
C U A R E N T A Y S E I S
No creía lo que mis ojos estaban viendo. Me parecia una ilusión, una pesadilla.
Pestañié en repetidas ocasiones, como si al hacerlo la imagen que tenia frente a mi pudiera desaparecer, que todo sw trataría de una ilusión. Claro estaba que no era así y todo era completamente real.
Mi madre realmente estaba mostrándome esas fotografías, porque no solo era una, era una secuencia de cuatros fotos. Una en la que simplemente estábamos sentadas sonriendo, la otra tomándonos la mano, la que seguía yo dándole un beso en su mejilla y la última...Las dos besandonos.
Las fotografías eran del restaurante al que fuimos en San Valentín nuestros rostros se veian claros no podía decirle que no éramos nosotras porque no hacía falta ni acercar a los rostros. La persona que fuese que había tomado aquella fotografía sin duda alguna se encontraba muy cerca nuestro. Quizá hasta en la mesa de lado y me preguntaba quién era aquella persona.
— ¿Dirás algo? —esas palabras rompieron el silencio. Sentía el pecho oprimido—. Vamos, Jennie, di algo.
— No tengo nada que decir, madre.
— Solo explica estás fotografías, Jennie Kim.
¿Cómo podía hablar? Todavía estaba procesando todo.
— Yo...no, no lo sé
No me sentía mal, no sentía culpa ni mucho menos arrepentimiento. No había dudas de nada, solo me sentía abrumada y contra la pared. Conocía a mi madre y en serio que yo no quería escuchar como se entrometia en mi vida.
— Te doy diez minutos para que reflexiones y me expliques las cosas respecto a tu inadecuado comportamiento —¿Inadecuado?—
.Nos vemos en mi oficina, yo también necesito asimilar las cosas, pero no tardes.
Con la respiración agitada subí a mi habitación y me encerré. Recargué mi espalda sobre la puerta y solté un suspiro.
Sentía tanta impotencia me sentía tan abrumada por lo que pudiese llegar a suceder con mi madre enterada sobre lo que lisa y yo teníamos.
Respiré profundo. En tan solo unos pocos minuto debía ir de nuevo con mi madre para aclarar todo este asunto. Era consciente de que en algún momento se enteraría y yo tendria que enfrentar esta tormenta, pero ella no debía enterarse de esta forma. Esto sería mucho peor de lo que ya era.
Todavía frustrada por la situación me puse de pie y me dirigí a su orificina que se encontraba al final del pasillo. Abrí la puerta y nada más hacerlo me encontré a mi madre sentada, mirando hacia la pared. Su rostro expresaba todo. Estaba claro que feliz, no se encontraba.
Me sentía como una niña a la que atraparon haciendo una travesura, y ni siquiera merecía sentirme así...
— Cuando me preguntaste sobre ese tema era por ella, ¿verdad? —mi madre me miraba mientras decía aquello, y yo solo me limité a asentir— ¿Desde cuándo...?
— Salimos desde hace dos meses.
— No me refería a eso — la he mirada extrañada puesto que no había nada más a lo que pudiese referirse — ¿Desde cuándo estás enferma?
Solté una risa seca. Simplemente no pude evitarlo.
¿Cómo no se me ocurrió que diría aquello?
— Así que, llamas a la homosexualidad una enfermedad —respondí.
— No es que, la llame 'así' como dices, simplemente lo es —dijo con seguridad—. Tú y Lisa están enfermas.
— No, madre, amar a alguien no significa estar enfermo.
— ¿Amor? —ella es quien ríe ahora—. Pero de que me hablas, Jennie, por favor ¿de verdad crees que eso es amor? ¿Siquiera sabes tu lo que es el amor?
— Por favor madre no me vengas a hablar de amor siendo que tú nunca... —dudé, no estaba segura de si lo correcto era decirlo, pero al final lo hice—tu nunca has amado a nadie, ni siquiera a mí.
— ¿Por qué dices eso?
— En todo el tiempo que duraste casada con mi papá, nunca lo amaste, por eso se fue, por eso se divorciaron —la expresión en su rostro solo me demostró que aquel recuerdo que he tenido no era obra de mi imaginación, y que tristemente, era real— ¿Creiste que no recordaría lo que dijiste esa noche? Recuerdo cada palabra que fue dicha por ti mientras estabas ebria.
— Como lo has dicho estaba ebria, probablemente lo que decia no era cierto y por dios, no quieras justificar a tu padre cuando sabes perfectamente que me engañó con la que es su actual esposa.
— No lo justifico por su acción, estuvo mal, pero lo entiendo —confesé—. Nunca fuiste sincera con el, claro, eso no perdona el error que cometio pero en parte, tu también tuviste algo que ver con eso.
— Fueron cosas diferentes.
— Los dos mintieron ¿Por qué es diferente?
— El me ocultó durante años que embarazó a una chica la noche que me fue infiel —por eso tengo un hermanastro mayor, porque eso pasó dos años antes de que naciera, y mi madre no se enteró hasta casi seis años después.
— La única pregunta que tengo desde aquel día es...¿Por qué bebiste tanto?
Era consciente de que no porque se enteró de la infidelidad de mi padre, el nunca le importó del todo.
Aquella noche de la que hablo fue cuando mi madre se enteró de lo de mi padre y decidieron seguir juntos. Mi padre se fue y mi madre también. Yo no entendía que era lo que pasaba ni por qué se iban, era una niña de tan solo cuatro años. En esa ocasión mi abuela me cuidó todo el día, y en la noche fuimos a casa a dormir juntas. Mientras intentaba dormir escuché una puerta abrirse y salí corriendo imaginando que era mi madre, estaba emocionada y preocupada al mismo tiempo porque no la había visto en todo el día.
Mi madre entró casi sin poder mantenerse de pie, y fue directamente a la cocina por una botella de alcohol que se sirvió en un vaso. Sin siquiera mirarme, pasó por mi lado y se sentó en el sofa de la sala de estar. Aquel día mi madre dijo que mi padre era un sensible y un imbécil. Yo le pregunté por qué decía eso de mi padre y ella me contó que el día en que ella admitió no haberlo amado nunca (cosa que ocurrió seis años atrás en aquel entonces) él se emborrachó y la engañó con alguien a quien dejó embarazada. Me dijo que jamás amaría a mi padre porque ella nunca había amado a nadie y no pensaba hacerlo. Claro, yo en mi inocencia y segura de que su respuesta sería positiva, le pregunté que si me amaba.
Ella respondió que no y que jamás lo había hecho y lo llegaría a hacer.
Quizá pensó que no recordaría lo que dijo, pero lo hacía.
— Vas a responderme entonces, ¿desde cuándo estás enferma? — ignoró por completo lo que dije anteriormente, claro estaba que equivocada no estaba. Pero me hizo tener más preguntas que era consciente no tenían respuesta.
— Amar no es una enfermedad —sentía un nudo en mi garganta mientras hablaba, de hecho, no tenía idea de como estaba haciendo—, y Lisa y yo no estamos enfermas por hacerlo, por amarnos.
— ¿Recibiré la misma respuesta siempre?
— Cada que lo preguntes.
— No me puedo creer que permití a esa chica dormir en mi casa —tapa su rostro mientras niega con la cabeza.
— Lisa te cae bien, siempre la trataste muy bien, ¿Por qué ahora todo cambiaría?
— ¿Por qué debe cambiar? ¿Todavía tienes el descaro de preguntar? —casi gritó—. Es porque antes no sabía de sus gustos enfermos y que se los estaban enseñando a mi hija.
— Ella no me enseñó nada, madre, esto simplemente surgió de repente. Lisa no me hace mal, es todo lo contrario.
Me encontraba temblando, pero intentaba mantenerme fuerte para que mi madre no lo notara.
— Perfecto —se levantó de su silla—. No te quiero volver a ver cerca de Lisa, Kim, ¿me escuchas?
— ¿Crees que me importa lo que tú quieras?
— No me hables así, soy tu madre y me tienes que obedecer kim — No pensaba hacerlo ella no me diría que hacer.
— Soy mayor de edad, y dirás que me mantienes, pero sabes que puedo irme de aquí fácilmente y vivir sin problemas. No necesito de ti.
Podía ir a vivir a casa de mi abuelo o con mi abuela incluso, ella dijo que me daría todo apoyo financiero que requiriera para terminar mis estudios si llegaba un punto en que mi madre se enterara y me echara. No le tenía miedo.
Pero entonces ella se ha reído.
— ¿Lo olvidaste? —he arrugado mis cejas, ¿De que estaba hablando?—. Lo que firmaste.
Lo había olvidado por completo.
— ¿En serio me harías eso? —ella asiente con la cabeza. Ni siquiera lo dueó— ¿No quieres que sea feliz?
— No de esta forma, eso no es correcto, da asco — Me mira con repulsión cosa que en realidad no me afecta — Si lo haría así que piensa bien lo que te acabo de decir, porque todavía tienes que obedecerme.
He apretado mis labios y me he acercado a la puerta para irme de ahí, pero antes de hacerlo, hablé.
— No entiendo cómo tú que tuviste todo el amor de mis abuelos, porque ellos fueron muy buenos contigo, nunca ha demostrado el amor a ninguna persona y que ni siquiera con su hija. Nunca viviste nada problemático, o traumatico, nunca te faltó nada, ¡Tuviste todo el amor que necesitabas! —exclamé, molesta— ¿Qué te hizo ser así?
— La forma en que tus padres te vayan educando no va a definir quién eres por completo, ya que al final de cuentas tu eres la persona que elige como seras, si te dejaras llevar o no por lo que te enseñaron.
Esa palabras me parecieron correctas y lo más sabio que había escuchado salir de ella. Sería de las pocas cosas que me ha dicho que planeaba recordar.
— El claro ejemplo de ello — Me señala — Yo no te estuve educando como una homosexual enferma y mira como saliste.
Con eso sentí que lo dijo anteriormente perdia todo valor de sabiduría que le había otorgado. No podía resistir estar más tiempo ahí, así que simplemente me marché.
No quería que mi madre me arrebatara aquello que me había hecho feliz los últimos meses. Pero yo haría lo que Lisa quisiera, si ella decidia que no quería seguir con esto, ya que probablemente la afectaría directamente...yo estaría bien con eso. Haría hasta lo imposible para evitar que ella saliera lastimada.
Fui a casa de mi abuela, ella se encontraba en su sala de estar mirando televisión, al verme pareció sorprendida. No esperaba mi visita.
— Lo sabe —no hizo falta decir más para que ella entendiera a que me refería. Ella me abrazó por un buen rato, consolandome. Hasta que me encontré tranquila y pude explicarle lo que había pasado con mi madre.
— Tranquila, mi niña, yo te ayudaré lo sabes, puedes vivir conmigo o en la casa que tu abuelo dejó—negué con la cabeza— ¿Por qué dices que no?
— Recuerdas lo que firmé...
— Si, Jen, pero no podemos hacer nada por eso.
— Lo perdería todo —murmuré—. No es que me interese lo material, pero sabes que lo digo por el...
— Sé que no quieres perder eso, Jennie, pero seria la única opción.
— Abue, estoy segura de que Lisa saldrá peor de esto, podría perder mucho más que yo. Lo último que quisiera es que ella salga lastimada.
— Ve a hablar con ella, mi niña —no estaba segura de estar preparada para hablar con ella, pero mi abuela tenía razón, debía ser rápida y que ella se enterara de esto lo más pronto posible.
— Mi madre preguntará dónde estoy...
— Le diré que estás aquí, que no quieres verla, no te preocupes —asentí, y lo más rápido que pude me fui al edificio donde Lisa vivía.
Subi las escaleras hasta el piso en el que se encontraba el departamento de Lisa y Rosé. Me sentí débil cuando estuve frente a la puerta del departamento, pero después de unos minutos preparándome mentalmente para lo que sucedería a continuación, decidí tocar.
— ¿Jennie? —preguntó Rosé, quien acababa de abrirme la puerta— ¿Que haces aquí? ¿Vienes a ver a Lisa?
— Si, necesito hablar con ella por favor — pareciera que de lejos se notaba lo mal que me encontraba, porque casi al instante me dejó pasar.
— Ella está en la habitación —sonreí débilmente, y fui a donde me indicó.
Rosé fue a la sala de estar y yo toqué la puerta. Casi al instante una bella rubio abrió y se asomó. Su sonrisa apareció cuando se dio cuenta que yo estaba ahí.
Sentí como mi pecho se oprimía.
— Que sorpresa verte, Kim —abre completamente la puerta y me da un dulce beso— ¿Cuál es la razón de irrumpir en mi habítacion a estas horas cuando acabamos de vernos hace un par de horas?
— Mi madre ya sabe de nosotras.
Creo que debí haber sido un poco más sutil. Ella parecía tan contenta, y estaba tan cariñosa conmigo, que me sentí mal por haberlo dicho así, pero necesitaba soltarlo, no podía aguantar más guardandome eso.
— Jennie...—su sonrisa se desvaneció casi al instante, se veía conmocionada—¿Cómo lo supo?
Lisa intentó mantenerse serena, y sujetó mi mano para guiarme hasta su cama. Entonces solté todo
— Llegué a casa y ella se encontraba en la sala de estar, me pidió hablar y...simplemente me mostró una fotografía de nosotras dos besandonos en el restaurante al que te llevé en San Valentin —suspiré—. No tengo idea de donde sacó esa fotografía o de quien pudo habérsela enviado, pero esa persona estaba en una mesa muy cercana a nosotras. La foto se veía muy clara.
— ¿El catorce de febrero? —asentí—. No ví a nadie conocido, de la academia al menos, ¿tu viste alguien? ¿quizás un conocido o algo?
— Creo que no, no lo sé, no estoy segura—apreté mis labios—. Me siento tan frustrada...no quería que esto pasara, Manobal, en serio. Todo iba tan bien entre nosotras, me sentía tan feliz.
Pude sentir como algunas lágrimas rodaban por mis mejillas. Lisa se acercó más a mi y secó con sus manos las lagrimas, acariciándome suavemente.
— No importa, Jennie, nada de eso importa. Enfrentaremos juntas a tu madre y le demostraremos lo equivocada que esta respecto a todo esto —negué con la cabeza.
— Será en vano, mi madre nunca entenderá. Nos molestará y estoy segura de que por todo esto te vas a cansar y te irás, no te culparía.
— Jamás me alejaré de tu lado —murmura suavemente, intentando tranquilizarme—. Siempre te voy a querer, Kim, eso es algo que nunca he dudado.
— Pero ella, ella podría echarte de la academia —alzó los hombros restandole importancia.
— No me importa eso, Jen
— Lisa, pero trabajaste tanto para lograr eso —ella sonrió—. Es tu sueño.
— Pero ahora tú eres mi nuevo sueño jennie Kim.
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