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C I N C O

París, Francia.

El lunes por la mañana desperté gracias a la alarma que Roseanne había puesto en su celular, y al compartir habitación, también había logrado despertarme a mi. Siendo sincera lo primero que quería hacer cuando escuché el ruido de la alarma era lanzar su celular contra la pared, pero no podía hacer aquello.

Así que no me quedó de otra mas que levantarme a regañadientes e ir corriendo hasta el baño para ganarle la ducha a Rosé.

Desde que llegamos el sábado a París, Roseanne y yo nos limitamos a explorar el edificio y, ayer domingo a ir a diversas tiendas a comprar artículos necesarios para departamento, al igual que ir a comer algunos platillos que desconocíamos, siendo guiadas por Wendy la mayoría del tiempo. Wendy era una chica bastante agradable y que nos había estado ayudando a Rosé y a mi nuestra poca estadía aquí, cosa que le agradecia.

Al salir de la ducha con una bata puesta en mi cuerpo, me encontré a mi rubia amiga sentada en el sofá, con una toalla enroscada en su hombro mientras que leía un libro.

— Hasta que sales, Lalisa.

— No duré tanto dentro — me defendí —, solo que tu eres muy impaciente, Rosie.

— Sabes que soy impaciente cuando estoy nerviosa, y hoy es un día como esos.

Fuí a la habitación a cambiarme, donde me coloqué un vestido azul con estampado y unas botas negras que me llegaban por debajo de las rodillas. Mi aspecto era aceptable para mi, fuera de ahí no lo sabia, y ahora que lo pensaba me inquietaba.

Toda la gente aquí era muy elegante, incluso la forma de vestir de Wendy, una chica que se me antojaba extrovertida — tal y como yo lo era — vestía de manera elegante y adecuada. Me asustaba no encajar con la gente de aquí que parecía tan seria y con un vestir tan ajeno al mio, sin embargo, haría mi más grande esfuerzo por quedarme y encajar.

Salí de la habitación y fui a la cocina, donde comencé a preparar algo de café para ambas. Al igual que unos panes que habíamos comprado ayer en la — según Wendy — mejor panaderia de la ciudad.

Roseanne salió del baño ya vestida, lucía un pantalón de mezclilla, una blusa blanca de manga larga y unas botas cortas, negras, formales.

— ¿Estás lista? — me pregunta mientras que se acerca a donde me encuentro.

— Supongo que si — respondo insegura — ¿Podrias abrir la ventana? — Rosé me hace caso y abre una de las dos ventanas, quería que el aire entrase al lugar — ¿Cuál pan quieres, Rosie?

— Este — señala.

Después de desayunar en el sofá, puesto que no disponíamos de un comedor. Rosé y yo bajamos en el elevador hasta la recepción.

Hoy era lunes, por ende, el día en que se daría la bienvenida al nuevo año de la academia. Solo seria una corta bienvenida en el auditorio de esta, y Wendy se había ofrecido a llevarnos, tanto a Nayun, Rosé y a mi a la academia por ser nuestro primer día.

Al llegar a la recepción nos encontramos a Wendy y Nayun ya ahí, de pie a un lado de la puerta principal del edificio.

— Por fin — dice Wendy —. Ya se me hacía que no llegaban.

Pardon — dije —. Rosé no encontraba su pulsera.

— No importa, ya vamos que si no se les hará tarde Damisellas.

— ¿Están emociónadas? — nos pregunta mientras caminamos.

— Mucho.

— No tienen de que preocuparse lo harán bien. Todo estará bien.

Caminamos por un largo rato, atravesando diversas calles pequeñas y elegantes. La ciudad en sí lo era, elegante, limpia, gente vestida formalmente, o incluso de manera casual todos lucían elegantes. La ciudad era preciosa, sus calles, los coches, los edificios, todo era tan bello, tal y como lo había imaginado, incluso mejor de lo que había imaginado.

Después de caminar un par de calles, finalmente nos detuvimos frente a un gran y elegante edificio.

"Academie Bolitech"

Mi boca se abre ligeramente, y el nerviosismo crece en mi interior. No me creo lo que veo, este edificio es todo lo que había soñado durante mis dieciocho años de vida y simplemente no me creo finalmente estar aquí. Es irreal, es imposible que lo haya logrado.

Se ve tan ajeno a las fotografías, no se compara en absoluto con ellas. Es aun más hermosa en persona.

— Hemos llegado — anuncia Wendy —. Debo irme damiselas, pero suerte en su primer día.

Nos despedimos de ella y nos adentramos al edificio.

Lo primero que me encuentro al entrar es una lámpara de mi tamaño colgando del techo, vaya que era grande. A los alrededores de lo que es la entrada, se encuentran algunos sofás y mesas, escaleras más allá que dan al segundo piso que se nota desde donde estamos, siendo que estos se tratan de pasillos tipo balcones. Tiene ese aire rustico, colores elegantes y todo es bello, artístico, único.

Veo a personas, alumnos y alumnas de la academia, yendo de un lado a otro a nuestro alrededor, subiendo escaleras, sentados en los sofás, algunos caminando en los pasillos del segundo piso que se alcanzan a apreciar desde aquí.

— ¿Crees que lo hagamos bien? — cuestiona Roseanne en Tailandés.

— Lo haremos bien, Rosie.

— Temo que se burlen de mi francés, Lili.

— Lo haces muy bien.

— Sabes que me ha sido complicado aprenderlo y mi pronunciación no es la mejor.

— Nadie se burlará de tu francés.

En aquel momento se escucha una voz hablar mediante lo que parecen ser los altavoces, interrumpiendo así mi conversación con Roseanne.

— Todos diríjanse al auditorio para dar la bienvenida — anuncia una voz femenina en francés.

Las personas que estaban ahí detienen todo lo que estaban haciendo, y se dirijen hasta las escaleras que se encuentran situadas al fondo. Roseanne y yo caminamos en su misma dirección, sin idea alguna de a donde es que nos dirigimos en realidad.

Llegamos hasta el segundo piso, y apreciamos a la mayoría ingresar a donde se encuentra una puerta color blanco con beige. Al adentrarnos por ese lugar, nos encontramos un enorme auditorio, un escenario bastante grande, nada que ver al que habíamos presentado las audiciones, este en cambio, era enorme, abarcando casi la mitad de la habitación, y la otra mitad, siendo abarcado por los infinitos asientos que se hallaban ahí.

Tomo de la mano a Roseanne, guiándonos a ambas hasta unos asientos libres, no tan adelante ni tan atrás. Para tener un equilibrio y poder apreciar adecuadamente la bienvenida.

Casi al instante en que nos sentamos, las luces se apagan y una señora mayor camina por el escenario que se encuentra enfrente nuestro.
Viste muy elegante, lleva una blusa blanca de botones, una falda tubo color negro, y finalmente unos tacones del mismo color que su falda, dándole un toque a su atuendo con su castaño cabello que le cae ondulado a los lados.

Bonjour, bienvenidos sean  a este nuevo curso en la Académie Bolitech — Todos aplauden, incluyendo nos a Roseanne y a mi —. Le quiero dar la bienvenida a los alumnos de nuevo ingreso, y también les voy a explica respecto a sus asignaturas que tendrán en esta academia.

Ella sonríe, y acomoda el micrófono por el cual ha estado hablando.

— Antes que nada, quiero presentarme, soy Alice kim, la directora y dueña de la academia— todos aplauden de nuevo, provocando que una soberbia sonrisa se adueñe de sus labios —. El asunto es el siguente respecto a las materias. Dependiendo de lo que ustedes hayan elegido estudiar aquí, será a los que se centraran a la mayoría de sus clases, pero por ejemplo si lo que han elegido es danza, tendrán que recibir clases también de otras cosas como lo son instrumentos y canto. Para variar y que puedan aprender un poco de todo, claro, sin descuidar lo principal a lo cual vienen a estudiar.

Me remuevo en mi asiento. Así que me tocará aprender a tocar algún instrumento y a cantar un poco.

— Como la mayoría sabe, en este lugar están permitidos cualquier estilo de música, tanto música clásica, pop, rock, lo que sea de su agrado es bienvenido — agradezco eso, pese a ya haberlo sabido, es bueno tenerlo confirmado —
Ademas, algo muy importante y que  quiero dejar en claro, en esta academia la disciplina es ndispensable, con un primer mal comportamiento, de lo que sea, haberse saltado clase, hablar de manera grotesca a los profesores o lo que sea, se le será suspendido por una semana, y a la segunda, de una serán expulsados de la academia. En este lugar no permitiremos tener a gente no disciplina ni que no siga instrucciones.

Aquello me hizo sentir nerviosa y aun más inquieta. No es que fuese una persona indisciplinada, solo que temía cometer algún error y ser expulsada.

— Quiero recordarles de la gala que se hace cada año, será este sábado  y dará comienzo a las seis y media de la noche, y finalizará a eso de las diez y media — indica —. Sin más que decir, les deseo mucho éxito en este nuevo inicio y para los de nuevo ingreso se les dará un recorrido por las instalaciones, después de eso van a las oficinas para que les den su horario. A los de los demás años, segundo, tercero y cuarto, también deben ir a por su horario y después tienen el día libre y la academia a su disposición — la directora se acomoda levemente la falda —. Pero antes de que todos vayan a sus actividades, permitanme que una de nuestras alumnas les toque una bella melodía.

Ella se hace a un lado, y antes de irse del escenario, dice:

— Con ustedes, Kim Jisoo, una de las mejores alumnas de la academia.

Todos aplauden al unisono, y puedo notar a aquella chica de cabello oscuro que nos encontramos en el elevador el primer día que llegamos, abrirse paso por el escenario y sentarse en una pequeña silla que acababa de ser colocada para ella.

La pelinegra se sienta, acomoda el violín que yacía en sus manos por su barbilla, mientras que con sus manos lo sostiene, y comienza a tocar una pieza que me es desconocida.

No es como que sepa mucho de música clásica, y eso que ella toca es música clásica. Pese a eso la música me gustó, y como tal ella era buena, o eso parecía.

Roseanne a mi lado también la observaba curiosamente, y atenta.

La pelinegra termina su presentación y todos en el lugar aplauden.

Merci — dice su delicada voz por medio del micrófono, para después dirijirse hasta las orillas del escenario, perdiéndose en la oscuridad de ahí.

La directora nuevamente sale al escenario y se posiciona frente al micrófono.

— Muchas gracias por haber asistido a la bienvenida — los aplausos nuevamente se hacen escuchar —. Los de nuevo ingreso por favor quédense en sus asientos, y los de años siguientes pueden salir.

Bastantes personas se ponen de pie, yendo en dirección a la puerta de salida del auditorio. Se escuchan algunas quejas y gente chocando entre sí, hasta que finalmente la directora se dispone a seguir hablando.

— Los de nuevo ingreso atentos a las indicaciones que se les darán. s'il te plait rapproche-toi — señala los asientos que se encuentran situadas enfrente de mi rubia amiga y yo. Algunos se mueven y se sientan, tanto ahí, como en algunos a nuestro lado y detrás —. El profesor Abraham y la señorita Agatha, les darán el recorrido.

En orden todos salimos del auditorio hacia el pasillo que da a las aulas, donde todos nos organizamos en diversas filas, todos haciendo caso a las indicaciones que se nos hace.

Continuons

Paseamos por diversos pasillos de la academia, y vistamis algunos salones de clases a los cuales asturiamos; el aula de canto, el aula de baile, de instrumentos, donde se encuentran diversos equipos, la cafetería — la cual es bastante elegante— hasta finalmente llegar a donde una puerta apartada del aula de danza que no logramos abrir.

— Está cerrada — anuncia Abraham—. Debemos pedirle las llaves a Alice — le indicó a la otra profesora.

— No podemos dejarlos solos — respondió.

El profesor nos observó a todos, hasta que su mirada cayó sobre mi.

— Lalisa —  llamó.

— ¿Oui, professeur?

— ¿Podrias ir a la oficina de la directora a pedirle las llaves de donde se encuentran los casilleros?

Sûr — voy por el pasillo, buscando entre el la puerta que da a la oficina de la directora. Nos la mostraron antes de las aulas, no debería perderme.

Al encontrarla tocó la puerta con delicadeza, hasta escuchar un "arrive" y abrir la puerta.

Ahí, me encuentro a la directora, Alice Kim, sentada en una silla que esta situada detrás del escritorio y a una chica castaña sentada del lado opuesto al suyo, dandome la espalda.

Bonjour — saluda —. ¿Qué necesitas?

— El prof Abraham me mandó por unas llaves.

— ¿De dónde?

— Dijo que de donde se encuentran los casilleros del aula de danza.

Sûr, ahora te doy la llave — sonríe —
. Hablaremos luego, ahora puedes irte.

Su semblante cambia  a la hora de dirigirse a aquella chica, y al terminar de pronunciar dichas palabras, la castaña asiente y se levanta de su lugar, yendo casi corriendo hasta la puerta de la oficina, impidiendo que pudiese apreciar su rostro.

— Lalisa Manoban ¿Sûr? — cuestiona la directora mientras que abre un cajón de su escritorio, y comienza a rebuscar en el.

— Así es, Madame.

— Vi tu presentación en Tailandia, Lalisa — me cuerpo se pone rígido al escuchar aquellas palabras —. Lo hiciste estupendo, claro, dejando de lado el tropiezo al final. Pero fuera de eso lo hiciste maravilloso.

— Us-usted ¿Estuvo en las audiciones?

— Por supuesto chère,  soy la directora, mi desición es primordial —  indica mientras que me entrega las llaves que le pedí —. Abraham insistió mucho en otorgarte la beca y aunque no lo creas, confío en el, así que si estaba rogando tanto por algo era porque algo de razón debía de tener. Espero no decepciones Lalisa.

— No lo haré — agarró la llave y la sujetó con fuerza entre mis manos.

— Puede irse Lalisa, y suerte.

(...)

Después de mostrarnos lo que quedaba de la academia, el profesor nos dice que vayamos por nuestros horarios, y que luego de eso somos libres de ir a donde queramos por la academia.

Hacemos lo que dice y aquí estamos Roseanne y yo, hablando con la compañera de habitación de Nayun que se llama Mina. La cual, al parecer va en segundo año.

— Demasíado talento en segúndo año, es muy difícil llegar a ser el mejor o incluso de los mejores. No es sencillo destacar entre todas y todas.

— ¿Quienes son los mejores por decirlo así? — cuestiona Nayun.

— Jisoo es un ejemplo de ello, Joy también lo es.

— ¿Jisoo fue quién contó en el auditorio? — pregunta Rosé.

Oui, es muy buena y luego está su amiga que también es muy buena, diría que una de las mejores, si no es que la mejor, ella se llama Je.... — alguien grita su nombre a nuestras espaldas, provocando que haga una mueca y haga un saludo —. Debo irme, hablaremos mañana. Suerte y disfruten la academia.

Después de eso yo me decido a ir a la habitación y dormir. Debía descansar, mañana era mi, verdadero primer día en la academia, y quien sabe que me esperaba en aquel lugar.

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