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C U A T R O

Esa misma noche en que terminó la audicion tuve que recoger mis cosas para marcharme al día siguiente.

Al despertar mi madre nos llevó tanto a Rosé como a mi al aeropuerto, fue un largo recorrido de unas horas para llegar hasta allá, pero finalmente pudimos llegar a la hora acordada.

Al ingresar al interior del aeropuerto con nuestras cosas en mano, noté que el lugar no se encontraba con mucha gente dentro, más bien se veía un tanto desholado, y supuse que eso era porque era temprano, bastante temprano.

— Lili — llamó Rosé a mi lado — ¿Viste que venden donas? Hay que ir por una, te juro que muero de hambre.

— Eso te pasa por no desayunar.

— Calla que tu tampoco has desayunado.

— Lo sé, pero minimo no vengo todo el camino quejándome. De ser así te hubieras levantado más temprano para desayunar Rosie.

— Anoche no pude dormir de la emoción, entiende eso — explicó —, pero por favor vayamos por esa donas.

Antes de lograr responderle, a la distancia pude notar al encargado de la academia que le había dicho eso a Momo el día anterior, cuando esta subestimó mi talento.

— Ahora no Rosie, ese de allá es el encargado — dije señalandolo—. Vayamos primero con el y ya después vamos por las donas.

Rosé asintió no queriendo, y ambas nos dirigimos hacia el. Al llegar a su lado el nota nuestra presencia y se gira hacia nosotras, dedicándonos una breve sonrisa.

Bonjour señoritas — saluda — ¿Han traído los documentos necesarios para realizar el viaje? Deben de entregarmelos ya mismo porque si no, ni podran abordar e irse con nosotros.

— Claro, aquí los tenemos.

Le entregamos una carpeta cada una, en la cual se encuentran los documentos pedidos. El les una repasada a cada uno para finalmente asentir.

— Todo parece estar correcto, Mesdemoiselles — indica. Entonces mi madre llega detrás de mi casi corriendo.

— No encontraba donde estacionarme, pero aquí estoy — dice ella. El encargado nos da una corta mirada a las tres.

— Las dejo despedirse. Pero deben estar dentro de media hora en el lugar de allá — señala hacia lo que parece ser una sala de espera donde se encuentran más persona y encargados —, dejen llevo su equipaje Mesdemoisellles.

Se acerca con nosotras y toma nuestras maletas, se gira al lado opuesto pero antes de poder seguir caminando se detiene.

— Antes de olvidarlo. Compramos donas por si gustan se encuentran allá.

— ¡Yo quiero! — exclama Rosé yéndose junto con el hasta la sala de espera, dejándome a solas con mi mamá.

Me giro hacia donde mi mamá y al instante le doy un fuerte abrazo.

— Te voy a extrañar demasiado — digo.

— Yo a ti también mi niña. Pero se que es por tu futuro y que lo harás excelente allá en Francia — susurra sin soltarme — Tu padre y yo estamos muy orgullosos de ti y te lo dejamos en claro en la llamada que hicimos ayer con el.

Estuvimos unos cuantos minutos abrazadas, hasta que me tuve que separar de ella para irme a donde los demás. Me despedí por última vez de ella, evitando llorar, y me fui hasta la sala de espera donde se encontraban Rosé y más encargados de la academia.

Al estar en aquel lugar, observé a mis alrededores, dandome cuenta de que Rosé se encontraba bastante entretenida hablando con Nayun, la que parecía ser la otra becada mientras que comía donas de una pequeña caja. Al girarme a mi izquierda noté la presencia del encargado, el cual se encontraba sentado en una de las sillas metálicas. Por intuición me acerqué hasta el.

Bonjour — saludé

Bonjour — correspondió al saludo —. Lalisa ¿Cierto?

— Exactamente.

— Dime Lalisa, ¿En que puedo ayudarte?

— Tan solo quería darle las gracias.

— ¿Las gracias? ¿Eso por qué? — cuestiona realmente confundido.

— Por lo que usted dijo ayer en las audiciones.

El parece dudar por un momento, hasta que su ceño fruncido se hace menos resaltante y marcado.

— ¿Te refieres a lo que le dije a Momo? — asiento, sorprendida de que haya comprendido a que me refería —. No hay de que, en realidad no tienes porqie agradecerme, lo que dije no fué  una mentira, todo lo mencionado se trata de lo que pienso respecto a usted Lalisa. Verdaderamente cuenta con un talento y potencial, además de claro, lo más importante como lo es la pasión y dedicación, cosas que en usted se notan a simple vista.

Merci.

Dígame ¿Desde cuando es que baila?

— Desde los cinco años.

— Oh, puedo notar entonces que es algo que desde siempre le ha a apasionado. ¿O me equivoco? — negué con la cabeza.

