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D I E Z

El día de la gala llegó. Al despertarme y pensar en eso, no pude evitar recordar mi encuentro con aquella chica castaña que toca el piano.

Había una posibilidad de verla hoy. Aunque sabía que eran muy pocas teniendo en cuenta que existian muchos alumnos estudiando en la academia, me ponía nerviosa el pensar en poder verla.

Abro el armario que comparto con Rosé, y comienzo a buscar el vestido que, según yo, iría con la ocasión de hoy. Después de hacer unas cuantas prendas a un lado, logro encontrar el vestido; Largo, de color negro y de tirantes.

Es precioso, y bueno. Lo único que tengo para una ocasión como esta. Elegante.

Salgo de la habitación y me dirigo hasta el baño. Me doy una ducha y hago mi aseo personal. Cuando salgo me encuentro a Rosé en la cocina, preparando algo de pan.

— ¿Es del pan que compramos con Wendy el otro día?

Oui — responde con una sonrisa —. Ayer vino a traernos más.

— Oh, ¿En serio? — pregunto mientras que me acerco y me meto un bocado —. Esto en verdad es muy delicioso.

Roseanne y yo desayunamos juntas en la sala de nuestro departamento. Mirando la televisión y hablando respecto a la noche de hoy.

— ¿Wendy dijo que vendría por nosotras?

— Dijo que nos podíamos ver en la recepción.

A las cuatro y media yo ya estaba lista. Con mi vestido, mi cabello liso cayendo a los lados de mi rostro y con algo, minimo, de maquillaje. No me habia esmerado demasiado en esto. Era una simple gala, que si bien, era elegante, no cambiaría mi manera de vestir por esto.

Cuando salí de la habitación, Rosé estaba sentada en el sofá, ya vestida. Ella llevaba un lindo vestido largo, que le llegaba hasta los talones, casi siendo arrastrado por el suelo.

Précieux — murmuré con una sonrisa que mi rubia amiga correspondió.

Précieux Lalisa.

Se puso de pie. Hasta acercarse a mi.

— ¿Ya nos vamos?

Sûr — respondí—. Solo permite que vaya por mis cosas, las dejé en la habitación.

— Bien, te espero afuera.

Asentí. Me dirigí a la habitación, en busqueda de mi cartera. Inspeccione diversas áreas del lugar, donde no la encontré. No fue hasta que abrí la mochila que suelo llevar a la academia, que di con ella, pero no solo estoy hablando de lo cartera, porque también encontré otra cosa que había olvidado.

La pulsera que encontré el otro día, la misma que tenía una 'J' grabada y era de oro.

Dudosa, la agarro y guardo en mi cartera. Que tiene el espacio suficiente como para tenerla dentro. Salgo de la habitación y junto a Rosé, bajamos hasta el vestíbulo, donde Wendy nos recibe con una muy amplia sonrisa.

Ils sont beaux — dice acercándose.

Merci — decimos Rosé y yo inclinándonos.

Escuchamos la puerta del elevador abrirse, y junto a ello, Mina y Nayun sonriendo.

— Bueno, pero que bellas damiselas — nos dice Mina.

— Debemos irnos — interrumpe Wendy—. Si no llegaremos tarde. Ya saben que se trata de un largo recorrido.

— ¿En qué nos iremos?

— En mi auto — responde Mina —. Ustedes siganme.

Tal y como dice la seguimos. Rosé y yo nos quedamos hasta atrás de ellas, que realmente iban hablando muy animadamente delante nuestro. Mi mejor amiga y yo nos apartamos un poco porque no estábamos tan familiarizadas con ellas y, entablar conversación se nos complicaba un poco.

Llegamos al coche de Mina después de unos diez minutos de una larga caminata. Mina y Wendy fueron en la parte del frente, y Rosé, Nayun y yo nos sentamos juntas en la parte de atrás.

En el transcurso a la gala, lo que hago es mantener mi vista fija por las calles de la enorme ciudad. Son preciosas, y diría que jamás me cansaría de admirarla.

Minutos más tarde nos encontramos bajando del auto y dándole las llaves a un chico para que lo estacione. Habíamos llegado a un edificio que no era especialmente grande, pero tampoco demasiado pequeño.

— Es...vaya, precioso —he dicho sorprendida.

— La gala es muy emocionante cada año, y es divertida. Pero lo que más me emociona cada año es la fiesta que se hace después —a Mina le brillaban los  ojos.

Cuando accedemos al salón. Lo primero que aprecio es un lugar elegante, lleno de candelabros enormes y sin duda lujosos. Mesas esparcidas por diversas partes, y llenas de copas con bebidas y comida. Sillones por las esquinas y un pequeño espacio libre en el medio, que tenía a gente caminando de un lado a otro.

— Les presentaré a unos amigos, vamos.

Wendy y Mina nos guían hacia unos sillones dónde hay diversos chicos y chicas. La segunda mencionada corre hasta una de las chicas y la abraza con fuerza.

— Hey, ellas son Roseanne, Lisa y NaYun.

— Un placer.

— Ella es Joy—señala a la chica que abrazó cuando llegamos—, el es Taehyun —señala al chico castaño, quien solo hace un movimiento de cabeza en señal de saludo—, y por último, NaYeon — Señala una chica de cabello castaño, la cual solo nos sonríe.

Cuando estuve a punto de hablar, me vi interrumpida por el molesto sonido denun micrófono siendo golpeado. El pitido causó molestia en la mayoría, quienes se limitaban a murmurar. Al dar la vuelta, encontré a la directora de la academia de pie en un lugar algo apartado donde se encontraba el equipo de música.

Bonjour — saludó —. Quiero decir algo breve, sin quitarles demasiado tiempo, por supuesto —se aclara la gargante—,solo agradecerles por estar presentes en esta gala, ya es otro año en el que la academia se hará cargo de su educación en sus respectivas áreas y es un honor hacerlo, cada uno de ustedes posee un talento gracias al cual se encuentran aquí. Espero la pasen bien, adieu.

La mayoría aplaude. Mientras que otros simplemente se limitan a volver a lo que estaba haciendo antes de que la directora nos interrumpiera.

— ¿Quieren bailar? —la mayoría negó—, o bueno, ¿Ir a donde están todos?

De nuevo se negaron.

— ¿En serio? Bien — refunfuñó Wendy— Lisa ¿Tú vienes? No tenemos que bailar, solo paseemos por ahí.

— Claro.

Wendy me agarró del brazo y ambas fuimos hasta el área despejada. Donde la mayoría de alumnos se encontraban charlando de pie, y unos pocos bailando las baladas que eran escuchadas por medio de las bocinas. Estuvimos ahí un buen rato. Mi acompañante charlando con la primera persona que se le cruzaba por enfrente. Al parecer conocía a bastantes personas de la academia.

En una ocasión me sentí algo incómoda ,ya que no hablaba con nadie y solo me limitaba a seguir a Wendy a donde fuera. Así que me dije que iría por una bebida, a Wendy ni siquiera le importó demasiado ya que estaba más centrada en su conversación con una chica rubia.

Me dirijo hasta una de las mesas, y veo algunas charolas con copas de vino y otras con vasos de vidrio y otro tipo de líquido desconocido. Al no saber de que se trataba, terminé agarrando una de las copas de vino a pesar de que nunca había bebido de este. O bueno, solo una vez en una fiesta extraña a la que fui con Roseanne. Lo que solía beber era cerveza.

Cuando di un sorbo a la copa, la bolsa que había llevado se cayó al suelo.

Por eso era que odiaba llevar bolsas, era demasiado batallado traerlas cargando. Pero necesitaba llevar mi celular y bueno, no es como que el vestido que llevaba tuviera una bolsa para guardarlo. Traerlo en la mano tampoco era una opción, era demasiado despistada como para no perderlo.

Dejé la copa de lado y me agaché para recoger la bolsa. Cuando ya estaba de pie, con la bolsa en mano, intente acomodarla tal manera que esta no volviera a caerse. Pero mientras tanto, pude sentir una mano tocar mi brazo.

Al alzar mi vista hacía la persona a quien pertenecía aquella pálida mano, lo que encontré fue a una chica castaña, llevaba el cabello recogido en un moño y unos largos aretes que casi le llegaban hasta los hombros (Quizá exageraba respecto al tamaño) y un vestido largo color negro que caía por el suelo.

— Se te ha caído esto — mencionó — ¿Dónde lo encontraste?

Por un momento me quedé observándola sin decir nada. Pero ella siguió insistiendo en hablar.

Hey — llamó en inglés — ¿Acaso no hablas francés?

— Sûr —respondí en francés.

— Bien, ya me parecía que no hablabas el idioma.

— ¿Qué me habías preguntado?

— Qué si Dónde encontraste esto —ella me enseñó la pulsera de oro que había encontrado en la sala de danza.

— Oh, eso, la encontré en la sala de danza. Digamos que estoy buscando a su dueño —respondí—¿De casualidad sabes de quién es?

— Me pertenece —abrí mi boca levemente sorprendida.

— Entonces por fin he encontrado a la dueña de la pulsera.

— Gracias, pensé que la había perdido.

— No hay de qué.

Más la miraba y más conocida me parecía. Pero no estaba segura de donde la conocía.

— ¿Cuál es tu nombre? —he cuestionado.

— Jennie, Jennie Kim —contestó— ¿El tuyo?

— Lalisa Manoban.

— Lalisa...—Murmura—, es lindo

— El tuyo también lo es.

— Gracias por encontrar mi pulsera, Manoban, pero debo irme —intenté decir algo, pero no fui capaz, así que solo asentí—. Nos veremos luego.

— Fue un placer, Jennie.

— Lo mismo digo—murmura sonriente.

Ella se aleja de mi. Caminando de espaldas. Es entonces cuando me doy cuenta de quien es. La chica del piano. Ahora lleva el cabello recogido y no suelto como las veces anteriores, pero a pesar de eso soy capaz de reconocerla de espaldas a mi. Yo también le dí la espalda y agarré la copa de vino que había dejado sobre la mesa, y es entonces, cuando estamos de espaldas mutuamente, que la escucho decir:

— Bailas hermoso, Manoban.

Cuando me giro de vuelta a donde ella. Solo puedo apreciarla a la distancia, caminando al lado opuesto al que yo me encuentro.

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