
𝟏𝟒;; 𝐂𝐮𝐦𝐩𝐥𝐞 𝐭𝐮 𝐩𝐫𝐨𝐦𝐞𝐬𝐚
El sábado continuó con tranquilidad, con ambas sentadas en la cama todo el día, hablando para conocerse mejor.
Roseanne se sentía mucho más confiada y abierta hacia Jennie, la omega ya había escuchado su mayor secreto, no había nada que fuera peor, así que no se contuvo en contarle otras cosas.
Jennie, por su parte, tampoco se había quedado atrás con sus anécdotas más personales.
Le había contado que.para el resto de la familia Kim, Jennie era una decepción, casi un error.
Haber nacido mujer y haberse presentado como omega era su gran error.
Su familia no la aceptaba, no la trataban mal, pero si de forma distante, y no la consentían tanto como a sus hermanos, quienes tampoco eran malos con ella, sino era más bien su madrastra (también alfa), quién presumía todos sus logros por ellos, y nunca se ahorraba la frase de "por ser un alfa exitoso".
Y ella sólo era una omega.
Por eso pasaba todo el tiempo con su abuelita, madre de su madre biológica, quién tenía su casa en el mismo terreno que su familia, aunque bastante alejado de aquella mansión por el amplio patio trasero, en una parte con más árboles, plantas y pasto descuidado.
Su abuelita era la persona más dulce del mundo, y Rosé pensó que debía ser de ella de donde Jennie había heredado toda esa misma dulzura.
Ella le había enseñado un montón de cosas de la naturaleza, además de cosas de cocina y cómo tejer, bordar o coser, alegando que eran cosas que "todx buen omega debía saber".
Jennie no había ido a la escuela, siempre fue educada en casa por una chica beta, quién amaba tanto a su abuelita como ella, ya que siempre estudiaban en la casa de la mujer mayor.
— Mí abuelita es la única persona que extraño, y me preocupa que esté mal por mí— dijo la omega—, aunque ella sabía que iba tras mí alfa, así que debe saber que estoy bien-— sonrió de lado, mirando a Roseanne.
La rubia no supo bien qué decir ante eso, así que sólo se quedó callada.
— Ella me enseñó el secreto de ser cambiaformas— añadió, bajando la cabeza hacia sus manos.
Roseanne la miró con curiosidad y atención.
— No es genético, como dicen mis padres o las otras personas...
>> Cambiar a tu forma animal implica una conexión con tu lobo interior tan fuerte que son uno mismo, ambos funcionan al mismo tiempo y al cambiar de forma sólo... Dejas salir la imagen de tu lobo al exterior.
>> Es algo que se fue perdiendo de a poco, cada vez las personas son más humanos e ignoran sus instintos, dejan de lado a su lobo porque se considera primitivo.
>> Además, la falta de contacto con la naturaleza, el ser tan dependientes de la tecnología hace que nos apartemos de nuestra parte animal.
Roseanne estaba un poco sorprendida.
Vió el mohín en el labio de Jennie.
— Por eso no importa qué tan alfa sea quién me ate— continuó Jennie, su expresión era casi melancólica—, mis hijos saldrán tan normales y tan idiotas como los que quieren emparejarme si los crían como a los demás.
Roseanne asintió, en silencio, no fue necesario preguntarle para saber que Jennie había intentado decirle eso mismo a sus padres, pero no lo habrían escuchado.
Con el hecho de tratarla de menos por ser omega sabía qué clase de personas serían.
— ¿Tu abuelita también es una cambiaformas?
Jennie lo pensó un momento.
— Sí, pero desde que el abuelito la dejó no pudo volver a cambiar— dijo—. Creo que a su loba le pasa algo parecido a lo que le ocurre a la tuya, siente miedo y vergüenza de salir al exterior.
Roseanne ladeó un poco la cabeza.
— ¿Mi loba podría salir?
Jennie volvió a pensarlo unos segundos.
— Si superas lo que hay aquí— Jennie apoyó una pequeña y tibia mano entre el hombro y el cuello de Roseanne—, y aceptas todo lo que tu loba quiera hacer, rompiendo toda diferencia entre ella y tú... Sí, podrías ser un cambiaformas.
Roseanne rió un poco.
— Es ta~n sencillo— dijo con ironía—. El otro día— Roseanne intentó cambiar de tema—, dijeron en la televisión que tu forma animal era de una loba bastante adulta, pero cuando te encontré era una cachorra de unos meses—la castaña esbozó una sonrisa, mirándolo de lado—, ¿Por qué?
La omega se acercó, con una sonrisa en los labios.
— Tu lobo en si no tiene una edad— dijo—, es como tú alma, las almas no tienen edades, sólo existe, y tus años de vida no son los años de vida de tu lobo, es como... Un ente que es parte de ti, pero que a su vez es independiente, y está aunque tú no estés, ¿Comprendes un poco?
Park fruncío el ceño pero asintió.
— Como tal, mí loba, en estado normal, es equivalente a mí edad, se identifica con mis años de vida, sólo que en años de lobo, lo que hace a un omega de unos dos años, más o menos— continuó—, pero depende mucho de mí estado de ánimo, de la situación, de con quién me encuentre.
>> Cuando te ví por primera vez, mí loba se sintió como una pequeña cachorra, y así se mostró ante ti.
>> Sumado a que yo estaba buscando protección, que estaba asustada... Era cómo mí loba se sentía, como una cachorra desprotegida.
Roseanne comprendió, asintiendo.
— Si tu loba se mostrara al exterior, sería más adulta de lo que debería ser, según tu edad— sonrió—, tienes como un aura de abuela.
Notó que Jennie se había ido acercando a ella de a poco, quedando con el rostro de la chica a pocos centímetros del suyo, sonriendo de forma encantadora y con los mismos ojos brillantes que había tenido en la tarde.
Roseanne se ruborizó y el aire se atascó en su garganta por ese recuerdo, tosiendo se levantó de la cama, hablando entre tos y tos que haría la cena.
No hablaron mucho en el rato que estuvieron comiendo, la rubia notó a Jennie somnolienta mientras la miraba cocinar, bostezando y con los ojitos que se esforzaban por mantenerse abiertos, y no pudo evitar mirarla con ternura mientras terminaba su plato.
Dejó los platos remojandose en algo de agua, los lavaría mañana.
Miró un momento a Jennie antes de que esta se levantara, caminando demasiado cerca de ella hasta la cama, volvieron a acostarse en la misma posición que esa la tarde.
Y Roseanne volvió a oler el dulce aroma de Jennie hasta dormirse.
En la noche la invadió un extraño frío y una ligera sensación de vacío. Contrarrestando con las que había tenido en sueños, las imágenes seguían borrandose, al igual que su sonrisa, cuando todo parecía haberse dado vuelta.
Con algo de miedo, Roseanne abrió de repente los ojos para encontrar la cama vacía.
Sus brazos ya no cubrían la cintura de la omega, y sólo sentía el olor en las sábanas.
Su corazón se aceleró de golpe.
— Jennie...— murmuró—, le dije que no se vaya...
Se levantó de la cama, quitando las sábanas bruscamente, iba a caminar para la cocina para salir del departamento, sus ojos comenzaron a nublarse por las lágrimas, pero la sensación en su pecho la hizo detenerse.
Miró por encima de su hombro, hacia la puerta del baño.
La luz no pasaba por debajo de esta y parecía normal, pero su loba le exigía ir hacia allí.
Se acercó despacio, apoyando la oreja sobre la puerta, escuchando una respiración agitada que quería ser callada por unas pequeñas manos.
Roseanne tocó dos veces la puerta, escuchó un pequeño grito ahogado por parte de la omega, del otro lado.
— ¿Jennie? — preguntó con delicadeza— ¿Pasa algo?
Escuchó la respiración pesada de la chica, apoyada de espaldas a la puerta, impidiendo que esta pudiera ser abierta.
— A-Alfa...— escuchó como apenas un hilo, la voz de omega de Jennie hizo a la loba de Roseanne revolverse.
— Jennie... Pido que no me asustes así, por favor— la voz de la rubia sonaba baja, pero Jennie pudo escucharla igual—, por un momento creí que te habías ido, que me habías desobedecido y-
— Unnie, ¿Puede irse de la puerta y volver a dormir? — la voz de Jennie sonaba algo débil, como si decirlo fuera un gran esfuerzo—. Y-yo dormiré aquí esta-
—No, Jennie —Roseanne estaba comenzando a enfadarse.
Esa omega sólo la estaba preocupanda, tanto a su loba como a ella, ¿Y quería que simplemente fuera a dormir?
— Dime que pasa antes de que tire la puerta— dijo, calmando su voz de alfa, rechinando un poco los dientes.
Escuchó la respiración de Jennie agitarse, convirtiéndose en pequeños jadeos, idénticos a los que había escuchado esa tarde, los mismos de hacia unos minutos, aunque no podía decir que esos últimos fueran reales.
Como si la verdad fuera un balde de agua fría, está calló sobre el Roseanne, quien comprendió qué estaba pasando.
— T-tuviste un sueño húmedo— dijo, muy bajo, casi inaudible —... Conmigo, ¿No, Jennie?
La omega tardó unos segundos en responder, y también con algo de duda, pero con más certeza, habló un poco más alto que antes:
— Y usted tuvo el mismo.
Roseanne se frotó el rostro, lo sentía caliente, al igual que su entrepierna, aunque lo había olvidado por completo cuando el miedo de que Jennie no esté la invadió, su erección seguía allí.
Las imágenes del sueño, que habían compartido, cruzaron la mente de ambos.
— ¿C-Cómo...?
— Somos predestinadas, unnie — habló Jennie, en tono obvio—, estamos conectadas aún sin que tengamos el lazo...
Roseanne escuchó un quejido del otro lado de la puerta y su loba.alzó las orejas.
— Puedo oler su preocupacion, unnie — dijo la omega—, son sólo unos cólicos, pasarán...
Roseanne se mordió el labio unos segundos.
— Vaya a dormir, unnie.
— Tú querías que te ayudara, ¿No, Jennie? — las palabras sonaron bajas, pero seguras.
— ¿R-Roseanne?
— Jennie, ni mi loba, ni yo, estaremos tranquilas— dijo—, y sé que te pasa lo mismo.
>> Me pediste ayuda, Jennie, y voy a ayudarte.
Hubo unos segundos de silencio, hasta que un pequeño sollozo hizo que el corazón de la rubia se estrujara.
— Usted no me quiere de esa forma, unnie —dijo, intentando disimular la tristeza—, ya le dije... no soy lo que usted es para para mí... No puedo sentirme bien si sé que no me quiere... De esa forma, y que lo que haga no significaría nada...
Roseanne no tuvo palabras, y sólo escuchó los sollozos ahogados de Jennie.
— Te quiero, Jennie.
La omega dejó de llorar, y por un momento no hizo ni ruido, la rubia sintió que era en vano, y suspiró, alejándose un poco de la puerta.
Alzó la vista con sorpresa cuando la puerta del baño de abrió, viendo a la omega, quién cargaba con una pequeña sonrisa.
Se levantó y Jennie saltó para abrazarla del cuello con sus brazos y con las piernas enrolladas sobre sus caderas.
La chica se separó un poco para mirar a Roseanne a los ojos.
— No se preocupe en contenerse, unnie — dijo la omega—. Me esforcé mucho por no hacerlo esta tarde.
— ¿E-eso fue a conciencia? —Roseanne se sentía un poco abrumada por la presencia tan cercana de Jennie, sumado a su olor, más fuerte, y un tanto más dulce por la excitación de la omega, que también se dejaba sentir en la erección apoyada sobre el estómago de la rubia.
La omega sonrió, se acercó a Roseanne, dejando un beso entre la mandíbula y el cuello, debajo de su oreja, sacando un jadeo de la mayor, beso un poco más mientras subía por su mejilla, quedando a la altura de su oído, susurró:
— Mí loba y yo somos una sólo, unnie. Sabemos lo que queremos.
Frotó su rostro en el cuello de Park, quién se había paralizado de golpe, sin saber muy bien qué le estaba pasando.
Ella no era virgen, aunque debía decir que sólo había tenido relaciones con mujeres betas, nunca con una omega.
"Pero es lo mismo, ¿No?"
Y no entendía porqué Kim Jennie la abrumaba tanto.
Quizás era porque aquella omega le encantaba demasiado.
Roseanne hizo saltar un poco a Jennie, para tomarla mejor de la parte trasera de los muslos y peligrosamente cerca del lindo trasero de la omega, quién ante esa acción soltó un pequeño gemido.
— Alfa— la voz, suave y dulce, hizo que Roseanne volviera a aquellos ojos oscuros de cachorro—, cumple tu promesa.
El siguiente capítulo tendrá contenido +18 g!p, les aviso por si no les agrada y lo salten al siguiente a ese.
Gracias por leer.
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