Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

ᴘʀᴏʟᴏɢᴏ

Las ojeras en su rostro pálido cada día se volvían más notorias. El cansancio empezaba a consumirlo, tanto que por ratos cabeceaba en clases que no le interesaban. El café cargado que tomaba todas las mañanas antes de iniciar con su día parecía ya no hacerle efecto.

Un bostezo involuntario escapó de sus labios al mismo tiempo que sonó el timbre de la campana que señalaba la finalización de la clase. Guardó su cuaderno y lapicero dentro de su mochila, luego se puso en pie y comenzó a caminar de forma floja. Aquella era su última asignatura del día, ahora debía dirigirse a su departamento para arreglarse para ir a su trabajo de medio tiempo en el centro de Seúl.

Así es como era la monótona vida de Min Yoongi a sus cortos veinte años.

Era estudiante en una de las universidades más prestigiosas de toda Corea del Sur, Big Hit College of Arts; un instituto de alto renombre y excelente calidad educativa que se especializa en preparar a jóvenes talentos con gran potencial en las ramas del arte, desde música hasta danza, incluso actuación. Con un costo bastante difícil de cubrir, pero con opciones para ayudar a los llamados diamantes en bruto, justo como él. Gracias a su talento innato en la composición musical y el baloncesto, fue recomendado por un profesor de la preparatoria a la que asistía y logró adquirir una beca deportiva.

Si bien podía cubrir la colegiatura, libros e instrumentos la mayor parte del tiempo gracias a la beca, aun debía buscar una forma de mantenerse a sí mismo para sobrevivir. La universidad no incluía comida y vivienda, por lo que, cuando llegó a Seúl hace un año atrás, tuvo que buscar un empleo de forma inmediata, al igual que un sitio donde quedarse. La vida pareció sonreírle luego de tantos momentos amargos, y logró conseguir un trabajo de medio tiempo como mesero y repartidor en una cafetería llamada Anpanman, incluso su jefe le permitió quedarse en su casa mientras encontraba un lugar al cual llamar hogar, lo que consiguió unas semanas después.

La atención al cliente le parecía una tortura, sobre todo cuando debía lidiar con clientes malhumorados y sin educación, pero le pagaban bien y se acomodaba perfectamente a sus horarios escolares, además de que no encontraría un mejor trabajo por el momento, y el dueño del lugar era bastante flexible y amable debido a que la mayoría de sus trabajadores eran estudiantes de preparatoria y universitarios, por lo que el señor Cha tendía a darles permisos durante la época de exámenes debido a su gran comprensión. Así que no se quejaba tanto.

En cuanto al ambiente laboral, no había mucho de lo que pudiera renegar. Todos hacían las actividades que les correspondían y se llevaban bien, incluso desde antes de que llegará él. Se limitaban a ser sólo compañeros de trabajo sin la necesidad de indagar en la vida de cada uno, y eso le agradaba. Con algunos tenía un vínculo más estrecho, pero no era como si lo hicieran tan evidente en horas del trabajo.

Su día a día era cansado. Estudiar y trabajar no era para nada sencillo, hasta llegaba a pensar que tenía la realidad alterada porque no lograba comprender cómo sobrevivía a ese ritmo de vida, pero ahí estaba, alistándose una vez más para realizar sus actividades laborales para, más tarde, llegar a casa a hacer tarea y dormir un aproximado de tres horas o menos.

―Mierda. Se me hace tarde ―murmuró mientras tomaba su mochila de trabajo y salía con prisa de su pequeño departamento.

Corrió hasta llegar a la parada mientras buscaba el número de cualquier de los chicos con los que trabajaba en el turno de la tarde. Hoseok era el primero en su lista, así que, sin pensarlo, le marcó.

―Hola, Yoon ―saludó el castaño mientras se recargaba de la pared de la bodega, dejando de lado la actividad de sacar un par de rejas con botellas de refresco del refrigerador.

―Hope, creo que llegaré tarde. Por favor, avísales a los demás para que cubran mi turno sólo por unos minutos ―informó con esa tranquilidad que lo caracterizaba.

El autobús se detuvo delante de él y, sin dejar de mantener el celular pegado a su oreja, subió y pagó su pasaje para caminar hacia algún asiento vacío sin prestar atención a la gente que iba a bordo.

―De acuerdo, te cubriré sin problema porque Hayoung estará cubriendo a Sayu. Al parecer se pusieron de acuerdo para llegar tarde, eh ―comentó juguetonamente para molestar al rubio, ya que sabía que la menor no le agradaba mucho que digamos.

El universitario rodó los ojos ante el tono de voz que había utilizado su amigo, pero decidió no quejarse debido a que no quería tener que discutir con él ‒nuevamente‒ sobre esa niña que utilizaba converse altos todo el tiempo. Ya mucho tenía con saber que tendría que soportar su presencia de nueva cuenta.

―Como sea. Gracias por cubrirme, nos vemos en un rato

Y sin más que decir, finalizó con la llamada. Metió el aparato en el bolsillo izquierdo de su cazadora y, seguidamente, miró hacia la ventana para poder apreciar el mismo monótono paisaje de todas las tardes para distraerse un poco. Estaba un poco harto de ver siempre lo mismo todo el tiempo, aunque no siempre fue de esa manera, pues cuando recién había llegado a Seúl se sentía bastante fascinado por cada cosa que observaba día con día, hasta que se acostumbró y dejó de perderse en la ciudad.

Su celular vibró, lo sacó de su bolsillo creyendo que se trataba de algún mensaje de Hoseok, pero se sorprendió levemente al percatarse de que se trataba de la notificación de un recordatorio en su calendario. Mantenerse ocupado lo hacía olvidarse de las cosas, ni siquiera recordaba en qué fecha se encontraba. A veces pensaba que sólo vivía porque no tenía otra opción, era como un zombie. Se agradeció para haber puesto un recordatorio, de esa forma no pasaría desapercibido aquel día.

―Así que es hoy ―murmuró afligido mientras el recuerdo de una chica de cabellera castaña y adorable sonrisa se hacía presente en su mente ―. Han pasado tres años desde entonces y se siente como si hubiera sido ayer ―susurró mientras veía hacia el cielo a través de la ventana del vehículo con cierta nostalgia y dolor.

«Te extraño tanto, Sayuri» Admitió con tristeza mientras soportaba, una vez más, las lágrimas que no se había dejado derramar desde que su primer amor ya no estaba a su lado.

En cuanto puso un pie fuera del instituto, comenzó a correr a toda prisa en dirección a la escuela de su hermano menor pues se le había hecho tarde. A lo lejos logró observar al pequeño Doyun parado junto a su profesora; en cuanto su hermanito la vio sonrió emocionado y la saludó efusivamente con sus manos.

―Lamento la demora, profesora Kang ―dijo agitada, tratando de recuperar el aliento.

Doyun se acercó a abrazar a su hermana y fue recibido con efecto por Sayumi. La amable mujer ensanchó una sonrisa para tranquilizar a la joven estudiante, pues sabía muy bien lo mucho que se esforzaba para no demorar en venir por Doyun.

―Está bien, Sayumi. Ya te he dicho que no tienes de qué preocuparte.

―Enserio le agradezco que se quede con Doyun hasta que llegó por él ―apartó cuidadosamente al infante para poder reverenciarse como muestra de gratitud a la mujer ―. Trataré de no llegar tan tarde a la próxima.

―Ya te dije que está bien, Sayumi. No te sobre esfuerces, te hará daño ―le aconsejó, aunque sabía muy bien que, dadas las circunstancias, era imposible que no lo hiciera.

―Trataré de no hacerlo ―mintió con una sonrisa para hacer más creíble sus palabras ―. Nos vemos mañana, profesora. Despídete, Dodo.

―Adiós, profesora Kang. Gracias por cuidarme ―Doyun le mostró un pulgar arriba, acompañado de una sonrisa.

―Nos vemos mañana, Doyun. No olvides hacer la tarea ―le recordó la mujer mientras dejaba una suave caricia en su melena castaña oscuro.

Sin más que decir y recordando que se le estaba haciendo tarde para entrar al trabajo, Sayumi se fue con prisa junto a Doyun en dirección a casa de su tía, donde su hermano menor se quedaba hasta que Taehyung o ella fueran por él, pues ambos poseían trabajos de medio tiempo y dejarlo sólo con su madre no era una opción en ese momento.

Al llegar a casa de su tía le dio instrucciones al niño para evitarle molestias innecesarias a la mujer. Le recordó que debía portarse bien y hacer la tarea, a lo que Doyun asintió como el buen niño que era. Ambos se despidieron con un abrazo, le agradeció a su tía como todas las tardes y se marchó en dirección a su trabajo, el cual le quedaba más o menos cerca.

Así era la ajetreada vida de Kinomoto Sayumi a la corta edad de dieciocho años.

Era estudiante de la preparatoria Reflection high school, y estaba cursando el último semestre de esta en el área de humanidades. Poseía calificaciones sobresalientes, encontrándose entre uno de los diez primeros lugares de la tabla general de calificaciones; además, era parte del consejo estudiantil, actividad que casi siempre la hacía llegar tarde por su hermano menor. Se le consideraba una de las mejores de su generación junto a Bae Suni, Jeon Jungkook, Kim Mingyu, Han Seulgi y Cha Eunwoo; sus profesores siempre halagaban su determinación e intelecto, y le aseguraban un futuro próspero.

Si bien el aspecto académico parecía ir viento en popa, no podía decir lo mismo de su vida personal. Tras el fallecimiento de su progenitor hace un año, la situación en su hogar se volvió caótica, inestable y hostil en todos los sentidos. Su madrastra cayó en una profunda depresión que la llevó al consumo de alcohol y alucinógenos que la ponían en un estado de agresividad constante, lo que la hizo perder su empleo y descuidar a sus hijos. Por esa razón, Taehyung y ella tuvieron que tomar las riendas de su casa y familia, teniendo que buscar empleos para mantenerse y a su pequeño hermano. Fue así como terminó formando parte de los empleados de la cafetería Anpanman.

El trabajo no le parecía del todo pesado, pues al estar acostumbrada a las palabras hirientes y despectivas de su madrastra, que un desconocido fuese grosero o malhumorado con ella realmente no le afectaba. Tenía un buen sueldo, la mayoría de sus compañeros eran agradables y el horario era perfecto para la situación por la que pasaba; por lo que estaba muy agradecida con el padre de Eunwoo por haberla aceptado.

Si tuviera que quejarse sería de una sola persona: Min Yoongi. El universitario de melena rubia que se la pasaba llamándola por un tonto apodo con el cual, en ocasiones, conseguía sacarla de quicio, algo poco usual en ella, pues se consideraba alguien tolerante y paciente; sin embargo, Min Yoongi podía conseguir acabar con la paciencia de cualquiera.

Tras correr tan rápido como sus piernas se lo permitían, por fin llegó a la cafetería la cual ya se encontraba abierta y con pocos clientes que estaban siendo atendidos por tres de sus compañeros. Les sonrió y se apresuró a entrar al cuarto de casilleros para dejar sus cosas en su taquilla e irse a cambiar al baño. Amarro su cabello en una coleta alta, luego miró su reflejo en el espejo notando lo agotada que parecía y no era para menos, pues se hacía cargo de sus deberes escolares para mantener sus notas impecables, cuidaba de su hermano menor e incluso podría decir que de Taehyung, y trabajaba.

De un momento a otro, paso de tener sólo las responsabilidades escolares a tener también la responsabilidad económica de su hogar y de cuidar de sus hermanos.
Su carga se multiplicó por diez y a veces sentía que no podía más, pero debía esforzarse para que Doyun tuviera todo lo necesario y creciera sin preocupaciones.

Suspiró sin remedio y después sonrió.

―¡Ánimo, Sayumi, tú puedes! ―se abrazó a sí misma, después salió corriendo hacia el frente de la cafetería para ayudar a atender a los clientes.

Sin embargo, en su recorrido se encontró con Min Yoongi, quien, al verla, negó con una sonrisa burlona en los labios. Sayumi decidió ignorarlo pero no logró su cometido, ya que al pasar junto a él lo escuchó decir aquel estúpido apodo que la tenía harta.

―De nuevo tarde, converse altos.

Detuvo sus pasos y volteó a verlo con enfado, consiguiendo que un gesto de satisfacción se adueñara del rostro del rubio.

―Mi nombre es Sayumi, ya te he dicho que no me llames así ―la japonesa pidió de la forma más amable, aunque por dentro tenía ganas de lanzarle la caja registradora en la cabeza.

Sayumi se marchó en dirección a unos clientes que recién llegaban al sitio, sin permitir que Min Yoongi le dijera algo más. El universitario observó a la estudiante con una sonrisa ladina mientras pensaba en que llevaba casi un año escuchando la misma frase cada vez que la llamaba de aquella manera, lo cual parecía agradarle de una extraña manera; sin embargo, al notar una acción en ella que le hizo a recordar a cierta castaña, su buen humor lo abandonó y fue abrazado por la nostalgia y soledad del recuerdo de su primer amor, así que apartó su atención de la japonesa.

Sayumi se acercó de vuelta a él para entregarle la orden para que se la diera a los encargados de la cocina, y rodó los ojos con fastidio al notar el trato indiferente de Min hacía ella. No era algo nuevo para la estudiante que su compañero primero la molestará con aquel apodo y luego actuará distante, pero seguía siendo confuso.

«Sólo ignóralo, Sayumi, y ponte a trabajar» Se auto aconsejo en lo que le daba la espalda para ir a atender a otro par de clientes que habían llegado a la cafetería. 

Sí, bros, decidí editar está historia para dar un mejor producto y sentirme feliz con mi trabajo.

No voy a negar que me duele tener que perder todos los comentarios en cada párrafo, y que, si bien le tengo gran cariño a la primera versión de Converse high, considero que si necesita una edición urgente. Más que nada porque fue la primera historia que escribí en tercera persona, así que posee unos horrores ortográficos tremendos; la otra es porque deseo darle más profundidad a los personajes y darle una narración más coherente.

Uno de los grandes cambios vienen de la mano de los hermanos de Sayumi, pues Taehyung ya no va andar en el hospital y Hoshi, ahora llamado Doyun, no es más un bebé. Esto lo hice para facilitarme la vida con la trama, sobre todo con Tae porque él tendrá su propio libro y que estuviera en el hospital me complicaba todo.

¿Puede que hayan más cambios? Por supuesto. Así que esperen con ansias por esta versión 2.0 de Converse high.

Muchas gracias por darle tanto amor a la primera edición de la historia, ojalá se animen a hacerlo nuevamente con esta nueva versión ♥

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro