sus palabras había provocado algo en mi.
— Me sorprende que estés aquí esta noche.
— Por desgracia para ti y para tu cuello —respondió, seguramente refiriéndose a la vez que fuimos de fiesta en rusia y me llenó de marcas para que nadie más me tocara—. Esta noche no creo ser un peligro para ti.
Sonreí, juguetona:— ¿Te quedas despierto toda la noche inventando respuestas para el día siguiente? —Le dije. Dabi me guiñó el ojo y rió, ofreciéndome su brazo.
— Tal vez —dijo el villano. Yo era conciente de cada milímetro en el que los dos nos tocábamos, de lo bien que se miraba en ese traje—. Canta, baila, bebe y diviértete.
Y en ese momento, el me dejó y se fue a quien sabe donde.
En aquellos momentos no encontrábamos en un baile medianamente formal, incluso, había una banda con violines, violonchelos, y otros instrumentos típicos de estas ostentosas fiestas dignas de una película de romance ambientada en la época victoriana.
Habia una enorme cantidad de mesas con comida dispuestas a lo largo del borde más alejado del bufet, y, en un momento, perdí a Touya mientras esperaba en la línea para llenar mi plato. Cerca de la enorme pista de baile comenzó a sonar la música, violines, flautas, algunos tambores, instrumentos alegres que me hicieron sonreír y seguir el ritmo con mis pies.
Aunque la única razón por la que me encontraba allí era para probar la deliciosa comida del bufet.
Y para distraerme y conseguir información, claro está.
Salí a la terraza y, bajo un árbol cubierto de faroles de seda y cintas brillantes, me comí sola mis porciones torta de frutillas, torta de manzana, torta de arándanos y torta de chocolate. Pronto iré a por más, aún no saben con quién se metieron cuando dijeron "bufet de todo lo que puedas comer."
La soledad no me importaba, un hecho importante era que me es realmente agradable, sobre todo cuando me encontraba ocupada contemplando los faroles y las cintas, junto con las hermosas sobras que fabricaba a su alrededor; tal vez algún día las pintaría.
Me moví solamente cuando mi plato terminó vacío y necesité algo para beber. Cuando la luna se encontraba cerca de alcanzar su punto más alto, la mesa se llenó de personas. Me estaba sirviendo una copa de vino, cuando finalmente noté a Hawks, siempre tan oportuno, quien espiaba por encima de mi hombro.
— Yo no bebería eso si fuera usted.
— ¿por? —pregunté, desviando mi vista al vino y luego levantando mi ceja hacia Hawks. Tenia curiosidad.
— Vino escocés, tienen las bebidas con mayor grado de alcohol —me avisó Keigo.
— Mmm —dije, oliendo un poco.
Vaya. Era realmente fuerte.
Aunque lo único que realmente necesito ahora es embriagarme para poder dormir.
Por hoy, mi cautela se iría al diablo. Queria olvidar los problemas con mi madre, que amenazaban tanto con arrebatar mi felicidad y recordarme como nunca pude cumplir mis sueños. Si hubiera alguna amenaza seguramente Hawks y Dabi me protegerían.
¿Y dónde estaba Touya de todos modos?
Solo quiero relajarme por una noche, ¿era eso mucho pedir?
— Confio en ti —dije, y tomé un poco del liquido que había en el vaso.
Luego de eso, tomé la copa entera. Me reí en voz alta y Hawks suspiró.
En ese momento no sabía que el alcohol escocés sobrepasaba los cuarenta y un grados de alcohol.
— Señorita...
Sus ojos ámbar quemaban como una forja sin fondo mientras su cabello usualmente cenizo brillaba cual oro. Eso era lo que quería pintar.
— Voy a pintarte —dije y reí cuando las palabras salieron de mi boca.
— Por Dios —dijo, sonrojado, y volví a reírme de él.
Suelo causar ese enrojecimiento en las personas cuando sonrió. Aunque ahora me duelen las mejillas. ¿Hace cuánto tiempo no sonreía a tan largos lapsos?
Me había bebido otra copa de aquel delicioso vino escocés. Era la cosa más gloriosa que hubiera probado nunca. Me libero de los lazos invisibles que me ataban.
En aquel momento, la música se convirtió en un dulce y hermoso canto, la melodía era como un imán para mi y yo no podía resistirme a aquel embrujo. Salté al sentir el frío del suelo de mármol.
¿En qué momento perdí los zapatos?
El techo era un hermoso remolino amatista de dos colores, zafiro y rubí. Tropecé y parpadeé, y me descubrí al borde de la pista de baile. Habia dejado de ser un baile formal. Era como si estuvieran tan sueltos como yo. Libres. Amaba eso.
Giré, todo el mundo giraba conmigo, delicioso y embriagador, por lo cual, tomé a Hawks de las manos y lo hice girar conmigo. Él soltó una risa mientras miraba mi rostro. El tiempo se oía con mayor rapidez, quería estar dentro de la música, la sentia como algo que respiraba. Era maravilloso, me daba alegría y era simplemente bello.
— Señorita —Hawks me tomó del brazo. Yo había estado bailando y alejándome de él.
Mientras el me retenía, yo sentía mi cuerpo hamacandose, respondiendo a la llamada de aquella bella tonada.
— Ya es suficiente, no hay que ser tan serio —dije, sacandomelo de encima.
Me deslicé entre los que bailaban haciendo girar la falda que llevaba, cuyo dobladillo llegaba a cuatro dedos sobre mi rodilla. Sin cadenas, sin límites, solamente éramos la música y yo, baile y más baile. Uno de los músicos levantó la vista del violín y me detuve.
El sudor bajaba por su cuello cuando apoyó su mentón en la madera oscura del violín. Se había levantado las mangas de la cosa y se le veían los músculos. Una vez me había dicho que le hubiera gustado ser músico en lugar de un héroe o un villano, ahora que lo escuchaba tocar después de tanto tiempo, supe que hubiera ganado fortunas con ello.
Dabi no dejó de tocar, con algunos de sus cabellos blancos húmedos de sudor, estaba maravillosamente atractivo. Me mostró una sonrisa salvaje cuando me puse a bailar frente a él.
— Yo la cuido —murmuró por encima de la misiva, mientras sentí que mi baile se hizo más rápido. Seguramente hablaba con Hawks.
Grité por encima de la música:— ¡no necesito que nadie me cuide! —Lo único que quería era girar y girar y girar.
— Es verdad, es verdad —dijo, sin equivocarse jamás en la música. Admiré como bailaban sobre las cuerdas los dedos fuertes y firmes—. Baila, _______.
Así que bailé.
Estaba suelta, dando vueltas, no sabía con quién bailaba o que aspecto tenían los que me rodeaban, sabía solamente que, en aquel momento, nada podría detenerme.
En todo ese tiempo, Touya y los músicos tocaron una música tan alegre que no creo que el mundo fuera capaz de con tenerla. Me mostré frente a él, mi primer amor, mi amigo, mi amante, mi enemigo, y bailé frente a él. Él me sonreía y yo no dejé de bailar, ni siquiera cuando se levantó de sus asiento y se arrodilló frente a mi, ofreciéndome un solo de violín.
La música, solamente para mi, un regalo. Él siguió tocando. Mi cuerpo se contorneado como el de una serpiente, levanté mi cabeza al cuelo y dejé que la música de Touya me llenara por completo.
Recuerdo cómo cuando salíamos me había dicho lo mucho que le solía gustar el violín, como solía practicar par impresionar, sin embargo, lo único que llamaba la atención de Endeavor eran las habilidades para ser un héroe, para así sobrepasar a All might. Viejo ridículo.
Sentí una presión en la cintura y me arrastraron los brazos de alguien de vuelta a la pista de baile. Me reí con tanta fuerza que creí que iba a reventar, y, cuando abrí los ojos, descubrí a Touya, que me hacía girar una y otra vez.
No quería que esto terminara. No queria irme jamás de ese salón de baile.
La música terminó y, ya sin aliento, levanté mi vista y la dirigí hacia la ventana, observando la luna, la cual estaba por ponerse mientras el sudor recorría todo mi cuerpo. Dabi también había perdido el aliento, me tomó de la mano.
— El tiempo pasa más rápido cuando estás borracha.
— No estoy borracha —resoplé. Él solamente rió, llevándome lejos de la pista de baile, donde anteriormente me había sentado para comer—. Ya va a empezar de nuevo.
Señalé a los músicos, siendo envueltos por personas que anteriormente bailaban luego de haberse tomado un merecido descanso.
Él se inclinó hacia mí, su aliento acarició mi oreja:— quiero mostrarte algo mejor.
Dejé de resistirme.
Me llevó a la fueras, en un hermoso jardín, docenas de brillantes faros de colores y satín adornaban los alrededores del lago, dándole hermosos brillos de colores.
Los labios de él rozaron mi cuello, mientras murmuraba contra mi piel.
— Baila conmigo, _______.
Me di la vuelta, y descubrí que él tenía el rostro a centímetros del míos, le ofrecí mi mano mientras el dejaba escapar una sonrisa lenta.
Me sentía liviana, como una pelusa de diente de León, Dabi, en aquel momento él era el viento que me llevaba por el mundo.
Él me sonreía, y no tardé mucho en descubrir que yo le devolvía la sonrisa. No necesitaba fingir, no necesitaba der nada más que lo que era en ese momento. Nuestra danza se hizo más lenta, y nos quedamos de pie, sosteniendonos el uno al otro. Él apoyó su mentón en mi cabeza y me acarició el cabello, sus largos dedos me tocaron la piel desnuda del cuello.
— ________ —me susurró. Dabi pronunciaba mi nombre de tal manera que hacía que sonara bello.
Parpadeé, las estrellas del cielo se desvanecian y el cuell se había puesto de un color entre gris y púrpura. El rostro de Dabi estaba muy cerca del mío.
— Ya casi amanece.
Asentí. Él se lamió los labios, con la respiración tan irregular como la mía.
— ¿Que? —pregunte, apoyando mi mano en su pecho.
— Tal vez deberías tomarle una foto a este escenario y pintarlo algún día —dijo él con tranquilidad, entrelazando nuestros dedos, pidiendo silenciosamente que no me alejara de él.
— Tal vez algún día lo haga, cuando todo esto termine.
Pintar, solo Touya y mi padre Akim lo sabían, pero, adoro pintar, dibujar. El lienzo, los acrílicos, los lápices, los colores. Para mi todo aquello era sagrado y hermoso. Cuando era menor, soñaba con ser artista, o, por lo menos, poder pintar con tranquilidad en una casa en un prado, con buena conexión a internet.
Cuando Touya llegó a mi vida y ambos llegamos a la charla de sueños frustrados, comencé en soñar en un futuro en el que pudiera pintar mientras escuchaba como tocaba el violín en una tonada exclusiva para mi y solo para mi.
Él besó mi frente, devolviendome a la realidad. Hicimos contacto visual, y, cuando estábamos por unir nuestros labios, una voz nos interrumpió.
— Los estuve buscando —Hawks, siempre tan oportuno.
No me extraña que Dabi quiera matarlo, aunque, igualmente lo protegeré de él, es útil y lindo. Dos combinaciones no muy comunes hoy en día.
Narrador omnisciente.
Como usualmente sucedía, Izuku portaba alguna quemadura por los entrenamientos duros de Aizawa, y, por sobre todo, gracias al sobre esfuerzo que el pecoso hacía. A Recovery girl se le habia hecho normal ver a aquel joven de aspecto adorable pasarse siempre por la enfermería, le parecía realmente agradable.
— ¿Majakutsu-san? —preguntó, pasmado, observando como la chica levantaba la mirada, mostrando unas pequeñas ojeras, no muy marcadas, sin embargo, Izuku pudo notarlas.
En un gesto inusual, ella llevaba el cabello atado, teniendo uno que otro mechón suelto que hacía que su aspecto se viera desordenado y hermoso, sobre el puente de su nariz descansaban unos lentes transparentes que resaltaban sus ojos, mientras por encima de su uniforme llevaba una bata blanca.
La mencionada sonrió tiernamente, levantándose de la camilla en la que anteriormente se encontraba sentada.
— Siento que no debería decir que es un placer verte —dijo, en un tono suave.
— La señorita Majakutsu será mi asistente durante esta semana, será quien aplique los primeros auxilios a estudiantes con heridas menores —explicó recovery con una sonrisa, sentada en la silla de su escritorio.
— Uno de mis padres es doctor, por lo que sé muchas cosas sobre medicina y primeros auxilios, dado a que no dependo de mi Quirk pienso que es genial hacer algo tan complicado y bello como suturar heridas. Siempre se requiere perfección en ello —explicó con orgullo, mostrando su dentadura blanca, la mayor asintió, segura de aquella chica haría un buen trabajo.
— Oh, claro —dijo, algo confundido—. No sabía que los que pertenecían a la clase de estudios generales habían esta clase de cosas.
Ella lo observó, divertida:— ¿qué crees que hacemos en nuestro último año? Debemos buscar una carrera para estudiar en la universidad, eso será en lo que trabajemos el resto de nuestras vidas —comenzó a hablar, haciendo que Izuku no se diera cuenta de en qué momento se había sentado en la camilla—. Quienes ya están seguros suelen dar clases en universidades locales. Sakura salió hace un rato.
La azabache se colocó un par de guantes blancos de látex, antes de comenzar a palpar el rostro cortado de Izuku, intentando adivinar la profundidad de la herida:— Entonces, ¿quieres estudiar medicina? —preguntó, haciendo una mueca, sintiendo como ella aplicaba una crema en las heridas de su rostro.
Ella sonrió:— Estoy aplicando anestesia local, perderás la sensibilidad en las áreas en las que apliqué la crema. Y respondiendo a tu pregunta, aún no estoy segura —mientras la anestesia hacia efecto, ella dirigió su atención a los moretones y a cortada en el brazo izquierdo de Izuku—. Recuerdo cuando en primer año siempre te rompías algo. Esto es un avance.
La azabache levantó la mirada, haciendo que los grandes orbes verdoso de Izuku observaran los ojos ónix de la muchacha a travez del vidrio de sus lentes, siendo estos solo una forma de proteger sus ojos de cualquier cosa que pudiera dañarlos. Como la luz directa.
Pronto, ella bajó la mirada, comenzando a suturar las heridas de Izuku cuando la anestesia hizo efecto y el aspirante a héroe perdió la sensibilidad en aquellas áreas.
Midoriya se dio cuenta de lo mucho que la miraba, no obstante, desvió la mirada, sonrojado. Al poco tiempo, la muchacha terminó con su trabajo, comenzando a retirar sus guantes, admirando el resultado luego de haber limpiado los lugares suturados y limpiar el rostro de Izuku.
— Son suturas básicas así que no dejarán cicatriz —explicó—. Ten un poco más de cuidado, la próxima vez podrían ser mas profundas.
La de largas cabelleras se acercó a Recovery con una sonrisa la mujer asintió pidiéndole un pequeño favor, así, haciendo que la mercenaria saliera de la enfermería.
— Es una buena muchacha —Izuku miró atónito a Recovery—. La mirabas mucho.
La vergüenza volvió a el sintiendo como los tonos rojos subían a sus mejillas, avergonzado por ser visto. Salio de la enfermería, cerrando los ojos y suspirando, calmando sus nervios, deseando para sus adentros que la mujer olvidara aquel bochornoso momento.
— ¿Ya te vas? —preguntó la femenina, quien apareció con una pequeña caja, el peliverde se sobresaltó por la repentina entrada de la chica, quien comenzó a llamar su atención.
— Si..., gracias por curarme —tartamudeó, agradeciendo con una pequeña reverencia, intentando sonar seguro, cosa en la que evidentemente falló.
Izuku sintió como ella tomaba su mano, comenzando a sentir el calor y la suavidad de las manos pálidas de la chica.
— Deberias cuidarte más —ella quitó sus manos, haciendo que Izuku quedara con su mano extendida, extrañando el calor de la femenina, quien le extendió una paleta. Izuku la miró extrañado—. Un regalo.
Izuku recibió la paleta de cereza, observando como ella llevaba una en su boca, embobado al ver como la chica movía esta con su lengua. Izuku le dedicó una sonrisa avergonzada, no estaba acostumbrado a tanto acercamiento. Ella sonrió, y, segundos después, entró de nuevo a la enfermería.
Suspiró:— ¿Por qué me siento así? —susurró para si mismo, agarrando su pecho, cerca de su corazón, el cual latía rápidamente.
Misteriosamente, después de que Izuku volviera a su aula y le relatará a sus compañeros sobre su encuentro con aquella chica en la enfermería, durante una semana no paraban de llegar personas con heridas menores o falsos dolores.
Su elegancia al caminar hizo que muchos miraran, aunque ella simplemente ignoraba aquella miradas que se insertaban como cuchillos en su cuerpo, con delicadeza, se deshizo de la atadura en su cabello, pasando sus dedos entre las ebras negras, haciendo que algunas reposaran sobre sus hombros.
Después de quitarse la bata blanca y guardarla en su mochila, junto a la corbata y el saco de su uniforme, ella caminaba libremente por los pasillos de la escuela, revisando su teléfono con indiferencia.
Luego de un rato, levantó la mirada, cruzándose con un par de orbes hambrientos que la miraban como un lobo miraba a un cordero:— Buenas tardes, princesa —Katsuki repasó el cuerpo de la chica con sus ojos, deteniéndose en los fieros y oscuros ojos que lo miraban sin expresión alguna.
— Lo eran.
Las grandes manos de Katsuki peinaron con delicadeza los largos cabellos negros, mientras sus rostros se acercaban, siendo Katsuki quien se agachó para que aquello sucediera, gracias a la gran diferencia de alturas, después de todo, tanto él como Izuku rondaban el metro noventa.
Katsuki sonrió:— ¿Que tengo que hacer para que dejes de tratarme de esa manera tan fría? —preguntó, caminando hasta llegar a estar detrás de la chica, susurrando en su oído—. Haré lo que sea.
Ella giró, quedando frente a él, mirando com reto a los fieros ojos escarlata:— Comienza tratándome como la princesa que tanto dices que soy, idiota —dijo, antes de intentar alejarse—. Oh, tengo algo mejor, ¿por qué no vas y buscan en china a otra estupida que te de lo que quieres? Consiguete una novia y déjame en paz.
En un movimiento rápido, él la tomó de la cintura y la llevó al salón vacío más cercano, donde la acorraló contra la pared:— No, te quiero a ti, deseo todo de ti. Eres como una droga, princesa, ahora soy un adicto y necesito más —susurró en su oído, mientras sus manos firmes y grandes viajaban por su cintura, acariciandola.
La rodilla de Katsuki abrió las piernas de la más baja, haciéndola suspirar, sin embargo, su mirada no titubeó:— Quiero tu cuerpo y tu corazón —susurró Katsuki contra sus labios.
— Calmado, Fido —susurró ella, acariciando el pecho de Katsuki, para luego apartarlo, guiando a Katsuki hasta que terminó sentado en una silla.
La azabache tomó el rostro de Katsuki con una de sus manos, él se sentó con las piernas abiertas, mientras, ella de encontraba parada en medio de esto. Ella lo miró desde arriba.
— Aprende cual es tu lugar —susurró en su oído antes de salir del salón.
