𝟎𝟖;; ¿𝐐𝐮𝐞́ 𝐞𝐫𝐚 𝐦𝐚́𝐬 𝐞𝐱𝐭𝐫𝐚𝐧̃𝐨?
Roseanne escuchó las quejas de los miembros del equipo de béisbol cuando el entrenamiento terminó, observándolos caminar por la gigantesca cancha para dirigirse a las duchas. Buscó la cabellera rubia de Lalisa, encontrándola en las bancas acomodando su bolso deportivo, por lo que se acercó a pasos calmados. Manobal pareció notarlo, pues levantó su cabeza en cuanto el fuerte aroma de la cafeína tostada inundó sus fosas nasales, su alfa interior de pronto animado siendo que hasta hace unos segundos estaba agotada por todo el ejercicio.
La rubia le quitó la gorra azul marino del cabello para ponérsela, después pasando sus largos dedos por el cabello claro de la alfa menor para peinar el desastre que creó. Lalisa sintió un vuelco en su corazón, junto a su alfa mover la cola como una cachorrita contenta.
— ¿Para qué querías que viniera? —Roseanne escondió sus manos en los bolsillos de su chaqueta de mezclilla después de peinarla, mirándola atento.
Y Lalisa tragó saliva nerviosa, sentándose en las bancas para palmear a su lado invitándola a acompañarla. Park se sentó con las piernas ligeramente abiertas, teniendo que acomodar la gorra del uniforme deportivo para observarle mejor, esos ojos castaños brillando en verdadera curiosidad. Después del mensaje de Lalisa, Roseanne había estado el resto de la jordana escolar pensando sobre ello, con un presentimiento extraño que no podía explicar, pero que hacía a su loba retorcerse de anticipación. La menor parecía ansiosa, jugando con sus manos y mirando hacia diferentes direcciones con tal de no verla a la cara, y eso únicamente ponía a la alfa mayor confundida.
— ¿Está todo bien? Te ves... intranquila.
Suspirando, Manobal se atrevió a verla un segundo antes de desviar sus ojos y enfocarlos en las delgadas manos de la rubia.
— Estuve hablando con mis amigas, ellas dijeron que... éramos rivales.
— Oh...
— Y bueno, ellas en realidad tienen razón — finalmente se enfocó en su rostro, observando en Roseanne una expresión tensa que endurecía sus facciones y la hacía ver más dominante de lo que ya era—, es verdad porque...
— Porque ambas vamos tras la misma omega.
Asintió, suspirando profundo.
— Pero yo no te veo como una rival, ¿sabes? Mi alfa incluso está bien con tenerte cerca de la omega a quien quiere cortejar.
Y es que mentira no era, Lalisa tuvo que indagar en sus recuerdos para tratar de buscar un solo momento en que se sintiera verdaderamente amenazada de Roseanne, incluso tuvo que concentrarse en ponerse en contacto con su alfa interior para así llegar a la conclusión de que ambas no veían a Roseanne como un rival. Park era amigable, simpática y elocuente, era una alfa tan alegre y educada que era imposible no encariñarse. Al principio, cuando comenzaban a lidiar con ese lío amoroso, tal vez sí la odió un poquito producto de los celos, pero eventualmente terminaron encantadas. Su alfa y ella, a ambqs les agradaba Roseanne.
Quizás demasiado.
— Y eso es extraño, porque quizás nos agradas más de lo que deberías hacerlo siendo que también vas tras unnie.
La rubia ladeó la cabeza, sus cejas frunciéndose.
— ¿Estás tratando de decir lo que creo que tratas de decir?
Lalisa asintió, poniéndose tímida, encogiéndose de hombros. De pronto insegura por lo siguiente que estaba por decir: — ¿Es... es muy extraño que a mi alfa le gustes?
Roseanne sintió su rostro arder, su frente se arrugó cuando sus cejas se fruncieron un poquito más y sus labios temblaron en muecas entre asombradas y avergonzadas. Se quedó callada, solo mirando los ojos oscuros de la alfa menor, su cabeza procesando la inesperada información. ¿Honestamente? No estaba disgustada, ni siquiera su loba interior, en realidad se sorprendió al reconocer que estaba incluso aliviada. Su corazón había estado tan alterado desde ese presentimiento extraño cuando leyó el mensaje, que había pensado que sería algo malo.
— ¿Esto es una declaración? —se rió nerviosa, volviendo a acomodar la gorra sobre su cabeza solo para disimular el temblor de sus manos— ¿Qué se supone que debería hacer?
— ¿No... no estás molesta? ¿Ni disgustada?
Y Roseanne volvió a reírse, pero esa vez por la manera tierna en que la cara de la menor se arrugó en una mueca desconcertada.
— No lo estoy... pero sí estoy sorprendida, es decir... nunca he recibido confesiones de alfas, solo omegas y betas.
— Y yo nunca lo he hecho con una alfa.
Un suspiro largo escapó de los labios de la rubia, su cuerpo recargándose en la pared tras las bancas. Sus ojos castaños escanearon el verde pasto que rodeaba el campo exceptuando el área del cuadrangular donde jugaban, su mente pensando con seriedad sobre la situación en la que se encontraba. Porque, le gustaba Jennie, en serio le gustaba la omega, pero también era cierto que se sentía a gusto con Lalisa; su alfa no sintió rencor hacia ella después de los primeros días donde se sintió celosa cuando le miraba muy confiada junto a unnie, después aprendió a querer y valorar la amistad que se había forjado desde circunstancias extrañas. ¿Y luego? Su loba y ella simplemente terminaron encariñadas con Lalisa, a gusto con su aroma y la manera en que el perfume natural de Jennie se mezclaba junto al suyo propio también en un combo tranquilizador para las tres.
— Lisa-ah... ¿qué podría ser más extraño que confesarte a otro alfa siendo alfa?
La aludida lo pensó, aplanando los labios todavía nerviosa.
— ¿Ser correspondida?
— ¿Sabes qué podría ser incluso más extraño?
La expresión relajada de la rubia alteraban los nervios de Lalisa, quien solo se encogió tragando saliva ansiosa, su loba inquieta.
— ¿Qué?
Sin responder, Roseanne la sostuvo del cuello del uniforme blanco a rayas delgadas horizontales, apretando el agarre de sus dedos para acercarla bruscamente a ella, ladeando el rostro y así uniendo sus bocas. Lalisa se quejó porque la gorra sobre la cabeza de Roseanne le pegó en la frente, provocando que se alejara tan pronto como el toque de labios se sintió, y ambas sintieran sus caras colorearse de la vergüenza.
— Diablos, eso fue patético — la rubia se rió, quitándose la gorra para pasar las manos por su cabello logrando despeinarlos —. ¿Dolió mucho?
Lalisa asintió, con su mano izquierda sobando el golpe, antes de que los largos dedos de Roseanne decidieran atenderla. Su rostro fue alzado por un par de dedos que le sostuvieron del mentón, con el cuerpo ajeno inclinándose para ver más de cerca, la delgada mano masajeando la zona herida y sus grandes ojos castaños enfocados en los suyos. Fue silencioso, la manera en que Roseanne acortó la distancia fue tan suave que Lalisa ni siquiera lo notó, no hasta que sintió después la cálida boca que se amoldó con la suya; fue lento, una agradable caricia de labios que hizo estragos su corazón y alteró a su loba.
Ambas alfas internas, que parecían contentas, retorciéndose extasiados en la cálida sensación de estar juntas. Aunque se sintió incompleto.
Y cuando se separaron, el sonido húmedo se escuchó como un leve susurro, sus respiraciones mezclándose, Roseanne dijo:
— Debemos hablar con unnie.
— Las tres juntas — Lalisa añadió y la rubia estuvo de acuerdo.
¿Qué podría ser más extraño que dos alfas correspondiéndose? Quizás dos alfas dispuestas a compartir a la misma omega.
gracias por leer (*´˘'*)♡
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