
V E I N T E
— Manoban — Grita Jennie detrás mío. Solo la ignoró y continúo caminando por el pasillo de la academia.
Al llegar hoy a la academia la primera persona con la que me crucé fue con Jennie, quien me sonrió como si nada e intentó hablar conmigo. Pero oh, claro que no se lo permití. ¿Cómo podía simplemente desaparecer todo el fin de semana cuando sabía el importante trabajo que debíamos entregar dentro de unos días?
No me era tan fácil perdonarlo. Había estado preocupada todo el fin de semana y que llegara a verme como si nada solo había logrado que me molestara con ella. Así que desde que la vi en la puerta he decido ignorarla y caminar como si nada.
— Manoban ¿Qué te sucede? ¿Por qué huyes de mi?
Sigo ignorandola y camin aun más deprisa por los pasillos.
— ¿Es por qué no respondí a tus mensajes? —mi silencio parecer ser su respuesta y entonces el sonido de sus tacones chocar contra el piso se detiene, y la escucho soltar una risa— ¿En serio me estás ignorando por eso? De ser así mínimo déjame explicarte mis razones.
— No.
— Pero Lisa, no seas infantil —de nuevo puedo escuchar sus tacones. Otra vez me está siguiendo.
— No.
— ¿Por qué merde sigues diciendo que no?
Esta vez he sido yo quien se ha detenido, provocando que la espalda de la castaña chocara contra mi espalda.
— Aw, es la primera vez que te escucho decir una mala palabra —Jennie hace una mueca— ¿Sabes? Las groserías en Francés se escuchan curiosas, fue de las primeras palabras que quise aprender cuando comencé a estudiar el idioma.
— No suelo decirlas...—bufa—. Bien, Manoban, ahora que te has detenido ¿Piensas dejarme explicarte la razón de mi ausencia?
— Ne pas —vuelvo a correr por el pasillo.
— No puedes hacerme esto. ¡Manoban tengo tacones, voy a terminar, o torciendome el tobillo o cayendo al suelo, u en el peor de los casos ambas cosas!
Decido ignorarla y seguir caminando. Ni siquiera se a donde voy, pero yo solo camino.
— Ah, ah, ah —escucho unos quejido detrás de mi—, mi pie, mi pie.
— ¿Qué ocurre? —pregunto acercándome algo preocupada.
Jennie señala su pie que se encuentra desnudo, esto gracias a que se ha quitado sus tacones.
— Creo que si me terminé torciendo el tobillo.
Ahora me sentía culpable.
— Déjame ayudar-
No he terminado de hablar puesto que me ha sujetado del brazo hasta introducirme a un pequeño cuarto de limpieza junto a ella.
— ¿Qué haces? —puedo darme cuenta de que ella puede caminar como si nada, así que me engañó, no se torció nada—. Eres una...
—¿Una qué?
— Una tramposa.
— ¿Tramposa? —ha reído— He hecho esto porque si no nunca íbamos a hablar.
— Te estás haciendo una mala jovencita, Kim. Primero dices malas palabras palabras y ahora me mientes.
— Es tu mala influencia.
— ¿Yo mala influencia? —dije sarcastica—. No he sido yo quien ha desaparecido todo el fin de semana sin dar señales de vida a sabiendas de que tenemos una coreografía por entregar.
— Pareces una novia celosa reclamandome por no haber contestado.
— ¡No lo digo por eso! —he dicho algo a la defensiva—...solo me preocupa mi calificación.
— ¿Segura?
— Demasiado segura, Kim.
— Ahora también dices mi apellido.
— Creo que será algo nuestro llamarnos por nuestros apellidos.
Un silencio llena la habitación. Ambas nos observamos mutual por unos breves instantes, y por alguna razón mi mirada se detuvo en sus labios por un segundo. Luego de nuevo la miré a los ojos, los suyos también miraban mis labios. Extrañada por esta nueva sensación, comenzamos a acercar nuestros rostros lentamente, hasta tal punto de que nuestras respiraciones chocaban. Sentirla cerca me reconfortaba.
