
CAPITULO 2
Jungkook nunca había sido el tipo de persona que se metiera en problemas, o al menos no intencionalmente. Pero esa mañana, parecía que el universo tenía otros planes para él. Todo empezó de manera bastante simple: con una taza de café.
El reloj marcaba las diez de la mañana, justo el momento en que la oficina comenzaba a relajarse un poco después del frenesí inicial de emails y reuniones con potenciales clientes. Jungkook había decidido que se merecía una pequeña pausa y se dirigió al bufete a servirse el café que lo mantenía funcionando durante las largas horas bajo la presión constante de su jefe (y del trabajo agotador en general. Estaba despierto desde la siete de la mañana y no había conciliado el sueño durante la madrugada. Pensar en Tae iba a acabar con él un día de estos)
Y estaba tan cansado, que era lógico que sus manos resultaran las manos más torpes del mundo en un día como aquel. Jungkook regresó del bufete con su café y se sentó en su escritorio, inspeccionó algunos informes más hasta que su café dejó de humear. Fue entonces que lo levantó para darle un sorbo, pero un movimiento en falso hizo que el líquido semi-caliente se derramara por toda la superficie de su escritorio, manchando sus papeles y mojando parte de su pantalón. Un jadeo de frustración se escapó de sus labios mientras intentaba controlar el caos con servilletas (inútiles).
—Aigo... Justo lo que necesitaba hoy —murmuró, mirando el desastre con resignación, todos los empleados lo estaba mirando a él. Eso era lo peor. La vergüenza social, parecía como si se hubiese meado encima y lo malo de todo eso era que no tenía unos pantalones de repuesto.
Con el café goteando por el borde de su escritorio y las servilletas desintegrándose, Jungkook se levantó rápidamente para ir al cuarto de limpieza a buscar un trapo o algo que pudiera salvar la situación. Abrió la puerta del cuarto sin pensar demasiado, pero se llevó una sorpresa.
Allí, bajo la suave luz fluorescente que apenas iluminaba el pequeño espacio, estaban HueningKai y Soobin, demasiado cerca el uno del otro, mucho más cerca de lo que uno podría esperar en un entorno laboral, y antes de que Jungkook pudiera procesar lo que estaba viendo, sus labios se unieron en un beso. Los dos parecían tan ensimismados en su propio mundo que ni siquiera notaron que la puerta del cuarto se había abierto.
Soobin tenía las manos delicadamente apoyadas en la cintura de Kai, mientras que él se dedicaba a enredar sus dedos en el cabello de Soobin. Era como si estuvieran en una especie de sincronía perfecta, el tipo de momento que pareciera haber sido planeado durante semanas y que se estaba ejecutando sin una sola falla (Jungkook era la maldita falla, pero ninguno de los dos lo había considerado en el plan). Kai, con una sonrisa apenas perceptible en sus labios, se inclinó ligeramente hacia adelante, aumentando la presión del beso, mientras Soobin lo recibía con un pequeño suspiro de satisfacción.
Jungkook se quedó congelado en la puerta, incapaz de moverse
¡¿Qué demonios estaba pasando?!
Quería dar marcha atrás, cerrar la puerta y fingir que no había visto nada, pero ya era demasiado tarde. Kai y Soobin habían empezado a separarse al notar la corriente de aire que les golpeó el rostro de forma repentina.
El silencio que siguió fue casi ensordecedor. Los ojos de Kai se abrieron de par en par al ver a Jungkook parado como una estatua en la entrada del cuarto de limpieza, con la expresión de alguien que acababa de descubrir un secreto de la NASA.
— ¡Jungkook! —Kai se separó de Soobin.
—Esto no es lo que parece... —intentó decir Kai, levantando las manos en señal de inocencia, pero el rubor en sus mejillas denotaba todo lo contrario.
— ¿De verdad? Porque parece exactamente lo que es —respondió Jungkook, más para sí mismo que para ellos. Su mente aún intentaba procesar la imagen de sus dos compañeros besándose apasionadamente. Era algo que jamás habría imaginado en sus días más salvajes.
Soobin se rió por lo bajo, inclinando la cabeza mientras se cruzaba de brazos, completamente relajado.
—Bueno, supongo que ya no es un secreto —comentó tal como si besar a HueningKai en la oficina fuera lo más natural del mundo. Lo era, al menos para él.
— ¿Pero qué...? ¿Cómo...? —Jungkook estaba tan aturdido que ni siquiera podía formular una frase coherente. ¿Acaso le habían enseñado a hablar en la escuela? Ahora no estaba seguro—. ¿En el cuarto de limpieza? ¿En serio? Esto no es romántico —señaló los paquetes de jabón que estaban en un estante, cubiertos de polvo.
Kai se encogió de hombros, pero con una pequeña sonrisa que insinuaba que no estaba tan avergonzado como debería de estarlo.
—Fue... espontáneo —mentiroso, llevaban tres días planeando el momento perfecto para esconderse allí. Habían calculado la hora y todo.
Jungkook no pudo evitar soltar una carcajada. La situación era demasiado surrealista. Allí estaba, empapado de café, con una mancha que probablemente arruinaría su pantalón favorito, y descubriendo a sus dos compañeros de trabajo en pleno momento romántico. Menos mal que no los había agarrado haciendo otras cosas...
—Y yo que solo vine por un trapo —comentó con aire de gracia.
—Lo siento, deberíamos haberte avisado si íbamos a... —empezó, pero Soobin lo interrumpió con una sonrisa traviesa.
— ¿Hacer algo impropio en horas de trabajo? —terminó Soobin, divertido.
—Exacto —respondió Jungkook, alzando una ceja—. Pero ya que estamos aquí ¿puedo por lo menos llevarme un trapo antes de que mi escritorio termine de ahogarse en café?
Kai, todavía algo nervioso, buscó rápidamente un trapo en el estante y se lo pasó a Jungkook, quien lo tomó con una mezcla de agradecimiento y desesperación por salir de allí antes de que la situación se volviera aún más extraña o intima.
—Gracias —dijo Jungkook, pero justo cuando estaba por largarse, Soobin lo detuvo para hacerle una última bromita.
—Si alguna vez necesitas algún... consejo en este tipo de cosas, ya sabes dónde encontrarnos.
Jungkook abrió la boca para replicar, pero al final decidió que lo mejor era no decir nada. Simplemente asintió, mordiéndose el labio para no echarse a reír y se marchó lo más rápido que pudo, con la imagen de Kai y Soobin besándose grabada en su memoria.
¿Acaso debía lavarse el cerebro con el trapo que tenía en la mano y un poco de jabón?
No, más bien tendría que fumigarse a sí mismo para olvidar aquello.
De vuelta en su escritorio, mientras limpiaba el desastre del café derramado, no podía dejar de sonreír. A pesar de lo extraño que había sido el incidente, había algo refrescante en ver a sus compañeros siendo tan libres. Quizás, pensó para sí mismo, había algo que podría aprender de ellos.
Sin embargo, mientras trataba de concentrarse en sus informes una vez más, una idea le rondaba la cabeza: ¿Y si alguna vez fuera él el que se encontrara en una situación así... pero con Taehyung? El pensamiento hizo que se le acelerara el corazón y que su café frío y el desastre en su escritorio, de repente parecieran mucho menos importantes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro