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𝟎𝟖;; ¿𝐉𝐞𝐧𝐧𝐢𝐞?

Roseanne entró a su departamento, haciendo silencio al notar que no había ninguna luz encendida, que no se escuchaba ningún ruido.

Miró hacia la cocina para encontrar todo tal como lo había dejado, en la mesa del comedor no había rastro de que alguien la había utilizado.

El lugar estaba tranquilo, demasiado.

— ¿Jennie? — llamó la rubia y en su pecho, la idea de que se la habían llevado, de que la habían encontrado, creció y se convirtió en miedo.

Arrojó el bolso de la universidad al suelo, lanzando las llaves a la mesa, mientras un 'No' murmurando se repetía en sus labios.

Entró a su cuarto, para, de nuevo encontrar todo tal como lo había dejado, al menos los primeros segundos, hasta notar las sábanas desordenadas y el bulto que de escondía bajo estas.

— Jennie... — se acercó a paso acelerado a la cama, levantando las sábanas con brusquedad.

El olor a tristeza y melancolía, que tapaba el olor propio de la chico, la golpeó como si fuera una cachetada.

La omega se irguió en la cama para intentar tomar las sábanas, pero Roseanne las arrojó al suelo al ver lo que quería.

— ¡Jennie! ¿Qué...? ¿Haz hecho un nido?

La omega no contestó, sin siquiera mirarla, se volvió a girar para volver abrazar la almohada, dándole la espalda mientras escondía el rostro en la misma.

— Jennie  yo...

Roseanne esperaba que la otra dijera algo, no sabía cómo reaccionar.

Dentro de su pecho, su loba estaba preocupada.

De nuevo, se dió cuenta de como Jennie podía hacer volver su subconsciente animal.

Ella no sabía cómo actuar, y su loba interior le pedía tomar el control.

Decidiendo hacerle caso a su loba, por primera vez en mucho tiempo, tomó a Jennie por la cintura, alzandola un poco a tiempo que esta soltaba la almohada para forcejear con ella para que lo liberara.

Roseanne se sentó en la cama, haciendo que Jennie se acomodara sobre sus piernas. Quedando frente a frente, Park acomodó a la omega para que esta apoyara el rostro en su pecho, y ella llevara los labios entre el cuello y el hombro de la menor, en lugar donde, algún día, habría una marca de mordida.

Aún con el collar entre medio, el gesto logró calmar a Jennie, era un punto bastante sensible para los omegas, donde se conectaba más de una forma física, a su lobo interior.

Y Roseanne lo había aprendido con el libro de cómo tratar omegas que creía casi inútil.

A pesar de que tenía lo que quería, Jennie no quería disfrutarlo, no quería conformarse con la idea de que eso era sólo momentáneo, y que dentro de un rato, Roseanne volvería a ser la idiota que la había lastimado horas antes.

Aunque su loba se sintió un poco más consolada.

— Lo siento, Jennie — dijo Roseanne, apenas despegando los labios de donde estaba—, como siempre, hago las cosas mal.

Jennie no dijo nada.

— Lo único que hice bien fue llevarme una cachorra asustada de un callejón mugriento.

El comentario logró sacar una sonrisa en la castaña.

Roseanne le acarició los cabellos, de ese color castaño, casi negro de la omega, notando que estos estaban algo grasosos.

— ¿No te has bañado desde que llegaste, no?

Jennie continuó sin hablar, Roseanne ya sabía la respuesta.

La omega se asustó un poco cuando la rubia la apartó de su pecho, no quería que la dejara, no tan pronto.

Pero se asustó un poco más al sentir las manos de Rosé, algo frías, bajo el suéter que llevaba puesto, subiendo de a poco.

El tacto de la otra la hizo dar un brinco, mirando con temor a Roseanne, quien se detuvo automáticamente al ver los ojos oscuros de la omega.

Sin pensar, quitó las manos de debajo de la prenda para llevarlas al rostro de Jennie, tomando sus mejillas con suavidad.

— ¿Pasa algo? — musitó, con preocupación.

La castaña miró los ojos claros de la rubia, tan adorables y algo pequeños, luego bajo la vista.

— S-solo me tomaste por sorpresa— murmuró, su voz sonó ronca.

Roseanne rió un poco.

— Jennie, como si enserio no quisieras que te desnudara— dijo, lo que hizo que la castaña frunciera el ceño y se ruborizara.

El pequeño mohín en los labios de Jennie hizo que Roseanne sonriera de ternura.

Con una ligera caricia de su pulgar en la mejilla de la castaña, volvió a bajar las manos para subir lentamente el suéter, con delicadeza, como si el mismo (o Jennie) fuera a romperse si hacía un movimiento brusco.

Al terminar de pasar la prenda por la cabeza de Jennie, este quedó solo con la ropa interior, la mirada de Roseanne se distrajo un poco en el cuerpo semi desnudo de la omega.

— Ahora vé al baño— dijo, volviendo a mirar el rostro sonrojado de la chica—, supongo que sabés cómo funciona una ducha.

Jennie frunció de nuevo el ceño.

— A menos que quieras que te bañe— añadió Roseanne, como una ligera broma, pero por la expresión de Jennie, no le parecía una mala idea—. Bien, escucha, yo no estoy de niñera de nadie, así que no tengo porqué bañarte.

— Ya que empezaste a desvestirme, termina— dijo la castaña, en tono desafiante, con el rostro serio.

La rubia fué quien se ruborizó esta vez.

— No lo dices en serio...

Jennie alzó una ceja.

— Lo dices en serio...

Roseanne hizo una seña a la menor para que esta se moviera de encima, la omega obedeció, y la mayor fue hacia el baño, abriendo el agua para llenar la bañera.

— ¿No era una ducha? — preguntó Jennie, quien había aparecido detrás suyo.

— Si es una ducha tendré que meterme contigo para bañarte— dijo Roseanne—, y terminaríamos bañándonos juntas— explicó—. Yo estoy hablando de que yo te voy a bañar a .

Jennie parecía un poco decepcionada.

— Ahora, quítate mi ropa interior y métete a la bañera mientras dejo esto para lavar— dijo Park, saliendo del baño.

Jennie obedeció, tampoco quería negarse demasiado, Roseanne podía ser muy explosiva al enojarse, de forma abrupta y fuerte, tal como lo había hecho la noche anterior.

Sentándose de espaldas a la puerta del baño, con el agua llegando sobre su cadera, la rubia regresó, con un cuenco de plástico en la mano e intentando no mirar la parte inferior del cuerpo de Jennie.

Arrodillándose a un lado de la bañera, Roseanne comenzó a llenar el cuenco con agua para vertir agua sobre el cabello de la menor, apoyando una mano sobre la frente de la omega para que ésta no cayera sobre su rostro y a su vez, echando la cabeza de la chica hacia atrás.

Jennie no podía evitar sentirse algo nerviosa, aunque su loba interior se sentía mimada.

Le costó un momento relajarse, hasta que Rosé comenzó a lavar su cabello masajeandolo suavemente.

La mayor no pudo evitar sonreír con ternura al sentir que la omega estaba prácticamente ronroneando.

Terminó de enjuagar el shampoo del cabello de Jennie, y esta, al sentir que la otra se había detenido, giró un poco para ver a Roseanne por encima de su hombro.

— Te traeré ropa y una toalla— anunció la rubia, levantándose para salir del baño—. Vacía la bañera— dijo desde el dormitorio.

Jennie suspiró, obedeciendo a la rubia, quien regresó con lo que había dicho.

— ¿Sabes secarte y vestirte sola, omega bebé?

Jennie frunció un poco el ceño, algo ofendida por ese apodo.

Antes de contestar, el gruñido del estómago de la castaña hizo que este se ruborizara.

Por la expresión en el rostro de Roseanne, parecía que eso le molestó.

— ¿No has comido?

La omega bajó la vista.

— Jennie, puta madre...

— ¿Qué quieres que haga? — Jennie habló, molesta, prefería enojarse ella antes de que Roseanne se enojara primero—. Escapé para llegar aquí contigo, eres una idiota fría y malhumorada que no está en todo el día-

— Jennie...

—No, "Jennie", nada... Mi loba sufre y te llama y tú sólo la ignoras, y cuando te lo digo yo misma tampoco me haces caso— sintió sus ojos aguados.

— Jennie, pára...

— Me dejaste sola todo el día y ayer... Te fuiste toda la noche, el único rato en que estás aquí a... No sé dónde, y ya de por sí estoy asustada, ¿Cómo quieres que me sienta? Todo lo que hice en el día fue un nido para intentar sentirme mejor y tú llegas y-

— Jennie, en serio, vístete.

La omega se sintió un poco confundida, hasta que se dió cuenta que, en su descargo hacia la idiota frente a ella, había salido de la bañera y se había ido acercando a la rubia, olvidando su desnudez.

Notó que Roseanne estaba totalmente ruborizada, a pocos centímetros de ella.

Jennie se sintió avergonzada de golpe, la mayor dejó lo que cargaba en manos en su pecho, lo tomó y la otro salió rápidamente del baño.

En la cocina, Roseanne intentó concentrarse en respirar, intentando ignorar el dolor que le provocaba su parte inferior.

Además de que había visto el cuerpo totalmente desnudo de la chica (que no estaba nada mal), el olor de Jennie la había abrumada, el fuerte aroma dulce de la omega se había incrementado bastante, y no entendía muy bien porqué le había gustado tanto.

Intentando calmarse, cayó en cuenta qué había pasado.

Jennie había entrado en celo.

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