— ¿Hay alguien ahí? —la puerta se abre, dejando ver consigo al encargado de limpieza. Las cabezas de ambas giran al mismo tiempo—. Oh, perdón, pero ¿Qué hacen aquí?
— Buscábamos mi pulsera —ella señala una que se encuentra en su muñeca—, pero como ve ya la hemos encontrado. Discúlpanos por haber entrado.
Jennie sale como si nada y camina por el pasillo. Ella ha salido tan tranquila...como si nuestros labios no hubieran estado a unos centímetros de tocarse.
Yo tardo un poco en recuperar la compostura, pero al final termino por seguirla.
¿En qué momento habíamos pasado de estarnos persiguiendo de manera infantil a estar punto de que nuestros labios se tocaran? Y sobre todo ¿Por qué estuvimos a punto de besarnos?
Al caminar por los pasillos nos encontramos con Wendy.
— Hey chicas —dice sonriendo.
— Wendy ¿Qué haces aquí? Pensé que estudiabas en otra académia.
— Asi es, solo he venido porque la directora me citó para hablar conmigo, pero siendo sincera no tengo idea sobre que.
Seguí hablando con Wendy durante unos minutos. Jennie ni siquiera se molestó en saludarla, solo le limitaba a estar a mi lado, sin decir o hacer cosa alguna. Después de un rato la castaña y yo nos quedamos solas, pero su mirada era distinta. Parecía molesta.
— Eh, ¿Qué ibas a decirme sobre el fin de semana? —pregunté intentando que el ambiente no fuera tan tenso.
— No contesté porque estaba donde mi padre, tuve que irme de imprevisto y me llevé un cargador que no era. Preferi no comprar otro porque pasar unos días sin mi celular no me haría mal. Es todo.
— Siento haber exagerado.
— Sí, tampoco te debo tantas explicaciones.
¿Ahora qué le sucede?
— Bien...vamos a clases —murmuro.
Las dos nos dirigimos hacia el aula. Nos tocaba con el profesor Abraham, así que iríamos juntas. Al llegar tomamos asientos separados. Ni siquiera yo supe por qué lo habíamos hecho, pero yo quedé hasta atrás y Jennie se sentó al frente. Supongo que no nos pusimos de acuerdo.
Después de unos minutos el profesor entró al lugar, pero no venía solo. Detrás de el venía una chica de cabello negro que reconocí.
Es Momo. La chica que se quejó de que yo hubiera ganado la beca, esto gracias a mi tropiezo.
¿Qué está haciendo aquí?
Ella caminaba de manera segura frente a las mesas donde nos encontrábamos sentados. Eso la caracterizaba, era segura de si misma y eso hacía sus movimientos aun mejores.
El profesor se paró frente a nosotros y la señaló.
— Ella será su nueva compañera. Es algo de impercance y que no solemos hacer cuando el curso empieza pero esta vez hemos hecho una excepción.
Ya llevaba más de un mes aquí en la academia, y vaya, el tiempo realmente pasaba volando.
— Puedes presentarte —le dice el profesor a la pelinegra, quien sin dudar comienza a hablar.
— Bonjour —hace una pequeña reverencia—, mi nombre es Hirai Momo, soy Japonesa y tengo diecinueve años.
¿Japonesa? Entonces ¿Qué hacía en Tailandia?
El profesor le indica que se siente en uno de los lugares libres. Ella obedece y por alguna razón va directamente hacia donde Jennie, a la cual le sonríe como si la conociera.
— Sé que les dije que el jueves debían entregar su coreografía —comienza a decir el profesor Abrahan—. Sin embargo, les daré tres semana más para que puedan presentarla. Esto con el detalle de que deberán presentarla en el auditorio con un vestuario adecuado y frente a la directora de la academia.
Puedo escuchar a todos mis compañeros comenzar a murmurar cosas respecto a la información que nos acaba de ser dada. Yo no puedo evitar sentirme nerviosa. Ya una vez lo arruiné frente a ella ¿Qué sucedería si lo volvía a hacer? ¿Pensaría en echarme?
Negué con la cabeza, intentando alejar esos malos pensamientos de mi.
— ¡Hey! —exclama el profesor atrayendo la atención de todos—. Dejen de murmullar, no he terminado.
Todos guardan silencio, expectantes a lo que el profesor esta por decirnos.
— Bien, les he dado tres semanas porque, bueno hay una razón por la cual la directora estará presente y es por la competencia "Danse Divin". Ya que la pareja que haga la mejor coreografía irá a representarnos.
Había oído hablar de esa competencia cientos de veces. Era la más importante del país. Primero era regional, entre todas las academias de la ciudad y el estado. Después era nacional, la mejor pareja del país. Lo siguiente era internacional, la mejor pareja del mundo. Esto era otro nivel. He de decir que en algún momento de mi vida desee participar, pero nunca creí que se daría la oportunidad.
— Les deseo suerte. Hoy daré lo restante de mi clase libre para que puedan prepararse.
Todos salen detrás del profesor por medio de la puerta, comenzando a dejar vacía el aula. Yo me encuentro recogiendo mis cosas, y me doy cuenta de que solo quedamos Momo, Jennie y yo en aquel espacio. Las otras dos chicas hablaban frente a mi.
Les paso por un lado con mi mochila sujetada con mis manos. Sin embargo, alguien me impide salir.
— De nuevo nos encontramos, Lisa —murmura Momo atravesandose en mi camino.
— Creo que nunca tuvimos un encuentro —me cuelgo la mochila por la espalda y me aferro a las cuerdas de esta—. El que hayamos competido por la beca no quiere decir que se tratara de un encuentro porque en realidad nunca hablamos.
— Da igual —sonríe—, el punto es que me has ganado y aun así estoy aquí.
— Es bueno de saber, eres realmente buena y lo mereces.
— ¿Es todo? —he asentido—. Es hipócrita por tu parte decir eso teniendo en cuenta tu reacción cuando el profesor Abraham te defendió.
— ¿Qué reacción?
¿De que hablaba? No lo entendía.
— Ya sabes, seguro te alegro que me humillara frente a todos.
— No, en realidad no. Pero se lo agradezco, porque tu estabas desmeritando mi esfuerzo.
— ¿Desmeritando? Solo dije la verdad, ellos te dieron la beca pero no la mereces.
— Ellos son los expertos sabrán porque hacen las cosas ¿No lo crees? —escuché decir a Jennie, quien se encontraba sentada en la mesa que estaba a nuestro lado.
Me sorprendió que se metiera a la conversación, sin embargo no repliqué al respecto.
— ¿La piensas defender, Jennie?
— No la defiendo, solo digo la verdad —ella se levanta y se sitúa en medio de nosotras—. Ahora, dejen de discutir porque provocando que me duela la cabeza. Lisa, ve a la sala de ensayo donde estuvimos la última vez, yo iré ahí en unos momentos.
Momo alza sus cejas en señal de sorpresa, pero no dice nada.
— Está bien, te espero.
He ido en dirección a la puerta, solo que antes de salir escuché la voz de Jennie llamándome.
— Manoban —ella logra captar mi atención y de nuevo me giro hacia ella—, ve por tus zapatillas de ballet. Las necesitarás.
Sonreí. Todavía me ponía nerviosa el tener que bailar ballet, pero haría mi mayor esfuerzo.
Fui a los casilleros que habían en la sala de práctica y saqué mis zapatillas que había dejado ahí el viernes. Me siento sobre uno de los bancos que hay pegados a la pared y comienzo a ponermelas. Me pongo de pie y comienzo a intentata acostumbrarme a los zapatos. Hace mucho que no usaba unos similares.
Intenté dar unas cuentas vueltas y comenzar a caminar de puntillas. Pero de alguna manera choqué contra alguien a quien conocía, pero que no esperaba ver ahí.
Por alguna razón me encontraba frente a Park Jimin.
Oh, no sucedería nada bueno en este encuentro, y no tenía dudas.
Merde: Carajo-Mierda
Ne pas: No
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro