
Q U I N C E
Después de que las clases terminan, camino por los pasillos de la academia. Tengo un destino fijo, y es la oficina de la directora, planeo hablar con mi madre y pedirle algo que espero me de.
Toco la puerta y después de unos momentos escucho que me indica que pase. Abro la puerta y mi madre se encuentra ahí, sentada en la silla de su escritorio y con varios documentos esparcidos por la mesa.
— Cariño —dice al verme. Yo cierro la puerta de la oficina con cuidado— ¿Qué sucede?
— ¿Mucho trabajo?
— No te imaginas, Jennie —suspira, quita sus lentes y de nuevo me mira—. Pero dime ¿Qué necesitas?
— Digamos que quiero pedirte algo.
— Mmh, Jennie Kim pidiéndole algo a su madre. Que extraño...
— Nunca te pido nada, así que espero, puedas acceder.
— Puede ser, pero también puede que te ponga alguna condición dependiendo del tamaño de lo que pidas.
— No puedo creer que mi propia madre me ponga condiciones.
— Soy tu madre, Jennie. Asi que tu no puedes hacer más que obedecer —dice con aires se arrogancia—. Pero adelante, dime lo que necesitas.
Suelto un suspiro. Me acerco hasta su escritorio y me siento en una silla libre cercana a este.
— Eh ¿Recuerdas a las extranjeras becadas? —pregunté intentando verme sutil.
— Claro.
— ¿Fuiste a ver sus audiciones?
— Sûr, como cada año, pero ya sabes, no se menciona para no ponerlos nerviosos.
— ¿También grabaste cada audición?
— Por supuesto —responde con obviedad— Jennie ¿A qué viene todo esto?
— Lo que quiero pedirte involucra esto.
— Se directa, Jennie.
— ¿Podrías conseguirme los videos de las tres? De ambas etapas, S'il vous plait
Ella frunce el ceño.
— ¿Para que los quieres?
— Digamos que quiero ver si es cierto el talento de ellas —mi madre quiso decir algo al respecto, pero la interrumpí antes de que pudiera hacerlo—. Próximamente seré la directora de este lugar ¿No? Necesito ver este tipo de cosa.
— Digámos que te creo...—dice—. Pero está bien, te conseguiré los dichosos videos.
— Bien. Gracias, madre, nos vemos en el departamento — digo con una sonrisa, y planeo irme, sin embargo, mi madre me lo impide.
— Jennie, tengo una condición para darte los videos.
Sabía que no sería tan sencillo...por eso quería huír.
— ¿Cuál?
— Quiero que visites a tu padre en Italia.
— Me niego —refunfuñé.
— De ser así, no obtendrás los videos.
Hago una mueca.
— ¿No puedes simplemente hacerme ese favor y darme los videos? ¿No puedes hacer eso por tu hija?
— Jennie, nada es gratis en esta vida, eso ya deberías saberlo.
Suelto un suspiro. A veces olvido la clase de madre que tengo.
— Solo ve un viernes y te devuelves el sábado siguiente.
— ¿Por qué el afán de que vaya con el?
— Porque el quiere verte.
— Sabes que solo voy cuando mi hermano esta ahí.
— Medio hermano.
— Hermano —contesté—. Es mi hermano, y ahora mismo el está en la universidad, no volverá hasta navidad.
— Jennie, un día.
— ¿Desde cuando te importa mi padre?
— Desde nunca, pero quiere verte y yo no puedo impedirle eso. Sé que no lo odias, Jennie ¿Qué te cuesta ir con el?
Me lo pienso por unos momentos. No me encantaba la idea, pero en verdad quería esos videos.
— Está bien, iré.
— Te los llevaré hoy —en cuanto mencionó eso yo salí de su oficina, no quería escucharla más y que se le ocurriera otra cosa.
Camino con determinación hasta la salida de la academia. No quería hablar con nadie más, en verdad me sentía cansada y solo anhelaba llegar a casa. No tardo demasiado en llegar al Penthouse. Me bajo del taxi que tomé al salir de la academia y le pago. Me adentro a la recepción, e ignoro a cualquiera que se me cruce. Subo el elevador hasta llegar a mi piso y al instante me siento sobre el sofá.
— Señorita, Kim —saluda la chica que nos ayuda en casa— ¿Qué tal le fue?
Sonreí.
— Ha estado bien, ¿Tu has podido descansar? Recuerdo que en la mañana te dolía la cabeza.
— Claro, no tiene porque preocuparse ¿Necesita que le traiga algo?
Podía notar que estaba cansada. Así que preferí no pedirle nada.
— Estoy bien. Gracias.
Ella asiente y se va de la sala en dirección a la cocina. Me deja a solas en la sala, y yo me decido a sacar el celular de la bolsa. Tengo unos cuantos mensajes de Jisoo invitándome a salir con ella y Jungkook a cenar algo. Decido acceder y ella dice que vendrá por mi hasta la noche.
Husmé un poco en mi celular, revisando diversas redes sociales y, oh, sorpresa. De alguna manera dí con el perfil de Lisa. Con curiosidad comencé a revisar sus fotografías. Tenía algunas recientes donde estaba en la torre Eiffel. Algunas de esas fotografías las tenía junto a Wendy y Roseanne. También encontré algunas suyas de hace años, una donde estaba en un estudio de baile y se veía bastante pequeña, probablemente tendría unos nueve años cuando aquella fotografía fue tomada. Seguí mirando su perfil durante unos minutos, luego decidí apagar mi celular.
Es entonces cuando escucho las puertas del elevador abrirse. Giro mi cabeza para encontrarme a mi madre caminando en mi dirección. Ella se sitúa a un lado de la mesa de la sala.
— Ahí tienes tus videos, Jennie —murmuró mi madre mientras que dejaba un par de cajas con discos sobre la mesa del salón —. Mañana tu padre comprará tu boleto para que salgas este mismo viernes a visitarlo.
— Claro.
— Bien, iré a mi habitación.
Ella sube las escaleras en dirección a la segunda planta. Suelto un suspiro. No suelo hablar demasiado con mi madre así que es normal que solo diga lo necesario y se vaya a su habitación. Agarro la caja que mi madre dejó sobre la mesa, y la abro. Admiro tres discos que se encuentran dentro. No tienen nombre y todos son iguales. Supongo que tendré que verlos todos hasta dar con la grabación de Lisa.
Decido no perder más el tiempo y subir a mi habitación. Saco mi laptop y pongo uno de los discos. Lo reproduzco en la pantalla y comienzo a escuchar una melodiosa voz. Roseanne se encuentra sentada en el medio del escenario sobre una alta silla, el micrófono frente a ella y su boca pegada al mismo. A pesar de que no era por ella por quien había querido ver los videos, me quedo unos momentos admirando como canta, y he de decir que lo hace asombroso. Su voz es hermosa. Cuando el video termina me doy cuenta de que hay un segundo. Sin embargo decido no verlo y probar el siguiente disco. Una chica castaña se encuentra en el medio de un escenario, logro escuchar su nombre debido a que alguien lo menciona junto a su lugar dé nacimiento y edad. Nayun. Ella comienza a tocar el arpa con sutileza. Lo hace bastante bien, no hay mucha gente en la academia que sepa tocar ese instrumento, seguramente ella se vuelva en una de las mejores en el. Decido esperar a que termine el video para quitar el disco y poner el último que supongo, es el de Lisa.
Coloco el disco en mi laptop y al instante reproduzco el video. Dicen sus datos antes de que ella comience a bailar. Lalisa Manoban, dieciocho años originaria de Bangkok Tailandia. La rubia comienza a moverse por todo el escenario. Al principio sus movimientos parecían dudosos, pero a los pocos segundos se volvieron en unos que podrían denominarse de una profesional. Sus pasos eran pulidos, ágiles, y muy fluidos. Como si toda su vida se hubiera preparado para eso. El siguiente video es de ella también, bailando, pero un estilo de música diferente, música lenta. En algún momento ella se cae, pero al instante vuelve a levantarse.
Uh, vaya tropiezo que se dio. Pero supo recuperarse.
He de decir que disfruto ver a la rubia bailar. Lo hace de manera tan perfecta. Y es asombroso ver sus movimientos.
¿Qué me pasa? ¿Por qué desde que la vi bailar por primera vez, se volvió en una obsesión apreciarla? Las chicas nunca me han gustado, pero mentiría si dijera que no quería conocer más a Lisa, porque eso era lo que más anhelaba desde que la vi por primera vez.
Suspiré. Ahora puedo entender a lo que mi madre se refería con que era buena bailando, no es solo buena, es asombrosa. Cierro la laptop y la dejo sobre mi escritorio. Todavía es temprano, así que tengo tiempo para hacer mis cosas de la académia antes de que Jisoo llegue por mi. Cosa que hago durante las próximas tres horas, hasta que escucho mi celular sonar.
— ¿Jennie? Llevo diez minutos afuera de tu edificio, sal de una buena vez.
— O yo mismo iré a tu edificio, digo, quizá tenga ganas de romperle otra pieza de cerámica a tu madre —amenaza Jungkook, su voz se escuchaba más lejana, y después escuché unos cuantos regaños por parte de mi amigá pelinegra.
— Solo baja, Jen. Te estamos esperando.
Bajé, y pasé una de las mejores noches de mi vida a su lado.
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