Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

T R E C E

Salgo corriendo del edificio. Hoy se me hizo tarde para mi primer clase. Roseanne se despertó temprano y no pensó en que quizá sería buena idea avisarme que era hora de despertarse cuando vio que mi despertador no sonaba. Al final ella había llegado temprano a la academia y yo me encontraba corriendo en un intento de no llegar tan tarde.

Es la primera vez que tengo esta clase ya que debido a los acontecimientos de la semana pasada, no se dio la oportunidad de tenerla antes. Ahora que era mi primer día en ella daría una mala impresión. Aunque llegar tarde no era algo que no me sucediera, porque cuando iba en la preparatoria lo hacía todo el tiempo, pero ahora que dependía de una beca para estudiar debía aplicarme y ser lo más correcta posible.

Al llegar a la academia me apresuro a caminar por los pasillos y al hacerlo me choco contra alguien.

Désolé  —Agarro mi celular que cayó al suelo—. Debo irme, Désolé.

Nuevamente salgo corriendo por el pasillo, y cuando estoy frente a la puerta de mi clase, puedo darme cuenta de que esta encuentra cerrada. No abierta para que logre tener acceso a la clase.

La clase ya empezó.

Toco la puerta y logró escuchar un "adelante" en francés. Suelto un suspiro antes de abrir la puerta. Hay una señora que supongo es la profesora, cabello rubio y lacio, con unos lentes colgandole por medio de la blusa. Al verme se coloca estos, me observa ciertamente sorprendida y algo molesta.

— Esto...yo, ¿Puedo pasar a la clase?

— ¿Sabe que llegó tarde verdad señorita...? —hace ademán de que indique mi nombre, a lo que hago una pequeña reverencia mientras que lo digo.

— Lalisa, Lalisa Manoban —cuando devuelvo mi vista hacia ella después de la reverencia me dedica una mala mirada—. Désolé. Prometo no llegar tarde de nuevo, prof.

Suspira. Parece tener una lucha consigo misma para saber si dejarme o no pasar.

— Adelante, señorita Manoban. Pero la próxima vez en absoluto la dejaré pasar. Deben comprender el nivel y disciplina requerido en una academia como esta —protesta—. Por favor tome asiento en el puprite que está frente a a la castaña.

— Jennie —escucho una vocecilla a mis espaldas que, sin duda alguna conozco. Me giro hacia donde proviene y puedo encontrar a una castaña sonriendo—. Mi nombre es Jennie.

— Por favor, Lalisa, tome asiento frente a la señorita Jennie —comenta la profesora ya algo cansada.

Jennie quita algunas cosas que al parecer son suyas, del puprite frente a ella, donde la profesora me indicó que me sentara. Ella da unas leves palmadas sobre la silla del mismo, indicando que me siente. Hago caso a lo que me pide. Ya no quiero molestar más a la profesora, ya ha tenido suficiente con dejarme pasar a su clase. Tomo asiento y dejo mis cosas sobre la pequeña mesa que tengo. Puedo escuchar la silla de atrás soltar un chirrido y cuando me volteo, puedo darme cuenta de que Jennie ha acercado su silla aún más hacia la mía.

— Al parecer seremos compañeras, Manoban —susurra en mi oreja, esto con su vista fija en la pizarra de la profesora, y fingiendo escribir algo en la hoja vacía de su libreta .

— Eso parece.

— Es una inesperada sorpresa, pero una bastante grata.

— Opino lo mismo —confieso mientras que abro mi libreta. Su rostro esta demasiado cerca a mi cabello, puedo lograr sentir su respiración acariciando mi oreja. Esa cercanía logró inquietarme un poco. También me pone algo nerviosa.

Escuché un pequeño refunfuño de sorpresa detrás de mi.

– ¿Has dicho que te pongo nerviosa?

¿Qué?

Me giro hacia ella, bastante sorprendida. Ella parece corresponderme con su ceño fruncido y sus labios rectos. Al parecer ambas estábamos anonadadas debido a mi reciente "confesión".

— Lo dijiste en voz alta —explica.

— Señorita, Kim. Por favor preste atención a la clase —dice la profesora. Jennie hace caso a su pedido y aleja su puprite del mio, no sin antes murmurarme algo.

— Se un poco más cuidadosa, no queremos que la gente de por ahí se esté enterando de tus pensamientos.

La clase transcurrió con normalidad. Al parecer esta sería una de esas clases extras que tendría. Me había tocado Instrumentos y por eso una clase junto a Jennie, que cursaba esta como materia principal.

Después un rato la profesora ha mencionado que como primera actividad deberíamos elegir un instrumento para tocar. Pero que esa decisión no dependería de nosotros, si no de unos papeles aleatorios elaborados por ella misma.

— ¿Quién quiere ser el primero en agarrar uno? —Jennie, al oirla, se ofrece de voluntaria y agarra uno de los papelitos que se encuentran esparcidos por el escritorio de la profesora— ¿Cual le tocó, señorita?

Ella muestra el papel que está entre sus manos.

— Violín —responde.

—Perfecto, Jennie puede sentarse —esta obedece y se sienta detrás de mi.

Pasan unos minutos en los cuales van pasando personas por el trozo de papel, para así mirar que instrumento le has tocado. La última en mirarlo soy yo. Así que solo me queda por agarrar el último que ha quedado. Cruzo los dedos porque no me toque algo demasiado complicado. Al notar el nombre escrito no puedo evitar que mis ojos se abran en clara sorpresa y temor.

— ¿Cuál le ha tocado, señorita? —pregunta la profesora.

— P-piano.

Jennie alza una ceja al mirar mi cara. Parece confundida, pero en un intento de retener una sonrisa. Al parecer le divierte la situación, o más bien la horrible cara que seguramente tengo plasmada en estos momentos. Ella es asombrosa con el piano ¿No pudo ser a ella a quien le tocara esto? Aunque si lo pienso con tranquilidad, cualquier instrumento que me hubiera tocado, se me habría complicado debido a que nunca en mi vida he tocado uno.

Me siento en mi lugar y momentos después la profesora nos entrega a cada quien una partitura que debemos tocar en la siguiente clase. Miro la hoja que yace sobre mis manos. No entiendo absolutamente nada de lo que está escrito. Vienen signos extraños que no logro comprender.

— Voy a reprobar esto —murmuro.

— Lo sé —confiesa Jennie detrás de mi.

Me giro hacia donde ella, y le dedico una mirada de reproche.

— Gracias, Jennie. Tus palabras me animan bastante.

— Tu lo has dicho antes —refunfuña—. Yo no. Pero es fácil de saber teniendo en cuenta tu cara.

— Nunca, en mis dieciocho años de vida, he tocado un instrumento.

— Muchos detalles con eso de decirme tu edad.

No puedo evitar rodar los ojos al oirla. Suelto un suspiro mientras que giro mi cabeza de vuelta al frente. Mi mirada fija en la profesora que se ha puesto de pie.

— Te veo después de clases en la sala donde se encuentra el piano blanco —susurra Jennie, tomándome por sorpresa. Intenté girarme hacia ella, pero me lo impidió sujetando mis hombros con firmeza—. No llegues tarde, Manoban.

La clase continuó con normalidad. Sin embargo, me pareció extraño que Jennie me citara en aquella aula así de imprevisto. Quizá quería ayudarme, pero aquello seguía siendo extraño.

Cuando la clase dio por concluido. Fui a la próxima, que de trataba de "Canto". Otra de mis cuantas clases extras además de estudiar baile. Al entrar al aula me encontré a Joy.

Bonjour, Lisa —saluda sonriente.

Bonjour.

— ¿Qué tal estás?

— Estoy bien.

