-036.-
Este capítulo contiene escenas de violencia y en extremo escenas lemon y/o sexuales, si no te gustan este tipo de escenas no leas este capítulo.
— 036.—
El vaivén de sus cuerpos mantenía su temperatura corporal alta, ella podía sentir sus manos recorrer rincones de su anatomía que ni siquiera ella conocía. La azabache soltó un largo jadeo al sentir su miembro adentrarse en ella.
Un escalofrío recorrió la espalda de la menor, siendo seguido por una descarga eléctrica que hizo que se estremeciera. Él había aprisionado sus muñecas por encima de su cabeza con una de sus manos, las cuales eran realmente grandes y la retenían sin ningún problema; su otra mano, que hasta entonces solo había estado recorriendo sus curvas, se encontraban ahora sujetando fuertemente la piel de sus caderas, apretandola. El resto de su cuerpo se encontraba entre sus piernas, regalandole un frenesí de placer que no había recibido desde el comienzo de aquel tendioso viaje.
La anchura de su cuerpo permitía que ella mantuviera sus piernas abiertas, sin problema alguno, permitiéndole a él envestirla con comodidad, golpeando cada parte de su interior. Mientras tanto, sus labios acariciaban la oreja de la más baja, soltando jadeos y gruñidos al ritmo de sus embestidas, susurrando su nombre con frecuencia.
— _______....— sus embestidas seguían, ninguno de los dos parecía dar señales de cansancio.
La habitación se llenó de los sonidos lascivos de sus pieles chocar, gemidos y jadeos, gruñidos ahogados. Él no tardó mucho en comenzar a plantar besos en su cuello, dejando algunas marcas en este.
— ¡Joder!— gritó ella, sintiendo como el miembro del contrario se hundía con más profundidad, haciendo sus embestidas aún más rápidas.
Ambos no tardaron en llegar al clímax, siendo él el primero en llegar al orgasmo, su cuerpo se desplomó sobre el de la menor, las respiraciones de ambos estaban agitadas y el sudor recorría sus pieles.
Horas antes.
— Esto es realmente aburrido.— dijo la azabache, dándole otro trago a su cóctel, mientras Sakura la observaba como si tuviera un tercer ojo en la frente.
— Estamos en un resort.— dijo la rubia, la asesina solo se encogió de hombros.
Después de haber obtenido las muestras de sangre necesarias, su misión en aquel lugar se había cumplido con éxito, ya no tenía razón alguna para simular divertirse o querer estar allí. Cuando Sakura observó a su mejor amiga hacer aquello, suspiró y simplemente se limitó a salir de la habitación, dispuesta a disfrutar de un buen masaje.
Aunque aquella sería, básicamente, su última noche en aquel lugar, ella no podía evitar sentirse demasiado aburrida. Todas sus misiones eran en Musutafu, razón por la cual no tenía muchas cosas que hacer aquel día.
— Iré al bar, Kotaro, duerme un rato.— la mayor se acercó al mencionado, plantando un beso en su frente y sonriendo antes de irse.
El corazón del menor de los Majakutsu se sobresaltó con esa acción, no tardando mucho en correr hacia la cama e intentar cumplir la orden se su hermana, la cual, se dirigía a su maleta, sacando un pantalón de cuero negro, tiro alto, y un ballet escarlata, adornando su cuello con el collar que le regaló uno de sus padre y colocándose una gabardina para protegerse del frío.
Al finalizar, lo último que hizo fue hacerse dos trenzas pequeñas a los costados con el cabello, seguido de ello, no tardó mucho en salir de la gran habitación en rumbo al ascensor, adentrándose en este para bajar a la tercera planta, en donde se hallaba el bar de resort.
Con suerte, se encontraría a alguien del departamento de heroes con quien pasar el rato.
Al bajar, no tardó mucho dirigirse hacia la barra y sentarse en una de las butacas solitarias, golpeando sus dedos contra la madera de esta y esperando a que el bartender terminara de atender a alguna persona desconocida para ella.
— Buenas noches, señorita, ¿qué le puedo servir? — amable, él sonrió, limpiando el vaso que llevaba en las manos.
— Un Manhattan y un whisky en las rocas, por favor.— dijo ella, tomando el celular de su bolsillo y observando este mientras bostezaba.