— Desde siempre he amado la danza. Y cuando descubrí la academia bolitech, supe que quería estudiar ahí. Ese ha sido mi sueño desde siempre.

— Es bueno saber que ha logrado su sueño — dijo — y más aún saber que seré su profesor, Lalisa.

— ¿Da clases? Pensaba que solo era un encargado de audiciones.

— Por supuesto que doy clases. De danza, por ello es que fui el encargado en esa sección — explicó.

— ¿Cual es su nombre, prof?

— Abraham — en cuanto termina de pronunciarlo, por los altavoces indican que unas personas deben abordar el avión con destino a París —. Ha sido un placer hablar con usted Lalisa, pero me parece que debemos de abordar el avión hacia la academia.

Fui a con Rosé y Nayun — la otra chica becada — a formar la fila para ingresar al avión. Al parecer nuestro equipaje ya había sido registrado y no debíamos preocuparnos por eso.

Cuando estuvimos dentro del avión, buscamos nuestros lugares que quedaban hasta atrás; Rosé y yo nos sentamos junto a Nayun. Y los profesores y encargados que iban con nosotras se sentaron más adelante.

Pasados unos minutos el avión despegó, y yo me limité a disfrutar mi viaje hacia el lugar que lo cambiaría todo.

(...)

Llegamos a París después de unas largas horas de viaje.

Todos bajamos del avión y fuimos directamente por nuestro equipaje, lo cual equivalió a casi una hora perdida a espera de el.

Detrás de el profesor abraham y los encargados, nos encontrabamos Rosé, Nayun y yo. Siguiéndoles hasta la salida del aeropuerto, dicho lugar que en cuanto puse un pie en el, me hizo saber ya no estaba en Tailandia, si no en  Francia, y si bien era un tanto tonto pensarlo de esa manera, para mi era todo tan diferente, que cualquier minimo detalle me hacia sentir como la persona más afortunada y feliz.

Quedamos de pie frente a la puerta principal del aeropuerto, junto a nuestras cosas, donde nos quedamos unos largos minutos.

— Estamos esperando el auto de la académia para llevarlas a sus respectivos departamentos.

Las tres nos limitamos a asentir. Tal parece que yo no era la única emocionada y nerviosa.

Pasados unos minutos dos vehículos llegaron. Se trataban de dos automóviles normales, no muy grandes y con un cupo de cinco personas cada uno.

— Tendremos que divirnos porque, claramente no todos cabremos en uno — indicó el profesor —. Ustedes suban a este.

El señala el automóvil color blanco que esta frente al negro. Roseanne, Nayun y yo tomamos nuestras maletas para ir hasta donde un señor de edad mayor que se encuentra abriendo la cajuela del vehículo, al llegar a su lado, este se ofrece a guardar nuestras cosas y tímidamente accedo, no sin ayudarle a cargar mis cosas; estas pesan bastante y no quería dejarle todo el trabajo a el.

Nos subimos al automóvil en la parte de atrás, y al momento el profesor Abrahm se sitúa en el asiento del copiloto.

— Yo iré con ustedes.

El vehículo se pone en marcha y comienza a recorrer las calles de París. Observo a través de la ventana el paisaje y el lugar, donde habitan personas caminando y edificios elegantes, rústicos, preciosos. Nada era como lo imaginaba, muy probablemente tenía ideas aniñadas de esta ciudad, pero ahora al verla en persona, con mis propios ojos y no como los demás simplemente la platicában...me hacia darme cuenta de que era más bella de lo imaginado.

Después de un largo recorrido el automóvil se detuvo frente a un enorme edificio, uno bastante elegante, no muy lujoso, no excesivamente, pero si un poco. Nos bajamos y sacamos nuestras cosas de la cajuela, guiamos todo hasta la puerta principal, donde una persona nos dio acceso al interior del edificio.

Al entrar al lugar lo miré con detenimiento, paredes beige, y de colores claros. Una chica que estaba detrás de un mostrador fue lo que nos recibió.

— ¡Bonjour demoiselles! -— exclamó con emoción esa bella chica rubia desde la distancia —. Es un placer tenerlas aquí.

Bonjour — respondí.

Mesdemoiselles — llamó Abraham detrás nuestro —, ella es Wendy, la chica que las guiará hasta sus departamentos. Mesdemoiselle, Wendy, ¿tiene las habitaciones de las señoritas?

Sûr — respondió la rubia. Esta misma se agachó detrás del mostrador, donde duró unos pocos minutos para después volverse a poner de pie, extendiendonos dos llaves — Disponemos de dos habitaciones, una de ellas tiene disponible un cupo, para compartirse con otra chica que vive ahó, y la otra es para dos personas. Ustedes pueden elegir a cual irse.

— Yo iré a la que es de un cupo — dice Nayun —. Ustedes pueden quedarse la otra — nos dice a mi y a Rosé —, sé que son amigas, no tengo problema con eso.

Merci — ella sonrió y tomó una de las dos llaves que la rubia recepcionista extendía, en cambio, Rosé agarró la otra que estaba de sobra.

— ¿Puedo ayudarles con sus cosas? — cuestiona la misma chica.

— Así estaremos bien, gracias.

D'accord. El elevador queda ahí — señala a su izquierda —, si necesitan cualquier cosa no duden en bajar y pedírmelo.

Merci — decimos Rosé y yo antes de marcharnos hasta el elevador.

Esperamos pacientemente frente a las puertas de este a que llegue. Pasaron unos pocos minutos cuando lo hice, y al sus puertas ser abiertas, nos encontramos con una pelinegra chica de ojos oscuros, cuyos ojos nos miraron con atención y curiosidad, aun más a las maletas que llevábamos a nuestros lados.

Pardon — dice antes de pasarnos por un lado.

Rosé y yo nos adentramos al elevador hasta llegar a el segundo piso, donde Wendy, la recepcionista, nos indicó se encontraba nuestro departamento.

— Es tan extraño esto — murmuró Roseanne mientras que caminábamos por los pasillos en busca de nuestra puerta.

— ¿Nunca nos imaginaste aquí?

— En realidad no, y todavía parece irreal — dice emocionada — ¡Estamos en París, Lisa! — exclama casi soltando un chillido.

— Lo sé, Rosé. Y yo tampoco lo creo, pero déjame colapsar hasta que lleguemos al departamento — ella soltó una risotada.

Al encontrar nuestra puerta la abrimos con la llave que se nos dio, y lo primero que nos recibió fue otra puerta de madera color blanco, la puerta abierta chocó contra esa.

— Debemos tener más cuidado.

— Olvidé el detalle de que, aquí los departamentos no son tan grandes — mencioné.

— Ya veremos, Lili.

Roseanne y yo ebramos al departamentos, dejando nuestras cosas dentro para finalmente cerrar la puerta principal y ponerle llave.

El departamento era pequeño,  bueno no tan pequeño como pudo haber sido pero tampoco muy grande, más bien era un punto intermedio entre grande y pequeño; mediano.

Despues de aquella puerta de madera pintada de blanco, a su izquierda daba con un corto y estrecho pasillo, que, en lo restante de la pared donde también se encontraba la puerta, se  hallaban diversas puertas que parecían ser armarios. Al final del pasillo te encontrabas con lo que parecía ser la sala de estar, que solo disponía de un sofá y un pequeño mueble frente a esta, a la derecha habían dos ventanas grandes, tenían un largo desde el piso hasta el techo del lugar. La cocina estaba también ahí, muy pequeña, donde apenas y cabrían dos personas, a un lado de esta había una  puerta como la que te encontrabas al entrar, la cual daba a lo que era el baño.

Todo era reducido, pero bastante adecuado para Rosé y para mi, de hecho era un lujo teniendo en cuenta que habían personas que vivian en espacios aun más reducidos que el nuestro.

— ¿Dónde está la habitación? — cuestionó Roseanne.

— Creo que es la puerta que vimos al entrar.

Ambas nos dirigimos a ahí, y al abrirla, en efecto, era la habitación; dos camas se hallaban a los lados, pegadas cada una en una pared opuesta a la otra, eran sencillas, una base simple y un colchón individual. En el medio de las camas se encontraba una mesita de noche, que era el único espacio que las dividía, detrás de ambas camas había una ventana pequeña, cuadrada y encima de dicha mesita. Cuando entrabas, a tu lado izquierdo se encontraba un pequeño mueble para zapatos, bastante diminuto pero adecuado. De uno de los lados había una puerta, un armario más bien, que tenia dentro un perchero para colgar ropa, y habían otras dos puertas pequeñas que eran dos reducidos espacios para guardar más cosas, era parecido al que vimos en el pasillo al entrar.

— Creo que lo mejor seria acomodar todo en los armarios — mencionó Rosé, cosa que hicimos.

Organizamos todo en el lugar, y nos dimos cuenta de que lo que nos haría falta sería el comprar comida, al igual que platos, vasos y utensilios, era lo único que hacía falta en el lugar.

Después de haber guardado todo en los armarios — que era algo que nos ayudaría a ahorrar espacio — Rosé y yo caímos exahustas en nuestras camas, ya era de noche, y lo único que nos quedó fue descansar.





Bonjour: buenos días

Mesdemoiselles: señoritas

Merci: Gracias.

Prof: Profesor

Damiselles: Damiselas

Sûr: Claro

Pardon: Perdón/disculpe

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