𝟏𝟖;; 𝐂𝐨𝐥𝐥𝐚𝐫
Ayer me equivoqué en la adaptación del cap anterior, fue un pequeño error pero aún así me desanime.
Según yo no iba a actualizar por miedo a volver a equivocarme, pero aquí estoy, disfruten la lectura.
Roseanne comprendió cuando Jennie había dicho que conforme pasaban los días tendría más ganas de consolarse, porque durante el resto de la mañana, el mediodía y la temprana tarde no la había dejado separarse de ella ni para bañarse, aunque ella tampoco puso mucha resistencia. Aunque el baño quedó en segundo lugar, ya que también terminaron haciéndolo bajo la ducha, jugando con la espuma del shampoo, con risas y besos, hasta terminar con el cuerpo de Jennie acurrucado contra el pecho del Roseanne, con esta acariciando su espalda en círculos y apoyando el rostro sobre la cabellera castaña de la omega, inhalando su aroma.
— ¿Sabes que conocí a tu hermana? — soltó Jennie de la nada, haciendo que Roseanne tardara unos segundos es responder con un simple "¿Qué?"— Park Sooyoung —añadió.
La rubia asintió, por supuesto que sabía el nombre de su hermana.
— Me habló mucho de tí —continuó la omega—. Se ve que te extrañan bastante, te siguen esperando.
Roseanne tardó un segundo en suspirar.
— Que digas esas cosas no me hace sentir mejor o algo, ya lo sé, prefiero no hablar de-
— Me dijo que si tú hubieras estado en casa aún, me hubieran presentado contigo en vez de ella.
Las palabras la hicieron callar.
Jennie movió un poco el rostro para mirar hacia arriba, chocando su ojos con los de Roseanne.
— Si no me hubieran marcado... Y yo no hubiera huido— habló la mayor con lentitud—. Yo sería una de tus pretendientes— sonrió.
Jennie asintió.
— Incluso si nada hubiera pasado nos hubiéramos conocido —respondió la omega—. Destino.
Rosé alzó el rostro de la castaña para besarla.
Al salir del baño, cuando ya comenzaron a tener frío, Roseanne tomó una toalla para Jennie y otra para ella, aunque no había terminado de secarse la mitad del cuerpo cuando la omega pasó la toalla sobre ella, enganchando su cuello para atraerla hacia sí misma, sonrió a a centímetros de su rostro antes de besarla.
A Roseanne simplemente le encantaba.
Pensó apenas unos días atrás, donde se había avergonzada cuando despertó abrazanda a Jennie en la primera noche. Y ahora estaban pegadas piel con piel sin ninguna vergüenza de su desnudez, habían aprendido que la ropa sólo les era un estorbo.
Las manos de Roseanne bajaron sin querer hacia el collar de Jennie, tocando la textura de la tela que lo forraba.
Sus dedos fueron hacia la curva entre su hombro y cuello, y maldijo al collar con todo su corazón.
Jennie pareció sentir qué pasaba, porque se separó del beso para mirarla como si pidiera perdón, su mirada se tornó melancólica repentinamente.
La omega llevó sus manos al collar, apretandolo con fuerza, enganchando sus dedos debajo de este, como si al tirar lo suficiente podría romperlo, sus nudillos se volvieron blancos y las mejillas se tornaron rojas por la fuerza.
— Jennie, no, no...— Roseanne tomó las manitos, tirando de ellas para que soltara su collar, usando un poco más de fuerza de la que quería para que la otra se rindiera.
Vió las lágrimas de frustración en los ojos de Jennie, y cómo se mordía el labio con fuerza para intentar contenerse.
— Jen-
— Lamento que tenga que ser así, Roseanne —dijo, intentando hacer dura su voz—. No sé la contraseña... De saberla me lo hubiera quitado el primer día, pero- — un hipido de llanto interrumpió sus palabras—. Quiero quedarme contigo, Roseanne —las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
Rosé sentía su corazón estrujado al ver a Jennie así, su loba estaba igual que ella, pero con ganas de pelear con lo que sea que esté haciendo llorar a su omega.
La mayor envolvió a Jennie en brazos, apoyado el rostro de la otra sobre su cuello, para que respirara su aroma, mientras acariciaba la espalda de la omega hasta que los espasmos del llanto desaparecieron.
— Agradezco con todo lo que tengo el sólo haberte encontrado, Jennie —dijo, hablando con voz tranquila, baja, cerca del oído de la omega—, y que seas mía— su loba habló sin su permiso, aunque no podía decir que ella no estuviera de acuerdo.
Jennie no dijo nada, respirando pesadamente, haciendo un esfuerzo para no volver a llorar.
Ella no era una omega llorona, pero atribuía a la presencia de Roseanne el estar tan sensible.
— No quiero irme— dijo, finalmente.
— ¿Crees que yo sí quiero que te vayas? — respondió con automática ironía, haciendo que una risa pobre de Jennie surgiera—. Sé que no puedo mantenerte escondida para siempre, tampoco quiero que sea así.
>>Soy muy afortunada porque puedo tenerte unos días más.
Jennie guardó silencio, Roseanne sintió cómo la omega no quería decir algo.
— ¿Qué pasa?
Un suspiro tembloroso surgió de los labios de la omega.
Se separó de Park para mirarla al rostro, con los ojos rojizos por las lágrimas.
— Mi celo se fué— dijo.
Roseanne frunció un poco el ceño, confundida.
"¿No debía durar unos días más?"
Su entendimiento de los celos llegaba hasta cierto punto, pero de lo que menos sabía era cuando terminaban.
Por lógica, el olor debía bajar, ya no tendría ganas de tener relaciones sexuales y dejaban de producir lubricante natural.
Aunque todo el lugar seguía oliendo a Jennie, después de estar días encerrada allí, el olor se notaba tan fuerte como si estuviera en celo, además, de que debía haber terminado hacía poco.
Jennie notó la confusión en el rostro de Roseanne.
— Ya no tengo la necesidad de consolarme, unnie. Ni estoy... húmeda — dijo, con las mejillas rojas con algo de vergüenza—. Mi celo terminó.
Roseanne sintió su alma caer a sus pies, comprendió la actitud de Jennie, la única excusa que tenía para que la omega se quedara ya no era válida, y la idea de regresar con su familia, de no estar más a su lado, era horrible y real.
Notó que las lágrimas volvieron a ahogar sus ojitos, Rosé tomó sus mejillas, besando su frente, luego su nariz para terminar en los rosados labios de la omega, ahogando un sollozo, dejando un beso sutil, antes de volver a abrazarla, dejando que Jennie llore de nuevo, intentando disimular las lágrimas en sus propios ojos.
— Ven— dijo la rubia, bajo, tomando la parte posterior de las piernas de Jennie, alzandola, la otra acomodó sus piernas alrededor de la mayor, sintiendose como una bebé entre los brazos de su alfa.
Roseanne la llevó hacia la cama, apoyándo su propia espalda en la pared de la cabecera, acarició con cariño el rostro de Jennie, haciendo que esta separa su rostro de ella para mirar sus ojos.
Los ojos oscuros de la omega se abrieron un poco de sorpresa al encontrar las lágrimas retenidas en los ojos claros de la otra.
Roseanne dió su mejor esfuerzo para sonreír, aunque sólo logró que sus lágrimas comenzaran a salir.
Acarició la mejilla de Jennie con ternura, la chica se frotó un poco en su tacto, hizo un ruido parecido a un ronroneo.
— Puede sonar horrible, Jennie, pero... Eres hermosa incluso cuando lloras— dijo, con una mezcla amarga y dulce en su pecho, lo que sentía por lo que ocurría en ese momento y lo que sentía cada vez que miraba a la castaña, mezclado —. Y soy la persona más afortunada del mundo por sólo conocerte.
— Unnie... Esto suena como una despedida, no me gusta —Jennie negó, haciendo un leve mohín adorable a los ojos de Roseanne.
— No sirvo para despedidas, Jennie... Si hay algo más que tenemos en común es en huir— dijo, intentando sonar un poco humorística, fallando.
Jennie se inclinó, besando a Rosé con lentitud, recorriendo su boca sin apuro, saboreando sus labios con amor.
Fue hacia su cuello para oler el aroma a café y pino, apoyando su frente en el hombro desnudo de su alfa.
— ¿Por qué tengo que dejar a la única persona de la que no quiero huir?
Roseanne acomodó su frente sobre el hombro de Jennie, haciendo lo mismo que ella.
— Desearía que eso fuera sólo una pregunta— murmuró.
Se mantuvieron en silencio unos cuantos segundos, cómodas con el calor de la piel de la otra.
— Roseanne —la otra asintió un poco para dar a entender que la escuchaba—, cuando me quite el collar, te lo haré saber.
— ¿Cómo, Jennie? No tengo celular, dudo que vayas a buscarme a la universidad o al trabajo... ¿Cómo?
La rubia se dió cuenta que quizás había sonado un poco brusca, y tuvo miedo que Jennie sólo se sintiera mal por sus palabras.
Pero antes de hablar, la omega se le adelantó:
— De alguna manera, lo prometo.
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