𝟎𝟏;; 𝐓𝐨𝐧𝐭𝐚𝐬 𝐚𝐥𝐟𝐚𝐬 𝐜𝐚𝐜𝐡𝐨𝐫𝐫𝐢𝐭𝐚𝐬
— ¡Jennie unnie!
La aludida levantó la vista del libro que había estado leyendo para prestarle atención al par de cachorras que se acercaban a ella; dos altas alfas con sonrisas enormes y aromas curiosos que se mezclaban entre sí increíblemente, se detuvieron frente a la omega, quien sólo alzó una ceja en cuanto las tuvo cerca. Sabía que ambas eran de la misma estatura, pero la rubia de cabellos largos parecía más alta que la rubia de flequillo perfecto, el cual caía sobre sus cejas, una más delgada que la otra, el rostro todavía joven de la alfa menor contra las facciones un poco más marcadas de la alfa mayor. Las vestimentas de ambas también contrastando entre ellas; mientras una llevaba cálidos tonos otoñales entre rojizos ladrillos y marrones, la otra lucía ropas holgadas en tonos grises y negros.
Parecían alfas grandes, pero no eran más que cachorritas.
El concentrado aroma del café de la alfa mayor junto al inconfundible perfume a canela de la alfa menor inundando el aire. Una rica combinación que hizo a Jennie respirar hondo para llenarse de la fragancia, logrando captar el suyo propio hacer ese increíble combo que tanta tranquilidad le traía. Las tres juntas, como un delicioso caramelo de capuchino que llenó de forma suave en la biblioteca estudiantil.
— ¿Cómo está Jennie unnie?
— ¿Se encuentra mejor?
La aludida rió por las voces combinadas de ambas cachorras.
— Estoy bien, sólo fue un resfriado que ya pasó.
Hace menos de una semana había estado con un terrible dolor de cabeza a causa de la fiebre del resfriado, y ambas alfas habían estado tan alteradas por ello que incluso llegaron a agobiar a Jennie. Sus dongsaengs eran atentas, quizás demasiado, y les agradecía, pero a veces solían exasperarla tanto. Entendía que de alguna manera quisieran cuidarla al ser ambas alfas, pero la castaña era perfectamente capaz de sobrevivir a una simple gripe.
Ambas eran igual de exageradas.
— ¿No está cansada, unnie?
— ¡Déjeme llevar su mochila!
— ¡Yo también puedo llevarla!
Y de nuevo, ese par de mocosas comenzaron una pequeña pelea para conseguir llevar su mochila. Jennie se dedicó a rodar los ojos y suspirar superada, simplemente aplaudiendo un par de veces para llamar su atención y hacer que se detuvieran. Cuando ambos pares de ojos estuvieron sobre ella, la omega mayor sonrió divertida. En esos momentos volvían a relucir los ojitos brillantes y los pucheros berrinchudos del par de cachorras.
— Soy perfectamente capaz de llevar mi mochila, alfas tontas.
—Pero... fue un largo día, quizás debe estar cansada — Lalisa replicó con un puchero, lo que hizo a Jennie sonreír enternecida.
Y a Roseanne cruzarse de brazos con un mohín molesto por ello.
— Lo estoy, pero ustedes también deben estarlo, ¿por qué quieren llevar mi mochila cuando ustedes cargaron la propia todo el día?
— Podemos con eso, somos fuertes — ambas hincharon sus pechos orgullosas, alzando un brazo para mostrarle sus músculos. Lalisa destacando un poco más que Roseanne, aunque la rubia de cabello largo también tenía lo suyo.
Ambas se miraron en silencio, retándose mutuamente antes de que Manobal adoptara otra pose ridícula para mostrar más de sus músculos, siendo seguida por Roseanne que hasta el momento le daba buena batalla. Y después, la alfa de flequillo levantó su camiseta enseñando el abdomen jodidamente trabajado con esa sonrisa fanfarrona en su rostro. Roseanne abrió la boca indignada, tocando su propio cuerpo no tan cincelado; quizás comer de más ese día no fue tan buena idea. Asintiendo aceptó su derrota, con Manobal feliz. Eso sólo hizo a Jennie reírse de manera jovial, provocando sonrisas bobas en ambas cachorras ante el bonito sonido de su risa.
— Yo también soy fuerte, idiotas — sacándoles la lengua, la omega comenzó a caminar fuera de la biblioteca para finalmente irse a casa.
Ambas alfas le siguieron como fieles cachorras, cuidándole desde atrás a pasos alejados, respetando el espacio de la omega. El aroma a felicidad de ambas notándose en el aire.
— Uhm... unnie... — Son Chaeyoung murmuró cerca de la omega mayor, con sus ojos observando entre ratos el arbusto que se movía bastante lejos a ellas fuera de la pastelería donde se encontraban.
La aludida hizo un sonidito de garganta para avisarle que le escuchaba, mientras sus ojos felinos escaneaban con seriedad la vitrina con una variedad deliciosa de postres pequeños. De repente había tenido antojo de algo dulce mientras caminaba de regreso a casa junto a Chaeyoung, así que encontrar ese local cerca en verdad que había sido afortunado. En esos momentos sólo podía concentrarse en debatir consigo mismo qué postre debería elegir. Todos se veían deliciosos, pero habían dos que llamaban su atención: ese de chocolate con crema rosada encima y una fresa pequeña, y aquel de colores canelas con glaseado chocolatoso y pequeñas chispitas de colores.
— Creo que alguien nos sigue...
— Sí, son esas cachorras — dijo sin mucha importancia apuntando al pastelito de chocolate con crema rosada encima y una pequeña fresa decorándolo —, ¿puede darme de esos, por favor?
Son frunció el ceño cuando el arbusto se volvió a mover.
— Dan miedo...
— Son unas bebés, no tienes que preocuparte por ellas.
Pero la beta saltó en su lugar tomado por sorpresa cuando se volvió a sacudir con fuerza, aferrándose al hombro de la omega mayor, el inconfundible aroma a la flor de jamaica con un leve toque de miedo picándole la nariz. Jennie recibió la bolsa de papel marrón con sus postres y después de pagar dio media vuelta para salir de la pequeña pastelería con Chaeyoung cerca, todavía atenta al nada discreto escondite de ambas cachorras.
— Es porque eres una beta — Jennie susurró sin prestarle mucha atención a las cachorras que las seguían ocultándose tras cada cosa que pudieran encontrar. Chaeyoung incluso bufó superada cuando la rubia mayor se refugió tras una carreola, viéndose increíblemente ridícula al ser ella más grande —, piensan que podrías tener otras intenciones conmigo. Esas cachorras son celosas.
Son frunció el ceño.
— Pero tengo una alfa incluso.
—Pero ellas no lo saben — se rió por la mueca de la beta más pequeña, sólo agitando la mano para quitarle importancia —. Sólo hay que ignorarlas, se cansarán después o se distraerán como las bebés que son.
Pero Chaeyoung no estaba tan segura de ello, puesto que habían estado caminando posiblemente por más de diez cuadras junto a Jennie y ese par seguían manteniéndose tan firmes como soldados en una misión de vida o muerte. Incluso llevaban enormes abrigos negros y gafas oscuras junto a barbijos y sombreros que hacían todo menos ocultarlas, ya que llamaban completamente la atención al destacar tanto entre todos los lobos que en la plaza comercial vestían como personas normales.
Alfas raras.
— ¿Siempre es así?
Jennie afirmó con un sonidito tierno mientras el crujido de la bolsa lo acompañaba al sacar su pastelito de chocolate para darle una mordida, llenando sus levemente rechonchas mejillas como una ardilla.
— Te tedminas acostumbando ~ — al tragar añadió: — me habría dado miedo la primera vez si no fuera por sus aromas que ni siquiera se toman la molestia de ocultar.
La beta suspiró rendida, sólo negando la cabeza cuando en eso escuchó a lo lejos los gritos de una mujer. Ambas se giraron curiosas, observando la escena sin saber exactamente cómo reaccionar; al menos Jennie parecía muy entretenida, casi feliz comiendo de su pequeño postre mientras miraba a sus dos pequeñas alfas siendo regañadas por la omega con la carreola donde la rubia mayor se había escondido. El bebé lloraba, y ambas cachorras miraban el suelo apenadas escuchando el regaño. Quizás asustaron al cachorro más pequeño.
— ¿Deberíamos salvarlas?
— Nah~ deja que se responsabilicen de sus acciones — la omega agitó su pastelito casi terminado, llevando el último pedazo entero a su boca —. Adí quidás dejen de sed tan tontash.
Chaeyoung miró a su unnie, para después mirar a las alfas que reverenciaban una y otra vez disculpándose, rodeadas de la gente curiosa y esa omega enojada con las manos en las caderas. Incluso el bebé parecía divertido con la pequeña humillación de esas revoltosas chicas, pues había dejado de llorar para reír y alzar sus rechonchos bracitos hacia ellas. Después, ambas se giraron hacia sus unnies, sólo sonriendo como cachorras inocentes ante la mirada de reproche de la omega mayor.
— Son unas imbéciles — Kim murmuró y Son asintió.
Pero eran sus adorables imbéciles.
Gracias por leer (๑•ᴗ•๑)♡
El omegaverse puede variar dependiendo de cada persona, por lo que la autora original hizo lo mismo:
1) todos nacen ya identificados
2) no importa qué seas, serás tratado con igualdad
3) la marca no importa tanto, es más un capricho en las parejas para dar a entender que está emparejado, aunque tampoco es fácil deshacerla; un beta puede marcar a otro beta u omega (como un alfa a un beta también), aunque esta no dura demasiado y tampoco simboliza unión como con un alfa
4) no existen los predestinados
5) no es muy común ver a betas emparejados con un omega o un alfa, pero cada vez es más visto y aceptado; así como los omegas y alfas que se emparejan con su igual
6) los betas tienen aromas también, muy sutiles que sólo se remarcan cuando tienen emociones fuertes.
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