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ᴄᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ ②

Sentía sus brazos entumecidos, le estaba dando con todas sus fuerzas a la masa tal cual como la abuela le dijo pero, esta seguía dura.

—– Abuela… —– la llamó haciendo pucheros, la abuela lo miró —– Eta duro.

Ella se acercó —– Le falta un poco más de leche, Kook —– echó en un vaso y luego se lo dio al pequeño —– Toma, échale poco a poco.

Y así lo hizo, amasándolo por unos largos minutos. Hasta que la abuela se compadeció y lo amasó ella con la gran fuerza de los años.

Jungkook tomó la leche que quedaba en el vaso y a escondidas de la abuela se lo bebió, saliendo un poco por la comisura de sus labios.

Cuando su abuela lo vio, él tenía el vaso en la mano, las mejillas infladas y una gota de leche recorriendo la comisura de sus labios.

Rápidamente llevó el vaso hacia su espalda y habiendo tragado lo que tenía en su boca, sonrió.

—– Hola, abuela.

Riendo muy fuerte, Jiyu se acercó al pequeño y depositó un beso en su cabeza.

—– Si quieres más, puedes agarrar de la nevera.

Y como si fuera justo lo que quería escuchar, se fue directamente a la nevera y tomó el cartón de leche.

Estaba tan concentrado, hasta que escuchó cuando su abuela le dijo para cortar la masa con los moldes.

Su parte favorita.

Dejando todo en la nevera, se acercó al mesón y subiéndose a la pequeña silla para poder llegar, tomó todos los moldes que quería y podía llevar en sus manos, y los fue depositando con fuerza en la masa extendida.

Tenía elefantes, mariposas, conejos, perros, gatos, vacas, cabras y demás.

Todos habían sido comprados y escogidos a petición de Jungkook, quien soñaba con crear el arca de Noé y sus animales, en forma de galletas.

Era su sueño y con él, nadie se metía.

Las galletas no tardaban mucho en cocinarse. La abuela metía las bandejas en el horno y alejaba al pequeño para prevenir.

En quince minutos, la casa olía a chocolate, mantecado y rico, como decía Jungkook.

La casa huele a sabroso.

Muy impaciente, Jungkook corría por toda la casa subiendo y bajando las escaleras, contando mentalmente mientras en su estómago hacían una fiesta de rugidos.

Se acostó en medio de la sala a esperar el sonido de la alarma que había comprado su abuela, –ésta tenía forma de dinosaurio– avisara cuando estaban listas las galletas.

En unos tres minutos, el timbre delicado sonó y Jungkook se levantó del suelo.

—– ¿Listo, abuela? —– preguntó apenas entró a la cocina. Vio cómo su abuela Jiyu se colocaba esos grandes y acolchados guantes en sus manos y sacaba las bandejas con las galletas infladitas y humeando.

—– Hay que esperar a que enfríen, hacen daño comerlas calientes —– sonrió.

—– ¿Podemos colocarlas al ventilador? —– la abuela se echó a reír y asintió al ver los ojos cafés de Jungkook, muy emocionados y con esa brillo cautivador.

—– Vamos allá —– Ambos fueron al ventilador que se encontraba en la sala y colocando unos protectores en la mesa, dejaron las galletas allí —– Quédate aquí vigilando las galletas, que ningún bicho malo le caiga.

Jungkook negó —– Ningún bicho se comerá mis galletas —– Colocó su mano como si fuera un pequeño sargento.

Jiyu regresó a la cocina para meter la otra bandeja de galletas, y el castañito se quedó espantando a todo aquel intruso que quería robar sus galletas.

Claro, tocaba de vez en cuando para saber si ya se habían enfriado, la primera que se enfriara se la comería.

Su estómago rugía por el rico olor.

—– Mmh —– miraba las galletas con deseo de comer, limpió sus manitas y tomó dos en sus manos, le dio el mordisco a una y escuchó un revuelto en la sala y más voces aparte de la de su abuela.

Una la reconoció fácilmente.

Era su madre.

Con las galletas en mano, salió corriendo hacia la sala emocionado.

—– ¡Mamá! —–  La pelirroja volteó, se encontraba dejando sus bolsas en el sofá y al verlo sonrió —– Mira, hice ga–

Su voz se cortó en cuanto vio que por la puerta, ingresaba alguien con unas bolsas.

—– Hyori ¿Dónde dejo esto? 

Cohibido, bajó sus manos y se quedó al lado del sofá, Hyori le indicó al fornido hombre que dejara las bolsas en algún lugar. Él le obedeció y luego se giró de nuevo le sonrió y se acercó a él.

—– Jungkook, hijo —– lo envolvió en sus brazos, acción que animó a Jungkook para envolver y darle un beso en la mejilla a su mamá.

—– Mira, mamá, hice galletas de figuras.

—– Oh, ¿De verdad? Para verlas —– ella se levantó y Jungkook la tomó de la mano y al guió hacia donde se encontraban sus galletas enfriándose. Cuando ella vio las galletas en el ventilador, sonrió divertida —– ¿Las dejaste aquí?

—– Sí, estaban muy calientes y yo tengo mucha hambre —– soltó su mano y le enseñó las galletas —– La abuela las colocó aquí para que se enfriaran más rápido.

—– Oh —– dijo asombrada —– ¿Puedo probar una? —– Jungkook asintió alegre —– Wow, están sabrosas.

Muy feliz, Jungkook corrió a donde estaba su abuela.

—– ¡Abuela! A mamá le gustaron las galletas —– le sonrió, aunque con lentitud, su sonrisa desapareció al ver que el fornido hombre hablaba animadamente con ella.

Nuevamente, Jungkook sintió cierto temor y desconfianza al verlo.

“Ese señor… no me guta puchereó, y mientras daba pequeños pasitos hacia atrás, se chocó con su madre.

Él miró hacia arriba y temeroso, se abrazó a sus piernas.

—– ¿Qué pasa, Kook? —– Dudando, alzó su manita señalando a Woosung, el hombre que hablaba con Juyi —– ¿Qué pasa con Woosung?

—– D–da miedo —– y se escondió.

Los tres quedaron asombrados, pero luego, sonrieron "Cosas de niños" pensaron, y Woosung se agachó a la altura de Jungkook.

—– ¿Te doy miedo? —– el pequeño volvió a mirarlo, esta vez lo vio más cerca y asintió convencido.

—– ¿M–me va a quitar a mamá? —– Juyi sonrió.

—– Oh, no. Claro que no, ella siempre será tu mamá —– le sonrió el hombro de ojos claros y cabello oscuro, de tez media y contextura gruesa.

Jungkook no muy convencido asintió y se aferró a su mamá.

Lo había visto muchas veces antes, era un amigo de mamá. No le gustaba, había algo que le hacía sentir temor, miedo y ganas de salir corriendo y abrazar a su mamá.

La abuela le había explicado sobre el amor entre una pareja, él lo había entendido a su manera. 

Tenía que ver con el amor de cuentos, un príncipe y una princesa. Así lo había entendido.

Sin embargo, seguía sintiendo desconfianza.

No le veía mucha cara de príncipe a Woosung.

No era el hecho de que le quitaría a su mamá.

No era la contextura de su cuerpo, ni las facciones serias de su rostro.

Tampoco la barba incipiente y su mirada juguetona.

Era algo que Jungkook a su corta edad, no podía diferenciar ni entender, pero que más adelante sabría que se trataba de un presentimiento, del punto de partida para sus angustias y ansiedades.

Era apenas el inicio de una dura situación sutil y para nada dañina, a primera vista.

Sólo era su madre buscando la felicidad…

¿Qué de malo podría suceder

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