
C U A R E N T A Y U N O
Era San Valentín
Mi primer San Valentín con pareja.
Estaba emocionada. Nunca había tenido la oportunidad de pasar este día junto a alguien que yo quisiera, al menos hablando románticamente. Al mirar las parejas juntas este día, fue algo que anhelaba, quería saber como se sentía.
Mis relaciones nunca habían durado demasiado, siempre terminaban antes de San valentin, pues estas duraban a lo mucho uno o dos meses.
Sabía que Jennie no era del tipo de persona que festejaba con entusiasmo cada celebración. Ella no se emocionaba tanto por cosas de este tipo, pero al saber que a mi si, hacía las cosas para verme feliz. Me hacía sentir tan plena saber que tenía alguien a quien le importaba así, que haría ese tipo de cosa por mi.
Rosé y yo vamos de camino a la academia. Me pregunto cómo será este día aquí en la academia. ¿habrá decoraciones? ¿Muchas personas con regalos, globos?
Recuerdo que en el bachillerato había decorados por todas partes, globos, pancartas e incluso buzones para dejar cartas anónimas y enviársela a quien quisieras. Había parejas con regalos enormes, y siempre, en alguna clase, al menos a una chica llegaban tocando una serenata por parte de su novio o por parte de alguien más para declararsele.
Esperaba que en la academia fuese similar y el rojo destacara por cada rincón. Rosé y yo entramos a la academia, y en cuanto miro a mi alrededor, me siento decepcionada.
No había decoraciones por ningún lado, no había globos, ni pancartas, en si no habia ningún tipo de decoración que demostrara la fecha. Aunque lo que si había eran parejas juntas, y con obsequios, sin embargo estos eran pequeños, no había osos de peluche enormes, ni globos, ni cajas. Esperaba más de este día aquí, más teniendo en cuenta que París es considerada la ciudad del amor.
Rosé se despidió de mi de un abrazo rápido, dijo que tenía algo que hacer antes de su primer clase.
Yo decidí esperar en la puerta principal de la academia, pues quería ver a Jennie antes de que las clases empezaran. Tenia tanta ilusión por este día, que realmente esperaba pasar la mayor parte del tiempo con ella.
Sin embargo, esperé durante más de veinte minutos, y ella nunca llegó. Ya iba tarde a mi clase, así que, decepcionada, me fui de ahí en dirección a mi clase.
→→→
Las clases transcurrieron como normalmente lo hacen. Aunque especialmente hoy, me parecieron aburridas. Supongo que todavía me decepcionada el hecho de ver la seriedad con la que los de aquí, abordaban San Valentín. Regalos poco extravagantes, aunque si que se veian caros. Quizá aquí lo que importaba era más el precio. A lo que había podido apreciar, parecía que aquí preferían regalos pequeños pero costoso para un día como este, mientras que otra parte pensaba en este día como otro más, y que San valentin no era nada más que algo comercial.
Caminé por los pasillos en dirección a mi última clase. Me sentía agotada, no había visto a Jennie en todo el día y en si, el día estaba siendo horrible, solo quería irme de la academia para descansar en mi cama.
A la distancia pude apreciar a Mina, hacia tiempo que no la veía. Sin embargo, nada más verla pensé en el hecho de que ella compartía clases con Jennie, así que ella podría saber sobre la castaña. Me acerqué con más rapidez a ella, quien sonrió al verme.
— Bonjour, Mina —saludé.
— Bonjour, Lalisa —responde, manteniendo su amable sonrisa.
— Dime, ¿De casualidad has visto a Jennie?
— ¿A Jennie? Claro, ha estado en las tres clases que compartimos hoy —respondió sin importancia.
Así que si vino. ¿Cómo era posible que yo no me hubiera topado con ella? ¿Y por qué no me había buscado como siempre para saludarme?
— ¿Por qué preguntas?
— Por nada en especial —respondí —. Pero gracias, fue bueno saludarte.
— Creo que sigue en el aula, es la doce, deberías fijarte —dice evitando que me vaya—. Digo, si es que necesitas hablar con ella.
— Gracias, Mina, hablamos luego — Me despedi de ella y me dirigí al aula que me indicó.
Nada más entrar pude distinguir esa melena castaña. Jennie estaba recogiendo sus cosas, se veía cansada. Me fui acercando hacia ella con cuidado. Cuando vi como un lápiz se cayó al suelo y la ayudé a recogerlo fue entonces cuando ella se dio cuenta de mi presencia, y pude notar como su cuerpo se ponía rígido al verme.
— L-lisa —murmuró. Su voz tembló.
— ¿Por qué me has evitado? —he preguntado.
— No te he evitado —todavía tenía el descaro de decirlo. Cuando era muy extraño que no la hubiera visto en todo el día.
— No te hagas la que no has hecho las cosas, esta claro que eso es lo que está pasando. Así que dime ¿qué es lo que ocurre? —pregunté— ¿He hecho algo que te haya molestado? ¿Pasó algo, hice algo...?
— No, Manobal, no has hecho nada malo, es solo que...
Ella suspira.
— Estoy nerviosa ¿bien? —suelta de repente—. Es tu primer San Valentín y se cuanto te importa. Asi que quiero que sea especial. Tengo algo preparado y tenía miedo de decírtelo, pero supongo que es mejor decirlo y ya.
— No entiendo.
— Manobal —Jennie agarra mis manos, mientras que sus ojos me miran fijamente— ¿Aceptarías una cita conmigo esta noche?
— Creí que era obvio que tendríamos una cita hoy —murmuré—. Digo, ya habíamos hablado al respecto.
Jennie bufó.
— Vamos, Lis, solo quería pedirte lo formalmente y que fuera más emocionante.
— ¿En serio me evitabas porque estabas nerviosa por nuestra cita? —Jennie suelta mis manos.
— Si, ¿algún problema?
Solo pude reir.
— Ninguno, Kim, solo me parece adorable —apreté una de sus mejillas—. Gracias por preocuparte tanto por mi.
Pude notar un leve sonrojo asomarse en sus mejillas. Jennie se aclaró la garganta.
— Bueno, voy tarde a clase—cuelga su bolso en su hombro— Nos vemos en la noche para nuestra cita ¿De acuerdo?
— Muy bien, Kim.
— Pasaré a recogerte a eso de las siete, debes de ser puntual y estar lista a la hora. Porque debemos llegar temprano al lugar.
— ¿Me darás una pista de lo que has preparado?
— Nada de nada, Manobal —me ha dado un fugaz beso en la mejilla y se fue del aula.
→→→
Cuando la última clase finalizó me encontré con Rosé, quien me esperaba en la puerta principal de la academia. Habiamos quedado de irnos juntas a los departamentos.
Durante el transcurso a nuestro hogar, yo no paraba de hablar de lo mismo. De la cita que tendría con Jennie esa noche. No tenía idea de que ponerme. En realidad no tenía poca ropa, pero tampoco mucha, consideraba tener la necesario y si que tenía un par de prendas formales y casuales. Pero no tenía idea de a donde iría con Jennie, por lo cual, era difícil decidir que ponerme.
Nada más llegar a nuestro departamento me dirigí al armario. Lo primero que llamó mi atención fue un vestido rosa que hace mucho no me ponía.
— ¿Qué dices de este? —pregunté a Rosé.
— Es bonito.
Me miré a el espejo con el vestido en el gancho, pero no me convenció.
— No me convence —me regresé al armario y seguí buscando.
Rosé terminó ayudando a crear atuendos con todo y los zapatos que podría usar. Tenía más de cinco opciones y me sorprendió que de repente me importara tanto que iba a ponerme. Pero era un día especial, ameritaba arreglarme bastante.
Al final, Rosé y yo elegimos un atuendo que a ambas nos gustó. Nos decidimos por un pantalón de tiro alto color beige, y una blusa de tirantes ajustada, con unos tacones del mismo color. Claro, lo acompañaría con un abrigo, pues por la noche hacía bastante frío.
No se veía ni tan formal, ni tan casual. Me gustaba.
— Te ves hermosa, Lisa —dijo Rosé a mis espaldas.
Yo asentí. Realmente lo sentía así.
— Rosie, antes de irme...¿podría pedirte un favor? —pregunté. Al principio me miró confundida, sin embargo no dijo nada, por lo tanto, continúe—. Le tengo preparado algo a Jennie, y necesito que me ayudes.
— ¿En qué específicamente?
— Digamos que le he preparado algo así como un picnic ahi en la torre Eiffel, bueno solo tomaremos algo de vino y comeremos postres que le gustan. También, tengo un regalo para ella— señalo a sus espaldas, donde se encuentra una caja color rojo—. El punto es, que necesito que cuides del lugar en lo que ella y yo vamos a lo que tiene preparado.
— Uhh, que romántica, Manobal —dice bromeando Rosé—. Pero sin problema lo hago.
— Gracias, Rosie.
Despues de eso agarré mi abrigo y una bolsa pequeña, y nos fuimos en dirección a la torre Eiffel, más específicamente al lugar donde tenia previsto preparar el picnic.
Nada más llegar empezamos a sacar las cosas de las cajas y bolsas que llevaba con lo necesario. Primero colocamos una manta de cuadros blancos y posteriormente decoramos todo encima de esta lo mejor posible. Se veía demasiado hermoso. Solo esperaba que a ella le gustara lo que había preparado.
— Gracias, Rosie, no sabes cuanto significa para mi.
— Como decirle que no a esa cara de enamorada, Lisa.
Sonreí, no se equivacaba demasiado.
Miro la hora en mi reloj y me doy cuenta de que en menos de veinte minutos, Jennie quedó de recogerme en el departamento. No creo alcanzar a llegar, pues ya es tarde y a estas horas —y sobre todo un día como este— hay más trafico de lo habitual. Decido llamarla, quizás pueda pasar a recogerme ahí en donde estaba. Ya me inventaria alguna excusa para que no sospechara.
— ¿Impaciente Manoabl? —pregunta nada más contesta. No pude evitar sonreír al escuchar su voz.
— Como no lo imaginas, Kim.
— ¿A qué debo su llamada? —cuestiona.
— Llamaba para averiguar donde sería nuestra cita —digo, intentando sonar inocente.
— Te he dicho que es una sorpresa, Manobal, no seas impaciente.
— Lo sé, no es por eso. Es solo que he salido antes porque tenía algo que hacer, entonces no estoy en el departamento donde quedaste recogerme. Asi que quizás podías venir por mi o voy yo directamente —ella parece dudar un poco, pero no dice nada.
— ¿Dónde estás exactamente?
— Torre Eiffel.
— No te muevas —responde—, llego en quince minutos, no, en diez —posteriormente cuelga.
Fue una conversación que me dejó sorprendida. Pero puedo llegar a la conclusión de que me encuentro cerca del lugar. Asi que solo obedezco a lo que me dice.
Pasados unos, aproximadamente, diez minutos, un auto se detiene frente a mi. Y entonces ella se baja.
Al mirarla bajar de ese auto, quedé atonita. Fue como si nadie mas existiera en ese momento, más que ella. Se veía hermosa, simple parecia un ángel, pero al mismo tiempo imponía mucha autoridad y seguridad. Llevaba un vestido blanco con borbado, y botones en las mangas que era ajustado por un cinturón dorado con brillos y los acompañaba de unos tacones altos y un bolso de color del cinturón.
Ella caminó hasta detenerse frente, muy cerca de mi.
— Te ves hermosa, Manobal—dijo ella nada más verme. Y yo simplemente no tenia palabras para describirla, así que le regresé el cumplido.
— Tú también lo haces —solo pude sonreír como tonta mientras que no lograba apartar mi mirada de ella.
— Deberiamos ir, no queremos llegar tarde.
— Por supuesto, pero ¿A dónde no queremos llegar tarde? —he preguntado, intentando molestarla.
— Ya verás —ella extendió su mano hacia mi, haciendo ademán de que la tomara. Dudé un poco antes de hacerlo...¿y si alguien nos veia? Pero era San valentin, y debíamos disfrutar, así que por hoy olvidaría ese tema.
Llegamos a una tipo, taquilla que estaba a los alrededores de la torre Eiffel, al parecer vendían boletos. Pero escuché a Jennie decir algo sobre que ella no requería comprarlos a uno de los guardias, quien nos guió hacia uno de los elevadores.
Entonces crei entender hacia donde nos estábamos dirigiendo.
— Debes estar bromeando, Jennie. Esto es demasiado.
— Al parecer alguien ya ha entendido a donde nos dirigimos...—murmuró sonriendo.
— Esto es demasiado, no se si puedo aceptarlo.
— Claro que puedes aceptarlo, Manobal, de igual forma no aceptaria un no por respuesta.
Jennie estaba a punto de llevarme al restaurante que decían, era el más romántico, elegante y exclusivo de todo paris.
El 58 tour eiffel. Ese era su nombre.
Ambas entramos al elevador, que era transparente, y vaya. Fue toda una experiencia subir en el. Era increíble ver todo desde la distancia, París se veía sumamente hermosa. No podía creer lo que estaba subiendo, la vista era asombrosa y no habíamos llegado a la mejor parte. El primer piso de la torre, donde se encontraba dicho restaurante.
Nada más se abrieron las puertas del elevador, una chica se encontraba ahí para darnos la bienvenida. Jennie le dio su apellido para la reservación, y la moza nos llevó hasta nuestra mesa. Podia llegar a la suposición de que aquella era la mejor mesa, con las mejores vistas. Pero en verdad, desde ahí se veía absolutamente todo.
Nada más sentarnos, trajeron las cartas, una que consistía en bebidas y otra de los alimentos. Sinceramente no estaba demasiado informada de los alimentos y vinos que ofrecían, así que no estaba segura de que ordenar.
— Si me permites, puedo pedir un vino que es sumamente exquisito y podría gustarte. Es de mis favoritos.
— Adelante, Kim, confío en tus gustos de vino y...también confiaré en los de comida, porque sinceramente no se que ordenar.
— Muy bien, Manobal, intentaré no decepcionarte.
El mesero se acercó a nuestra mesa y Jennie pidió unas copas de vino, y la comida, que no estuve segura de que trataba.
— ¿Es la primera vez que vienes? —pregunté.
— Segunda, vine hace un tiempo con mi madre. Pero de eso hace unos años ya, el lugar esta un tanto diferente, pero continua siendo hermoso.
Seguimos conversando un rato hasta que llegó nuestra comida. Nos trajeron dos copas de vino, y cuatro platos de comida que consistian de; una ensalada, una pasta, y dos más que no estuve segura de que se trataban, pero simplemente todo estuvo delicioso.
La velada fue realmente hermosa. Conversamos mientras que yo probaba comida que desconocia, nuevos sabores, y buenos, a decir verdad.
— Debo admitir que yo también te tengo una sorpresa después de esto.
— ¿Ah sí? —parecia sorprendida—. Eso no lo esperaba.
— Asi es, nada más irnos enseñaré lo que preparé.
— De ser así, ¿Qué estamos esperando?—ella llamó a uno de los meseros y le pidió la cuenta.
Inmediatamente nos trajeron la cuenta, y mientras Jennie introducía la tarjeta yo seguía bebiendo lo último que quedaba de vino en mi copa mientras que observaba a la castaña con suma atención. Tan hermosa. Su rostro brillaba increíblemente como el de un ángel. Se veía...esplendida. Anhelaba tanto besarla en esos momentos.
Nada más irse el mesero, Jennie se dio cuenta de mi mirada fija en ella.
— ¿Tan bella estoy, Manobal? —preguntó, bromeando.
— Como no tienes idea, es tanto que deseo mucho besarte.
— Besame, no veo el problema.
— No podemos, aquí no —murmuré.
— Manobal...en este preciso momento, puedo decir que eso no me importa —ella fue quien terminó tomando la iniciativa, me sujetó del menton y besó mis labios. Fue un beso muy rápido, sutil, casi que solo un roce de labios, pero aun así fue suficiente.
[ ••• ]
Bajamos por el mismo elevador. Las vistas eran aun hermosas. Sin embargo, ya era de noche, así que el panorama había cambiado a antes, cuando todavía el sol no se ocultaba.
— Jen, quiero aclarar que no es una sorpresa que digas tu, muy buena quizás, pero hice mi esfuerzo.
— Lo cual es lo único que me importa —ha respondido ella.
Me limité a asentir.
Nada más llegamos al lugar donde preparé el picnic, realmente pensé que era una buena sorpresa, o al menos una que se veía bien. Estaba la manta de cuadros, había una caja con cubiertos en una esquina, las velas que al parecer Rosé encendió cuando le mandé el mensaje de que ya veníamos hacia aquí, una caja de pizza, y otra cesta con snacks, además de, un vino y un par de copas. Por último, un gran ramo de rosas rojas en el centro, lo que al parecer captó por completo la atención de Jennie.
— ¿Me creerías si te dijera que nunca nadie me había regalado flores? —dijo ella.
— ¿Nadie de tus anteriores parejas? —ella negó. Sonrei, y me acerqué para agarrar el ramo y entregárselo personalmente—. No debería ser la primera, pero por una parte me alegra serlo.
— Es hermoso todo esto, Manobal, realmente hermoso.
— Adelante, Kim, tome asiento, la voy a tratar como la dama que es.
Y ahí, sentadas con nuestras copas de vino y riendo, me sentí viva, completamente viva y feliz.
Ojalá aquel momento no hubiese terminado nunca, ojalá hubiera durado para siempre. Es lo único que hubiese deseado toda mi vida el que no terminase pero como todo tuvo que terminar.
Ese momento solo yacia en mi memoria.
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