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𝟏𝟖;; 𝐦𝐚𝐧𝐚𝐝𝐚

9/10



— Date la vuelta, unnie.

Jennie obedeció cansada, dándole la espalda a Roseanne, dejando que la alfa paseara la toallita húmeda por la desnuda piel de sus glúteos. Lo hacía con gentileza, como si la omega fuera alguna escultura de cristal y tuviera miedo de quebrarla en un mal paso. La suavidad en que limpiaba el resto de lubricante natural que había quedado hicieron a la castaña gruñir bajito llena de satisfacción, como si estuviera ronroneanda, sonriendo en completo relajamiento. Las delgadas manos la tocaban con cuidado, sin intenciones sucias, solo cuidándola con verdadero cariño.

Habían tenido una tarde divertida; las dos alfas se entretuvieron un largo rato en los videojuegos en la habitación de Jennie, mientras la castaña se dedicaba a terminar deberes finales para entregar antes de que las vacaciones comenzaran. Luego Lalisa se cansó y decidió que era mejor ir a jugar con Jennie, sí, la alfa menor al comienzo le había mimado, abrazándola desde atrás y dejando besitos inocentes en la piel que la camiseta ancha (que era de Rosé) no llegaba a crubrir. La omega se había dejado hacer con gusto, suspirando por la sensaciones cálidas que los besos y caricias en su cintura le hacían tener, después subió de tono. Y bueno, no pudo resistirse mucho, Jennie también se había calentado y tan pronto como terminó las tareas, prácticamente se lanzó a devorar la boca de Lalisa.

Roseanne no participó esa vez, optó por quedarse observando sentanda en el puff de color gris que Jennie tenía, mientras el otro par se dedicaba a saciarse entre ellas. La omega no sabía qué había sido mejor; la deliciosa manera en que Manobal la jodió o que Park fuera un expectador activo. Porque, incluso cuando no había estado con ellas en la cama, su participación se basó en palabras y órdenes sucias que, honestamente, a las tres les gustó.

Así que ahí estaba, después de una intensa sesión, acostada boca abajo en su cama totalmente cansada, permitiendo que su alfa le mimara. Lisa estaba a su lado, con las manos acomodadas detrás de su cabeza, también desnuda, mirándoles con una sonrisa bonita, ojos brillantes de cariño. Rosé se había tomado el tiempo de limpiar a la alfa menor de igual modo, como si ambas fueran sus bebés.

De hecho, así era.

— Lili te dejó marcas —habló casi burlóna, acariciando la marca rojiza en el glúteo derecho de Jennie, casi en la parte interna, cerca de su centro todavía sensible y lubricado, donde Manobal había estado jugando a petición suya.

Roseanne prácticamente estaba manoseándola para ese momento, porque ya había terminado de pasar la toallita, pero continuó usándola de excusa para tener sus manos encima. Bueno, Jennie no se quejaba, pero si seguía de esa manera volvería a excitarse, y estaba muy cansada como para una segunda ronda. Park delineó delicadamente con un largo dedo las pequeñas marcas que Lalisa había dejado por sus glúteos, encontrándolo adorable. ¿Cómo se suponía que eso era tierno? Roseanne no lo sabía, pero la nívea y suave piel del redondito trasero de su unnie se veía tan bonita enrojecida después del sexo, que no pudo evitar inclinarse, para dejar un pequeño besito en una de ellas, escuchando a la omega suspirar.

Pero eso fue todo, porque la alfa en realidad no buscaba algo sexual, sencillamente tuvo la necesidad de mimar. Dio una palmadita suave y juguetona en el expuesto trasero de la omega antes de alzarse y acostarse junto a ellas, del lado derecho, dejando a Jennie en medio. Lalisa también se acercó, cubriéndolas a las tres con la sábana, abrazando a la castaña desde atrás cuando se giró para quedar de lado, mirando hacia Roseanne.

— Es lindo tenerlas así —la omega murmuró, sonriendo con sinceridad, teniendo ese agradable sosiego instalado en su pecho al estar entre ambas, la calidez de sus cuerpos rodeándole en un abrazo sándwich—. Los quiero, bebés~

— También te queremos, unnie~

— Ah~ estoy molida, cárgame Rosie —la alfa menor pidió estirando los brazos para que la mayor la cargara, a lo que la rubia rió divertida.

Se dio la vuelta para darle la espalda, doblando un poco las rodillas para que Lalisa pudiera subirse de un salto, enredando las piernas alrededor de las caderas ajenas y afirmando sus brazos en su cuello, con Roseanne sosteniéndole desde los muslos traseros. El último día de clases antes de las vacaciones había dado su fin, era un poco tarde y de hecho casi toda la institución ya se había ido, a excepción del equipo de béisbol que se había quedado un tiempo más debido al último juego. Manobal estaba agotada, habían ganado pero no estaba del todo contenta, porque su cuerpo se sentía hecho polvo.

La unnie iba a un lado de ellas llevando el bolso deportivo de su alfa, que de hecho pesada un poco, y en su cabeza tenía puesta la gorra azul oscuro casi negra de Lisa. El aroma de la canela impregnado a la perfección, junto al delicioso olor de la cafeína tostada en la chaqueta que Rosé le había puesto sobre sus hombros ante la corriente de aire frío que había comenzado a hacer durante el juego. Se veía mucho más pequeña de lo que era (de lo que era al lado de las alfas, porque el par de mocosas eran enormes), porque la ropa de Rosé le quedaba muy grande; al tener los brazos más largos, las mangas le quedaban tan largas que podían llegar a ocultar sus manos. Tenía el combo de perfumes mezclados encima y eso la ponía feliz.

— Si te sientes tan cansada debiste haber ido a casa con tus padres cuando te lo ofrecieron, Lili.

— Pero quería estar con ustedes —la alfa puchereó, escondiéndose en el hueco del hombro derecho de la rubia, teniendo el aroma pegando directamente en sus fosas nasales—. Además tú tampoco puedes regañarme, tú también rechazaste a tu padre por venir con nosotras.

Roseanne se rió por el tono infantil, aunque tampoco lo negó, porques sí que era verdad que había rechazado a sus padres al igual que Lisa para estar con ellas. Sus padres lo entendían, así que no hicieron escándalo, estaban acostumbrados a que su hija pasara su tiempo libre en casa de aquella familia desde hacía años. Lo mismo era al revés, Dahyun visitaba constantemente la casa Park (de su mejor amiga, no su novia... bueno, también su novia) que pronto terminó siendo habitual, con Jennie incluída tiempo después. En cambio, los Manobal estaban comenzando a familiarizarse con que su única hija pasara el día con sus novias.

Novias. Había sido una verdadera sorpresa cuando Lalisa llegó oliendo no solo a omega, sino que también a alfa, y aunque los señores Manobal no estaban del todo de acuerdo con que su hija alfa estuviera con otra alfa, no le prohibieron nada. Lalisa tenía derecho sobre sí misma, ella podía tomar sus propias decisiones a pesar de todavía ser una cachorra. No estaban de acuerdo, pero tampoco eran monstruos para arrebatarle la felicidad por prejuicios conservadores. Roseanne tenía cuidado con ellas cuando estaban cerca, porque sabía que no era del todo aceptada, no como Jennie, que al ser omega fue bien recibida.

De todos modos, las tres sabían que algo como eso podría suceder. No pasó con los Kim ni con los Park, los Manobal eran la excepción. Era parte del camino que habían comenzado a recorrer juntos, así como los Manobal, habrán muchísimos más lobos que los verán como si estuvieran cometiendo un delito grave digno de castigar. ¿Eso les importaba? Honestamente no, las únicas opiniones que afectaban directamente eran las de sus familiares, amigas y ellas mismas.

— Es lindo pasar tiempo en manada.

Manada. Lisa y Jennie alzaron la cabeza al mismo tiempo para mirarse mutuamente, antes de enfocar sus ojos en la rubia, quien tenía una sonrisa sincera en los labios.

— Una manada... ¿somos una manada? —Manobal preguntó bajito, escuchándose ilusionada.

— Sí Lili, lo somos.

Manada.

Jennie saboreó el término con felicidad, sintiendo la cálida sensación comenzando a albergar su corazón, su loba interior moviéndose con regocijo.

Era el comienzo de una vida juntas, como manada.

Muchas gracias por leer (´-ω-')

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