6 | A bit confusing
Parte II. Capítulo VI
A bit confusing
[Un poco confuso]
El 31 de octubre en Hawkins, y para los más pequeños, es sinónimo de dulces gratis y diversión; en cuanto a los adolescentes la diferencia no es abismal, solo que, en el lugar de los dulces se encuentra el drama de secundaria.
El Halloween de 1984 anunciaba todo menos tranquilidad, al menos para aquellos que saben, quizá, más de lo que deberían, para los mismos que cometieron errores y eran conscientes de estos, pero no la manera de hacerles frente sin herir a alguien en el camino.
El universo, sin embargo, tiende a jugar con el destino para crear drama, envolviendo a las personas en el tipo de situaciones dignas de novelas. Steve y sus dilemas morales no eran la excepción.
La mañana de Halloween era soleada, la brisa de otoño golpeaba las suaves mejillas de Steve cuando entró al estacionamiento de la preparatoria, a su lado, Nancy exhaló con fuerza antes de apartar la mirada de la ventana y verlo con las cejas fruncidas. A decir verdad, a Steve no le gustaba esa expresión en su rostro, además de hacerla ver de más edad, le hacía sentir que en cualquier momento le diría algo como: «Sé tu secreto, Steve, fuiste lo suficientemente idiota para anotarlo en la tarea de matemáticas».
No era un temor infundado, pero sí predecible, más teniendo en consideración el sinfín de pensamientos que tenía con regularidad sobre Lucy, en lugar de su novia.
¿Cuándo fue la última vez que pensó en Nancy, o entabló una conversación con ella, y comparó la monotonía entre ambos, a un par de minutos al lado de Lucy?
Lux, tan adecuado que dolía.
Aunque había intentado un centenar de veces todos los días, Steve no pudo evitar que su mirada se apartara de Nancy, un poco a la izquierda, para ver por encima de su hombro a Lucy descendiendo del viejo auto azul de Jordan Harris. Steve quiso reírse cuando, en otro intento de inútil caballerosidad, Jordan se bajó corriendo a abrirle la puerta a Lucy, pero ella ya se encontraba sacudiendo su ropa de las arrugas.
—Voy tarde a mis clases avanzadas, nos vemos al rato —mencionó Nancy en tono aburrido, bajándose del auto e inclinándose en la ventanilla para darle un beso fugaz en los labios. Steve apenas le correspondió cuando ella ya se había marchado.
No le tomó mucha importancia, las últimas semanas su relación con Nancy había cambiado demasiado. A veces, Steve creía que ella se aburría de su compañía, pero nunca expresaba nada, así que Steve dejó de pensar en eso, porque de alguna forma lo hacía sentir insuficiente. Odiaba esa sensación, le recordaba a su padre y las duras palabras con las que se dirigía a él de pequeño.
Tuvo que apartar la mirada cuando Jordan Harris se inclinó para besar la mejilla de Lucy, suaves y sonrosadas como siempre. Tan hermosa.
Frunció los labios, dejando caer la barbilla sobre sus manos reposadas en el manubrio del auto, suspiró. Le parecía una eternidad desde la última vez que habló con Lux y la abrazó, logrando impregnar su mente del divino olor que emanaba su cabello perfumado, y admirando el brillo en su mirada.
Había sido maravilloso perderse en la sensación unos instantes, un par de días incluso, hasta que Lux desapareció un jueves (dos semanas atrás) y regresó el lunes por la mañana, muy feliz, al parecer. El detalle era que se había marchado con sus cómplices a cada costado del cuerpo, y Steve no estaba inseguro sobre aquél hecho, porque se niega a sentirse así por alguien; pero desde aquél fin de semana que Lucy pasó en quién carajos sabe dónde, ella cortó toda comunicación con él. Lo evitaba igual que a la peste. Por lo que, lógicamente, Steve pensó que la culpa era de ese par de entrometidos.
Cumpliendo otro estereotipo de chico popular (o ex, en su caso), Steve se encontró receloso al hecho de sentirse incómodo con sus acusaciones sin fundamentos. ¿Y cuáles eran dichas acusaciones? Sencillo, ese par de tontos habían convencido a su Lux de que él era mala influencia para su campaña de cambio de imagen, sí, algo por completo obvio. (Nótese el sarcasmo).
Cerró los ojos antes de volver a suspirar y tomar su mochila del asiento trasero. Debía acercarse a ella, pero, para su buena suerte, contaba con una excelente excusa, no como otros días.
Por lo general, a Steve no le gustan las itinerantes llamadas de su madre, sin embargo, la noche anterior cuando le llamó para informarle que el video musical de la canción en la que Lucy y él participaron ya estaba listo y apunto de lanzarse al público, le emocionó lo suficiente para no parar de sonreír en casi todo el día. La razón era simple: para entregarle una copia del video (cortesía de su madre) debía acercarse a ella, y por primera vez en dos semanas, no sería bajo excusas como: «¿Entendiste la tarea de Cálculo Avanzado?» o «¿Cuál será tu disfraz para Halloween este año?». Y había más de donde provenían aquellas, pero resultaban muy vergonzosas para relatarlas.
◖◖
Lucy estaba comiendo tranquilamente una pera en las gradas exteriores cuando un volante anaranjado apareció frente a sus ojos, lo que la hizo dar un respingo hacia atrás para alejarse, pero fracasó al toparse con una pierna que estaba detrás de ella. Alzó la vista, solo para maravillarse ante los ojos caramelo de Steve, quien la miraba sonriendo.
Era la segunda vez en el día que Steve se acercaba a ella, sin embargo, no se sorprendió cuando inmediatamente le devolvió la sonrisa; le causaba cierta emoción saber que su lazo amistosos no se había visto afectado por la lejanía de las últimas dos semanas.
—Tienes que venir a la fiesta de Tina —dijo apenas la vio, mientras agitaba el volante con diseños de Halloween en sus manos, emocionado.
—No —respondió apartando la vista de él—. No me gustan las fiestas.
—Pero vas a ir conmigo —aclaró de inmediato—, y bueno, con Nancy.
—No quiero ser la tercera rueda, Steve —se adelantó a decir al recordar cómo terminaron las cosas para ella en la última fiesta a la que fue. Además, tenía la vergüenza suficiente aún, para no querer ver a Nancy de cerca.
—Puedes llevar a Robin, y Jules —insistió e hizo una mueca de disgusto—. Y a tu novio.
—Jordan no... —Suspiró, dejando la frase sin completar, dándose por vencida con cada persona a la que trataba de explicarle que Jordan no era su novio, incluso si se comportaba como tal cuando la recogía de la escuela, o cuando le prestaba su sudadera al ver que Lucy tenía frío y vestía solo una camiseta de mangas largas. No eran novios, pero a él le gustaba pretender que lo eran. Lucy simplemente no encontraba el momento adecuado para hablar de eso, porque siempre estaban rodeados de sus amigos, o muy ocupados con otros asuntos, para aclarar las cosas. Y vaya que le urgía hacerlo, todos pensaban, de manera errónea, que estaban juntos.
—Prometo que no será como la otra fiesta, Demonio.
Lucy levantó la mirada del pasto que crecía sin medida en los alrededores de las gradas, observando a tiempo que la posición en la que estaba sentado Steve a un lado suyo era comprometedora: una pierna estaba detrás de ella, por lo que la rodilla de la otra chocaba con la de Lucy. Si ella se inclinara un poco hacia atrás, a su izquierda, quedaría atrapada entre los fuertes brazos de Steve. ¿Cómo sería que él la abrazara de esa forma tan íntima?
Se preguntó cómo se sentirían los latidos de su corazón contra su espalda. Pero detuvo ese tren de pensamientos, nunca lo sabría, no tenía sentido perder el tiempo pensando en ello.
—Aún así, ¿quién da una fiesta en pleno jueves? —preguntó alejándose cuanto podía, de forma disimulada, de la tentación en carne y hueso que era Steve.
Él blanqueó los ojos y se encogió de hombros. Su cabello tan bien peinado como siempre brilló ante la luz que irradiaba el sol. Lucy contuvo un suspiro mordiendo un bocado más de su pera.
Se había dicho un millón de veces que su enamoramiento por Steve era algo muy raro, porque lo primero que vio en él no fueron sus exquisitas cualidades físicas, sino su corazón, aunque era imposible negar que al verlo las burbujitas en su estómago se agitaban. Sin embargo, Steve siempre había sido más que una cara bonita, no importaba si Robin no lo veía, o si Jules pensaba que Steve era el estereotipo de chico guapo sin cerebro. Lucy veía a través de la neblina, donde se encontraba un hermoso arcoíris esperando a ser mostrado, solo que, no era un espectáculo para todos.
—No lo sé, Stevie —respondió con honestidad, procurando verlo a los ojos y no a sus carnosos labios—. Mañana tengo una reunión con el director y el sub para ver si aceptan abrir el Club del Loto.
—¿Y eso qué?
—Pues, no quiero lucir como muerta en la reunión. Me estoy esforzando en que vean que cambié, desde hace dos meses. —Steve asintió en silencio, completamente atento a cada palabra que salía de su boca—. Y créeme, intentar ser la buena de la historia no es fácil.
—No dejarás de ser la buena —señaló haciendo comillas con las manos— solo por ir a una fiesta, Lucy.
—Es lo que dices tú, pero me conozco. ¿Qué pasará si alguien colma mi paciencia en la fiesta? Te aseguro que perderé la calma, y también el progreso que he hecho para limpiar mi historial de peleas dentro y fuera de la escuela.
Steve suspiró en un volumen muy alto, parecía exasperado cuando le puso una mano en el hombro y la miró fijamente.
—Entonces, dejarás de ir a una fiesta de disfraces en donde podrás despreocuparte solo porque no tienes suficiente control sobre tus emociones para no golpear a alguien —afirmó en tono incrédulo—. Cada día me sorprendes más, Lucy.
—Si tengo control de mis emociones —dijo cruzando los brazos.
—No es cierto.
—Bueno, ¿qué sugieres? —preguntó con sarcasmo.
—Sugiero que vayas a la fiesta, y si alguien es lo suficientemente idiota para molestarte, teniendo en cuenta que todos sabemos cómo eres, lo ignores — respondió en tono serio, no había comprendido que la pregunta era retórica. Pero no era mala idea, si lo pensaba bien.
—A veces tienes buenas ideas, Bambi.
—¿Vas a ir a la fiesta?
—Ya lo veremos —anunció en tono sombrío, haciendo ademanes de misterio con las manos y entrecerrando los ojos.
—¿De qué te vas a disfrazar?
La pregunta la hizo pensar inmediatamente en Ce, la niña le había contado que tenía un plan para conseguir que Hopper la dejara salir a pedir dulces la noche de Halloween, solo que, en lugar de tocar puertas de desconocidos, iría a la casa de Mike Wheeler. No hizo falta analizar el plan, Lucy supo que Hopper no se dejaría llevar por los ojos tiernos de Ce ante tal petición, si no mencionó nada enfrente de la protegida del jefe de policía, fue porque no quería romper su corazón.
—Ya lo veremos —repitió en el mismo tono que antes.
Steve se rio, entendiendo que no lograría conseguir información de ella por el momento.
༻༺
Robin caminó en línea recta y de regreso desde la puerta de la pequeña habitación hasta la pared, donde yacía recargado un ropero del que Lucy sacaba prenda tras prenda, buscando la falda adecuada para completar el disfraz que usaría esa misma noche.
—No lo entiendo. No te entiendo.
—Sí, es la quinta vez que lo dices —respondió con calma, y soltó un suspiro cuando se cansó de buscar en el ropero—. Juro que no dejaré que Eddie vuelva a acomodar mi ropa.
—Tampoco entiendo eso. Si sabes que tu hermano es el ser humano más desordenado que ha pisado la tierra, ¿por qué le dejas semejante tarea?
Lucy contuvo un nuevo suspiro, y se paró justo frente a Robin, de forma que el camino que había recorrido en circuito infinito se rompió cuando Lucy posó las manos en los tensos hombros de su amiga y la miraba con los ojos casi cerrados, pero no para reñirla.
—Necesitas calmarte, este cuarto es pequeño y aún no arreglan la ventana, así que podemos quedarnos sin oxígeno en cualquier momento.
—Esa es la forma menos ortodoxa que conozco para calmar a alguien.
—Solo bromeo. —Lucy sonrió tenue con las cejas arrugadas hacia arriba, demostrando cierta preocupación—. Estaré bien, Rob.
—Lo dices como si a la última fiesta a la que fuiste te hubiera ido de las mil maravillas.
Por un instante, Lucy creyó que Robin podría estar exteriorizando sus pensamientos, los que le decían que, pese a las buenas intenciones de Steve al invitarla a la fiesta de Halloween de Tina, todo podría salir mal. Pero lo ignoró. Nada malo ocurriría esa noche.
—Si estás tan preocupada, ¿por qué no vas conmigo? —Se separó de ella para ir al ropero, donde encontró un par de medias negras que pertenecían a Robin—. Te apuesto un helado de chocolate a que puedo hacerte un disfraz que vaya a juego con el mío solo con las cosas que hay en mi cuarto. —Le arrojó las medias, que Robin atrapó en el aire—. ¿Y bien?
—Me tientas —hizo un gesto pensativo con una mano en la barbilla y la otra sosteniendo las medias—, pero no puedo. Le prometí a Jules que la ayudaría en sus obras de caridad.
—Más bien, en su fiesta.
—La fiesta es después del evento para niños en el hospital —aclaró Robin con tranquilidad.
—¿Estás segura de que tendrás la suficiente paciencia para convivir con todos esos niños? —preguntó Lucy con curiosidad, al momento que retomaba la tarea de buscar en su ropero algo decente.
—¿Adivinas?
—Adivino —aceptó Lucy, girando la cabeza para verla, suspicaz—. Detestas a los niños, pero no tanto como amas a Jules.
Robin ladeó la cabeza mientras abría los ojos con una expresión casi sorprendida, una mano se dirigió a su pecho. Era una dramática por completo.
—Cerca. Me ofende muchísimo que pienses así de mí.
—Basta de hacerte la mártir. Sabes que es verdad.
—Lo es. Pero en esta ocasión los niños no me desesperan porque sé que son niños con cáncer, Lucy —dijo con seriedad y el ceño fruncido hacia arriba—. Iré al evento de caridad por Jules, pero también ayudaré en lo que pueda para darles un Halloween memorable a esos niños.
Lucy sonrió enternecida, acercándose a su amiga con los brazos abiertos para darle un merecido abrazo de oso.
—Ay, mira eso. Mi Robin maduró un poco.
—Oh, por Dios. ¿Puedes gritarlo más alto? Creo que no te oyeron en España.
Lucy negó con la cabeza al momento que envolvía los brazos alrededor de su alta amiga, Robin se resistió un instante, pero, al final, le devolvió el gesto con muchísimas más fuerzas que la Munson.
—Tienes razón; lo hago por Jules.
—Lo sé, Rob.
—Si le dices a alguien que di un emotivo discurso sobre los niños, me enojo —advirtió Buckley con falsa seriedad.
—Muy tarde. Ya le conté a medio Hawkins.
—¿Sabes? —dijo Robin después de un rato, cuando aún estaban abrazadas—. Tengo la sensación de que debía decirte algo, pero lo olvidé.
—Si lo olvidaste, quizá no era tan importante. —Lucy se encogió de hombros, restándole importancia.
—Tienes razón, casi nunca la tienes, pero hoy sí.
◐
Eddie miró a su hermana por el rabillo del ojo, con los brazos cruzados frente al pecho y un puchero en los labios. Lucy, como si hubiera sentido su mirada en ella, lo vio por el espejo y detuvo su mano en la que sostenía la brocha con la que le había dado los toques finales a su maquillaje.
—¿Qué pasa? —preguntó con voz serena. Eddie alzó las cejas, sorprendido con la pregunta.
—Nada —mintió.
—Soy tu hermana, idiota. Creo que olvidas que conozco los gestos que haces cuando algo te molesta o incomoda. Escúpelo. ¿Qué es?
—Vas a ir a una fiesta. La última vez que fuiste a una fiesta, terminó mal.
—Tu discurso se parece demasiado al de Robin, ¿sabes?
—Ella entiende lo que pasa por mi cabeza —murmuró, frunciendo la frente—. Hoy es mi cumpleaños.
—Por supuesto que lo sé, te hice pastelitos con glaseado de vainilla oscuro, y te di tu regalo —pensó un momento, con la vista perdida en el techo de la caravana—, pero olvidé el abrazo rompe costillas.
—Lo que quería decir —comenzó Eddie, ignorando a propósito su última frase—, es que es mi cumpleaños y no estaré en Hawkins. Saldré todo el fin de semana —aclaró, viéndola a los ojos—. Y tu vas a ir a una fiesta de Halloween, si algo te pasa, igual que el año pasado, no estaré aquí para apoyarte.
—Si algo como eso vuelve a pasar, esta vez, no habrá sobrevivientes —explicó Lucy tranquila, como si estuviera hablando del clima—. Lo prometo.
Eddie blanqueó los ojos, una sonrisa divertida dibujándose en su rostro.
—No. Prométeme que, si algo malo pasa, acudirás a Hopper... o a Steve —frunció el ceño con seriedad.
—¿Steve? ¿Por qué le dices por su nombre y no "El galán"? —preguntó Lucy sonriendo, ajena a los preocupados pensamientos de su hermano.
—Porque estamos hablando de un tema serio, Lucy.
—No tienes porqué preocuparte. No haré cosas estúpidas, como ir a la cárcel, sin ti —soltó en tono burlesco, con una sonrisa traviesa que se borró un poco al ver la expresión en el rostro de su hermano.
—Lucy —advirtió en tono serio.
—Está bien, no haré idioteces —aceptó, blanqueando los ojos. Se levantó de la pequeña silla frente al espejo del tocador y caminó hacia Eddie, totalmente decidida, con una mueca enigmática en sus suaves facciones—. Pero antes de irte, no olvides tu abrazo, cumpleañero.
—¡El rompe costillas no, por favor! —exclamó en un grito ahogado, demasiado tarde. Lucy se había lanzado encima de él –igual que si estuvieran jugando a las luchitas–, sacándole el aire de manera abrupta, provocando que jadeara en busca del oxígeno que le fue robado—. El rompe costillas quedó fuera de las tradiciones en los cumpleaños.
—No, hermanito, quedó fuera de tus tradiciones —aclaró sonriendo con perversidad, Eddie envolvió los brazos alrededor de su propio cuerpo y cerró los ojos con fuerza—. ¡Esta es mi venganza, greñudo!
Se acercó a un tembloroso y atemorizado Eddie, pero en lugar de abrazarlo hasta el punto de casi asfixiarlo, le brindó un suave golpe en su blando pecho.
—¡Oye! —se quejó al momento que sobaba su pecho—. Tengo la piel sensible, Lulú. Se me hará un cardenal.
Lucy ni siquiera lo miró, muy enfrascada en retocar el sombrero de pirata sobre su cabeza.
—Tranquilo, Eds, a algunas chicas les gustan los chicos con marcas de golpes.
Eddie aún parecía adolorido, pero se rio.
—¡Por eso te gusta tanto, Steve!
—No es por eso.
—Pero no lo negaste.
—El hecho de que a Steve le den una golpiza cada cierto tiempo no significa que me parezca más atractivo —declaró entrcerrando los ojos, luego sonrió ante el pensamiento que la invadió—. Aunque, ese labio roto es muy sexi.
—¡Me voy! —exclamó Eddie con una mueca de asco—. No tienes que preocuparte, estaré aquí para el lunes cuando dejes de fantasear cosas raras con el galán.
𖧷
Para ser honesta, dejó de catalogarse como el tipo de persona que se preocupa por la habladuría de los demás desde que comenzó a salir con Steve. Aún así, Nancy no pudo hacer oídos sordos ante los susurros que predecían la ruptura de su relación amorosa, solo porque en dichas acusaciones no había dos involucrados, sino tres: Steve, Lucy y ella.
La pregunta no era ¿por qué Lucy estaba entre las habladurías de los demás que involucraban su ruptura? Sino ¿por qué Nancy aún estaba aferrada a una relación que no rendía frutos?
En ocasiones, Nancy creía que ignorar los hechos obvios la llevarían a la respuesta: quedarse o marcharse. Pero luego recordaba, y recordar le generaba sentimientos encontrados, por un lado, estaba en lo correcto, por otro, sentía la necesidad latente de correr lejos y dejar que Steve comenzara a buscar a esa persona tan especial que tanto anhelaba, el hueco que ella nunca podría llenar. El hueco que, a su parecer, según lo observado durante meses y meses de falta de atención de Steve hacia ella, solo podría llenar una persona en su panorama de sospechosos: Lucy.
Vaya que tener la incertidumbre sobre una posible verdad era una carga. Cada día, la factura se iba haciendo más larga.
**•̩̩͙✩•̩̩͙*˚ ♥︎˚*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚*
¡He vuelto!
¡No olviden votar y decirme lo que opinan!
¿Cómo están, preciosxs?
Lamento la gran demora, entré a la Universidad y es todo un lío con los trabajos, en fin, el próximo capítulo es sobre la fiesta de Halloween, y como ya sabemos, entra el drama de nuevo. Esta bomba está a punto de explotar.
¡No duden en decirme si hay algún error de edición, como diálogos repetidos o en el mismo renglón!
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