Luego de un rato de ocio antes de que sus bebidas llegaran, ella desvió la mirada hacia la derecha, observando como debajo, después del pequeño balcón que daba una vista perfecta a la segunda plata, la discoteca, estaba abarrotado de personas de la clase de heroes, logrando observar, gracias a la mutación en su vista, como los amigos de Katsuki bailaban animadamente.
Podía ir, si, pero no quería, después de todo, estaba demasiado cansada de su ostentoso alrededor como para molestarse en convivir con personas con las que no quería estar.
— Aquí tiene, señorita.— dijo el amable mesero, entregando primero.el Whisky, el cual, ella no tardó en llevarse el vaso ancho a los labios, bebiendo de aquel líquido y sintiendo como este bajaba, por su garganta, sintiendo ese típico ardor después de beber alcohol.
Por eso habia pedido un cóctel. Así le sería más fácil borrar esa horrible sensación.
Tal vez, aquel día se acostaría más temprano, no tenía muchas cosas que hacer y, además, quería irse lo más pronto posible de aquel lugar que la detenía de continuar con su plan, no obstante, dormir sería su mejor manera de hacer que la noche pasara rápidamente.
Aunque, ella era una persona más bien nocturna, siendo estos sus momentos de mas energía y, por así decirlo, inspiración para realizar cualquier actividad, siendo los días y las mañanas las que ella utilizaba para descansar y recargar energías.
La menor apoyó su codo en la barra, inclinándose levemente y quedando con la espalda casi recargada en la gran y larga mesa mientras bebía de su cóctel, siendo el centro de varias miradas, algunas de envidia otras realmente lascivas.
Aburrida, ella cruzó sus piernas y observó el elevador, esperando a que alguien saliera de este y la sacara de su aburrimiento. Para su desgracia, la únicas personas que salieron de allí fueron una pareja de hombres mayores de edad que se coqueteaba indiscretamente el uno al otro.
《Si no queda de otra...》, pensó, levantándose de su asiento y dirigiéndose hacia el balcón, donde se asomó y observó con más cercanía la escena en la segunda planta del resort.
Al hacer aquello, su mirada no tardó en encontrarse con la de Mina, quien sonrió y levantó su mano para saludarla, cosa que ella imitó y agradeció, después de todo, aquella acción habia provocado que las personas a su alrededor levantaran la mirada y se fijarán en ella.
La azabache levantó su copa, en señal de saludo, bebiendo de esta y alejándose del balcón, sonriendo al saber que el molesto grupo de moralistas en progreso había notado su presencia.
La chica pasó su lengua por su labio superior,.observando con una amplia y juguetona sonrisa como un grupo de personas se peleaban por quien saldría del ascensor primero.
Cierto alto y escurridizo chico azabache salió con agilidad, sentándose a un lado de la azabache y sonriendo amablemente:— Majakutsu.— sonriente, el más alto la observó.
— Sero.— respondió ella al saludo del aspirante a héroe, desviando la mirada.
— ¿qué hizo una dama como tú para terminar en un sitio como este?— Hanta, quien había pedido un cóctel al sentarse, sonrió juguetón mientras observaba a la azabache.
— Un chico me trató mal.— dijo ella, siguiéndome el juego.
— tienes mal gusto en los hombres.— el chico agradeció al mesero cuando este le entregó su cóctel.
— El no es tan malo, solo es algo estupido, pero es lindo.— dijo ella, acariciando la boquilla de su copa com su dedo índice, observando a Sero.
El azabache se llevó la copa a los labios, bebiendo de esta sin despegar su mirada de la chica, sonriendo ligeramente.
— ¿Por qué no estás con tus amigas?— preguntó Sero de repente, ella levantó sus cejas y sonrió.
— Sakura está en el spa y suele hablar con su novio en la noche, Inuko está durmiendo, duerme cuanto puede, ya lleva un día.— dijo la azabache con una sonrisa.— tu eres mi única compañía.
Hanta se levantó, extendiendo su mano hacia la azabache:— ¿qué tal si bajamos un rato y bailas conmigo?— ella lo observó con duda.— Vamos, no muerdo.
— Tú no, pero, yo si.— respondió ella con una sonrisa juguetona, tomando la mano de Sero y caminando delante de este, mientras el aspirante a héroe la observaba caminar con una larga sonrisa.
— No te veo muy triste por la ruptura con Kaminari.— comentó Sero, caminando a la par de la azabache que se dirigía hacia el ascensor.
— La vida es mucho más que lanzarse a llorar por un chico.— la chica comodó su gabardina y sonrió, apoyándose en una de las paredes del ascensor, cruzada de brazos.— No tengo porque sufrir por alguien que estaba conociendo y que no me supo valorar.
El azabache sonrió, hundiendo uno de los botones del ascensor, haciendo que ella ladeara la cabeza con confusión:— La discoteca está abajo.— dijo ella.
— Mi habitación está arriba.— se limitó a responder el azabache, dándole una sonrisa juguetona antes de hacer que las puertas del elevador se cerraran.
Después de media hora charlando, tanto Sero como Majakutsu se observaron por un largo minuto, y, sin meditarlo, él juntó sus bocas en un beso apasionado. Sus leguas rozaban insasiablemnte con afán de tener el control.sus cuerpos se pegaban cada vez más al del otro, mientras las temperaturas de estos aumentaban.
Las manos del aspirante a héroe descendieron hasta el trasero de la chica y luego hasta sus piernas, sosteniendo estas con firmeza y levantandola para poder llevarla hasta hasta su cama, donde la tiró bruscamente. Sero solo la deseaba, la deseaba con locura, ella era la dueña de sus sueños húmedos. Por más que Denki fuese su amigo, no logró aguantar mucho tiempo.
Porque entre más prohibida era, eso solo le hacia desearla más.
El azabache puso seguro a la puerta de su habitación, quitándose la camisa mientras caminaba hacia ella, haciendo que la femenina pudiera deleitarse con el tonificado cuerpo de Hanta, quien se sentó en la punta de la cama, agarró fuertemente sus tobillos, y la arrastró por la cama hasta dejar sus piernas colgando fuera de esta. Sero le regaló una sonrisa traviesa a Majakutsu, quien sentía su mirada intensa sobre su cuerpo.
Cuando esta quiso darse cuenta, el ya se encontraba arrodillado entre sus piernas, ahora subidas en los hombros de Sero, quien retiró rápidamente su pantalón, para, posteriormente, pasar sus labios por encima de su ropa interior.
Cuando Sero sonrió e hizo la ropa interior de la más baja a un lado, instantaneamanete esta exhaló, sintiendo la lengua del azabache acariciar sus intimidad, haciéndola arquear la espalda, perdida en placer. La lengua de Hanta realmente hacia maravillas y, cuando este introdujo uno de sus dedos en su interior, ella no tardó en cambiar aquellos jadeos por gemidos, haciéndola llegar al orgasmo.
Hanta cargó el cuerpo de la azabache hacia el centro de la cama, para posteriormente ubicarse entre sus piernas, encima de ella. Besó cada parte de su cuerpo, dejando marcas a su paso.
El vaivén de sus cuerpos mantenía su temperatura corporal alta, ella podía sentir sus manos recorrer rincones de su anatomía que ni siquiera ella conocía. La azabache soltó un largo jadeo al sentir su miembro adentrarse en ella.
Un escalofrío recorrió la espalda de la menor, siendo seguido por una descarga eléctrica que hizo que se estremeciera. Él había aprisionado sus muñecas por encima de su cabeza con una de sus manos, las cuales eran realmente grandes y la retenían sin ningún problema; su otra mano, que hasta entonces solo había estado recorriendo sus curvas, se encontraban ahora sujetando fuertemente la piel de sus caderas, apretandola. El resto de su cuerpo se encontraba entre sus piernas, regalandole un frenesí de placer que no había recibido desde el comienzo de aquel tendioso viaje.
La anchura de su cuerpo permitía que ella mantuviera sus piernas abiertas, sin problema alguno, permitiéndole a él envestirla con comodidad, golpeando cada parte de su interior. Mientras tanto, sus labios acariciaban la oreja de la más baja, soltando jadeos y gruñidos al ritmo de sus embestidas, susurrando su nombre con frecuencia.
— _______....— sus embestidas seguían, ninguno de los dos parecía dar señales de cansancio.
