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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏

Summer caminaba por los pasillos de la preparatoria de Derry aferrando a su pecho sus libros de biología y matemáticas, a su alrededor la manada de simios puestos en recién libertad corrían por los pasillos en busca de la salida chocando algunas veces sus cuerpos con el de ella.

― ¡Fíjense por donde caminan, idiotas! ―no pudo evitar no gritar con molestia al último grupo que casi la hace caer.

Murmuró un par de maldiciones para ellos en silencio sin detenerse. La salida a vacaciones de verano solo podía ponerla de mal humor.

Pasar tiempo en casa con el cerdo de su padre y tragando el humo de los cigarrillos de Bev no era precisamente su pasatiempo favorito.

Se iría con su tía si tan solo no fuera un inmenso grano en el trasero.

Summer siéntate derecha.

Summer no digas malas palabras.

Summer sonríe más.

Summer...

Aún podía escucharla del último verano que la visito... hace tres años.

Aunque si lo pensaba con claridad tampoco era tan malo, por lo menos ella no intentaba sentarla en sus piernas o verla como alguien que nunca sería; su madre. Estar en su apartamento solo significaba estar encerrada la mayoría del tiempo que su padre pasaba en casa fingiendo estar dormida.

― ¿Qué haces? ―preguntó al llegar con Leila en la entrada.

―Miro como Bowers y su pandilla atacan de nuevo ―susurró en un mal intento de dar suspenso.

Summer rodó los ojos antes de mirar en la misma dirección que su mejor amiga.

Bowers era un imbécil al igual que todo su grupo, en especial Patrick.

El marica que la había invitado a salir y al ella rechazarlo, él no dudo en darle un puñetazo en el rostro sin importarle que ella era mucho más pequeña en todo el sentido de la palabra.

―Eso fue asqueroso ―comentó asqueada al ver como Henry pasaba su mano llena de saliva por la mejilla de Bill Denbrough.

―Lo sé.

Summer conocía a Bill gracias a la trágica desaparición de su hermano pequeño. La noticia había conmocionado al pueblo meses atrás y ahora era el pan de todos los días. Niños desapareciendo. Ningún cuerpo hasta el momento.

―Vámonos, Lei ―habló Summer bajando las gradas con prisa.

―Voy ―gritó la niña corriendo detrás de ella ―. ¿Crees que Betty está escondida en alguna aula?

― ¿Por qué lo dices?

―Por su mamá.

― ¿Qué tiene su mamá? ―preguntó con desinterés abrazando con más fuerza los libros.

―Está allá con la policía, esperando.

― ¿Dónde?

Sin fijarse Summer giró su cuerpo chocando con alguien. El peso de los libros en sus brazos y el golpe la hizo caer de espaldas al suelo.

― ¡¿Acaso no ves tarado?! ―gritó con la ira pintando sus pálidas mejillas de rojo.

― ¡Oh, rayos! ―exclamó un chico de lentes agachándose a ayudarle.

A sus espaldas sus amigos miraban la escena boquiabiertos.

Los reconoció al instante.

― ¿Qué miran, idiotas? ―soltó estirando su brazo para tomar uno de sus libros ―. Y tú cuatro ojos, fíjate por donde caminas.

―Pero si...

―Por algo usas lentes que hacen tus ojos inmensos ―masculló sin detenerse a escucharlo.

Richie intentó ayudarla a ponerse de pie, pero solo obtuvo un manotazo y una mirada severa de la niña. Ella lo miró con el ceño fruncido, aunque eso no fue lo que el notó.

Tenía unos océanos muy adictivos en sus ojos.

―Tras de ciego, sordo ―exclamó Summer con una mueca segundos antes de alejarse con Leila a su lado.

―Ese fue el karma ―murmuró Leila con voz cantarina luego de varios minutos de silencio.

― ¿De qué hablas?

―No los ayudamos ahora y mira te fuiste de culo por uno.

―Eso no es karma ―Summer arrugo la nariz mientras negaba.

―Sí lo es.

― ¿Por qué deberíamos haberles ayudado? Ni los conocemos.

―Porque...

―Además, ¿hacer que Patrick vuelva a darme un puñetazo? No, gracias ―la interrumpió encogiéndose de hombros.

―Patrick es un tarado.

―Todos lo son ―la corrigió Summer.

Leila asintió de acuerdo.

Al llegar al bloque de apartamentos donde residía, Summer se despidió de su amiga. Se acercó a las escaleras de emergencia deteniendo su andar al ver a su hermana ahí.

― ¿Qué haces aquí? ―preguntó mirándola.

―Nada.

―Papá esta arriba, ¿no?

―Sí ―pronunció Bev poniéndose de pie.

―Con razón ―susurró Summer esperándola para subir juntas.

Aunque Bev era mayor que ella por dos años, ambas compartían el mismo sentimiento de repulsión hacía su progenitor. Ninguna lo quería, solo le tenían miedo y asco.

Para Alvin Marsh había sido una bendición tener dos hijas tan bonitas, para ellas ser sus hijas era una maldición.

Ambas entraron en silencio al apartamento, rogando al cielo que su padre se encontrará dormido o lo suficientemente distraído para que no reparara en su presencia y así ambas pudieran escabullirse a su habitación.

Pero la suerte las había abandonado desde antes de nacer.

―Hola, niñas ―el corazón de Summer latió de prisa al escucharlo.

Ella más que Beverly le tenía miedo y todo aquel sentimiento de asco que pudiera existir.

―Hola, papi ―escuchó a su hermana decir.

―Hola, papá ―susurró ella deseando desaparecer.

―Summer...

―Perdón ―miro al suelo buscando escapar de su mirada ―. Hola, papi ―corrigió.

Al Marsh no dijo nada.

Por el rabillo del ojo Summer lo observó acercarse a Bev. Él acarició su largo cabello antes de llevarlo a su nariz y olfatearlo, una vez acabo, camino hacia ella.

Cerró los ojos al sentir la mano de Alvin acariciar sus mejillas para luego enredarse en su castaño cabello. El corazón le latió con fuerza al sentir como él lo acercaba a su nariz para olerlo.

― ¿Son mis niñitas? ―preguntó una vez que el calvario de Summer acabó y se había alejado.

Bev y ella se miraron antes de contestar.

―Sí, papi ―dijeron ambas a la vez.

Alvin las miró una última vez de arriba a abajo, sonrió y las dejó marchar.

Summer no dudo en correr a refugiarse en su habitación sintiendo todo dar vueltas a su alrededor. 

No saben el montón de ideas que tengo para Cruel Summer.
Espero contar con su apoyo en esta nueva aventura ♡

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