— Me alegro —entonces su semblante cambió y ahora tenía unos enormes ojos que parecían llenos de curiosidad—. Oye ¿Dónde estuviste la noche de la fiesta? Después de que te caíste en la fuente con Jungkook y Jennie fue detrás de ti, no supe más de ti. Aunque tampoco pregunté a la mañana siguiente debido a que estaba dormida que despierta.

Oh, hubiera preferido no recordar aquella noche.

— Eh, Jennie me ayudó a cambiarme y me llevó a una de las habitaciones de arriba para que pudiera dormir.

No era mentira. Pero había omitido un par de cosas, por ejemplo, cuando desperté la mañana siguiente y me caí de la cama al suelo, ganandome una burla por parte de la castaña. O también que esta misma me habia llevado en su auto hasta mi departamento.

— Oh, que amable por su parte —comenta sorprendida—. Jennie no suele ser el tipo de persona que, bueno, ayuda a los demás.

— No parece que no lo sea.

— Ella es buena persona, claro, pero a veces es algo...seria, por decirlo así.

— Se nota —he mencionado recordando su actitud cuando jugábamos al "Yo nunca..."

La profesora entra por la puerta y procede a dar la clase. En una ocasión comienza a probar con todos distintas partes de una canción, por alguna razón decide pasarme también a mi y me da el micrófono. Algo nerviosa leo la letra e intento cantar siguiendo el tono de la canción, cosa que se me dificulta un poco al no conocer esa melodía hacía apenas unos pocos minutos. A pesar de las circunstancias la profesora elogió mi voz y dijo que si seguía practicando podría llegar a cantar bastante bien.

Bien, creo que algo menos de que preocuparme.

Cuando todas mis clases del día terminan. Decido ir al aula donde he quedado de encontrarme con Jennie.

Camino por los pasillos en busqueda de la puerta beige que da al aula donde quedé con ella. Al encontrarla, me doy cuenta de que está entreabierta, y una dulce melodía proviene del interior. Me acerco y asomo mi cabeza por el marco de la puerta. Jennie se encuentra tocando el piano. Sus ágiles manos se mecen sobre las teclas, y su cabeza hace movimientos de un lado a otro. Cuando termina me adentro al lugar.

— Tocas maravilloso —confieso.

Merci.

— ¿Desde cuando tocas el piano? —pregunto mientras me siento a su lado. Aquello parece tomarla por sorpresa, ya que se hace un lado para que nuestros cuerpos no se toquen.

— Creo que a los cuatro años tuve mi primera clase de piano —murmuró—. Cabe destacar que esta fue dada por mi madre.

— Todo tu esfuerzo ha dado sus frutos ¿No lo crees?

— Supongo que sí, soy buena en el.

- Es una lastima que no te haya tocado en la clase.

— En realidad no importa —menciona mientras se encoje de hombros—. El Violín también se me da bien, y me gusta.

— Oh, ahora que lo recuerdo —he sacado la ropa que había guardado en la mochila—. La ropa que me diste para dormir el día de la fiesta. Gracias.

Ella la sujeta.

— ¿La lavaste? —pregunta al verla perfectamente doblada.

— Por supuesto, no podía entregarte algo sucio.

— Está bien.

Jennie guarda la ropa en su bolsa, y después vuelve a posar su vista al frente.

— ¿Para que me has citado aquí?

— ¿Quieres pasar la clase? —cuestiona. Yo asiento en respuesta—. Entonces yo te enseñaré a tocar piano, o tan siquiera lo básico y la partitura que debes presentar dentro de dos días.

— ¿De verdad? —sonríe—. Me estarías salvando, Kim.

— No hay problema.

— Pero ¿Tu no necesitas practicar también para la clase?

Jennie ríe.

— Créeme, Manoban. No lo necesito, me se de memoria la partitura que la profesora me entregó, así que no tengo porque practicar algo que me sale a la perfección —hace una mueca—. En cambio puedo ayudarte a ti, que nunca en tu vida has hecho esto.

