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.☼- 𝟷𝟷

Narrador Omnisciente.

Que inocentes e ignorantes podían llegar a ser las personas.
Pues confiar en la noche, a pesar de saber que esta es la que les brinda protección y fuerza a los demonios.

Akihoshi sostuvo con firmeza su katana, mandando un suave asentamiento a su cuervo, el cual no dudó en salir volando con velocidad en busca de ayuda, la más cercana que encontraba.

"-Hay un cazador de demonios en el pueblo de al lado, princesa" le habían informado a la rubia antes de su encuentro con Kibutsuji.

Que mala suerte tuvo, pues aquel cazador no era más que ella, la noche, cómplice de aquel ser.

-Mi amada princesa, no sabes lo que me ha costado tenerte así, solo para mi. -soltó Muzan, mirando fijamente a la de dorados orbes.

Ella suspiro y rezo con todas sus fuerzas porque Sabito y Kurohiko la esperaran del otro lado del mundo.

•••

En el pueblo de al lado una azabache comía con tranquilidad de un caliente caldo que una señora le había ofrecido como paga por ayudarla a llevar sus bolsas a casa.
Dejaba que la suave brisa jugará con sus largos cabellos oscuros,

Pronto un cuervo se posó a su lado, ella lo miró confundida, imaginándose que le asignarian inmediatamente una nueva misión.

-Refuerzos, refuerzos, un cazador en el pueblo vecino requiere refuerzos, se encontró con el líder de los demonios.

Yoru no dudó, pues en un segundo la tenía su katana en mano, dispuesta a caminar hacia el pueblo vecino.

-¿Quién es el cazador? -cuestionó mientras daba dos pasos al frente.

-La princesa... Asa Akihoshi...

Y aquel nombre le hizo tumbar su cabeza, el cuervo no supo cómo explicar aquello, pero tan rápido como ella se había colocado la katana ahora se la había quitado.
Yoru volvió a tomar asiento y continuó comiendo de aquel cálido caldo.

-Refuerzos, la prince-...

-Estoy comiedo... -interrumpió al pájaro, mirándolo con frialdad.

Pronto una señora, con notables arrugas en la cara se hizo presente en el cuadro, llamando la atención de la chica;- Cariño, ¿tienes hambre? Mi estofado estará en unos minutos.

-¡Por supuesto! -respondió amigablemente, colocándose de pie dispuesta a ingresar al hogar junto a la mujer.

Miro a la luna, luego en dirección al camino al siguiente pueblo, su subconsciente le gritó que corriera en ayuda de la joven de cabello dorados, pero la oscuridad venció esa batalla.

"-Espero... espero que la mates, porque esta... esta será la última vez que te daré ventaja, maestro."

Fue lo último que pensó antes de ingresar con totalidad al hogar.

Asa sintió retumbar todos sus músculos, tendida en el suelo sintió tan cerca y a la vez tan lejos su katana, viendo como aquel demonio se acercaba lentamente a ella.

-Matame, matame de una vez -rogó cuando él estuvo a su lado.

-Oh, no cariño, tengo otros planes para ti, algo peor que la muerte. -lo escuchó decir, antes de que toda su mente fuera invadida por aquellos ojos carmesí.

Que ilusa había sido al intentar buscar ayuda en la noche.

•••

Yoru miró con melancolía a aquel hombre, sentada en las ramas de un gran árbol, observaba al castaño ingresar a su hogar.
Suspiro llenándose de fuerza interna y se puso de pie, de un momento a otro su suave y triste mirada de volvió sombría y sin luz.

-Esperé tanto tiempo para poder asesinarte, Kurohiko Himura. -Y como si hubiera dicho algo gracioso soltó una leve risotada.

De un segundo a otro su oído captó un ruido, y con la velocidad de un relámpago de encontraba sobre aquel demonio, piel grisácea u bastante grande, no fue problema para tener su katana sobre su cuello, mirando cada detalle de aquel ser, más su vista se mantuvo por unos segundos en el ojo izquierdo de aquel ser, con aque kanji reconoció al demonio como la luna inferior dos.
Bufo internamente y miró con cuestionamiento a aquel ser.

-¿Qué diablos haces aquí, ser asqueroso? -pregunto con asco-, ¿ese bastardo te mando?

-Eres tu... -gruñó el demonio, observando con sorpresa a la joven que amenazaba su garganta-, no entiendo su tono asqueado si alguna vez tu fuiste como yo...

-¡No me compares! -lo mando a callar-, nunca seré ni soy como tu, dime, ese asqueroso monstruo de mando a asesinar al maestro de la princesa.

Afirmo, procesando e imaginando alguna estúpida idea que se le hubiera ocurrido a Muzan.

-Él, él no quiere que nadie se acerque a ella, si cumplo él me premiará... -empezó a balbucear.

De un segundo a otro una idea cruzó por su cabeza. Se levantó con delicadeza dejando en libertad al demonio, este la miró con cuestión, más no dudó en ponerse de pie.

-Sabia que aún respetabas a los tuyos, cuando tu pa-...

-Cállate, -lo mande a callar, pensando en unos detalles más para su nuevo plan-, cumple con tu trabajo y asesina al maestro de la princesita, lo más probable es que ella llegue en cualquier momento. -dijo mientras de su traje sacaba un pequeño frasco con un líquido rojo-, es sangre... de tu señor.

Ante aquello los ojos del demonio parecieron brillar de necesidad.
-No vayas a hacer que se desperdicie, -comento mientras se la arrojaba-, asesina a Himura, pero... a la princesa no la toques, -ordenó.

"Presiento que algo mejor llegará para ella"
Pensó mientras miraba con asco como el demonio ingería de aquella época cantidad de sangre.

Cuando estuvo unos pasos alejados de aquel demonio fue que se detuvo para dar una última advertencia;- asegúrate de asesinarlo, o yo iré por ti.

-Él, te esta buscando -contestó el demonio, ignorando la amenaza de la azabache-, quiere un reencuentro con su pequeña hija. -concluyó y termino por desaparecer, corriendo a buscar la muerte del ex Pilar de Vida.

Yoru no supo cuánto tiempo se quedó analizando aquella cruda palabra, supo que fue bastante tiempo cuando a lo lejos escuchó los gritos de la princesa, "¡Maestro, maestro!", a lo lejos.

-Ese ser asqueroso... no es mi padre. -fue lo último que dijo para terminar de alejarse de aquel lugar.

¿Qué haría él Sol si se enterara que la Noche colaboró con el asesinato de su maestro?

•••

Caminaba con pausa y tranquilidad, rumbo al rescate de aquella rubia, incluso tuvo el suficiente tiempo para ir tarareando una canción de cuna que recordaba su padre le cantaba de bebé.
Aunque le diera asco recordar su pasado.

Cuando finalmente llegó, no se sorprendió de ver a la rubia tirada a un lado, y al hombre de mirada carmesí admirando el rostro de esta.

-Espero este muerta -La azabache fue la primera en hablar-, te la di en bandeja de plata.

...

Silencio.
Aquello destrozó con impaciencia a la azabache.
Odiaba ser ignorada.

-Has crecido muy rápido, pequeña Yoru. -hablo Muzan, sonriendo con satisfacción al ver esta vez a la azabache-, no esperé que llegaras como refuerzo.

-¿La mataste o que rayos le hiciste? -cuestionó cuando noto que la rubia aún respiraba-, habla de una vez... -ordenó mientras sacaba con tranquilidad su katana-, porque esta es la última vez que te hago un favor.

Kibutsuji sonrió con alegría, mientras se alejaba con paz de la inconsciente rubia.

-La audacia de la princesa la llevó a su propia ruina. Aún dormida el tiempo correrá para ella, cuando todas sus hebras doradas, iguales a los rayos solares tomen el color opaco y blanco de la luna esta será recibida por la muerte en sus sueños.
De lo contrario; cuando la sangre de un demonio, el cual no ataque humanos, toque sus labios, podrá despertar. Algo totalmente imposible. Hasta entonces la joven Pilar de Vida reinará en el lugar más cruel que pueda existir... el mundo de los sueños. -Musitó por primera vez, sin saber que aquellas palabras quedarían marcadas por siempre en la historia de los cazadores.

Fue entonces que Yoru notó como unos cabellos del fleco de la rubia se tornaban blancos. Antes de que pudiera decir algo, el nuevamente habló.

-Tu adorado padre estará feliz de saber que aún vives.

Fue lo último que escuchó, para luego ya no verlo cerca.

La azabache miró una vez más a Asa, empujando con su pie el brazo de esta.

-¿Y cómo se supone que vas a despertar si no existen demonios que no ataquen humanos? -cuestionó mientras guardaba su katana.

Y esa vez, la noche les hizo llegar la noticia a todo cazador.

El océano no se cansó de disculparse con la luna, pues no habia podido protegerla, tal y como había prometido.

Y pensar que todo aquel caos era solo el inicio de una gran tormenta.

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