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𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚;; 𝐮𝐧𝐚 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐚𝐝𝐚

(Extras sin orden cronológico, así a lo random)

por favor diganme donde hay un error para corregirlo :(

La casa era un caos, un completo caos.

— ¡Ven aquí!

El grito de Roseanne se escuchó por toda la casa, seguida de escandalosas risas infantiles. La alfa corría detrás de la niña que desnuda huía de ella, saltando por los sillones y riéndose del desespero de Park por atraparla. Habían estado así hacía ya un buen rato, cuando la alfa le quitó las prendas para poder bañarla, pero la niña había huido tan rápido como sus cortas piernas se lo permitían, solo volviendo loca a la chica que trataba de agarrarla para que dejase de exhibirse por toda la casa.

— ¿Qué pasa? —Lalisa entró a la sala principal, donde Roseanne seguía correteando detrás de la cachorra. En sus brazos sostenía un bebé, quien chupaba tranquilo de un biberón lleno de tibia leche. Lo mecía con cuidado, arrullándolo.

— ¡Tu hija no quiere bañarse! ¡Dile algo!

Manobal rodó los ojos ante el desespero de Park, quien se dejó caer en el sofá a mirarle cansada por todo el ejercicio que la cachorra le hizo tener.

— Heejin, ¿qué te he dicho sobre molestar a mamá Rosé?

La aludida dejó de correr para lentamente acercarse a su mamá Lalisa, bajando la cabeza y moviendo el pie en un gesto tímido. La niña era una tierna combinación entre los ojos y labios de Jennie, junto al tono de piel y la nariz de Lalisa, además de ese lacio cabello negro que le caía desordenado por sus hombros, un fleco que apenas llegaba a rozar sus cejas levemente tupidas. La niña era adorable, pero sin duda también era un pequeño demonio de tres años. Se la vivía molestando principalmente a Roseanne, porque era un blanco perfecto al caer tan rápido en sus pequeños trucos de manipulación. ¡Pero no podían culparla! Era débil cuando la pequeña ponía sus ojitos brillantes de cachorrito y le hablaba con ese aegyo infantil tan bonito.

— No molestar a mamá Rosi poque es senshibe —respondió en voz baja, un tono digno de un infante.

— ¡Oye! —la aludida se quejó ofendido, aunque ninguno lo tomó en cuenta.

— ¿Qué más?

— Cuidar a mamá Rosi poque puede hacerse daño.

— ¡Se supone que es al revés! —volvió a quejarse, otra vez siendo ignorada.

— Así es bebé, ahora dale un abrazo a mamá Rosé.

La aludida refunfuñó como un niña pequeña, pero de todas formas abrió los brazos para dejar que la chiquilla se abrazara a ella, envolviendo su pequeño cuerpo desnudo. Así que aprovechó, alzándose con ella en brazos, gritando un: — ¡Te tengo, ahora a bañarse! —corriendo hacia el cuarto de baño, escuchando las quejas dramáticas de la pequeña alfa.

Lalisa negó con la cabeza, mirando a la bebé en sus brazos, quien había dejado de tomar su leche para comenzar a mover sus extremidades sin orden alguno, mirándole con esos grandes ojos marrones decorados con pestañas largas. Era un bebé bonito, con la tez acanelada y lacios cabellos oscuros, una tierna nariz pequeña como la de Jennie y labios como los de Roseanne. Una bebé alfa de nueve meses. Era tranquila, pero desde el momento en que llegó a sus vidas les había dado problemas porque: el mini alfa no lloraba cuando tenía hambre, ni cuando ensuciaba su pañal, lo único que sabía hacer era balbucear y mover sus extremidades sin control. Tuvieron que hacerle de adivinas, porque al no hacer ruido ellas no podían saber qué era lo que necesitaba exactamente.

Cuando Jennie no estaba en la casa, todo era un desastre. Ambas adultas podrían ser alfas, pero la omega estaba al mando, podía controlar a los mocosos en cuestión de segundos y arreglar los desastres que todos esos alfas creaban con tan solo cruzarse de brazos y mirarles con las cejas fruncidas en irritación.

La puerta principal se escuchó por el salón al ser abierta, captando la atención tanto de Lalisa como del bebé en brazos, quien dejó el biberón de lado para moverse ansiosa y comenzar a balbucear en voz alta. El delicioso aroma del caramelo combinado con la cafeína tostada y canela inundó todo el lugar, y pronto Manobal estuvo caminando hasta llegar a la entrada, atraída por ello. Jennie se encontraba colgando una bufanda oscura en el perchero para pasar a despojarse de su largo abrigo, luego masajeó su cuello con una mano antes de girarse y enfocar sus felinos ojos en su alfa cargando a su bebé.

Lisa sonrió en grande, diciendo con voz cariñosa: — ¿Cómo te fue, unnie? —al tiempo en que la omega se acercó para tomar el bebé en brazos y comenzar a llenar esas rechonchas mejillas con besos que lo hicieron reír.

— Fue la exposición de arte más aburrida a la que tuve que ir como fotógrafa —se quejó, estirando un brazo para que su alfa le abrazara, a lo que no le fue negado. Lalisa los rodeó con sus brazos, besando la frente de su pareja con cariño—. Pero la paga fue buena.

— Me alegra que hayas llegado a salvo.

Jennie asintió y alzó la cabeza para pedir mimos, a lo que Lisa acunó su rostro con sus manos para besar sus labios con calma, feliz de poder tenerlos de vuelta. El beso no duró demasiado, porque un pequeño bebé celoso manoteó el rostro de su mamá alfa para alejarla, gruñéndole. La omega se rió por ello, pero Manobal lo miró ofendido.

— Lo ves muy tranquilo y todo, pero un celoso posesivo —bufó, pellizcándole uno de los rechonchos cachetes, a lo que el mini alfa balbuceó.

— Todos los alfas son iguales —Jennie no quitaba su sonrisa de su rostro, meciendo al bebé y besándole la frente con cariño, teniendo a cambio risas aniñadas.

Era la única omega en una casa llena de alfas, desde sus compañeras hasta sus hijos, y aunque habían días en que eso le llegaba a estresar, no podía estar más feliz. Tenía dos bonitos niños con las mujeres que tanto amaba, una pequeña manada.

— ¡Heejin!

El grito de Roseanne se escuchó por todo el lugar, luego risas infantiles y pasos rápidos. Jennie se giró para ver la escena de su hija corriendo con medio vestido puesto y una coleta mal hecha deshaciéndose al ritmo de sus movimientos, su otra alfa detrás persiguiéndola con la cara exasperada.

— ¡Unnie, no se quiere vestir! ¡Dile algo! —la alfa mayor acusó con un tono berrinchudo, haciendo reír a Jennie.

— ¡Mami, mami! —la pequeña alfa corrió hasta abrazarse a sus piernas, mirándole con una enorme sonrisa en sus labios.

— ¿Por qué no le dejas a tu mamá Rosé vestirte, bebé? —la omega le acarició los cabellos ya secos, quitándole de paso esa coleta que estaba al borde de caerse.

— ¡No guta!

— Pero si ese vestido es muy bonito, ¿no te gusta? —Jennie le hizo un puchero, haciendo que la pequeña lo haga también, porque no le gustaba ver a su mami omega triste— Lo compramos para ti, bebé.

— Pero no guta...

Era rosa, con pequeños conejitos blancos decorando por todas partes, era realmente bonito, a Lalisa le había gustado para su pequeña desde el primer momento en que lo vio, y Roseanne le cumplió el capricho porque la alfa menor le había sonreído bonito. Lo tenían guardado para poder estrenarlo ese día, que irían a visitar a la familia de la omega como cada mes. Pero la pequeña alfa parecía en serio no gustarle, puesto que había comenzado a estirarlo en un intento de quitárselo, puchereando al no poder hacerlo.

— De acuerdo, ¿qué quieres ponerte? —Rosé no tuvo más remedio que ceder, porque tampoco le gustaba ver a su pequeña molesta.

— ¡Me guta la lopa de mami!

— Pero la ropa de Jennie es muy grande para ti.

— ¡Me guta! ¡Huele bonito! ¡Huele a mami!

Lalisa fue quien la levantó en brazos, dejado que la mini alfa rodeara el costado de su torso, diciéndole con una sonrisa: — Entonces vamos a robarle una camisa a mami Jennie, ¿sí?

La aludida estuvo por reclamar, pero la niña había aplaudido con entusiasmo y reído cuando Manobal comenzó a correr con ella en brazos hacia la habitación que las tres compartía, por lo que no tuvo más remedio que rendirse y aceptarlo. Solo sería una camisa, no era la gran cosa.

Gimió sorprendido cuando de pronto Roseanne le sostuvo de la cintura y lo atrajo hacia ella para sentarla sobre sus piernas al tiempo en que la alfa se acomodaba en el sillón, después sonrió complacida al recibir un mimoso besito en su mejilla, con Park abrazándole como si fuera un peluche, todavía con el bebé balbuceante refugiado en su pecho.

— Te extrañé~ —su alfa le dijo en un tono amoroso, estirando una mano para acariciar la barriguita de su bebé, quien sostuvo el dedo índice de su madre para mordisquearlo entretenida.

— Y yo los extrañé también —le rodeó los hombros con su brazo libre, inclinándose para besarle los labios.

La alfa se separó con rapidez soltando un grito doloroso cuando el bebé le mordió con fuerza, sacudiendo su mano lejos. Jennie se rió del puchero infantil de su alfa sumando al hecho de que el bebé había comenzado a gruñir de nuevo, otra vez celando a su mami omega. Era gracioso que aquella bola con piernas y brazos celara tanto a Jennie cuando se encontraba entre sus brazos, porque ni siquiera sabía hablar pero ya había retado a sus mamás alfas. Heejin en cambio solía quejarse al verlos mimosas, alegando que era "asqueroso".

— No me gruñas, jovencito —Roseanne le regañó y el bebé aplaudió riéndose, como si no le importara lo que la alfa dijera.

— ¡Abuelos, abuelos!

Las exclamaciones emocionadas de Heejin se escucharon acercándose, la niña venía de la mano con Lisa (teniendo que agacharse un poco para lograr caminar con ella), dando brincos entusiastas. Rosé soltó una carcajada al verle con una de las camisetas blancas de Jennie amarrada a su diminuta cintura con un cinturón rosado, y las mangas enrolladas para que no le quedara muy grande de lo que ya le quedaba. Su oscuro cabello iba suelto, peinado cuidadosamente, con un lindo broche rosado quitándole parte del flequillo. Se notaba que Manobal no se había complicado tanto en peinarla, como Rosé intentó hacerle una coleta, ¡pero la niña se movía mucho! No era su culpa.

— ¡Lápido mamá, Lili! —la niña jaloneó el brazo de Lalisa para apresurarla a caminar más rápido hasta la entrada, ansiosa por llegar pronto a la casa de sus abuelos. De los muchos abuelos que tenía— ¡Mama Rosi, mami Nini! ¡Lápido, lápido!

El entusiasmo de la niña por ver a sus abuelos era por dos cosas: la tía Dahyun y la tía Momo siempre les llevaba regalos. Y claro, ver a sus abuelos.

Pero sobre todo eran los regalos.

gracias por leer (´-ω-')

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