Una sonrisa se curvó en sus carnosos labios, denotando su satisfacción ante lo que acababa de pasar, sin embargo, lo que pasó después fue algo que definitivamente la sorprendió. Katsuki había tomado su mano, y, mientras besaba esta y hacía una reverencia, la miraba con ojos hambrientos.
Ella sonrió aún más, pasando su lengua por su labio superior, gesto que incitó aún más a Katsuki.
— ¿Ahora si puedes considerarme, princesa?
La mirada de la chica se desvió a su izquierda, encontrándose con los ojos negros de Sero, acto seguido, ella le guiñó un ojo y devolvió su vista a Katsuki.
— Bien hecho.
Aquello fue suficiente para que Katsuki sonriera, con diversión, siguiendola. Sero observó aquello, pensando en la acción de la chica, sonriendo abiertamente.
— Acepto el reto —dijo para si mismo, caminando detrás de ellos en dirección a la cafetería.
— Denki.
El rubio se sobresaltó, apagando la pantalla de su teléfono de inmediato y metiendo este en su bolsillo y girando con un semblante nervioso, observando a la chica, a quien solo sobrepasaba por unos cuantos centímetros.
— Cariño —Denki tuvo que apoyar sus manos en su pupitre para no derretirse ante el toque de la azabache sobre su mejilla.
El aula se encontraba vacía, después de todo, era la hora del almuerzo.
— Ama —dijo en un tartamudeo.
— Vamos a casa, escapemos y juguemos un rato —su voz era más suave, mas sensual, lo cual, hizo que el rubio se sonrojara.
Él mordió su labio:— ¡Claro! Como usted ordene. ¿Que jugaremos? ¿Cartas, monopolio, escondidas? —ella puso los ojos en blanco, sonriendo, juguetona.
Ella bajó su mano por el cuello de Denki, hasta llegar al torso y, por último, llegando lo suficientemente abajo como para tomar su cinturón, tirando de este y haciendo que sus caderas se juntaran, acercándonos a un más.
— En realidad, pensaba en un juego de manos —ronroneó.
Denki mordió su labio inferior, sonrojado y encantado por aquella invitación:— ¿Juego de manos? Carajo, por supuesto que si —respondió de inmediato, inundado de amor.
Últimamente solía sonrojarse muy fácilmente a su alrededor.
— ¡Ya casi sale la línea de verano de la nueva colección de camisas de All might! —exclamó alguien mientras entraba al salón, por lo cual, ambos se separaron rápidamente.
Al entrar, Izuku, quien venía acompañado de Ochako e Iida, los miró por un momento, al igual que la castaña:— ¡Midoriya! —exclamó Denki, con el ceño fruncido, sosteniendo la madera de su pupitre, como si aquello le ayudara a retener algo—. Estamos en medio de algo importante, ¿podrían irse?
El chico, que intentó ser amable, observó fijamente al peliverde, quien sonrió nervioso y se acercó a su puesto:— Si, lo siento, quería buscar una de mis libretas para poder estudiar para el examen de esta tarde —agregó el rubio, tartamudeando al principio gracias al nerviosismo que le provocaba la mirada fija de Denki.
La azabache desvió la mirada, bostezando:— Mejor lo dejamos para otro día, adiós, suerte con ese examen —dijo, de esta manera, despidiéndose de Denki y sus otros tres compañeros.
El rubio frunció el ceño y rechinó los dientes, sentándose en su pupitre y observando a un nervioso Izuku con furia, mismo que no se daba cuenta de aquello gracias a que estaba muy ocupado buscando su libreta.
Cuando se dio cuenta, Denki había tomado un lápiz y lo había roto con una mano.
Hola, ¿cómo están? Espero que bien.
Bueno, no tengo mucho que decir, espero les haya gustado. Espero leer sus opiniones de la historia en los comentarios.
Por fin descubrieron cual era el sueño de Maja, del que tanto le hablaba a Dabi.
En fin, espero les haya gustado.
Gracias por leer 🥀.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro