ꜰᴀꜱᴇ ɪᴠ
Título: Dulce o truco.
Personajes: Misono Alicein, Snow Lily, Mikuni Alicein, Jeje, Mahiru Shirota, Kuro, Izuna Nobel, Hugh, Freya, Litch Todoroki, Hide, Tetsu Sendagaya y Tsurugi Kamiya.
Manga/Anime: Servamp.
Cantidad de palabras: 2,062.
Shipp: No.
Temática: Disfraces.
Género: Comedia.
Advertencia: Me hubiera gustado tener más tiempo de ahondar en el tema. Hay spoilers y personajes del manga.
La desesperación invadía a Mahiru, quien iba y venía por toda su casa, terminando de arreglar los preparativos para la celebración de esa noche. Como el castaño estaba tan apurado ni siquiera se percató cuando pisó por accidente la pierna de Kuro, quien se quejó cuando el peso del muchacho le cayó encima, haciéndolo perder su partida. El de cabellera celeste se quejó al golpear su frente contra el piso, dejándose aplastar por su eve.
—¡Kuro, ayúdame con algo!
—Me has hecho perder, Mahiru. Estaba a punto de ganarle al jefe final...
—¡Eso no me importa! Los chicos no deben tardar en llegar y tú ni siquiera llevas puesto el disfraz que te confeccioné, ¡tienes que ponértelo ya!
—Cuando estás estresado te vuelves alguien realmente malhumorado, Mahiru. Pareces una madre amargada, ni siquiera hermana Ira se ve así de mandona...
—¡No me molestes con eso, gato quejumbroso!
Mahiru se levantó de encima del chico, suspirando pesadamente por el cansancio que traía encima. Estaba a punto de revisar por quinta vez que todo estuviera en orden, pero solo pudo soltar una queja al toparse con que la alfombra se encontraba llena de migajas de papitas fritas. El golpe en la cabeza del vampiro no se hizo esperar antes de que el chico lo moviera para poder pasar la aspiradora por el lugar y así llevárselo arrastrando rumbo a su habitación.
—Eres un amo horrible con tu adorable gatito. Debería demandarte, esto es abuso de autoridad.
—Yo debería dejar de hacerte tanto caso —le interrumpió Mahiru cuando consiguió que Kuro se sentara sobre la cama, girándose así a tomar del armario lo que le había ocasionado noches en vela para quedar listo.
—Y al final, ¿de qué decidiste que nos vestiríamos, Mahiru? —preguntó en medio de un bostezo Kuro.
—Lo sabrás cuando quedes listo. Tenemos una hora antes de que lleguen los demás.
La sonrisa que iluminaba el rostro del castaño fue suficiente razón para que el perezoso vampiro aceptara su destino. Mahiru se había vuelto un sol en las tinieblas de su vida y si para el muchacho esa fiesta era algo que lo haría feliz, entonces él no arruinaría su día. Además, quizás si le cumplía sus deseos la siguiente semana lo dejaría dormir sin problemas todo el día.
—Entonces, ¿exactamente de qué es tu disfraz...?
—¡Soy el mayor corruptor de almas! ¡El amo de las tinieblas! ¡Aquel al que todos deben de temer con sus vidas!
—Es un demonio cutre cualquiera, solo se puso una cola y cuernos para demostrar lo que ya es.
—¡Aaahhhh! ¡Angel-chan, le quitas lo divertido a todo hablando con ese tono tan monótono y cruel!
El vampiro rubio se quejó en dirección del pianista, haciendo una mueca que a todos les resultó divertida. Por su parte, el azabache pasó totalmente de él mientras inspeccionaba si acaso los ojos dentro de su bebida eran o no reales. Mahiru rio al rascar su nuca un poco divertido por la situación, aunque le apenara decirlo.
—Y tú eres un ángel, ¿no es así, Litch?
—Me alegra saber que por lo menos alguien de aquí aprecia el esfuerzo en mi atuendo. Lo hice yo mismo, seguro te impresiona mi trabajo, puedo considerar enseñarte alguna vez.
El chico lo miró sin saber si de verdad estaba hablando en serio o solo bromeaba. El eve de Avaricia llevaba un intento de túnica que constaba de solo unas telas blancas con una costura pobre y unas alas de las que todavía colgaba la etiqueta de precio que le había puesto la tienda en que las había comprado.
—Es increíble Litch. Es lindo cómo tu disfraz hace juego con el de Hide.
—Ni siquiera lo intentes Mahiru, ese par no tienen solución. El único talento de Lawless es hacer buenos chistes —habló la mujer de cabellos violeta que estaba sentada en uno de los sofás, bien galardonada de un traje de reina que resaltaba sus cualidades femeninas—. Deberías más bien reconocer tu trabajo, organizaste todo esto y encima hiciste el que llevas tú y que seguro lleva Kuro, cualquiera podría decir que los compraron en alguna tienda por lo bien hechos que están sus disfraces.
Las mejillas del castaño se encendieron por la vergüenza, sintiéndose demasiado torpe como para aceptar aquel cumplido.
—¡Ah! ¡Qué lindo se ve Mahiru sonrojado! —se mofó Tsuguri, quien pasó su brazo por los hombros del chico—. Solo espero que ese juego que organizaste tenga una buena recompensa para el ganador, ¡unos yenes más no me vendrían nada mal!
—¡Tsuguri! No todo se trata del dinero, ¡quedamos que hoy nos divertiríamos todos juntos! El juego que inventó Mahiru suena demasiado divertido, por eso hasta Freya aceptó.
—Ah disculpe, Su Majestad, no haga más pucheros. Pero eso no significa que no ganaré —aseguró divertido el chico delgado.
—¡Yo no soy la reina! —aclaró sonrojada Izuna, ocultando su rostro detrás de sus cortos bucles rubios.
—Ella es la princesa —explicó Freya con los brazos cruzados frente sus pechos—. Y yo la reina. Creí que habías acordado con Izuna que serías el arlequín, ¿por qué la capa y los colmillos falsos!
—Si quieres pensar como tus enemigos debes ser uno de ellos también —mencionó Tsuguri al hacer la típica pose de vampiros en las películas antiguas—. Me meteré en sus mentes y conseguiré el premio, no importa que ustedes tengan la ventaja de ser servamp.
—Sigo sin entender porqué aceptaste que viniera este sujeto —habló molesto Misono, quien ya tenía una vena de su frente hinchada por la molestia—. Esto debe acabar antes de las diez o me quedaré dormido, ¡además! En ningún momento dijiste que lo invitarías a él.
Las miradas indiscretas de la mayoría se posaron en el rubio que recién iba vestido como si fuera un encantador de serpientes, algo que quedaba perfecto con el servamp de la Envidia colgando de su cuello en su forma animal. Mikuni alzó una ceja ante el comentario de su hermano, pero todavía sin perder la sonrisa en sus labios se acercó al chico que iba vestido con un traje que aparentaba ser la versión masculina de Alicia en el País de las Maravillas.
—Ah, ¿acaso te preocupa no ganar tantos dulces si ven mi traje? Te ves adorable, Misono.
—Fue idea de Lily —masculló con molestia al señalar hacia el Sombrerero loco que estaba sirviendo bebidas para ambos—. Si juegas tú no pienso participar.
—No seas cruel, ¡le romperás el corazón a mi Jeje! —exclamó en una queja el mayor justo en el momento cuando la víbora de su cuello tomó su forma humana, apareciendo con sus atuendos habituales, pero en vez de llevar bolsas de papel en su cabeza eran calabazas con distintas caras talladas en ellas—. Ni siquiera tanto que se esmeró en su disfraz.
—Bruja, ¿dónde está tu gato negro? —preguntó divertido Huge al querer que la atención ahora se enfocara en él y su eve—. ¡Nuestro hermano mayor siempre nos queda mal! Debería de aprender de mí. ¿No has visto a Tetsu? ¡Apuesto a que no lees tanto como para saber quiénes somos?
Mahiru miró al servamp de baja estatura con sus ojos entrecerrados, dirigiendo después su vista hacia el rubio alto que lo tenía sentado en el hombro-. ¿El doctor Frankenstein y su monstruo?
—Debiste de haberte vestido de un enano —mencionó Kuro con cara de desagrado al salir de la habitación de Mahiru, consiguiendo que todos miraran en su dirección, no faltando las risas.
El hermano mayor de los servamp iba vestido con un traje que parecía un mameluco de su forma animal. Era el pijama perfecto y él ya lo había comprobado porque se había quedado dormido en el corto tiempo que Mahiru se vestía y todos llegaban. Pereza no tenía idea de porqué Mahiru había hecho ese disfraz, pero no podía evitar aceptar que le parecía divertido.
—¡Ahora que ya estamos todos listos hay que comenzar! No sería divertido si Misono se queda dormido antes de terminar.
Las siguientes horas las puertas de toda la ciudad se abrieron frente a las seis parejas de Servamp con sus eve y un peculiar chico, quien a pesar de estar casi en sus treinta seguía pidiendo dulces. Algunas veces tenían tanta suerte que recibían más de un dulce por sus ingeniosos atuendos, pero en otras debieron de ser ellos los que daban uno. Se suponía que lo correcto era hacer un truco o broma por no recibir sus dulces, sin embargo, Mahiru había dejado bien claro que no quería que nadie diera problemas, así que su broma era una autopenitencia.
El concurso del Rey Calabaza que había inventado Mahiru consistía en que todos debían salir a pedir dulces y la pareja que consiguiera la bolsa más grande ganaría un regalo sorpresa. Si algo compartían los servamp era su espíritu competitivo y eso lo había comprado el castaño cuando gula terminó fastidiado de no poder participar por tener asuntos pendientes en Italia junto a su eve. Tsuguri se les había terminado por unir al último momento. La idea era volver todos a las nueve y media a casa de Mahiru para poder comparar los dulces que habían conseguido todos y, a partir de eso, nombrar a los ganadores para celebrar el resto de la noche.
Cuando la hora acordada llegó, los 13 tomaron lugar en la sala del departamento para comparar la cantidad de dulces recolectada.
Lawless y Litch a penas y habían salvado algunos ya que, por culpa de las discusiones entre sí, muchos les habían cerrado las puertas en la cara y los pocos dulces que había conseguido Litch por su culpa terminaron en la barriga de un molesto Avaricia. Mikuni y Jeje no estaban mucho mejor ya que muchos padres encontraban escalofriante a aquella pareja así que preferían ni siquiera abrirles las puertas cuando tocaban. Por su parte, Hugh presumía de que el ataúd que Tetsu cargaba estaba lleno. Tsurugi había conseguido una significativa cantidad también, pero eso no se podía comparar al saco que Ira depositó frente a todos y que estaba a rebosar de todo tipo de golosinas, al parecer la dulzura de Izuna y el atractivo de Freya habían enamorado a más de alguno. Pero ni esa cantidad se pudo superar a la que habían conseguido Misono y Lily, quienes, a pesar de la vergüenza que invadía el rostro del menor, habían terminado con el doble de dulces que los demás.
—¡¿Cómo es posible que hayan conseguido tantos?!
—Digamos que todo el mundo pensó que Misono era el niño más dulce y tierno vestido de Alicia —comentó el rubio con una risita—. Ningún corazón pudo contra su cara.
—¡No me trates como si fuera un niño pequeño!
—Al menos le has sacado provecho a tu cara, hermanito.
El chico bufó avergonzado, decidiendo ignorar a todos porque hasta Lily se había ensañado en molestarlo.
—Y bueno, ¿ustedes cuántos dulces consiguieron, Mahiru?
Ante la pregunta de Tetsu el chico rio apenado al rascar su nuca, sonriendo con suavidad.
—No conseguimos muchos, no importa.
Kuro miró al castaño y alzó su ceja. A sus ojos Mahiru era un chico excepcional porque él en vez de salir como el resto, se había quedado en su casa para entregarle a los niños que tocaban las puertas los dulces que había comprado antes. Él parecía tan feliz con eso que el vampiro no se había preocupado en cuestionarlo, pero no podía evitar pensar que era realmente raro. Sin embargo, ver a Mahiru sonreír era motivo suficiente para que él también lo hiciera.
—Pero, ¿entonces cuál fue el premio? —insistió Tsuguri.
El rostro del castaño volvió a brillar al tener su momento de mostrar lo que había preparado con tanto cariño y dedicación.
Cuando las manecillas del reloj marcaron las diez en punto, Misono terminó profundamente dormido en el sofá. En su cabeza llevaba una corona en forma de calabaza que el mismo Mahiru había hecho y que iba a juego con la que Lily portaba con alegría. El resto de la noche estaría lleno de divertidos juegos, como ver quién comía más chocolates sin vomitar o quién podía decorar mejor su calabaza. Pero sin importar lo que hicieran, todos disfrutarían de esa noche de Halloween. Al final de cuentas, ser un servamp y su eve era mucho más que violencia y malos ratos, era también tener una nueva familia.
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