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ɪɴᴇꜱᴘᴇʀᴀᴅᴏ


Era fin de semana y después de hacer sus ejercicios matutinos, JungKook estaba aburrido, y al darse cuenta de que no había más de su leche de plátano, decidió que lo mejor era decirle a su chófer, guarda espaldas y asistente personal, que irían al súper.

El hombre se negó siguiendo las órdenes de sus jefes, la cual una de ellas decía que “JungKook tenía prohibido salir de la residencia”, pero el omega sabía cómo hacerlo cambiar de opinión.

Solo le costó un poco más de trabajo que de costumbre, pero el omega sabía donde apretar para que el hombre de uniforme terminara sucumbiendo ante sus encantos.

Nadie se negaba a JungKook, y eso incluía hasta los de su propia casta.

Una hora después JungKook estaba feliz en el súper mientras iba agarrado del brazo del otro omega, que llevaba un carrito, donde el menor comenzó a meter alimentos.

Jungkook reía para sus adentros mientras se inclinaba y guardaba las cosas, sabía que tenía al omega varios años mayor que él, babeabando.

El pequeño omega se había puesto un pequeño short tirando a beige, junto a unas medias hasta los muslos de color blanco y arriba un lindo suéter rosa pastel, que dejaba ver sus clavículas. Una combinación letal entre lo adorable y sexy.

—¿Está todo bien, Kookie?, ¿Ya te cansaste de esperar? — el omega mayor pregunto preocupado al verlo hacer puchero.

Ya se encontraban en la fila de la caja y JungKook vio su momento.

—No, es que olvidé mis Bananas Milk, Hyung. — dijo sin borrar su mohín.

El omega suspiró embelesado. — Oh, si quieres puedo ir por ellas.

— ¿De verdad?, ¡Muchas gracias! — lo abrazó.

—N-No hay de qué… — tartamudeó, antes de aclarar la garganta. — Tú espera aquí, ya vuelvo.

—Claro… — dice sonriente, agitando su mano hasta que lo ve desaparecer entre los pasillos. —, que no.

JungKook se gira mirando a quién sería de su ayuda. Va hacia la persona que tiene detrás de él en la fila.

—Disculpa.

El chico rubio, quita la vista de su celular y mira hacia arriba con el ceño fruncido, cuando siente los deditos del omega picarle el brazo.

—Oh, ¿Qué se te ofrece bonito? — pregunta cambiando su cara de “aléjate”, a una sonrisa coqueta, comiendo al omega con la mirada.

JungKook sonríe aún más grande, cuando capta el aroma de alfa que proviene de ese chico guapo. Eso sería fácil.

—Me preguntaba si puede cuidarme el lugar. — batea sus pestañas, soltando más su aroma para persuadirlo. — ¿Por favo?

—¿Mm?, solo si me das tu número.

—¡Hecho! — JungKook niega al ver la intención del chico de darle su celular. — No, no primero el favor, luego la recompensa.

El rubio ríe. — Chico listo, me gusta.

Jungkook le guiña un ojo, antes de girarse y marcharse de allí a paso ligero.

Y se preguntarán, ¿A dónde iba?, fácil, la farmacia. ¿Para qué? Bueno, Jungkook podía ser muy suelto en algunas cosas, pero aún tenía sus pequeños secretos que escondía por vergüenza.

Uno de ellos era que aún usaba los productos de bebé.

Feliz de haber conseguido comprar sus cosas, vuelve a la sección de alimentos dando saltitos hasta que choca contra alguien por andar distraído.

—Oh, lo sien… ¡Señor Park! — chilla Jungkook sonriendo. — ¿Qué hace aquí?

El mayor, lo observaba un momento antes de levantar las cosas que tiene en mano, con obviedad. — Comprar.

Jungkook ríe mientras sus mejillas se ponen rojas. — Cierto, estamos en un súper.

—¿Papá, puedo lleval los chocobom? — una vocecita llama la atención de ambos.

JungKook mira al pequeño niño de no más de cuatro años, venir había ellos con una gran caja en mano y acomodando sus lentes con la otra.

—Soobin, ¿Qué te dije de traer las cosas así? — dice el alfa yendo hacia el niño, tomando la caja para ayudarlo. — ¿Seguro que esto es lo que quieres?

—¡Si!

— Bien. — dice el alfa colocándola en el carro.

Jungkook solo se mantiene en su sitio, incrédulo ante lo que ve. Al parecer el director Park tenía un hijo, uno rechoncho y pequeñito.

Alto… ¿Y si también tenía pareja?

JungKook cayó en cuenta que jamás se habían fijado en eso antes. Estaba tan entretenido en conseguir la atención del mayor que no pregunto por su vida privada.

Joder macho, él podía ser cualquier cosa, pero un rompe hogares jamás. Suerte que la ficha salió antes de que haya logrado algo y se tuviera que lamentar.

Aunque la verdad si sintió un feo pinchazo en el pecho, y cuando lo vio cargar al niño se preguntó que afortunada persona tendría a ese par.

Eran tiernos y su conejo interior movió su rabo emocionado.

Incómodo con ese sentimiento, decidió que lo mejor era irse de allí, hasta que de la nada sintió un jalón en su suéter que lo detuvo.

JungKook miró dudoso al dueño de la pequeña mano. — ¿Sí?

Los pequeños ojos del niño, a través del cristal de sus lentes, estaban fijos en él. A JungKook le hizo recordar a su padre.

— ¿Eles el novio de papá? — pregunta directo haciendo que JungKook se atragantara con el aire,

Bueno, supongo que eso le daba una respuesta a lo anterior.

— ¡Park Soobin! — escucha regañar al mayor mientras viene hacia ellos. — ¿Qué te he dicho de hablar así a los desconocidos?

— Que no debo. — dice el niño antes de volver a mirar al castaño. — Es que tiene el mismo aloma que llevaste a casa la última vez. A lico pastel, ¿Lecuelas?

JungKook se pone rojo como tomate cuando el pequeño niño se abraza a una de sus piernas, su conejo goloso comenzó a esparcir más feromonas, feliz por la atención del cachorro.

Raro, porque no le agradaban mucho los niños.

— Soobin, no hagas eso. — el mayor intenta alejarlo, pero el menor sigue aferrado.

— No, quielo a pastel. — dice refunfuñando.

—Mi nombre no es pastel, pero puedes decirme Kook, pequeño. — propone Jungkook tomando delicadamente las manos del niño y agachándose a su altura. — ¿Y tú cómo te llamas?

Lo había oído de su padre, pero Jungkook quería que el pequeño se presente. No pudo evitar sonreír cuando lo vio inflar el pecho.

—Soy Palk Soobin. — dice con orgullo y gran sonrisa derritiendo a los dos mayores.

—Que lindo nombre, Soobin-ah. — JungKook alaga.

—Papá lo eligió, ¿veldad, papá? — Soobin mira hacia arriba, hacia Park.

JiMin asiente mientras apoya la mano en la cabeza de su hijo, despeinándolo. — Así es.

Los ojos de JungKook van hacia el alfa y se agradan a ver la sonrisa amorosa que adornan los labios del mayor en ese momento su corazón se acelera.

Sin duda alguna el alfa era atractivo por si solo, pero verle sonreír lo hacía ver cómo algo fuera de este mundo.

Y él hasta le haría el monumento para que lo em…

—¿JungKook?, ¿Qué haces aquí? — dice una voz detrás de él y Jungkook traga saliva, ¡Mierda!

—N-Nada, solamente me perdí buscándote. — se pone de pie y le sonríe.

—Hum. — puede ver la duda, por lo que se apresura a actuar.

—¡Las encontraste! — dice tomando las bebidas en la mano del omega mayor. — Muchas gracias, Hyung. — le besa la mejilla antes de comenzar a caminar. — ¿Nos vamos?, la fila debió avanzar mucho.

De manera sutil se gira saludando a padre e hijo con su mano. “Adiós”.

El omega por su parte no pone resistencia, cautivado, sigue a Jungkook. Sin percatarse que estaba bajo la mirada de dos alfas molestos.

JiMin intenta seguir con las compras sin mucho ánimo.

No encuentran lógica para lo que siente, quiere ir hacia ese hombre y gruñirle para que se aleje de Jeon.

Y eso sería estúpido, porque ese chiquillo es solo alguien que le gusta molestarle.

—Papá…

—¿Qué pasa, hijo?, ¿Ya no quieres tus chocobom?

El pequeño niega. — Pastel… lico. — señala por de dónde se fue el omega con aroma a eso mismo.

JiMin suspira y asiente. — Sí, hijo, pastel rico.

No podía negarlo, Jeon Jungkook era delicioso en todos los sentidos.

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