— Entonces ¿También te sabes la partitura que me ha tocado a mi?

— Así es. Son piezas básicas, se supone que cualquiera que estudie piano debe saberlas —frunco los labios—. Hablando de eso ¿Tienes la partitura contigo?

— Sûr.

Se la entrego y ella la pone sobre un soporte que esta encima del piano. La extiende con suavidad y después de darle una corta mirada, comienza a tocar con sus ojos fijos en las teclas, sin necesidad alguna de tener que mirar de nuevo la partitura. Cuando termina me quedo boquiabierta. Sonó fantástico.

— Así, tal cual lo he tocado, debes hacerlo tú.

— Olvidalo, nunca podré hacer esto.

Intento levantarme del banco, cosa que Jennie me impide.

— Primero debes intentarlo, Manoban. No solo rendirte sin más —regaña

— Bien.

— Antes que nada ¿Logras entender lo que dice la partitura? —pregunta señalando la hoja situada enfrente nuestro. La miro de nuevo pese a saber la respuesta. Mi cabeza da vueltas cuando intento descifrar (por tercera vez en lo que va del día) lo que esos extraños dibujos significan. Niego con la cabeza respondiendo a la pregunta de la castaña—. Será más difícil de lo que pensaba.

— ¡Te he dicho que nunca en mi vida he tocado un instrumento, mucho menos sabré qué significan estos extraños dibujos! —exclamo.

— Tranquila —murmura.

— No podré hacer esto —intento levantarme de nuevo, pero ella vuelve a sujetar mi brazo, impidiéndolo.

— Sientate —ordena. Yo, algo sorprendida obedezco—. Escucha, eres realmente terca, Manoban. Pero debes entender que yo te ayudaré lo más que pueda, ¿No has dicho que yo toco muy bien? —asiento— Bien, pues quizá no toques tan bien como yo pero quizá si la mitad de bien.

— Con eso me conformaría.

— ¿Lo ves? Nada de que preocuparse. Ahora al menos inténtalo y no solo te rindas sin haber tocado una sola vez.

Ella comienza a explicarme unas cuantas cosas respecto a las partituras. Anota a un lado de cada símbolo que teclas debo tocar cuando está ese.Ha dicho que no tenemos tiempo de que me explique que significa todos y cada unos de los símbolos que existen, pero que si para explicarme los de la hoja.

— ¿Podrías tocar con lo que tienes anotado y he explicado?

— Lo intentaré.

— Bien.

Ella se levanta del taburete, y yo me acomodo en el medio de este. Miro la partitura y los apuntes que están a su lado, indicando lo que debo hacer en cada uno. Comienzo a tocar las teclas, mirando hacia las partituras y luego las teclas, así consecutivamente hasta que termino.

— No lo has hecho tan mal —dice Jennie.

— ¿Estás hablando en serio? Se escuchó horrible —he bajado la tapadera del piano, provocando que el sonido resonara por el aula—, nada que ver a como se escuchaba cuando tu tocaste.

— Hey, Manoban. Ya te he dicho que no se escucharía igual pero que lo harías...bien.

— ¿Por qué la profesora nos pone a hacer algo que no nos ha enseñado?

— Cada año hace lo mismo, es una manera de ver que tanto sabes, aunque también se llega a basar en esto de la manera en que te trata.

— ¿Por qué?

— No lo sé. Si eres bueno desde el principio te habla dulcemente, si eres malo y no mejoras, digamos que no tendrás precisamente su cariño —explica—. No debería pero bueno,

Suelto un suspiro y dejo caer mi cabeza sobre el piano.

— ¿Quieres seguir o lo dejamos para mañana?

— Mañana. Estoy cansada.

— Está bien —responde.

— Hasta mañana, Kim.

— Hasta mañana, Manoban.




Desolé: "Lo siento".

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro