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𝐏𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞

Justo en ese momento le era bastante interesante observar el cielo azulado en su punto más alto.

Tenía la mirada perdida entre aquellas nubes que vagaban en aquel cielo que simulaba un mar tan hermosamente colorido, sentada sobre una de las mesas del campus de aquella prestigiosa escuela donde gracias a "su gran desempeño escolar", es por que está allí.

YiZhuo, la nueva amiga que Minjeong había hecho apenas ingresó a esa preparatoria, no hacía más que hablar, hablar, y hablar. Le era divertido escucharla siempre estar charloteando sobre sus anécdotas y cosas triviales, pero ahora Minjeong estaba tan profundamente sumergida en sus pensamientos que no le hacía ni el más mínimo caso.

–Y luego me beso.

–Mmh

–Minjeong –la rubia giró su cuello encontrándose con la mirada de YiZhuo sobre ella. Su ojos oscuros clavados en los de ella como si a través de ellos descifraría qué es lo que la tenía tan absorta– Estoy hablando y no me haces ni el más mínimo caso, mujer. ¿En que tanto piensas?

Minjeong soltó una risita por lo bajo. Aquello solo hizo que YiZhuo se desconcertara y frunciera el entrecejo. ¿Ahora por que reía?.

Y es que por la cabeza de Minjeong lo único que paseaba eran los pensamientos sin final alguno sobre todo lo que había pasado ahí en tan solo un mes. Claro que fue bastante afortunada para que le dieran la oportunidad para ser parte de aquella preparatoria bastante cara y muy prestigiosa. Pero tampoco contaba con las tantas cosas que le sucederían en su estancia como estudiante ahí.

Y todo aquello más que nada por una simple razón que tiene nombre y es su superior en ese lugar. Alguien que la está haciendo perder la cabeza en tan poco tiempo.

Minjeong aún sentada sobre aquella banca en medio de un campus, mientras los gritos y el ruido de los demás estudiantes socializando se escuchaba por todo el lugar soltó una risa bastante seca.

–Nada Ning, no pasa nada.

YiZhuo entrecerró sus ojos, con recelo hacia la rubia con una posición tan despreocupada cuando dentro de su mente era todo lo contrario. No tenía mucho de conocer a Kim Minjeong, pero tenía la certeza de que cuando dijo que nada pasaba, era por que en realidad algo estaba sucediendo y la rubia no quería decirle.

–Minjeong unnie, se que algo tienes y no me quieres decir ¿Que es lo que-

El ruido de unos gritos muy estruendosos llegó a los oídos de todos los que yacían en esa zona como si de truenos se tratara. Los estudiantes confundidos miraron hacia dónde provenía el desdichado ruido que parecía como si dos gatas en celo estuviesen peleando.

–¿Que está pasando...? –Minjeong inquirió desconcertada con la mirada sobre la pelirroja.

–Si sabría te lo diría, ah.

Minjeong sonrió a la vez que negaba con la cabeza varías veces. Si podría decir algo que le gustaba mucho de la pelirroja, sería cuando está hacía comentarios sarcásticos, en vez de hacerla enojar, la divertía.

–Vamos.

La rubia tomó la maga de la blusa blanca del uniforme que YiZhuo portaba. La tomó sin cuidado alguno y simplemente la llevó a rastras hasta la escena que estaba sucediendo en uno de los tantos pasillos del instituto.

Minjeong paro de caminar junto a ella la pelirroja cuando vio como una bolita de estudiantes les obstruía el paso. Tuvieron que acercarse hasta integrarse en la bola para mirar por qué hacían tanto relajo.

–¡Oye espera! Arrugas mi camisa.

Era nada más y nada menos que dos chicas gritándose obseniades en la cara, se miraban con bastante repudio y parecía que no agitarían ni un segundo más para que se aventaran encima y terminaran en una pelea muy grave.

–Serás zorra... –fue el primer insulto que Minjeong escucho con claridad. No sabía por qué o cómo es que habían empezado, tampoco le importaba, además de que le impresionara el hecho de que las dos chicas estuvieran en un pasillo a la vista de todos, sin que les importara qué medio instituto las estuviera viendo y hasta grabando.– Yo misma te vi como le zorreras a mi novio, ¡A mi novio!

