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ᴅᴏs

Minjeong salió del apartamento con un nudo en su garganta y sus ojos aguados, tomó una gran bocanada de aire y caminó hasta el parque más cercano a su hogar. Necesitaba arreglar sus pensamientos nuevamente, una nueva sensación de vacío la llenó de golpe, no entendía cómo se supone que su omega funcionaba, pero nunca había sentido esa tan anhelada conexión con nadie.

Por años había escuchado como sus amigos más antiguos habían encontrado a su pareja destinada, lo describían como estar "completo", como si sus vidas por fin tuviesen ese sentido. Ella había anhelado años por encontrar a la persona que la haga sentir completa, pero a medida que pasaba los años, nunca llegó a sentir esa conexión que muchos describían.

Llegó a la conclusión de que quizás su alma gemela no estaba viva, ni siquiera nacía, cosa que la perturbaba. O simplemente no tenía.

Que sus compañeras de grupo le dijeran que era su destinada la abrumaba.

─ ¿Eres Winter? ─La rubia volteó hasta quedar de frente con un joven alfa que la miraba con una sonrisa de oreja a oreja, sus ojos estaban brillantes, podía sentir su emoción.

─ No... Lo lament-

─ Oh Dios, sabía que mis ojos no me engañaban ─El joven tomó su mano entre las suyas en modo de saludo─ Eres más hermosa en persona, por favor concedeme un autógrafo o una foto, lo que quieras.

Minjeong sonrió incómoda, apartando su mano de las del menor con disimulo. Asistió lentamente, no podía ser tan malo, no era la primera y no sería la última vez que pasara.

El joven sacó una libreta y un lápiz, dejando que Minjeong escribiera una pequeña dedicatoria rápidamente, después sacó su teléfono, ignorando la incomodidad de la rubia. Su brazo rodeó la pequeña cintura de la Omega, apegándola con fuerza a su cuerpo, Minjeong hizo una muñeca, forzándose a sonreír para la Cámara.

Una, dos, tres hasta cuatro fotos que parecían durar una eternidad.

Minjeong intentó alejarse, pero el joven era más fuerte que ella, manteniéndola pegada a su cuerpo, forcejeó una vez más, pero sólo hizo que el alfa la apegara a su pecho y escondiera su rostro en su cuello. Sus manos intentaron empujarlo del pecho, no lo quería cerca, él solo era un extraño, un alfa más de los que solo se aprovechaban de su posición para someter a cualquiera bajo su nivel y ella no era más que una omega indefensa sin nadie que pudiese ayudarla.

─ ¡Quieta!

Se quedó en su lugar, no era una simple orden, venía con la estúpida voz de mando incluida. Antes de que pudiera darse cuenta, su cabeza estaba gacha y sus manos temblando, mientras el joven enterraba la nariz en su cuello y la apretaba más contra sí mismo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, podía sentir las manos del joven recorriendo su cuerpo, haciéndola sentir asquerosa.

─Por... Por favor, d-déjame ─Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas rápidamente─ puedo hacer algo más, pero déjame...

Guarda silencio.

Un sollozo partió su garganta, sus manos no respondían y solo podía dejarse intimidar por él. El roce de unos caninos la hicieron ponerse en alerta, forcejeando con más fuerza, llorando con más fuerza.

─ ¡Déjame!

¡Te dije que te quedes quieta! ─Minjeong sollozo nuevamente, cerrando los ojos con fuerza─

Aceptó su destino, sería marcada por un imbécil cualquiera, nunca conocería a su pareja y jamás sería feliz con la persona correcta. Su dignidad y orgullo se irían al carajo con los dientes de aquel hombre enterrados en su cuello, creando un lazo a la fuerza. Sus ojos seguían cerrado, pero su olfato había dejado de sentir aquel asqueroso olor a carbón que emanaba de el hombre, siendo reemplazado por un satisfactorio aroma a frambuesas.

─ Te dijo que la dejes.

En segundos el alfa estaba en el suelo con un charco de sangre bajo su cabeza, aun consciente. Minjeong apartó la mirada, enterrando su rostro en el pecho de Aeri, quien la mantenía abrazada suavemente.

Jimin por su parte tiró la piedra a un pequeño estanque que había cerca, mostrando sus colmillos al menor, quien había empezado a rogar perdón como el cobarde que era, temiendo que la peli negra le arrancara la garganta con sus propias manos.

─ Jimin. ─Minjeong tembló contra el cuerpo de la japonesa, se sentía segura y abrumada por las emociones de ambas alfas─ Cierrale el puto hocico.

Aeri soltó lo más parecido a un gruñido cerca de su oído, haciéndola taparlos con ambas manos y cerrar sus ojos.

No quiso saber qué estaba pasando, pero fue cosa de pocos minutos para que sintiera un familiar olor a chocolate amargo cerca, mezclándose con el aroma a frambuesas de Aeri. Jimin la tomó en brazos y se aseguró de llevarla hasta el departamento, con la japonesa a su lado calmando con palabras dulces a la rubia.

─ ¿Cómo supieron donde estaba? ─Preguntó en un susurro una vez ya estaba en la seguridad de su habitación, con las alfas acostadas, una a cada lado─

Aeri recargo su cabeza en la de la menor, abrazandola por los hombros, mientras Jimin acariciaba con cariño sus mejillas.

─ Nos llamaste ─Concluyeron ambas─




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