La habitación se llenó de los sonidos lascivos de sus pieles chocar, gemidos y jadeos, gruñidos ahogados. Él no tardó mucho en comenzar a plantar besos en su cuello, dejando algunas marcas en este.
— ¡Joder!— gritó ella, sintiendo como el miembro del contrario se hundía con más profundidad, haciendo sus embestidas aún más rápidas.
Ambos no tardaron en llegar al clímax, siendo él el primero en llegar al orgasmo, su cuerpo se desplomó sobre el de la menor, las respiraciones de ambos estaban agitadas y el sudor recorría sus pieles. Sus pechos subían y bajaban apresuradamente gracias al cansancio, para Sero, aquel habia sido el mejor sexo de su vida, para Majakutsu, aquello había sido solo un buen sexo después de un tiempo en abstinencia.
La chica hizo su cabeza hacia atrás, recostando esta en el espaldar de la silla, pasando su lengua por su labio superior mientras esperaba a que los demás bajaran del autobús.
Su tortuosa semana en el aburrido resort había terminado y, por fin, podría estar al pendiente de sus investigaciones para quitarle a su madre su particularidad.
— Parece que Sakura por fin se volvió loca.— comentó la azabache, observando de brazos cruzados como su mejor amiga refunfuñaba con ira fuera del autobús.
— No está loca, solo está enojada.— respondió Inuko, quien aún se encontraba recostada junto a la azabache, después de todo, tenía mucha flojera de levantarse y caminar hacia la salida del autobús.
— Es la misma mierda.— se carcajeó la asesina, mordiendo sunlabio inferior al observar como Hanta la buscaba con la mirada.
— ¡¿No podían tardar más en entrenar o quedar atrapados en una cueva por un mes?!— le gritó la rubia a los estudiantes del curso de heroes, después de todo, ella no quería irse de aquel resort.
— Hay que bajar antes que Sakura intente matar a mis juguetes.— la azabache cargó a Inuko sobre uno de sus hombros, cual costal de papas, caminando fuera del autobús.
Mientras salía, ella notó las miradas que la observaban con sorpresa, después de todo, se encontraba cargando a otro ser humano sobre su hombro. Al llegar a estar cerca de Sakura, la azabache dejó a Rina en el suelo, quien aún llevaba su antifas para dormir.
Después de todo, dominaba a la perfección el arte de dormir de pie.
Rebuscando algo en su bolsillo trasero, Majakutsu se acercó a su mejor amiga, entragandole una targeta de Debito:— Compra lo que quieras y deja de chillar.— dijo ella, observando como la rubia levantaba las cejas y sonreía.
— Tú si sabes hacer feliz a una mujer.— dijo Yuko, tomando la tarjeta y alejándose mientras arrastraba a Rina, no sin antes plantar un beso en la mejilla de su mejor amiga y tomar sus maletas.
Shoto, quien observó la escena, se acercó a su prometida, la azabache al verlo no tardó mucho en cambiar su gesto inexpresivo por una amplia sonrisa:— Shoto.— dijo ella en forma de saludo.
— Queria preguntarte si quieres pasar las vacaciones de primavera en mi casa, solo será una semana, pero mi padre insistió en invitarte.— mintió, evidentemente no había tenido contacto con Endeavor.
La chica levantó las cejas, sorprendida:— Supongo que podría, hablaré con mi madre
— respondió con una sonrisa.
— perfecto, ¿te importa si le digo a alguien que estamos comprometidos?— preguntó Shoto con seriedad.
Ella levantó las cejas, sorprendida, no le importaba, después de todo, podía decir que era un matrimonio forzado:— Para nada.— se limitó a responder, en un tono de voz bajo y suave.
Kotaro, por su parte, se acercó a su hermana mayor y tomó su mano, llevando las maletas de ambos en su mano libre:— Hermana, vayamos a casa, sabes que a madre le gustaría vernos antes de volver a los dormitorios.— dijo el azabache con una amplia sonrisa.
《Solo son celos de hermano》, repetía kotaro en su mente mientras mordía su labio inferior, siendo su hermana la única que intentaba adivinar que pasaba por su mente.
— Claro — respondió, dudosa, observando a su hermano menor con sospecha —, Nos vemos, Shoto.
El azabache sonrió ampliamente, entrelazando sus dedos con los de su hermana mientras, felizmente, caminaba junto a ella, ignorando por completo sus alrededores y el hecho de que varias miradas furtivas lo observaban con desdén.
Narra _______ Majakutsu.
Sonreí al verme bañada en carmín, por más morboso que sonara, extrañaba el olor a sangre, la cual era clave de mi trabajo y siempre me acompañaba. Ninguno de los tipos a mis pies estaba muerto, simplemente había cortado, disparado y golpeado en lugares que harían que jamás pudieran volver a levantarse. Por más que me gustaría verlos muertos, Akira me hizo jurar que le daría el placer de asesinarlos ella misma.
El viaje fuera de Musutafu había sido una real molestia, creo que lo único bueno que saqué de ese viaje fueron pos recursos para mi experimento y la atención de uno de los amigos de Denki Kaminari.
Todos son tan estupidos y fáciles de manipular.
Conté mentalmente las balas que quedaban en mi pistola y de inmediato coloqué un silenciador en la boquilla, apuntando al asistente de mi madre:— señorita...se que no nos llevamos bien pero podemos solucionar nuestros problemas...— levanté una de mis cejas, aún sigo sin entender como mi madre permite que alguien tan imbecil la acompañe cada minuto del día.
Como sea, solo quería asustarlo. Apunté a la izquierda y disparé a uno de los hombres que intentaba arrastrarse para escapar, por lo menos lo intentó, sin embargo, nadie escapa de mi. Despues de todo, soy muy perfeccionista con mi trabajo.
— ¡Estas loca! — exclamó el gusano.
Observé a Kotaro y luego suspire, aveces mi hermano podía ser demasiado emocional cuando se trata de mi, cosa que me beneficia demasiado, sin embargo, aveces es molesto.
— Yo solo soy la secuestradora, quien realmente está loca es quien me envía — dije mientras me acercaba al hombre y metía la boquilla de mi pistola en su boca, si disparaba, aquella era una muerte segura —. Si quisiera matarte solo usaría mi pistola y metería una bala en tu cabeza, simple y con cordura.
Siempre he considerado que soy alguien cuerda, por lo menos más que mi madre, claro, no siento empatía cuando asesino a personas que no conozco y tampoco me importa dejar a mi madre sin particularidad, pero ella se lo merece, a demas, ¿por qué debería sentir lástima por personas ajenas a mi? Eso es realmente loco.
— Me pregunto que vertebras dañé — susurré al estar cerca de mi hermano menor, enganchando su brazo con el mío y sonriendo—. Tú, mi querido hermano, serás quien le dirá a madre que está será la última vez que haré este tipo de trabajos para ella. Debo atender mis propios negocios.
— Hermana, no puedes jugar así con mi vida — murmura, seguramente cuidando que el asistente de Akira no lo escuche —. Me hará entrenar hasta el cansancio o seguramente me matará.
Sonreí, que lindo se ve al creer que madre puede dañar mis pertenencias:— Es tu castigo por no haberme confesado lo que me dijiste la otra noche en el resort, a pesar que ya lo sabía.
Kotaro me soltó y se dejó caer en la silla de uno de los escritorios que pertenia, seguramente, a alguno de esos tipos que acabo de dejar inválidos:— No volveré a ocultarte secretos, lo prometo —. Masculla, fingiendo estar apenado, sé lo mucho que odia a Touya, esa parte seguramente le agradó. Al menos sé que ahora de verdad me ama incondicionalmente.
— Te daré un beso de buenas noches si haces lo que digo — prometo, sonriendo y observando a mi lindo hermanito.
— Soy tu hombre.
Sonreí ampliamente y planté un beso en la frente de mi hermano, sellando el pacto y, por ende, embelesadolo para que crea que si hace lo que pido conseguirá siempre este tipo de recompensas.
El asistente de mi madre fulminó a Kotaro con la mirada:— ¿La señora no te dijo que te mantuvieras alejado de ella?
— Mi madre dice tantas cosas que algunas se me olvidan — le responde él.
Odio cuando me toman por tonta y creen que no puedo hablar un lenguaje tan simple como el portugués, una de mis lenguas paternas.
— Kotaro no le dirá eso a la señora Akira — Levanté una de mis cejas al escuchar aquello. —, señorita, usted sabe que Kotara y la señora no se llevan bien.
Esto es realmente molesto:— Refierete a mi hermano con más respeto, no uses un lenguaje tan familiar con él, la gravilla no merece llamarlo por su nombre— escupí con odio, nadie puede maltratar mis cosas y salir ileso de ello.
— Si, señorita — respondió él entre dientes, ni siquiera me molesté en aprender su nombre, eso sería información inútil en mi cerebro.
Kotaro pareció alegrarse por lo que dije, no pude evitar sentirme satisfecha con eso, es tan fácil de complacer que llega a ser realmente lindo.
— Si vuelve a hacer algo como eso, avísame, le arrancaré la lengua para que no pueda volver a hablar —. Tomé el rostro de mi hermano entre mis manos y planté un beso en la punta de su nariz.
Estaria complacida de poder meter mi mano en su boca ya arrancarle los intestinos a ese arrastrado adulador.
Me quité mi gabardina, quedando solo en la camisa escotada sin mangas que solía usar para entrenar o para dormir, soy bastante versátil con lo que uso cuando Sakura no está encima de mi reclamando por mi descuidado aspecto.
Aunque siempre me veo hermosa.
— Lavalo, con agua tibia, no quiero pelusas— ordené, observando al asistente de mi madre—. Hazlo bien, Geoffrey.
— Mi nombre no es — antes de que siquiera pudiera terminar lo miré mal, indicando que, si hablaba, lo mataría—... si, señorita Majakutsu.
El desdén en su voz solo hacia que me sintiera bien conmigo misma, odiaba a ese hombre más de lo que aborrecía a mi madre.
No tardé mucho en llegar a casa y apartarme de Kotaro para correr a mi habitación, siendo obvias mis intenciones de ir y darme un baño para quitarme la sangre que bañaba mi cuerpo.
Porque era obvio que no extrañaba estar con Touya.
Me pregunto si en algún momento, si sigo fingiendo, ¿creeré que mi odio por Touya es el único sentimiento en mi? En parte, me preocupa que si sigo fingiendo olvide por completo lo que es real.
Deje de odiar a Dabi hace mucho tiempo, el solo se había convertido en un mal sueño del pasado, pero, cuando pasamos tiempo juntos, cuando dormimos juntos. Todo se siente como los viejos tiempos.
Cuando solía creer en el amor, cuando solia creer que mi sueño se haría realidad.
Luego, sale el sol y vuelve la realidad, y caigo en el hecho, de que no hay marcha atrás y jamás volveré a ser la misma persona, jamás volveré a ser la misma niña ingenua que dio su corazón a quien no debía.
Porque, de hecho, lo que le había dicho a Touya el día del cumpleaños de mi madre era cierto.
Ya no tengo sentimientos, mucho menos por él.
Él sonrió como gato al verme, después de encontrarnos mientras caminaba por los pasillos en dirección a mi habitación:— Te dije una vez que el rojo era tu color, pero tampoco debías tomarlo tan en serio —. Tomé un florero que había en una estantería cerca y le tiré el agua de este a la cara.
Touya no se preocupó en protegerse. Se sacudió el cabello como perro mojado y me echó el agua hasta dejarme empapada. Al final salí corriendo mientras su risa me perseguía por los pasillos de la residencia de mi madre.
Cuando me atrapó, después de todo yo se lo permití, él me tomó en brazos y me llevó hasta mi habitación, que se había convertido también en el lugar donde él solía dormir cuando yo estaba en casa.
Al llegar, me dejó en el suelo, mientras sus grandes y fuertes manos aún sostenían mi cadera y yo podía sentir su respiración en mi cuello.
— Te extrañé, mucho —. Susurró en mi oído, razón por la cual me giré hacia él y lo encaré.
— Solo fue una semana — respondí.
— Cada día sin ti se siente como una eternidad— confesó.
Retrocedí, todas esas estupideces románticas habían dejado de ser importantes para mi, lo único importante era el poder, el conocimiento, el dinero. El amor solo era algo inútil.
Por cada paso que daba, Touya avanzaba otro, razón por la cual mi espalda terminó chocando con mi librero, para que luego, de forma ligeramente brusca, pero sin herirme, sus manos se colocaron en mis muñecas y me recargó con fuerza contra el estante.
Desvie mi mirada, indiferente, evitando verlo.
— ¿Acaso tu no me extrañaste?— levanté una ceja ante su estupida pregunta.
— No.
Él pareció no creerme:— ¿Segura?— su tono sonaba más grave de lo usual, mas masculino.
Reconocía ese tono, es el tono que siempre usa cuando quiere provocarme. Él poseía una amplia sonrisa, una sonrisa que siempre hacía cuando teníamos sexo. Era una sonrisa torcida y coqueta, sus ojos se tornaron más oscuros y una se sus piernas se colocó entre las mías, rozando su rodilla con mi feminidad.
Touya era bueno en muchas cosas, y provocarme era una de ellas.
Lo tomé del cuello de la camiseta y sin esperar mucho junté nuestros labios, sintiendo como él sonreía mientras nos besábamos.
Sus manos tomaron mis muñecas para colocarlas arriba de mi cabeza mientras me besaba. Nuestras lenguas jugueteaban en un húmedo y asfixiante beso y, mientras nos besábamos, su rodilla rozaba mi intimidad.
Era tan asfixiante y se sentía tan bien.
Una sonrisa victoriosa se posó en sus labios, soltando mis muñecas, que dolían gracias a la fuerza ejercida en ellas.
— Si esto te hace creer que me acostaré contigo ahora estás mal —. Su sonrisa se borró, razón por la cual yo sonreí, apartandolo y comenzando a quitarme las ensangrentadas prendas que cubrían mi cuerpo.
Sonreí ampliamente y, contonenandome, me acerqué a la puerta que llevaba a mi baño personal, abriendo esta y encerrandome.
Si lo deseaba, pero no planeaba tener sexo cubierta de sangre ajena.
No tardé mucho en bañarme, fuera de la creencia popular, las mujeres solo tardamos mucho tiempo en el baño para molestar a otros o porque tardamos mucho tiempo en nuestros conciertos imaginarios. O por lo menos esa es mi situación, no planeo generalizar.
Al salir me encontré con un impaciente villano, esperame, sentado en mi cama.
Touya no tardó mucho tiempo en caminar hacia mi y tomarme de la parte trasera del cuello y juntar nuestros labios en un desesperado beso, guiándome hacia la cama y tirándome bruscamente sobre esta, mientras yo lo miraba quitarse la camiseta.
Él sonríe ampliamente para luego saca de un cajón una caja de condones y un lubricante.
Touya retiró la toalla que cubría mi cuerpo, comenzando a masajear mis pechos y haciéndome suspirar, cerrando mis ojos ante las sensaciones que él provocaba en mi, mientras, con su otra mano, metia de golpe uno de sus dedos en mi intimidad.
— Touya...— mordí mi labio, intentando evitar soltar un gemido.
Mientras me besaba y sentía nuestras lenguas juguetear, su masculinidad rozaba mi entrada, sin embargo, me concentré en sus labios mientras él, de golpe, se introducía en mi, haciéndome ahogar un largo gemido.
— Se siente tan jodidamente bien — susurró en mi cuello, procediendo a besar este mientras arañaba su espalda mientras sentía mi feminidad ser llenada por su miembro, entrando y saliendo en mi en un compás lento.
Él adoraba hacerme sufrir.
Touya se acomodó en la cama, tomando mis piernas y colocandolas en sus hombros.
— Joder.
Escucho la cabecera de la cama golpear contra la pared bruscamente después de ser embestida por él, arrugué las sabana con mis uñas al sentirlo completamente dentro.
Sus embestidas comenzaron a subir de velocidad, haciendo que pudiera escuchar el ruido de su cuerpo uniéndose al mío una y otra vez, junto con los sonidos de la cabecera de mi cama chocando contra la pared.
Se sentía tan jodidamente bien.
Yo mordía mis labios para evitar gemir mientras él de vez en cuando soltaba gruñidos y leves suspiros. Sus embestidas eran rápidas y toscas, pero, se sentían realmente bien.
— Quiero escucharte, niña.— rió levemente, alzando mis caderas y entrando en mi con más profundidad.
Mi labio se rompió gracias a la fuerza con la que lo mordí, haciendo que el sabor metálico de la sangre se sintiera en mi boca.
— Sabes que me encanta escucharte gemir.
Lo miré con lágrimas en mis ojos mientras cubría mi boca con el dorso de mi mano.
Joder, esta es la única forma que quiero que me hagan llorar.
Touya me sonrió luego de salir de mi, por lo cual, lo observé, confundida. Claro que mi confusión solo duró hasta que me dio vuelta y yo quedé boca abajo en la cama, haciéndome casi imposible no sentir como tomaba mis caderas y me obligaba a alzarlas.
Extendí mi mano para alcanzar una almohada, sin embargo, el fue más rápido, la agarró y la lanzó lejos.
— Voy a oirte gemir.
Sus manos bruscamente se colocaron en mi muñeca con fuerza y de imprevisto entra en mi nuevamente, pero esta vez, siendo más brusco y descuidado.
Normalmente no permitiría esta clase de comportamientos, pero, se siente tan bien que lo dejaré pasar.
Con una de sus manos tomó mis muñecas y con la otra acarició mi cuerpo y la colocó en mi cabeza, entrando de manera tosca en mi y haciéndome alzar las caderas.
— ¡Touya!— gemía con fuerza al sentirlo contra mi.
En aquella posición lo tenía más adentro y el entraba con brusquedad. Sentí como se inclinaba contra mi mientras me embestida bruscamente, haciéndome llorar por el placer que sentía. Un cosquilleo invadió mi vientre mientras lo sentía entrar y salir de mi, llevándome lentamente.
— ¡Sigue así, Touya!— gemía mientras sentía su mano acariciar mi espalda y agarrar mi trasero.
Sus embestidas subieron de velocidad, incluso, podía escuchar su cuerpo chocando con el mío rápidamente mientras yo me perdía entre las inmensas descargas de placer. Sentí un fuerte cosquilleo en mi vientre, haciéndome soltar un fuerte gemido.
— Touya...— dije entre gemidos, girando mi cabeza para intentar verlo, observando como sonreía mientras chocaba su cuerpo contra el mío.
— Maldita sea — gruñó—. Me estás apretando.
Sus embestidas subieron de nivel, llegando ya al punto de convertirse en salvajes, yo ya no reprimía los sonidos lascivos que salían de mi boca. Me encantaba aquella sensación.
La mano que se encontraba en mi cadera se dirigió a mi abdomen, y, bruscamente, me hizo levantarme levemente:— Por Dios.— gemía mientras su mano acariciaba mis pechos.
Sentí mi feminidad envolver su miembro y una calidez inundó mi abdomen bajo, gemí fuertemente al llegar al clímax.
Deje mie cuerpo caer sobre la cama bruscamente, boca abajo, mientras sentía mi respiración cortada e irregular. Touya si que sabe lo que me gusta.
— Aún no he terminado, no seas tan egoísta— dijo él, burlón.
Vuelve a ingresar en mí y yo suelto un fuerte gemido mientras aruñaba las sábanas, ya estaba totalmente sensible y sentía mis fluidos resbalar por mis muslos.
Él siguió embistiendome fuertemente e inconscientemente encajaba sus uñas en mis caderas, para luego embestirme salvajemente por una última vez para luego escuchar un sonoro gruñido salir de mi.
Caí boca abajo con mi respiración irregular, mientras sentía mi feminidad totalmente húmeda.
Touya se tumbó a mi lado, respirando, agitado, después de todo el habia hecho todo el trabajo:— ¿Que decías sobre no extrañarme?— me observó con una sonrisa burlona.
Bufé, sonriendo y desviando la mirada:— idiota.— su risa grave no tardó en escucharse antes de envolverme en sus brazos.
Hola a todes ¿cómo están?
Disculpen la tardanza la verdad estaba demasiado ocupada esta semana con los asuntos del colegio ya que salí de vacaciones recientemente.
Dado que por fin todo vida casi vale pues ya va a tener capítulos más seguidos y más constantes perdonen mi ausencia de esta semana.
Pensé que si Maja narraba hoy sería algo genial.
En fin, espero les haya gustado el capítulo, no duden en dejarme su opinión.
Gracias por leer.🥀
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