–¡Por favor Jungeun! –una de las dos chicas que peleaban, exclamó con una risa llena de incredulidad hacia su oponente– Todos aquí sabemos que "tú noviesito" se mete con cualquiera que se le cruza. Que tú no lo quieras admitir es otra cosa.

–¿Como te atreves a decir eso de el?

–Es la verdad, así como él es un malito mujeriego tú eres la maldita zorra del instituto.

La chica que se quedó con la última palabra sonrió sintiéndose sentir triunfante en aquella pelea que resultaba ser bastante absurda para Minjeong. ¿Hacer el ridiculo en medio del instituto por un hombre tan imbesil como del que hablaban? Vaya que era algo tan patético y hasta vergonzoso verlas pelear.

La rubia podía ver el estado colérico que "Jungeun" estaba aguantando para saltarle encima a la otra chica de una vez por todas. La oponente de esta última quedaba a espaldas Minjeong y aquello le impedía ver cómo la chica tal vez reía por haber creído ganar entre las dos.

–Que hija de perra.

Tan rápido como sus ojos lo vieron pasar, Jungeun le arrebató una bebida llena de un líquido que supondría sería jugo, a un estudiante de los tantos que había ahí para destaparla y tirársela encima.

Pero grande fue la sorpresa de Minjeong al vez como la chica a la que le tirarían la bebida encima, de un movimiento rápido de hace a un lado y la bebida termina cayendo completamente encima de la rubia.

–¡Que demonios...!

Minjeong quedó rígida al momento de sentir todo el jugo caer desde el inicio de su cabello hasta la bluza que antes era blanca junto al saco y falda hasta caer al suelo, manchando su cabello, cara y uniforme casi por completo.

–Oops...

Esto no puede estar pasando, ¡no, no puede!

Oh Dios Minjeong –la voz de YiZhuo se escuchó a su lado con preocupación. Todos los alumnos que antes estaban sintiendo y gritando con euforia queriendo ver pelea, ahora todo había quedado en un silencio que estaba exasperando a Minjeong. ¿Por que rayos terminó así si ella tan solo estaba mirando la maldita pelea tan ridícula que estaban haciendo?– ¿Estás bien..?

No le respondió a la pelirroja, estaba tan pasmada que las palabras no le salían. Comenzaba a creer que eso le pasaba por entrometida y chismosa. Se sentía tan incomoda con aquel líquido que comenzaba a invadir muchos lugares de su cuerpo y hacía que él unirme solo se pegara a su cuerpo. ¡Es muy asqueroso!

La rubia se limpiaba los ojos antes de que aquel jugo entrara y le causara algo mientras se sacudía despacio los brazos en el aire. ¿Ahora que haría? No podía ir así por las tres siguientes horas que quedaban, tampoco podía faltar a clases por qué tenían un examen muy importante de última hora.

–Sooyoung, Sooyoung, ahí vine la profesora Uchinaga... –otra chica susurró le susurró a su amiga, cuando todos también se alteraron y decidieron correr lejos de la travesura como unos malditos cobardes cuando vieron a una profesora acercase al lugar cuando hace unos momentos disfrutaban del show entretenidos– ¡Vámonos!

–¡Alto ahí! –una profesora joven y muy atractiva exclamó caminando a paso rápido hacia nosotras. Y para la mala suerte de la rubia, a Jungeun y a ella no les dio el tiempo de correr y escapar de la profesora atractiva. No, no, no. Lo que menos quería ahora es tener que ir a la oficina de la directora y recibir una sanción por algo que ella no tuvo nada que ver– Ustedes dos –la profesora Uchinaga apuntó a las dos féminas quienes al instante pusieron un rostro de miedo– A la oficina de la Directora. ¡Ahora!

La Directora.

–No, profesora. Yo no tengo nada que ver aquí lo qué pasa es que-

–Señorita Kim, –Uchinaga interrumpió las palabras farfulladas de Minjeong quien comenzó a asustarse con la simple orden de ir aquel despacho– Explíquele eso a la Directora.

–No pero-

–Señorita Kim, por favor acate esa orden si no quiere tener doble sanción. –Minjeong negaba una y otra vez hasta que se rindió. Lo único que quería era no volver a acercarse a esa oficina con esa persona dentro, pero parece que su suerte nunca le da lo que pide.– Jungeun, también tú. Las dos a dirección, ya.

La rubia resopló y miró a la causante de todo esto con odio. Ella y la otra estupida chica tenían la culpa de todo esto, mientras ella era una expectante más de los miles que habían, y ¿que recibe? La primera regañada en aquel instituto y probablemente una sanción junto a los regaños de sus padres.

Todo iba de mal en peor, estaba manchada de un líquido que ahora se estaba volviendo pegajoso y eso lo hacía asquerosamente incomodo, y después la mandaron al despacho de la Directora.

¡Que suerte la mía!

Señorita Ning, ¿puede acompañarme un momento al aula? –la pelirroja también reaccionó con miedo cuando la voz de la profesora Uchinaga le mencionó, creyendo que también la sancionarían, pero de inmediato de calmo cuando escuchó la orden completa– Necesito hablar con usted sobre algunos asuntos.

–Ah, si –YiZhuo replicó titubeando a la vez que miraba a Minjeong preguntándole con la mirada si estaría bien. La rubia solo asintió– Claro.

Las dos féminas caminaron por los pasillos de aquel instituto prestigioso en un silencio muy incómodo para las dos. Jungeun no se atrevía a hablar con Minjeong por simple vergüenza. Vergüenza por tirarle jugo encima por accidente cuando aquello era para la zorra con la que peleaba. Y sin embargo tampoco se atrevía a pedirle perdón. En cambio Minjeong no podía ni mirarla unos segundos por que ahora sería ella quien sería gustos de matarla por meterla en aprietos.

Algunos minutos después las féminas llegaron al pasillo donde se encontraba la oficina de la Directora. Minjeong se negaba interminablemente a entrar, pero sabía de antemano que si no lo hacía, está claro que recibiría una carta de sanción y eso jamás lo permitiría. Menos en ese instituto en el cual batalló mucho para ingresar como los mejores.

Jungeun fue la que se dignó a tocar la puerta caoba de aquel despacho; tres veces seguidas y lo suficientemente fuertes para que se escucharan por dentro.

–Adelante.

La fémina tomó el picaporte de la puerta y la abrió lentamente, dejando a la vista cada vez más los dos cuerpos femeninos. Minjeong se mantenía tras el cuerpo de su acompañante y cabizbaja, admitía que aún le daba nervios ver a aquella mujer sentada en ese escritorio luciendo tan bien haciendo su trabajo.

La Directora Yoo irguió su cuello para mirar a quienes mandaron, encontrándose primero con Jungeun, después sus ojos viajaron hasta el pequeño cuerpo escondido a medias, y sonrió. Una sonrisa que decía tantas cosas en cuanto vio a aquella alumna que ya tenia ansiando su regreso a su despacho.

Las féminas pasaron al despacho cerrando la puerta tras de sí cuando Yoo les indicó con un gesto hecho por su mano que pasarán y tomarán asiento en las sillas situadas frente a su escritorio, no sin antes reverenciar primero.

–Señoritas Kim –la Directora Yoo habló y Minjeong no pudo evitar cerrar los ojos y apretarlos. Su voz tan dulce que la hacía sonar prepotente era tan malditamente placentero para la rubia, más cuando está la escuchaba cerca de su odio como un dulce susurró que ahora le parecía tan necesario– Por lo visto, ¿Les parece divertido amar un show en medio de los pasillos como un par de niñas de preescolar?

La rubia no se quedaría ahí, iba a refutar pero la chica a su lado se lo impidió tomando la palabra primero que ella.

–Yo solo estaba defendiéndome, ella me estaba provocando.

–¿Y sabe que eso conlleva una expulsión de tres días? –La Directora mantenia su espalda recargada sobre la gran silla azabache con una despreocupación que a simple vista de cualquiera se veía normal, pero aquel simple gesto hacía para Minjeong significaba algo y eso la hacía sentir nerviosa. Esa mirada bastante severa hacia las dos féminas y su voz que en todo momento salía tajante. Haciéndola ver una mujer intimidante, poderosa y hasta arrogante, aún que Minjeong sabía que Yoo carecía mucho de la arrogancia teniendo como puesto de Directora sobre un instituto tan prestigioso como aquel.– ¿Señorita Kim Jungeun?

–Si –la fémina nombrada resopló unos segundos con resignación. Al fin y al cabo no se salvaría de aquel castigo, pero de algo si estaba segura y es que vengaría de la estupida que comenzó todo esto.

–Bien.

La Directora sacó una hoja de alguna carpeta de su escritorio para fírmalo y resbalarlo sobre el escritorio hasta el lugar de Jungeun.

–A la próxima piense dos veces antes de hacer esos teatritos como los de hace unos minutos. Ya no son unas niñas de cinco años para seguir comportándose así. –Minjeong no dijo ni una sola palabra en todo el momento. Tan solo miraba los gestos enojados de que hacía su compañera y lo pequeña que sentía junto a Yoo– Ya lo sabe señorita Jungeun.

Jungeun se paró de su asiento lista para irse, y Minjeong supuso que eso había sido el fin del regaño de las dos, estaba aliviada de que no recibiera regaño alguno, después de todo ella no tuvo nada que ver. Hasta que la voz de la Directora la paro en seco, logrando alterarla en milisegundos.

–Señorita Minjeong. Necesito que se quede un momento, no olvide que ustedes también estuvo involucrada en la pelea.

¡¿Que?! ¡Yo no hice nada, eso no es cierto!

–¿Q-que...? –La rubia de ojos claros titubeó con un nerviosismo que se notaba a kilómetros y su cuerpo quedó tieso en medio de esa oficina que le traía muchos recuerdos.– N-no, el descanso t-terminará y tengo que ir-irme...

Minjeong dio media vuelta dispuesta a irse de ahí de una vez por todas, cuando la mujer tras ella volvió a hablar, pero esta vez más autoritaria e imponente.

–Señorita Kim, faltan veinte minutos exactos para que termine su descanso. Por favor. Necesito que se quede un momento más –la rubia volvió a cerrar sus ojos cabizbaja justo frente a la puerta, y sin siquiera verla sentía como estaba por colmar su paciencia mientras más le replicara. Quería irse ahora, pero si la Directora Yoo le decía que se quedara un momento más, tenía que hacerlo.– Tome asiento.

Minjeong suspiró y volteó su cuerpo, de regreso al escritorio y tomar asiento lentamente. Su corazón latía de una manera que sentiría que en pocos segundos este se saldría disparado de su pecho, sus manos comenzaban a sudar y lo único que hacía para limpiarlas era restregarlas contra la falda sucia disimuladamente.

–Está muy tensa Señorita Kim. –Yoo habló, logrando que la rubia por fin pusiera su mirada en ella. Estaba acomodando algunos papeles de su escritorio, moviéndolo de aquí y haya cuando Minjeong se había perdido observándola. Aquel saco color gris que portaba acompañado de ese pantalón negro ajustado que remarcaba su cintura curvilínea y escondía sus piernas largas con su par de tacones altos. Su cabello largo y negro completamente alisado y muy bien peinado dejado caer sobre su espalda como una cascada sin fin. Se veía tan malditamente bien luciendo como una mujer hecha y derecha que si ella quisiera, podría tener bajo su cuerpo a cualquier mujer u hombre que quisiese.

Minjeong no se había tomado el tiempo de observarla y ver qué cada vez se ponía más jodidamente hermosa y caliente. Tampoco es como que la Directora Yoo salga mucho de su oficina, y si se ponía a pensar también, se sentía como una ridícula adolescente con las hormonas alborotadas.

Por su dulce y caliente Directora.

–¿Por qué tiene todo el uniforme manchado de jugo?

La pregunta que su directora le inquirió hizo que Minjeong volviera a la realidad, a la vez de que se percato del cómo los ojos de la Directora Yoo estaban sobre ella, especialmente cuando estaba buscando mirar sus pequeños ojos. Pero Minjeong estaba tan nerviosa que no podía ceder.

–Se supone que usted debería saberlo.

–No siempre estoy por los pasillos vigilando a los alumnos cometiendo sus necesidades absurdamente desagradables. Tan solo se que usted estaba entre una pelea y tal vez así fue como termino.

–En mi defensa, yo solo observaba. Jungeun fue quien me tiro la bebida encima por accidente. Eso fue todo.

Aquel ambiente tenso que la oficina había adquirido en cuanto Minjeong lo había pisado, se había esfumado, y eso en gran parte mantenía a esta última un poco serena.

–No debió estar de entrometida.

Kim frunció el entrecejo y ladeó su cabeza con su mirada en su dirección. Bien, ya no quería seguir escuchando más, si bien todo se había calmado y por fin hablaba sin nervios, pero las ganas de irse aún seguían ahí.

–Bueno, si eso era todo –la rubia se levantó del asiento con cautela y a la vez prisa–, yo me retiro. Hasta luego Directora.

–Minjeong.

La nombrada quedó justamente con la mano en el picaporte de la puerta de aquella oficina, tan solo a segundos de salir de ahí y ser libre de tanta tensión que la agobiaba. Fue en cuestión de segundos cuando estuvo segura que sus piernas flaquearon, sus nervios salieron a flor de piel y sus manos aún no paraban de sudar, cuando sintió una respiración caliente desde atrás hasta en su cuello.

–Minjeong, mi dulce y linda Minjeong... –La rubia trago en seco, sus piernas no resistirían más y caerían, su respiración acelerada comenzaba a ser muy notoria sin siquiera poder controlarla. Caería ante su Directora que era lo que estaba planeando, sabía que la estaba provocando aún que Minjeong se resistiera mucho, le estaba costando con un demonio, pero sabía que tarde o temprano cedería a ella– ¿Por que estás evitándome? ¿Ah?

–Por que... esto no... puedo...

En ese momento hablar con claridad era algo que Minjeong no podía hacer aún que lo intentara. La joven directora estaba tras suyo, el calor que emanaba pasaba a su cuerpo como una caliente manta, aquel olor a flores tan característico de ella que la hacía delirar. Todo empeoro cuando la Directora Yoo llevó una de sus manos a la estrecha cintura de la alumna y la otra a su cuello, apartando con lentitud sus cabellos rubios permitiéndose una mejor vista del cuello blanquecino y suave de Minjeong.

–¿Que es lo que no puedes...? –la pelinegra Directora aprovechaba los pequeños momentos para acercar más su cuerpo al de su alumna y apretar con su mano la cintura de esta. Le susurraba al oído con una voz más gruesa, más ronca de lo normal. Sonrió mientras la veía resistirse, parecía como si la estuviera sedando de su propia excitación– ¿No puedes aceptar el hecho de que estás loca por mi? ¿Que con tan solo un toque mío ya te tengo completamente a mi merced...?

Minjeong. soltaba pequeños suspiros ahogados. Sintió como el cuerpo de la mayor se pegaba a su espalda, la mano que yacía en su cintura la deslizó hasta llegar al abdomen de la rubia. Sabía que ya estaba perdida, lo estuvo desde que vio a la Directora Yoo y ella a la rubia. Aún que fue demasiado difícil para Yoo aceptar que comenzaba a sentir cosas por una de sus alumnas. Ahora no podía resistir tener un minuto más lejos de Minjeong, la necesitaba ahora y siempre.

No, no, Minjeong. ¡Contrólate!

D-directora Yoo... por favor, n-no...

Yoo escondió su rostro el la curvatura entre el cuello de Minjeong, no dudó ni un segundo más en comenzar a dejar besos que se podían catalogar bastante húmedos en todo el área de su cuello, su mano traviesa dejaba masajes en el abdomen de su alumna y de un segundo a otro, con la misma empujó el pequeño cuerpo de la rubia contra el suyo de forma tortuosa. Y Minjeong no puedo evitar jadear al sentir como un bulto rozaba su trasero, a través de la falda y su ropa interior.

–Mi princesa, se lo que quieres y lo que necesitas. No puedes eludir mas lo inevitable, cariño.

Yoo volteó el cuerpo de la rubia y la apego a la pared sin llegar a lastimarla, estiro uno de sus brazos hasta alcanzar el pomo de la puerta y ponerle seguro. Sonrió una vez más al ver a su princesa justó donde anhelo por muchos días. Ya entendía que era lo que pasaba con Minjeong y por qué no volvió a buscarla, había creado ese espacio tan grande entre las dos que a la mayor no le gustaba, le exasperaba y quería romper.

Minjeong tenía miedo a terminar enamorada de su Directora.

Y lo entendía, después de todo a ella también le costo aceptar que le gustaba una alumna que no tenía ni tres meses estudiando ahí. Algo tenía aquella chiquilla que la volvía loca, tal vez el dulce sonido risa modelándola siempre a donde sea que iba, lo inocente que aveces llegaba a ser, lo preciosa que se miraba cuando se perdía entre los pensamientos de su mente cuando su amiga le estaba hablando. Su ternura, su carisma, su belleza irreal. Todo, absolutamente todo le gustaba de Kim Minjeong.

¿Por que a ella le costaba tanto aceptarla?

Yoo volvió a posar sus manos en la cintura de la contraria y pegar sus dos cuerpos lo más que pudiese, en esos momentos le estaba costando controlar el impulso de saltarle encima de una vez por todas hacer realidad el pensamiento de hacerla suya de todas las maneras que siempre imagino. Además de la ereccion que crecía poco a poco en su entrepierna propinándole un dolor que no soportaría, no hacía mucha ayuda, que decir, nada de ayuda.

Los suspiros de Minjeong poco a poco fueron conviertiendose en jadeos levemente ruidosos en toda la habitación y su Directora no pudo evitar morderse el labio inferior con morbo cuando sus ojos observaron los gestos del placer involuntario que la menor hacía, la provocaba de una sobremanera. La tensión sexual encerrada en aquella oficina las envolvía hasta colarse por su mente y nublarles el juicio.

–Directora Yoo... -Minjeong susurró cerca del rostro de la mayor con necesidad, a la vez que le sorprendía como soltó aquellas palabras sin tartamudear como lo estuvo haciendo desde que vio a Yoo. La necesidad de que su directora la tocara era más grande en esos momentos para ella.

–¿Que necesitas, mi princesa...?

–Béseme.

Yoo relució una sonrisa de lado y no bastaron cinco minutos más para que la mayor estampara sus labios con los de la menor. Minjeong no tenía tanta experiencia en aquello, no sabía si mover sus labios o quedarse quieta, temía a arruinar el momento. En cambio Yoo lo sabía, por eso ella fue la que llevaría todo el control de la situación, siempre lo haría. Tampoco lo que menos quería es corromper a su princesa, pese a que tuviera dieciocho años y se viera mayor por lo desarrollada que estaba, la cuidaría bien y jamás haría algo en contra de ella.

La pelinegra Directora movía sus labios lento y despacio, quería que su princesa también disfrutara al máximo de todo lo que le haría. Ladeaba su cabeza queriendo tener mejor contacto con la dulce boca que devoraba, no le bastó así. Yoo pidió permiso a la rubia para introducir su lengua e invadir toda su cavidad bucal sin pudor alguno, separándose en pequeños tiempos para tomar el aire que los besos les absorbía.

Minjeong apegó su cuerpo con el de la mayor completamente cuando sintió una mano resbalar sobre su muslo y colarse por debajo de su falda hasta llegar al elástico de sus bragas y jugar con ellas, enviándole espasmos por todo su cuerpo. Se dedicó a ascender sus brazos por el pecho de Yoo hasta llegar a su cuello y enredarlos ahí. Su Directora le ganaba algunos centímetros más a ella, por lo que tenía que alzar la cabeza para alcanzarla.

–Mmgh

Las dos se dejaban llevar por el dulce sabor que sus labios ofrecían mientras se probaban y disfrutaban el exquisito ruido de los chasquidos que sus besos causaban dentro de aquella habitación.

Los besos que iniciaron lentos y pequeños, subieron de tono a uno más voraz y necesitado. Yoo envolvió sus brazos en la cintura de la menor sin deshacer el beso para guiarla hacia un sillón en una esquina de la oficina a pasos ciegos y chuecos.

Minjeong estaba decidida a seguir con aquello solo si se trabaja de su Directora. Pero algo en su cabeza hizo "click" invadiendo de inmediato aquellas inseguridades y miedos por las que había estado evitando todo lo que estaba pasando justo ahora. Esto tenía que parar.

–N-no, espere.

Minjeong fue la primera en separarse abruptamente rompiendo el beso, Yoo reaccionó desconcertada y la miró ceñuda, con sus respiraciones agitadas mezclándose entre sí. Ahora mismo estaba tan avergonzada que no se atrevía a mirar a su Directora a quien hace unos segundos prácticamente le acababa de comer la boca como una salvaje.

–¿Qué pasa princesa? ¿Hice algo que te incomodara? –Yoo inquirió preocupada, posando delicadamente su mano en la mejilla abultadita de Minjeong y su mirada insistente sobre ella.

– No, no. Es solo que...–la rubia alejó su cuerpo del de la mayor, sintiendo la falta de comodidad que está le daba. Tampoco levantaba su mirada por nada del mundo y encontrarse con el rostro de ángel que su directora poseía. Estaba meditando en soltar lo que tanto le agobiaba su mente por que era algo que en esos momentos le costaba– Esto esta mal...

–¿A que te refieres, cielo?

–A que, esto que estamos haciendo no está bien –Minjeong levantó su mirada chocando con la de la mayor quien percibió como sus lindos ojos comenzaban a aguadarse y apenas se dio cuenta de lo rojitas que estaban sus mejillas; lo hinchados y rojizos que estaban sus regordetes labios, una vista tan malditamente caliente y tierna.– Entre usted y yo jamás podria pasar algo, usted es solo mi Directora y yo soy una alumna más de este instituto. ¿No piensa en el que dirán los demás?

Aquello le dolía, tenía que eliminar aquella relación que Yoo y ella había creado, estaban cometiendo algo que era prohibido por el simple hecho de que la mayor era su Directora y ella solo su alumna.

Y Yoo solo no pudo evitar sentirse mal ante esas palabras. Le había llegado justo al corazón como cuchillos incrustándolo dolorosamente. ¿De verdad la estaba rechazando? ¿Por que lo hace si sabe perfectamente que ella también siente lo mismo? ¿Tanto le importa la opinión innecesaria de los demás?

–¿Es por eso que me evitabas tanto? ¿Le temes a esto que sientes? –Yoo cuestionó dolida. No obtuvo respuesta alguna de la menor y con eso bastó para afirmar que era cierto– ¿Por que? ¿Solo por que soy tu Directora? Eso no impide que tú y yo podamos estar juntas si de verdad nos queremos.

–Claro que importa –la rubia refutó sentía toda la culpa en pecho, por querer hacerse creer esto está mal y no aceptar de una vez por todas sus sentimientos– ¿usted cree que esto está bien hacerlo?

-Minjeong, hay muchas cosas en este mundo que son inmoralmente incorrectas, sin embargo la gente las comete. –Yoo habló bajo la mirada levemente llorosa que la rubia tenía– El punto es que, cuando se trata de amor, aveces es necesario arriesgarse por lo que aman. –La pelinegra sonrió y caminó hasta Minjeong acortando la distancia que había entre ellas y alzar el mentón de la menor con su dedo índice suavemente.

–Esta bien estar enamorada de quien sea, siempre y cuando tus sentimientos sean verdaderos –La pelinegra inclinó su cabeza hasta quedar cerca del rostro de Minjeong. Le regalo una sonrisa sincera y se tomó su tiempo para limpiar con sus suaves manos los ojos llorosos de la castaña con ternura– Solo déjate querer y verás que todo es más fácil.

Minjeong asintió varias veces y sonrió verdaderamente feliz. No lo dudo ni dos segundos más para lanzarse directo al cuerpo de la mayor y encerrarla en un abrazo, escondió su rostro entre el cuello y el mentón disfrutando de su aroma y su calor corporal que la hacía sentir tan bien, y jamás apartarse de su persona.

Yoo le correspondió de inmediato atorándola entre sus brazos, apretujándola con cariño y con las ganas de jamás dejarla ir.

–Tan fácil era como decir que si, linda.

La rubia dirigió su mirada hacia la de Yoo con una sonrisa. Le robaba y repartía besos por todo su rostro juguetona mientras la mayor reía. De verdad se sentía feliz.

–Princesa, te propongo algo.

La rubia paró sus jugueteos y miró a a los ojos de su Directora.

–¿Como el que?

–Que vallas a una cita conmigo.

Muchas gracias a JeonrosesBaez por darme permiso de adaptar su obra, todos los créditos correspondientes irán a su autoría.

Gracias por leer 💕

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